PASTOR TONY HANCOCK
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¿Contra quién estás luchando?

4/10/2020

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  • En cualquier guerra, el engaño es una de las armas más importantes. Durante la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán construyó varios aeródromos de mentira. Los edificios eran de triplay, sin función alguna. Sólo parecían de verdad. Las pistas de despegue estaban llenas de aviones de guerra. Sólo que estos aviones también eran de madera. Jamás podrían despegar.
  • El propósito de todo esto fue engañar a la oposición para que desperdiciaran el tiempo y las armas en atacar a los aeródromos de mentira, dejando a salvo los aviones de verdad. Servían como señuelo para distraer la atención de sus enemigos.
  • Las fuerzas aliadas pronto se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. En al menos una ocasión, un escuadrón aéreo aliado atacó uno de los aeródromos de madera lanzando bombas de madera. ¡Atacaron una instalación de imitación con bombas de imitación!
  • Aquella estrategia de distracción es una que el diablo usa mucho contra nosotros. Él trata de lograr que desperdiciemos nuestra energía y nuestra atención luchando contra cualquier cosa menos nuestro verdadero enemigo. Pero Dios nos enseña en su Palabra cuál es nuestra verdadera lucha. También nos muestra cuáles son las armas que tenemos para luchar y cuál es la victoria que podemos esperar.
  • Abramos la Biblia en Efesios 6, y leamos los versos 10 al 17.
  • Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. 14 Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, 15 y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. 17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (NVI)
  • Antes de conocer a Jesucristo, estábamos bajo el poder del enemigo. Efesios 2:2 dice, Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia. (NVI) Sin que nos diéramos cuenta, nos manejaban y nos manipulaban espíritus malignos. Nos llevaban a la destrucción.
  • Pero ahora, en Cristo, hemos sido librados de su dominio. Ahora tenemos las armas para resistirlos y luchar contra ellos. Si tú te encuentras hoy manipulado y manejado por fuerzas que están fuera de tu control, ven a Cristo con un corazón arrepentido y él te librará. Sólo él ha podido ganar la victoria sobre el diablo.
  • Para los que ya conocemos a Cristo, estos versículos son un llamado a la acción. Son las palabras de un general que llama a sus tropas a pelear bien en la batalla. Quizás estés escuchando estas palabras sentado en una silla cómoda y acolchada, pero debes imaginarte parado en el campo de batalla, listo para seguir las instrucciones de tu capitán.
  • ¿Qué es lo que nos dice nuestro capitán, si vamos a seguirlo a la victoria? La primera cosa que nos dice es que tenemos que entender cuál es la batalla que estamos peleando. Si no lo comprendemos, terminaremos bombardeando instalaciones de madera. Perderemos las fuerzas y la energía luchando con el aire.
  • La verdadera pelea que estamos librando es espiritual. La vida es una lucha, y es una lucha espiritual. Tenemos que identificar bien contra qué y contra quiénes estamos luchando. Puede ser que te encuentres luchando con tu pareja. Quizás estés luchando con tus hijos. Luchas con tus vecinos o con tus compañeros de trabajo. Luchas con un vicio o con una necesidad en tu vida.
  • Escucha bien estas palabras: la verdadera lucha es espiritual. Sólo vas a poder resolver esos problemas si usas armas espirituales. Sólo vas a poder ganar la victoria si peleas en el campo espiritual. Si no reconoces la dinámica espiritual en tu matrimonio y luchas de rodillas en oración, lo mejor que puedes esperar es una tregua.
  • Si no reconoces los ataques del enemigo, pensarás que simplemente tienes mala suerte. No sabrás cómo vencer. Aun peor, podrás luchar de la manera equivocada. En su desesperación, algunos usan la hechicería y cosas parecidas para tratar de cambiar su suerte. Esto sólo lleva a algo peor.
  • Cristo ya ganó la batalla en la cruz. Cuando él fue crucificado, luchó contra el enemigo y lo venció. Cuando entregó su vida voluntariamente como víctima, le quitó al enemigo el poder que tenía sobre nosotros – el poder de nuestra culpabilidad. Ahora nos toca a nosotros estar firmes por la fe en la victoria que él ya ganó.
  • Si tenemos que entender que nuestra verdadera lucha es espiritual, también debemos usar las armas adecuadas para esa batalla. No hay que llevar una navaja a un tiroteo. Cuando David, el joven pastor de ovejas, salió a pelear contra el gigante Goliat, el rey Saúl le ofreció su armadura. David se puso el enorme casco de bronce que usaba Saúl, se puso una coraza y se ciñó la espada encima de la armadura, pero ni siquiera pudo caminar con tanto peso.
