El 17 de marzo se celebra la fiesta de San Patricio, un misionero que llevó el evangelio a Irlanda en el Siglo V. Se dice que fundó 300 iglesias y bautizó a 120.000 personas durante su vida. En una ocasión, Patricio bautizaba a un rey irlandés. Ya era viejo, y Patricio tuvo que usar una vara puntiaguda para sostenerse. De alguna manera apuñaló el pie del rey con la punta de la vara. El rey no dijo nada, y Patricio no se dio cuenta.
Al finalizar el bautismo, Patricio vio que el pie del rey sangraba, y entendió lo que había hecho. “¿Por qué no dijiste nada?” le preguntó al rey. Éste respondió, “Yo pensé que era parte del bautismo”. Hoy tenemos el gran privilegio de bautizar a varias personas que han declarado su fe en Cristo Jesús, y desean seguirlo en obediencia por las aguas del bautismo. Dios mediante, no apuñalaremos a nadie durante este proceso. Entre los cristianos existen muchos conceptos distintos acerca de lo que significa el bautismo y lo que logra. Por esta razón, es importante regresar a la Biblia y ver lo que Dios nos dice en su Palabra acerca del bautismo. ¿Será que el bautismo es importante? La Biblia nos indica que sí. Jesús se bautizó para darnos el ejemplo. Luego, al despedirse de sus discípulos, les dio la gran comisión: Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19) Finalmente, la iglesia practicó el bautismo desde su comienzo. Después del primer sermón de Pedro, leemos: Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados. (Hechos 2:41) Obviamente, el bautismo es algo importante. Nos conviene, entonces, entender cómo quiere Dios que se haga, quiénes deben bautizarse, y qué significa el bautismo. La primera cosa que debemos entender es que el bautismo bíblico es por inmersión. La inmersión es el significado de la palabra “bautismo”. La palabra española “bautizar” proviene del griego baptizo, que según el diccionario significa zambullir o sumergir. Si comparamos otros usos de la palabra en las Escrituras, esto se ve claramente. En Marcos 1:8 Juan el Bautista dice, Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo. ¿Será que Jesús simplemente nos roció con el Espíritu Santo? ¿Será que nos salpicó algunas gotas? ¡Desde luego que no! El creyente verdadero queda inmerso en el Espíritu Santo, totalmente saturado de su presencia. El bautismo tiene que ser por inmersión para que entendamos bien lo que representa. Romanos 6:3 y 4 dice: ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. Cuando nos bautizamos, estamos muriendo a la vieja vida que llevábamos lejos de Dios, y por fe en Cristo empezamos la nueva vida que él nos da por medio del Espíritu Santo. Ahora bien: cuando se entierra a un difunto, ¿se tira una pequeña cantidad de tierra sobre el ataúd? ¡Claro que no! Tiene que quedar totalmente enterrado. De igual modo, nuestro viejo yo debe quedar totalmente enterrado en las aguas del arrepentimiento y del perdón para que salgamos del agua listos para vivir una vida nueva en Cristo Jesús. Ésta es la razón por la que el bautismo bíblico es por inmersión. Por supuesto, una persona pueda salvarse sin bautizarse por inmersión. Pero creemos que es mejor seguir el patrón bíblico. Si el bautismo bíblico es por inmersión, entonces, ¿quiénes deberán bautizarse? La segunda cosa que vemos es que el bautismo bíblico es para creyentes. Algunas iglesias bautizan a los bebés. Sin embargo, no encontramos a ningún bebé que se bautiza en toda la Escritura. En la Biblia, todos los que se bautizan son personas que han tomado su propia decisión de poner su fe en Cristo. Veamos algunos ejemplos. Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados (Hechos 2:41), Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron (Hechos 8:12), Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia. También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo (Hechos 18:8). ¿Por qué, entonces, hay algunos que bautizan a los bebés? Hay diferentes razones, pero una de ellas es la idea de que el bautismo salva a la persona. Algunos creen que el bautismo lava los pecados. Como los bebés nacen con pecado original, deben bautizarse para quitarlo. Pero la Biblia nos enseña que la salvación es sólo por la fe. Como ya hemos visto, ningún bebé se bautizó en toda la Biblia. Los bebés no se bautizan, porque no tienen la capacidad para creer. Cuando llegan a la edad suficiente como para reconocer su pecado y recibir la salvación por fe, se deben bautizar. El bautismo bíblico, entonces, es por inmersión, y es para el creyente. Pero ¿qué significa el bautismo? La tercera cosa que vemos es que el bautismo bíblico representa el compromiso con Cristo. Muchas personas cometen el error de creer que el bautismo salva. Dios nos dice otra cosa; su Palabra declara, Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe (Efesios 2:8). La única condición para ser salvo es nacer de nuevo mediante la fe en Cristo. La realidad es que el agua que usamos es totalmente normal. No tiene nada de magia. La importancia del bautismo no está en algún efecto mágico o sobrenatural que tenga, sino en lo que representa. En una boda, el novio y la novia intercambian anillos. Estos anillos no los casan. Uno no puede casarse simplemente poniéndose un anillo de bodas, y tampoco puede salvarse simplemente bautizándose. Sin embargo, estos símbolos son tan importantes que no las debemos despreciar. Nunca debemos confiar en el bautismo para salvarnos. Sólo Cristo puede hacer eso. Recibimos esa salvación cuando nos entregamos a Cristo y ponemos nuestra confianza en él. Después de hacer eso, debemos demostrarlo por medio del bautismo. Podemos continuar la comparación con el anillo de bodas. El anillo representa el amor interminable, pues es un círculo que no tiene fin. De igual modo, el bautismo también representa una realidad muy importante. El bautismo representa nuestra muerte a la vida anterior y a nosotros mismos, y nuestra resurrección con Cristo para vivir una vida nueva. El bautismo también simboliza otra cosa. Nos dice Gálatas 3:26-27, Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. El bautismo representa ser revestidos de Cristo. Piensa en la importancia que da la gente a la ropa. Cuando era joven, decía el comercial: Ponte tus Levis. Ni se me ocurría usar otra marca de jeans. Si no tenía la pequeña etiqueta roja, no servía. El dicho dice, Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. De igual manera, un par de Levis o cualquier otro artículo de ropa no puede transformarte en otra persona. Sin embargo, ser revestido de Cristo si te puede transformar. Cuando estamos revestidos de Cristo porque nos hemos entregado a él, Dios nos reviste con su perdón y su poder. Este ropaje no simplemente cambia nuestra apariencia; transforma nuestro corazón y nuestra vida. El bautismo, quedar totalmente inmerso en el agua, es una muestra de que por fe nos hemos revestido con Cristo, quien nos rodea de su amor, su perdón y su poder. Los que hoy se bautizarán lo hacen porque han recibido a Cristo por fe, y desean seguir su voz en obediencia. Quizás tú aún no has tomado esa decisión. Hoy lo puedes hacer. Hoy puedes entregar tu vida a Cristo y recibir su perdón. Hoy puedes dejar atrás el pecado. Hoy puede suceder en tu corazón lo que simboliza el bautismo. Si no has recibido ya la salvación, no esperes más. Ven a Cristo sin tardar.
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