November 17th, 2024

El que con lobos anda

​

• En cierta ocasión, un rey decidió contratar a un hechicero muy poderoso para maldecir al pueblo de Dios. Este rey dominaba la tierra de Moab, y el pueblo de Dios iba a pasar por su territorio. Contrató a un hechicero llamado Balaán para maldecirlo.
• Cuando Balaán subió a una montaña para ver al pueblo de Dios y pronunciar sus maldiciones, algo extraño sucedió. Abrió la boca, pero sólo salieron bendiciones. Aunque el rey quería pagarle fuertes sumas de dinero para maldecir al pueblo de Dios, no pudo. Dios convirtió su maldición en bendición.
• Si eres seguidor de Jesucristo, no debes tenerles miedo a las maldiciones. ¡Dios convierte la maldición en bendición! Él es más poderoso que cualquier otro. Pero la historia de Balaán no termina allí. Aunque no pudo maldecir al pueblo de Dios, encontró otra manera de causarle problemas. En Números 25:1-3 encontramos la historia.
• Mientras los israelitas acampaban en Sitín, comenzaron a entregarse a la inmoralidad sexual con las mujeres moabitas, las cuales los invitaban a participar en los sacrificios a sus dioses. Los israelitas comían de esos sacrificios y se postraban ante esos dioses. Esto los llevó a unirse al culto de Baal Peor. Por tanto, la ira del Señor se encendió contra ellos.
• Balaán le sugirió al rey de Moab que tratara de atraer a los hombres para que participaran en las fiestas paganas en honor a sus dioses. Lo que no se había logrado con maldiciones se hizo con malos compromisos. Como resultado, muchos israelitas murieron. Sus malas compañías los llevaron a ser desleales a su Dios.
• Hay varios dichos que reflejan esta realidad. Decimos, por ejemplo, el que con lobos anda a aullar se enseña. En inglés se dice, acuéstate con perros y amanecerás con pulgas. En otras palabras, las costumbres de las personas que te rodean se te van a pegar. Te influencian.
• Es bueno recordar este principio con nuestros hijos. Escojamos con cuidado a las personas a quienes les confiamos su cuidado. No dejemos que pasen mucho tiempo en casas ajenas sin saber qué clase de influencias van a tener. Tengamos cuidado con sus amistades.
• Pero esta verdad no es sólo para los niños y jóvenes. Cada creyente debe tener cuidado con las alianzas que hace. Las influencias que dejamos entrar a nuestra vida nos pueden acercar a Dios, pero también nos pueden alejar de él. Por eso, tomemos en serio las palabras que Dios nos dice en 2 Corintios 6:14-18.
• No formen alianza con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? 15 ¿Qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? 16 ¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho:
• «Viviré con ellos
•     y caminaré entre ellos.
• Yo seré su Dios
•     y ellos serán mi pueblo».
• 17 Por tanto, el Señor añade:
• «¡Salgan de en medio de ellos
•     y apártense!
• No toquen nada impuro
•     y yo los recibiré».
• 18 Y:
• «Yo seré un Padre para ustedes
•     y ustedes serán mis hijos y mis hijas,
•     dice el Señor Todopoderoso».
• Dios nos llama a tener cuidado con las alianzas que formamos. En el idioma original, se refiere a estar bajo un yugo con otra persona. Bajo la ley del Antiguo Testamento, quedaba prohibido tener dos animales disparejos bajo el mismo yugo. No se podía unir, por ejemplo, a un burro y un buey bajo el mismo yugo.
• No funcionaría bien, porque el burro y el buey no trabajan igual. No se aprovecharían bien las fuerzas de los dos animales. Dios nos dice que, cuando nos comprometemos con personas que no siguen a Cristo, sucede algo parecido. Terminamos en la frustración, porque no jalamos parejo. Tenemos diferentes costumbres y diferentes propósitos.
• Dios no nos está llamando a salirnos del mundo. No nos dice que dejemos de trabajar con personas que no sean creyentes, por ejemplo, o que busquemos tiendas que sólo sean de creyentes. Es inevitable tener contacto con personas que no siguen a Cristo. Más bien, es necesario, si vamos a ser sal y luz en este mundo.
• La idea de formar alianza o estar bajo el yugo nos habla de estar comprometidos, de dejarnos influenciar o guiar por la otra persona. Si un burro y un buey están bajo el mismo yugo, ya no deciden hacia dónde van. Cada uno limita al otro y lo puede estorbar.
