Pastor Tony Hancock
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Fe viva

2/14/2021

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  • Quiero invitarte en esta mañana a analizarte a ti mismo. ¿Cómo está tu fe? ¿Tienes una fe viva, real, poderosa y activa? Desde el principio de la Biblia, Dios demuestra que él acepta a las personas solamente en base a la fe que tienen en él. Génesis 15:6 declara que Abram creyó al Señor, y el Señor se lo reconoció como justicia. (NVI) En su defensa del evangelio, el apóstol Pablo recoge este versículo y lo aplica directamente a nosotros.
  • En Romanos 4:23-24, él escribe: Y esto de que «se le tomó en cuenta» no se escribió solo para Abraham, sino también para nosotros. Dios tomará en cuenta nuestra fe como justicia, pues creemos en aquel que levantó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor. (NVI)
  • No hay ninguna otra manera de ser justo delante de Dios aparte de la fe sincera en Jesucristo. No hay otro nombre bajo el cielo en el cual podamos ser salvos. Su muerte en la cruz es el único pago suficiente por nuestro pecado. Su resurrección es la única garantía de que nosotros también viviremos. No hay salvación para nosotros afuera de Cristo.
  • Este fue el evangelio que el apóstol Pablo predicaba, y es el evangelio que nos salva a nosotros. Sin embargo, en ese tiempo como ahora, hubo quienes malinterpretaron su predicación. Pensaban que lo único que había que hacer era repetir una oración, o creer ciertas verdades, y automáticamente serían salvos. No había ninguna necesidad de tener un cambio de vida, porque la salvación es por la fe, no por las obras, ¿no es cierto?
  • Esto no fue lo que Pablo predicaba, pero pronto se levantó toda una controversia al respecto. Santiago, el medio hermano del Señor Jesucristo, era el pastor de la iglesia de Jerusalén. Debido a la persecución, muchos de los miembros de su iglesia habían tenido que huir a otros lugares para protegerse. Allí habían escuchado ese evangelio incompleto, y estaban confundidos.
  • Para enseñarles a ellos y a nosotros, Santiago escribió una carta. Es una carta muy práctica. En las próximas semanas, consideraremos algunas de las enseñanzas de esta carta. Hoy vamos a enfocarnos en su idea central. Esto es lo que Santiago nos da a entender: solamente una fe viva es capaz de salvarnos. Somos salvos solamente por la fe en Jesús, pero esa fe tiene que transformar nuestra vida.
  • Santiago recoge el mismo versículo que cita Pablo para enseñarnos esto. Leamos lo que él escribe en Santiago 2:21-24. ¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac? 22 Ya lo ves: Su fe y sus obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que hizo. 23 Así se cumplió la Escritura que dice: «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios. 24 Como pueden ver, a una persona se la declara justa por las obras, y no solo por la fe. (NVI)
  • Abraham le creyó a Dios. Tuvo fe, y así fue justo delante de Dios. Pero Santiago continúa con la historia de Abraham y nos demuestra lo que sucedió después. Más tarde, Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac. Fue una prueba de su fe. Dios le había prometido a Abraham que llegaría a ser el padre de una gran nación, e Isaac había heredado esa promesa.
  • Si sacrificara a Isaac, ¿cómo se iba a cumplir? ¿Cómo podría sacrificar a su propio hijo? Pero él confió en el Señor. Ejerció su fe. Puso su fe por obra, y así mostró que su fe era de verdad. Por eso podemos decir que fue justificado por sus obras, porque mostraron la realidad de su fe.
  • Dios también probará tu fe. Él te acepta si te entregas por fe a Jesús, pero luego te pondrá a prueba para que veas si tu fe es de verdad o no. Una fe que no cuesta nada no vale nada. Una fe que no se sacrifica no tiene sentido. Una fe que no se demuestra no puede salvar. Esto lo declara Santiago en el capítulo 2, verso 14. Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
  • Luego nos pone una comparación. Imaginemos, por un momento, que nos encontramos por allí con un hermano que está sufriendo necesidad. No tiene trabajo, y está luchando para darles de comer a sus hijos. Lo vemos y le decimos: ¡Bendiciones, hermano! Espero que pronto encuentres trabajo. ¡Saludos a tu familia! Sin embargo, no le damos los cincuenta dólares que traemos en el bolsillo.
