November 03rd, 2024

Lo externo y lo eterno

​

• ¿Alguna vez te ha engañado el paquete de algún producto? Lo ves por fuera y parece muy atractivo. Sin embargo, después de comprarlo y llevarlo a casa, lo que viene adentro es muy diferente de lo que aparecía en la foto. O quizás el paquete no contenía lo que parecía. Las bolsas de papitas, por ejemplo, a veces traen más aire que cualquier otra cosa.
• ¿Has oído la expresión, Te dieron gato por liebre? En las edades medias, alguien podría ir al mercado para comprar una liebre. Sin embargo, si no revisaba la bolsa antes de irse, podría llegar a casa y encontrar allí un gato en lugar de la liebre que pensaba cenar. Cuando juzgamos por las apariencias, podemos salir engañados.
• Es triste que alguien nos engañe cuando compramos algo. Es mucho más triste, sin embargo, que vivamos engañados en cuanto a la vida. Sin embargo, muchísima gente así vive. En lugar de entender lo que realmente importa, se dejan llevar por las apariencias. Vamos a ver lo que la Biblia nos dice al respecto en 2 Corintios 4:16-18.
• Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. 17 Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. 18 Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
• Vamos a encontrar tres ideas importantes en estos versículos que nos ayudan a entender la realidad de las cosas en lugar de dejarnos llevar por las apariencias. En primer lugar, lo que importa es lo de adentro. El apóstol Pablo escribe, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día a día.
• Es inevitable envejecer. Un buen estilista puede esconder algunas de las evidencias de la edad, pero no podemos detener el avance del tiempo. Desde el momento de nacer, nuestro cuerpo se está desgastando. Sin embargo, nuestro verdadero yo puede ser renovado constantemente.
• Por eso, debemos dejar de fijarnos en lo externo. En lugar de enfocarnos en lo que nuestros ojos ven, enfoquémonos en lo que está adentro. El profeta Samuel tuvo que aprender esta lección cuando Dios lo envió para ungir a David como rey.
• Cuando Samuel llegó al pueblo de Isaí, el padre de David, vio primero a su hijo mayor Eliab. Parecía la mejor opción para ser el nuevo rey, pero Dios le dijo a Samuel que él no era. Luego le dijo estas palabras: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. (1 Samuel 16:7)
• Samuel observó a todos los hijos de Isaí que estaban presentes, y ninguno de ellos era el escogido de Dios. Por fin, tuvieron que llamar al menor. Estaba cuidando el ganado y nadie lo tomaba en cuenta. Sin embargo, Dios sí lo vio. Lo había seleccionado para ser el próximo rey de su pueblo, porque veía su corazón.
• Dios ve nuestro corazón. El corazón es lo que realmente importa. La apariencia que tratamos de crear al final se va a derrumbar. Si nuestra vida sólo depende de lo externo, vamos declinando. Si sólo es cuestión de apariencias, no tenemos esperanza. Todo se va a acabar.
• Pero si nos enfocamos en el corazón, tenemos un tesoro que nunca se acabará. Jesús nos promete la eternidad. Su Espíritu nos renueva constantemente. Lo que somos en verdad se va rejuveneciendo. Su amor va sanando las cicatrices de nuestra alma. Nos enseña a amar lo bueno y nos prepara para la eternidad. Lo de adentro es lo que importa.
• Hay una cosa que Dios usa en particular para formar nuestra persona interior. Lo dice el verso 17: Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. ¿Te das cuenta? El sufrimiento en la vida del cristiano produce gloria.
• El apóstol Pablo conocía muy bien el sufrimiento. Sufrió muchas cosas por la causa de Cristo. En una ocasión, llegó a un pueblo para predicar el evangelio. Los habitantes del pueblo lo confundieron con un dios y lo querían adorar. Cuando les dijo que no era ningún dios, cambiaron de parecer y lo trataron de matar. Lo apedrearon y lo dejaron por muerto.
