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La regla de oro

23/9/2018

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​·         Josefina Cochran era una mujer de la alta sociedad, una dama que daba muchas cenas de gala en su hogar.  Con todo su dinero y su alta posición, sin embargo, había una cosa que la tenía frustrada.  Sus sirvientes constantemente quebraban los platos de loza fina que se usaban en sus banquetes.
·         La señora pensó: ¡Tiene que haber una forma mejor de hacer esto!  Por fin, diseñó una máquina que consistía en una rueda que les daba vuelta a los platos mientras agua caliente enjabonada les caía desde arriba.  En otras palabras, inventó la primera máquina lavadora de platos.  Ella fundó una empresa para fabricar su invento, que se convirtió en la compañía KitchenAid.  Todo por buscar una mejor forma de lavar los platos.
·         Quizás hayas pensado, después de comenzar a aprender las leyes de Dios: ¡Tiene que haber una forma mejor de hacer esto!  Los judíos identificaron 613 leyes en el Antiguo Testamento.  ¡Se necesitaría toda una vida para aprender todos esos mandamientos y analizarlos a fondo!
·         Por esto, Jesús nos dejó algo para ayudarnos a discernir la voluntad de Dios en cualquier situación.  No se trata de una máquina, como el lavaplatos que inventó la Sra. Cochran.  Es una regla, la llamada regla de oro, que nos ayuda a tomar decisiones en nuestro trato con los demás.
·         En su Sermón del Monte, Jesús nos enseña cómo deben vivir los ciudadanos de su reino.  Nos explica lo que Dios espera de nosotros cuando llegamos a ser sus hijos.  Esto es el cumplimiento verdadero de la ley, tal y como Jesús la explica.  Por ejemplo, él nos aclara que el mandamiento “no matarás” se cumple, no solamente con evitar el homicidio, sino también con quitar el odio de nuestro corazón.
·         Ahora, al acercarse al final de su mensaje, Jesús nos dice brevemente cómo podemos cumplir las leyes que Dios nos da para llevarnos con nuestro prójimo.  Lo que nos da es una idea brillante.  Por esto, se ha conocido como la regla de oro.  Como regla, nos ayuda a medir cualquier situación.
·         La podemos encontrar en Mateo 7:12.  Dice así: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.  (NVI)  En todo lo que hagas, trata a los demás como tu quisieras que te trataran a ti.  En otras palabras, ponte en el lugar de la otra persona y pregúntate cómo te gustaría que a ti te tratara, si estuvieras en su lugar.
·         Cuando observamos esta regla, nos damos cuenta de tres cosas principales.  En primer lugar, vemos que es una regla general.  Jesús dice: En todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.  Esta es una norma que se puede aplicar en cualquier situación.
·         En el trabajo, en el hogar, en el comercio y en cualquier otra situación de la vida, podemos aplicar esta sencilla norma para comprender qué es lo que Dios quiere que hagamos.  Con esta pequeña regla, Jesús corta con todas las normas minuciosas de los fariseos.  Ellos tenían reglas para todo.
·         Por ejemplo, Dios mandó a su pueblo que guardaran el sábado.  Debía ser un día para descansar de su trabajo y adorar a Dios.  Pero ¡alguien ha registrado 1.800 reglas específicas que los fariseos crearon para definir exactamente cómo se debía guardar el sábado!  ¡Mil ochocientas reglas para explicar sólo uno de los Diez Mandamientos!
·         En lugar de complicar las cosas, Jesús las simplifica.  En todo trato con los demás, pregúntate: ¿Cómo me gustaría que a mí me trataran, si estuviera en los zapatos de la otra persona?  Entonces, hazle lo que te gustaría que te hicieran a ti.
·         Alguien podría preguntar: Si todas las leyes de Dios sobre el trato con los demás se pueden resumir con esta simple regla, ¿por qué nos dio Dios las demás leyes?  ¿Por qué nos dio los Diez Mandamientos, si sólo nos hace falta esta regla?  La respuesta está en que nosotros podemos tomar cualquier cosa a nuestra conveniencia, incluyendo la regla de oro.
·         Por ejemplo, un adúltero podría decir: Si los dos estamos de acuerdo, entonces no desobedecemos la regla de oro.  Pero Dios dice: No cometerás adulterio, porque se convierte en una ofensa contra otros – contra los esposos e hijos, y contra el matrimonio que Dios ha establecido.  O alguien podría justificar la eutanasia diciendo que quiere ayudar a la persona a dejar de sufrir, pero Dios dice: No matarás.
·         Las leyes que Dios nos ha dado nos muestran cómo aplicar la regla de oro.  Nos ayudan a evitar malentendidos y aplicaciones convenencieras.  La regla de oro nos ayuda a aplicar la ley del amor de la manera que Dios quiere que la apliquemos.  Es una regla general muy útil.
