July 09th, 2023

¿Vale la pena vivir en unión?

• ¿Cómo habrá sido la vida en el arca de Noé? Imagina el ambiente de un barco enorme lleno de animales. Seguramente Noé y su familia percibieron muchos olores extraños. Tuvieron que limpiar un montón de mugre. Les tocó resolver las riñas entre los animales. No fue un lugar de tranquilidad.
• Sin embargo, era mil veces mejor estar adentro del barco que afuera. Afuera del barco sólo había muerte. Adentro, con todos sus problemas, había vida y seguridad. Muchas personas han comparado a la iglesia con el arca de Noé. ¡Es una buena comparación! La iglesia no siempre es un lugar de tranquilidad. A veces hay pleitos y desorden. Pero es mucho mejor estar adentro de la iglesia que estar afuera.
• ¿De veras valdrá la pena el esfuerzo de vivir en unión con personas que a veces nos molestan y que tienen ideas y costumbres raras? ¿Valdrá la pena luchar por la unión de la iglesia? Si confiamos en Jesús, entonces sí vale la pena. Justo antes de ser traicionado por Judas en el jardín del Getsemaní, Jesús oró a su Padre. Él sabía que estaba a punto de morir. Expresó sus sentimientos más profundos.
• Observa con cuidado lo que le pidió a su Padre en ese momento de crisis. Encontramos sus palabras en Juan 17:20-21. No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
• Jesús oró, no solamente por los discípulos que estaban con él en ese momento, sino por todos los que llegarían a creer en él mediante su testimonio. ¿Qué es lo que pidió? ¿Qué fuéramos guapos? ¿Qué fuéramos ricos? ¿Qué tuviéramos mucha suerte? No, lo que Jesús más anhela es que seamos uno. Si quieres agradar a Jesús, debes comprender que su corazón desea la unión de los suyos.
• Piensa en las formas en las que Jesús te ha mostrado su amor. Cada día te cuida. Te abre camino al Padre para que lo puedas conocer. Dio su vida por ti en la cruz, sufriendo en carne propia el daño de todos tus pecados. Por amor a Jesús, debemos unirnos a su oración. Debemos anhelar lo mismo.
• Jesús anhela que vivamos unidos. Es más, el mundo observa si estamos unidos. Al final de los versículos que hemos leído, Jesús nos dice que el mundo creerá en él si nosotros estamos unidos en el amor de Dios. Cuando el mundo observa un amor sincero entre creyentes, le llama la atención. En cambio, cuando hay distanciamiento y pleitos, sirve de tropiezo.
• En los primeros siglos del cristianismo, los cristianos eran renombrados por sus demostraciones de amor. Cuando un creyente caía en la cárcel por su fe, otros creyentes le llevaban de comer corriendo riesgo de ser arrestados también. Cuando un creyente se enfermaba, otros lo atendían. En el imperio romano existía la costumbre de abandonar a las bebés mujeres no deseados a la intemperie para que se murieran. Los cristianos eran reconocidos por recoger a estas niñas y criarlas.
• Aunque los creyentes sufrían persecución y no era fácil identificarse como seguidor de Jesús, se ganaban el respeto de los demás con sus demostraciones de amor. ¿Seguirá siendo así? ¿Somos reconocidos por el amor que mostramos? Si queremos que la gente conozca a Cristo, tenemos que ser conocidos por su amor que se refleja en nosotros.
• Jesús anhela que vivamos unidos porque el mundo observa si estamos unidos. ¿Cómo puede recibir respuesta la oración de Jesús? La maravillosa realidad es que Dios ya ha contestado su oración. Dios nos ha unido. Nos ha hecho uno. Lo vemos en Efesios 4:3, que dice: Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
• Quiero que pongas tu atención, por un momento, en la palabra mantener. En otras traducciones dice guardar, o preservar. ¿Cuándo se mantiene algo? ¡Cuando ya se tiene! Por ejemplo, nadie dice, Tengo que hacerle mantenimiento al carro que voy a comprar el año entrante. Es una incoherencia. Si lo mantienes, es porque ya lo tienes.
• Nosotros ya tenemos la unidad. Dios el Padre ha contestado la oración de su Hijo uniéndonos por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo nos une de una forma profunda y eterna. Se reconoce en las personas. El Espíritu que está en nosotros atrae al mismo Espíritu que está en los demás creyentes.
• A nosotros nos toca mantener esa unión. ¿Cómo lo podemos hacer? Voy a mencionar tres pasos que podemos tomar para mantener la unión que el Espíritu Santo nos da. Efesios 4:25 nos da el primero. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo.
• La unidad se mantiene con la verdad. Hay una falsa armonía que se produce con la mentira. Cuando le decimos a la persona lo que quiere oír en lugar de decirle la verdad, logramos una unión aparente y pasajera. Parece que todos quedamos bien, pero estamos construyendo la unión sobre una fundación de arena. La verdadera unión se mantiene con la verdad.
• Si le has fallado a un hermano, díselo con sinceridad. No lo ocultes. Si necesitas algo, pídelo confiadamente. No te escondas con rodeos. Si alguien te ha fallado, ve y explícaselo. No ocultas la verdad queriendo mantener la unidad, porque el resultado será lo opuesto. La unidad se mantiene con verdad, porque estamos unidos en un mismo cuerpo.
• El segundo paso se encuentra en Colosenses 3:13. De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Aquí vemos que la unión se conserva con perdón. En cualquier iglesia, como en cualquier familia, siempre habrá cosas que perdonar.
• El perdón es como una manguera. Si se tapa un lado de la manguera, no saldrá nada por el otro lado. Del mismo modo, si queremos recibir perdón, tenemos que dar perdón. Si queremos vivir en la libertad del perdón de Dios, tenemos que extender el perdón a los que nos ofenden.
• Si estás guardando algún rencor contra alguien que te ofendió, perdónalo. Así tú mismo quedarás libre, y también conservarás la unidad de la iglesia. La falta de perdón es como una polilla que se va comiendo la estructura de la iglesia y la debilita. El perdón, en cambio, lo fortalece y afirma.
• La unión se mantiene con sinceridad y con perdón. El tercer paso para mantener la unión se encuentra en Gálatas 6:2. Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo. La unión se conserva con apoyo mutuo. Si vemos sufrir a los hermanos de la iglesia sin hacer nada por ayudarles, es como si tomáramos un talacho en la mano para atacar la unidad de la iglesia.
• Nuestra responsabilidad no es resolverle los problemas a todo el mundo. Pero sí tenemos la responsabilidad de echarles el hombro y hacer lo que esté en nuestras manos. Cuando alguien sufre, todos lo debemos sentir. Si me duele la cabeza, el resto de mi cuerpo no lo ignora. Más bien, los pies se acercan al gabinete, las manos abren la botella de aspirina y la boca se abre para tragar las pastillas. Cada uno hace lo que puede.
• ¿Estamos al tanto de lo que sufren nuestros hermanos? ¿Sabemos lo que les pasa? ¿O vivimos cómodamente en nuestra burbuja, pensando sólo en nosotros mismos? Estamos juntos en este barco de salvación que se llama la iglesia. Mantengamos la unión con la verdad, el perdón y el apoyo mutuo. Cristo nos llama a vivir en unión para que el mundo lo vea y reciba su salvación.