  • Dejó toda esa armadura y salió a pelear contra Goliat armado solamente con cinco piedras, una honda y el nombre del Señor Todopoderoso. De esa manera, ¡derrotó al gigante! Si tratamos de armarnos con la astucia humana, no podremos ganar una batalla espiritual. Tenemos que usar las armas que Dios nos da.
  • ¿Cuáles, entonces, son esas armas? La lista empieza en el verso 14, y la primera es la verdad. La verdad nos ciñe de poder, como dice el Salmo 18:32. Dios es el que me ciñe de vigor y hace perfecto mi camino. (RVA 2015) El enemigo lucha contra nosotros con sus mentiras. De hecho, la mentira es el arma principal del diablo. Así fue como logró que Adán y Eva pecaran contra el Señor.
  • Cuando creemos sus mentiras, nos debilitamos. Dios ya no te quiere, nos dice. Tú no sirves para nada. ¿Qué clase de cristiano eres? Dios no podrá ayudarte. Pero Dios te dice la verdad. Te dice que te ama y que te ha perdonado si has creído en Cristo. Te dice que tu seguridad está en la obra de Cristo en la cruz, no en lo que tú has hecho. Su verdad te da las fuerzas para pelear.
  • La segunda arma es la justicia. La justicia es el escudo para nuestro corazón. ¿Qué significa ponernos la coraza de la justicia? Significa tomar la decisión de buscar la voluntad de Dios y esforzarnos por hacer lo que él quiere. Cuando hacemos eso, es mucho más difícil que el enemigo nos seduzca con sus lisonjas.
  • En tercer lugar, el evangelio nos lleva a la batalla. Nuestra misión es llevar el evangelio por medio de nuestra vida y nuestras palabras. Las buenas nuevas de lo que Cristo ha hecho nos impulsan a avanzar. Como dice Isaías 52:7, ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies de quienes traen la feliz noticia de paz y salvación, la nueva de que el Dios de Israel reina! (NBV)
  • La fe es nuestra protección. La confianza en Dios nos permite extinguir las flechas encendidas que el enemigo nos lanza. El escudo del soldado romano consistía en un armazón de madera cubierto de cuero muy grueso. A veces, los soldados saturaban de agua el cuero. Cuando su enemigo les disparaba flechas encendidas, su escudo les servía para extinguirlas.
  • Nuestro enemigo nos ataca con las flechas encendidas de la tentación, las falsas enseñanzas, la duda y la persecución. Si no las apagamos, encenderán toda nuestra vida. Con la fe nos podemos proteger y las podemos extinguir. No sólo tenemos que confiar en Jesús para recibir la salvación. Tenemos que confiar en el para tener la victoria en nuestro diario vivir.
  • Las cuatro cosas que hemos mencionado – el cinturón de la verdad, la coraza de la justicia, el calzado del evangelio y el escudo de la fe – son cosas que nosotros mismos tenemos que ponernos. Pero los últimos dos elementos de la armadura son cosas que recibimos. Las tomamos, porque Dios nos las da.
  • La primera de ellas es el casco o el yelmo de la salvación. La salvación es algo que Dios hace por nosotros. Él nos ha salvado por medio de lo que Jesucristo hizo en la cruz. No es algo que nos esforzamos por conseguir. Es algo que recibimos por fe. El casco protege la cabeza, la mente. Recibe de Jesús su salvación, y deja que esa salvación te proteja.
  • La segunda cosa que se recibe es la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Dios nos entrega su Palabra. Sólo la tenemos que recibir. Es interesante que la espada de la Palabra es la única arma de ofensa que se menciona. Todas las demás cosas nos protegen, pero atacamos con la Palabra.
  • Por eso es tan importante llenar nuestra mente con la Palabra de Dios. Si la guardamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo nos traerá a la mente lo que necesitamos en el momento preciso. Memorizar versículos es como guardar balas en el armario. Conforme más versículos tenemos guardados, más preparados estamos para la batalla.
  • La guerra más corta de la historia fue la guerra anglo-zanzibariana de 1896. Duró 38 minutos, aunque algunas fuentes alegan que se prolongó hasta 45 minutos. Las fuerzas británicas superaban tanto a las pocas tropas del sultán de la pequeña isla africana de Zanzíbar que en menos de una hora los habían derrotado por completo.
  • Nosotros tenemos armas mucho más devastadoras, si tan solamente las supiéramos usar. Hermano, hermana, prepárate para luchar. Lucha por tu familia. Lucha en tu trabajo. Lucha por la salvación de las personas que conoces. Pero no luches según la carne, convirtiendo a las personas en tus enemigos. Lucha con las armas espirituales que Dios te da, para que puedas tener también una victoria espiritual. Toma su armadura y prepárate. La lucha puede ser larga, pero por la fe, prevaleceremos.
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