  • Pregunta: ¿de qué sirvió todo eso? ¿Qué hemos logrado? ¡Nada! De la misma manera, una fe que sólo consiste en palabras no es ninguna fe, en realidad. La fuerza de la fe se refleja en las obras que produce en nosotros. En otras palabras, si nuestra fe es real, cambiará nuestra vida. Si nada cambia, nuestra fe es inútil y vacía.
  • Una fe sin obras es invisible. La fe se hace visible por medio de las obras. Piénsalo: ¿cómo puedo saber si alguien tiene fe? No puedo ver su corazón. En realidad, ni siquiera puedo estar seguro de mi propio corazón. El corazón es engañoso, dice Jeremías. Puedo confundir mis sentimientos con fe. La muestra visible de la fe está en las obras que produce.
  • Esto lo vemos en Santiago 2:18. Sin embargo, alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras». Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras. (NVI) ¡Es un gran reto! ¿Cómo podemos mostrar nuestra fe sin obras? ¡No hay manera! Sería como pedirle a alguien que nos muestre sus pensamientos.
  • La única manera de saber sus pensamientos es que se plasmen en papel, o que se expresen en palabras o señas. Sólo así se hacen visibles. De la misma manera, todo lo que hacemos en obediencia a Dios demuestra nuestra confianza en él. La muestra de nuestra fe es la obediencia.
  • Para resumirlo todo, una fe sin obras no puede salvar. Es una fe muerta. Santiago 2:25-26 declara esto: De igual manera, ¿no fue declarada justa por las obras aun la prostituta Rajab, cuando hospedó a los espías y les ayudó a huir por otro camino? Pues, como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (NVI)
  • ¡Qué esperanza encontramos aquí! No importa lo que hayas hecho, puedes llegar a ser justo delante de Dios. Hasta la prostituta Rajab fue declara justa. Ella había llegado a creer que el Dios de Israel es el Dios verdadero. Su fe se puso en acción cuando escondió a los espías israelitas que llegaron a Jericó. Como resultado, ella y su familia quedaron a salvo cuando todo el pueblo fue destruido.
  • Una fe sin obras es inútil, invisible e incapaz de salvarnos. Cuando tenemos verdadera fe, en cambio, todo es diferente. Nuestra vida se transforma. El apóstol Pablo insiste en que la salvación es solamente por la fe, para que no confiemos en nuestras obras para salvarnos. Es una verdad muy importante. Sólo somos salvos por nuestra confianza en lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz.
  • Sin embargo, la aclaración de Santiago también es importante. Si creemos que tenemos fe, pero esa fe no nos lleva a la obediencia, nos estamos engañando a nosotros mismos. Por eso, te invito hoy a examinar tu corazón y tu vida. ¿Qué evidencia estás dando en tu vida de que Jesucristo te ha transformado? ¿Tienes una fe de verdad, o de fantasía?
  • Alguien hizo una vez una pregunta muy interesante, y quiero que la consideres. Si te acusaran de ser cristiano, si te llevaran a corte por ser cristiano, ¿habría suficientes pruebas para declararte culpable de ser cristiano? ¿O diría el juez, Dice que es cristiano, pero no hay evidencias contundentes?
  • Si tu vida no es lo que debe ser, no es tarde para cambiar. Dile hoy a Cristo que quieres ser diferente. Pon toda tu fe en él, y decídete a obedecer su voz de dirección. No trates de hacer obras por tu propia cuenta. ¡Eso no funciona! Más bien, entrégate a Jesús y pídele su dirección. Luego, obedece lo que él te dice. Sólo así tendrás una fe viva, real y salvadora.
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