• Un ejemplo de esto sería casarse con una persona que no sigue a Cristo. Si uno ya está casado, la Biblia dice que no debe separarse. Pero si estamos buscando pareja, tenemos que buscar a alguien que también sigue a Cristo. De otro modo, habrá frustración y tropiezos.
• ¿Por qué debemos evitar esta clase de compromisos? Aquí hay dos razones fuertes. En primer lugar, es incoherente que un hijo de Dios se comprometa con las cosas del mundo. ¿Podemos combinar la justicia y la maldad? ¡Claro que no! Son cosas opuestas. Lo justo se opone a lo malo.
• ¿Podemos combinar la luz y la oscuridad? ¡De ninguna manera! Donde hay luz, no puede haber oscuridad. ¿Qué tienen que ver Jesús y Satanás? Belial es otro nombre para Satanás, e indica que es inútil y malvado. ¡No tiene nada que ver con Jesús! Más bien, es su peor enemigo. ¿Qué tienen en común los templos de Dios y los templos de los ídolos? ¡Nada en absoluto!
• Si tú y yo somos seguidores de Jesús, llevamos su justicia. Estamos revestidos con la justicia de Cristo. Ahora somos luz. Le pertenecemos a Jesús, y hemos sido librados del domino de Satanás. Somos el templo de Dios. Por esto dice, ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? Aunque ambos somos hechos a imagen de Dios, tenemos valores y propósitos y destinos muy diferentes.
• No es que nos creamos mejores. No somos como Quico, cuando Doña Florinda le dice, Vámonos tesoro, no te juntes con esta chusma. Somos salvos por la gracia de Dios, y no somos mejores que nadie. Pero si Cristo nos ha lavado con su sangre, ¿para qué nos vamos a revolcar otra vez en la mugre? Tenemos que separarnos de lo que ya no nos corresponde.
• Considera las formas en las que te entretienes. ¿Vas a fiestas donde pasan cosas que deshonran a Dios? No te digo que nunca vayas a una fiesta. Pero considera las influencias que hay allí. ¿Qué les pasa a tus hijos? ¿Con quiénes hablan? ¿Qué substancias encuentran? Ten cuidado con las conexiones cercanas que haces.
• ¿A quiénes sigues en los medios sociales? Esto representa una especie de compromiso. Cuando sigues a alguien que te llena la cabeza de pensamientos sin sentido, le estás dando influencia sobre tu vida. Piensa bien con quién has hecho alianza, aunque sea solamente de manera virtual.
• Hace algún tiempo, comencé a seguir unos videos de chistes en Facebook. Al principio eran chistes sanos, pero poco a poco se hicieron más colorados. Por fin, tuve que decidir que ya no los iba a ver. Tenía que controlar las influencias que iba a permitir en mi vida.
• Tenemos que separarnos de los compromisos malsanos, porque es incoherente unir lo sagrado con lo inmundo. En segundo lugar, tenemos que separarnos, porque sólo así podemos disfrutar de la presencia de Dios. Observa lo que Dios nos promete en estos versículos.
• Nos dice que él vivirá con nosotros y caminará con nosotros. ¿No quieres que Dios camine contigo a diario? También dice que él nos recibirá si salimos de en medio de la impuro. ¿No quieres que Dios te reciba? Dios que dice que nos tratará como hijos e hijas. ¿No quieres vivir como hijo o hija de Dios?
• Esta semana escuchaba la historia de cómo se llegó a construir el puente de Brooklyn. En 1870, cuando comenzó la construcción, no existían las tecnologías modernas. Los trabajadores tenían que descender al suelo del río en una campana de buceo y trabajar con picos contra las rocas.
• La campana de buceo se conectaba con la superficie mediante tubos que suministraban aire bajo presión. Si no entraba el aire a la campana, la presión del agua la aplastaría, matando a los trabajadores. El aire tenía que desplazar el agua para que se mantuvieran vivos.
• Si nosotros no vivimos en santidad y separación, dejamos que el agua desplace el aire que viene de Dios. No podemos respirar el aire de su santidad y al mismo tiempo dejar que entre el agua sucia del mundo. Es uno o el otro. No podemos tener los dos.
• Por eso, como creyentes, tenemos que desarrollar la costumbre de separarnos de lo mundano. Examinemos nuestros compromisos. Consideremos nuestras amistades. Pensemos en nuestra vida diaria. ¿Cuáles son nuestras influencias? ¿Estamos dejando que algo o alguien nos aleje de Cristo?