• En otra ocasión, fue náufrago durante varios días en alta mar. Fue encarcelado en varias ocasiones. Fue azotado y maltratado. En fin, cuando Pablo habla de sufrimientos, sabe de lo que habla. Él mismo había sufrido cosas muy dolorosas y profundas. Sin embargo, consideraba que el sufrimiento era ligero y pasajero a comparación con la gloria eterna que producían.
• Todos quisiéramos una vida sin dolor, pero nadie la tiene. Todos sufrimos. Podemos sufrir la pérdida de un ser querido. Podemos sufrir por problemas de salud. Podemos sufrir por problemas económicos. Nadie en este mundo tiene una vida libre de dolor.
• A veces también sufrimos por el hecho de ser cristianos. Podemos sufrir el rechazo de quienes antes nos buscaban. Podemos sufrir a causa de la persecución. De hecho, Jesús nos dijo que debemos esperar la persecución si somos sus seguidores. El mundo nos va a rechazar, y que no nos sorprenda.
• Cuando sufre una persona que no conoce a Dios, el sufrimiento no tiene sentido. No significa nada. Pero cuando una persona que sigue a Cristo sufre, Dios usa ese sufrimiento en su vida. Le ayuda a aprender la paciencia. Le da perspectiva sobre las cosas. El sufrimiento nos puede ayudar a dejar el pecado si permitimos que Dios nos limpie.
• Cuando vemos según las apariencias, el sufrimiento no tiene propósito. Pero cuando vemos lo eterno y lo verdadero, nos damos cuenta de que Dios tiene un propósito en todo. Dios tiene un propósito en los momentos alegres y hermosos de la vida, pero también tiene un propósito en el sufrimiento. Cuando confiamos en él, nos forma y nos prepara para la eternidad.
• El sufrimiento nunca es algo que buscamos. Pero cuando nos toca sufrir, entendamos que tiene un propósito. El sufrimiento en la vida del creyente produce gloria. Esto nos lleva a la tercera verdad que incluyen estos versículos. Pongamos la mirada en lo permanente.
• Si lo que realmente importa es lo de adentro, y si el sufrimiento produce gloria, entonces debemos aprender a poner la mirada en lo permanente. En lugar de pensar solamente en lo externo, pensemos en los propósitos de Dios para nuestro verdadero ser. Esto es lo que Dios está preparando para la resurrección y para vivir con él para siempre.
• Cuando era niño, vivía en nuestra vecindad un hombre con un trastorno mental. Desamparado, vivía en la calle y andaba sin ropa. Sin embargo, le encantaba robarse los retrovisores de los carros. Esos pequeños espejos le llamaban la atención.
• Piensa en la incoherencia de un hombre que ni siquiera lleva ropa, que nunca va a la peluquería y que no se peina, mirándose en un espejo para observar su apariencia. Es una locura. La verdad, sin embargo, es que nosotros somos igualmente locos si sólo nos enfocamos en nuestra apariencia. No está mal arreglarse y verse bien. Lo malo es darle mucha importancia.
• ¿Qué significa si pasamos horas en la estética o la peluquería para tener el estilo perfecto, pero no tenemos tiempo para la oración y el estudio de la Palabra? Significa que le damos más importancia a lo externo que a lo eterno. ¿Qué significa si nos preocupamos por lo que piensa la gente de nosotros, pero no nos interesamos por lo que Dios dice de nosotros? Significa que le damos más importancia a lo externo que a lo eterno.
• Si este mundo realmente fuera todo lo que existiera y no hubiera eternidad, tendría sentido enfocarse sólo en lo exterior. Sólo seríamos unos cuerpos que se van a acabar, y allí se terminaría todo. Pero esa no es la realidad. Existe la eternidad. Dios nos invita a una gloria que durará para siempre. La resurrección de Jesús lo garantiza.
• Vivamos los días que Dios nos da en esta vida como una preparación para la eternidad. Cuando el sufrimiento inevitable se presenta, veámoslo como una oportunidad para crecer. Invirtamos tiempo y atención en nuestro crecimiento espiritual, porque nuestro ser interno es lo eterno.
• Y si no sabes dónde pasarás la eternidad, puedes saberlo. Jesús vino a este mundo para que pudieras vivir con él para siempre. Vivió una vida perfecta. Murió en la cruz por ti. Resucitó para vencer la muerte. Si te entregas a él en fe, puedes saber que vivirás con él para siempre.