El Espíritu Consolador• Durante mis años de preparatoria, tuve la bendición de pertenecer a un excelente grupo de jóvenes. Nuestro pastor tenía mucho carisma, nos enseñaba la Palabra de Dios con claridad y formó un ambiente en el que muchos crecimos en nuestra fe. Dios lo usó grandemente.
• Sin embargo, durante mi último año de colegio, anunció que había recibido un llamado a plantar una iglesia en otro estado. Nos sentimos devastados. ¿Qué sería de nosotros? ¡Nuestro líder nos estaba abandonando! Las cosas nunca volverían a ser como antes. • Al año siguiente, ingresé a la universidad y descubrí algo maravilloso. Me esperaban otras personas que me ayudaron a crecer más. Todavía sigo en contacto con mi pastor de jóvenes, pero su partida fue de bendición porque dio lugar a la influencia de otras personas en mi vida. • Algo parecido les sucedió a los discípulos de Jesús. Poco antes de su muerte, les comenzó a explicar que los tendría que dejar. Se pusieron muy tristes. ¿Qué harían si Jesús los dejaba? Estaban tan acostumbrados a su presencia y sus palabras. Pero Jesús les explicó que no los iba a dejar solos. Más bien, su partida marcaría un avance para ellos. • Juan 14:15-17 registra estas palabras de Jesús: »Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo pediré al Padre y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. • Antes pensaba que Jesús aquí nos pone una condición para experimentar la presencia del Espíritu Santo. Lo leía así: Obedezcan mis mandamientos, y sólo así les daré al Espíritu de verdad. Pero al estudiarlo más a fondo, me di cuenta de que eso no es lo que Jesús dice. • Más bien, precisamente porque somos incapaces de obedecer sus mandamientos, él nos dará un Ayudante. Si amamos a Jesús, vamos a querer obedecer sus mandamientos. Espero que tengas en tu corazón el deseo de hacer lo que Jesús quiere. Ese deseo es fruto de la fe. • Sin embargo, la realidad es que no somos capaces de hacer lo que Jesús quiere. Lo amamos, pero no siempre lo obedecemos. Por eso, nos ha enviado al Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, para estar con nosotros siempre y ser nuestro Ayudante y Consolador. • Cuando Jesús dijo estas palabras a sus discípulos, no les hablaba de algún desconocido. Como vimos la semana pasada, el Espíritu Santo estuvo activo en el ministerio de Jesús desde principio a fin. Los discípulos conocían al Espíritu Santo porque conocían a Jesús. Pero ahora, ese Espíritu que habían visto en Jesús vendría a vivir en ellos. También vive en nosotros. • Si has recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, el Espíritu Santo vive en ti. El apóstol Pablo escribió las siguientes palabras unos veinte años después de que Jesús prometiera la venida del Espíritu Santo: Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o no, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. (1 Corintios 12:13) • El bautismo en el Espíritu Santo es algo que cada creyente recibe en el momento de creer. La Biblia dice que todos fuimos bautizados por el Espíritu. A todos nos ha dado Jesús a beber de su Espíritu, quien es el agua viva que brota en nuestro ser. Así que no busques alguna experiencia extraordinaria para ser bautizado en el Espíritu. Si eres de Cristo, ya lo tienes. • Es más, el Espíritu Santo de Dios que vive en ti es más poderoso que cualquier enemigo. Primera de Juan 4:4 declara esto: Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo. • Estamos rodeados de mentiras que nos quieren destruir. Tenemos un enemigo que nos ataca. Hay espíritus malignos que nos quieren hacer daño. Somos débiles. Sin embargo, el Espíritu Santo que vive en nosotros es más poderoso que todos. • En nuestras propias fuerzas, somos presa fácil del diablo. Como lo hizo con Adán y Eva, nos confunde y nos hace pensar que lo malo es bueno y lo bueno, malo. Nos lleva por caminos que parecen bonitos pero que terminan en la muerte. Nos lleva a buscar compañeros que parecen dar amistad y nos llevan a la destrucción. • Pero cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, el diablo ya no nos puede engañar. No nos puede destruir, porque el Espíritu Santo, que es Dios, es mucho más poderoso que el diablo. Si somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo, su Espíritu está en nosotros para guiarnos. • De hecho, Romanos 8:14 nos dice que ser guiados por el Espíritu es la marca que distingue a los que son hijos de Dios. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Si somos hijos de Dios, hemos dejado de confiar en nosotros mismos. Hemos rechazado las mentiras del diablo. Hemos puesto nuestra confianza en Jesús, y su Espíritu nos guía. • Hace años, pasé unos días en la selva de mi país. La selva es hermosa, llena de animales y plantas únicas. Pero la selva también es peligrosa por las mismas razones. No tomé ni un solo paso por la selva sin tener un guía. Sin guía, me podría perder para siempre. Este mundo también es una selva. Tenemos un guía que no dejará que nos perdamos, si lo seguimos. • ¿Cómo mantenemos la conexión con nuestro guía, el Espíritu Santo? No tenemos que hacer nada extraño. La clave para seguir la dirección del Espíritu se encuentra en Habacuc 2:4: el justo vivirá por su fe. La fe nos conecta con el Espíritu Santo. • Puedes fortalecer tu fe en reuniones y cultos, con música, leyendo la Palabra, en oración y de otras formas, pero la clave está en la fe. Cuando confías en Jesús, su Espíritu te guía. ¿Es fácil tener fe? No, a veces es muy difícil. Pero es en esos momentos de lucha por confiar que el Espíritu mismo nos ayuda más. • Si vas a conocer el consuelo y la dirección del Espíritu Santo, tienes que entregarte primero a Jesús. Si nunca le has entregado tu vida a Jesús, ese paso es imprescindible. Reconoce ante Dios tu pecado. Vuélvete hacia Dios. Confía en que la muerte de Jesús en la cruz fue el pago suficiente por tus pecados, y entrégate a él. Así vivirá en ti el Espíritu Santo. • Si ya eres creyente, pide la dirección del Espíritu Santo. Pedir su dirección es un acto de fe. Cada día, invítale a guiarte. En tus oraciones, pídele al Padre que su Espíritu te guíe. • Cuando pidas su dirección, confía en que él te guiará. No siempre lo hace de formas llamativas y obvias. A veces te susurra al corazón. A veces te trae a la memoria un versículo bíblico. A veces te habla en el consejo de un hermano en Cristo. No esperes que el Espíritu escriba sus palabras en el cielo. Confía en que él te guiará a su manera. • Al confiar en que él te está guiando, sigue su dirección lo mejor posible. A veces nos equivocamos. Aprender a seguir la dirección del Espíritu es un proceso. Hasta el apóstol Pablo tuvo que aprenderlo. Durante uno de sus viajes misioneros, hizo sus planes de viaje. Sin embargo, el Espíritu Santo se los cambió. A veces la dirección del Espíritu viene como un “no” que sientes en el corazón. Lo importante es que estés dispuesto a seguirlo. • Jesús no nos ha dejado solos. No nos ha abandonado. Más bien, nos ha enviado a su Espíritu para estar en nosotros, consolarnos y guiarnos. Confía hoy en la dirección del Espíritu. Decídete a seguirlo lo mejor posible. Así podrás vivir en el amor de Cristo y conocer su bendición.
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