·         La segunda cosa que descubrimos es que la regla de oro es una regla positiva.  Dice: En todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que los traten a ustedes.  Es interesante observar que muchas otras personas han dicho algo parecido a la regla de oro.  Se encuentran frases afines en el judaísmo, como también en el budismo y el hinduismo.  Confucio dijo algo similar varios siglos antes de Cristo.
·         Lo interesante de todos estos otros casos es que se expresan de forma negativa.  Dicen: No hagas a otros lo que no quisieras que te hicieran a ti.  De las fuentes antiguas que conozcamos, sólo Jesús se expresa de una forma positiva.  Sólo él dice, Haz a otros lo que quisieras que te hicieran a ti.
·         Parece ser una diferencia pequeña, pero en realidad, es grande.  Pensemos en la historia del buen samaritano para ver esto.  Un hombre iba de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron.  Lo dejaron medio muerto a la orilla de la carretera.  Un sacerdote pasó por allí, y al verlo, pasó de largo.
·         También un levita, uno de los ayudantes del templo, pasó y lo esquivó.  Ahora pensemos en la versión negativa de Confucio y otros.  El sacerdote y el levita cumplieron con esta versión, que dice: No hagas a otros lo que no quisieras que otros te hicieran a ti.  Ellos no le hicieron nada al hombre, así que cumplieron con esa versión.
·         Pero la versión de Jesús dice: Traten a los demás.  En otra versión, Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti.  (NTV)  Sólo el samaritano cumplió con esta versión, porque cuando vio al hombre, sintió compasión de él y le curó las heridas con vino y aceite.  Lo subió a su burro y lo llevó a un alojamiento, donde pagó su estadía y su cuidado.
·         Obviamente, la regla de oro nos prohíbe traicionar a otros, mentirles y hacerles daño.  Pero nos llama más allá; nos llama a tomar acción positiva a favor de los demás.  Una persona del mundo puede decir: Yo no le hago daño a nadie, pero el cristiano tiene que decir: Yo busco hacerles el bien a todos.  La regla de oro, la regla de Jesús, es una regla positiva.
·         La tercera cosa que descubrimos acerca de la regla de oro es que es el resumen de la voluntad de Dios.  Regresando a Mateo 5:17, hacia el comienzo del Sermón del Monte, leemos esto: No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento.
·         La regla de oro que Jesús nos da representa el cumplimiento de todo lo que Dios espera que de nosotros en nuestro trato con los demás.  Con esta simple regla general y positiva, Jesús nos enseña a cumplir la justicia que la ley exige.  Él no vino a llamarnos a una vida de desobediencia y desenfreno; nos vino a enseñar a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
·         La regla de oro es una norma maravillosa, pero hay una triste realidad.  Ninguno de nosotros ha sido capaz de guardarla cabalmente.  ¿Hay alguien que pueda decir, yo siempre he tratado a los demás como quisiera que a mí me trataran?  Debo confesar que hay muchas ocasiones en mi vida en las que he actuado con egoísmo en lugar de generosidad.
·         La regla de oro, como resumen de la ley, nos demuestra nuestra necesidad ante Dios.  Si tratas de guardar la regla de oro, haces algo muy bueno.  Conforme más vivas en obediencia a ella, mejor vivirás.  Sin embargo, si crees que con eso te ganarás el cielo, estás muy equivocado.
·         Todos debemos vivir en obediencia a la regla de oro, pero nadie lo ha hecho.  Por eso, nos hace falta la gracia de Dios.  Jesús vino a este mundo y dio su vida en la cruz por nosotros precisamente para quitar la vergüenza y la culpa de todas las veces que hemos fallado en obedecer.  Hay misericordia suficiente en la sangre de Cristo para cubrir todas las fallas que has cometido, si lo buscas con un corazón arrepentido.
·         Juan 6:37 dice: al que a mí viene, no lo rechazo.  (NVI)  Si tú te acercas a Jesús con fe, con un corazón arrepentido, él no te rechazará.  Él te perdonará, te limpiará y te ayudará a comenzar una vida nueva.  Si de este mensaje sacas sólo un compromiso de tratar de guardar mejor la regla de oro, te has perdido lo más importante.  Lo más importante es entregarte a Jesús, para que él te ayude a vivir como él quiere.
·         Alguien ha dicho que, en el mundo, la regla de oro dice así: el que tiene el oro hace las reglas.  ¡Gracias a Dios que su reino es muy diferente!  Si tú conoces a Jesús, camina hoy en obediencia a la regla de oro.  Haz a otros lo que quisieras que te hicieran a ti.  Si no conoces a Jesús, ven a él hoy.  La salvación que él te ofrece vale mucho más que el oro.
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