Nuestra tarea ahora

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• Nunca en la historia del mundo hemos tenido tanto acceso a la información como ahora. La gran mayoría de nosotros tiene en las manos un pequeño dispositivo que le permite conocer en un instante lo que está pasando alrededor del mundo, leer miles de libros, tener contacto con familiares lejanos y distraerse por horas.
• Tenemos más información que nunca acerca de la Palabra de Dios. En pocos segundos podemos realizar búsquedas de palabras que, años atrás, habrían tomado horas. Tenemos acceso a comentarios, diccionarios, teologías sistemáticas, concordancias y libros sobre la Biblia que nuestros antepasados sólo soñaban con tener.
• Pero en medio de tanta información, ¿habrá transformación? Lo que nos cambia no es lo que sabemos, sino lo que hacemos. Seria inútil visitar el doctor para que me diagnosticara una enfermedad y me recetara una medicina, si luego me diera flojera tomar la medicina recetada.
• Existe un peligro en sólo saber acerca del futuro. Durante estas semanas, hemos aprendido mucho acerca de lo que viene. Todavía nos quedan algunas cosas más por aprender. Pero hoy vamos a ver lo que nos dice Dios que debemos hacer al respecto. Si sabemos que vienen días malos, si sabemos que Jesús va a regresar, ¿qué haremos ahora? Leamos 2 Tesalonicenses 3:1-5.
• Por último, hermanos, oren por nosotros para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y se le reciba con honor, tal como sucedió entre ustedes. 2 Oren además para que seamos librados de personas perversas y malvadas, porque no todos tienen fe. 3 Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno. 4 Confiamos en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo lo que les hemos enseñado. 5 Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró.
• En estos versículos Dios nos llama a hacer tres cosas: orar, confiar y actuar. Hablemos de estas cosas una por una. En primer lugar, oremos. El apóstol Pablo pide a los tesalonicenses que oren por él y sus acompañantes que predican el evangelio. Aunque tenía el llamado de Dios para ser apóstol y la presencia del Espíritu Santo que lo guiaba y le daba poder para realizar milagros, anhelaba también el apoyo en oración de otros creyentes.
• Oren por nosotros, dice Pablo. Cada siervo del Señor dice lo mismo. Una de las mejores maneras de apoyar a tus líderes es orar por ellos. Pídele al Señor que nos dé sabiduría, que nos proteja de los ataques del enemigo y que nos dé poder para ministrar. Pídele también que nos proteja de los ataques de otras personas, porque como dice el verso 2, no todos tienen fe.
• Además de orar por nuestros líderes, oremos también para que el evangelio se extienda y se reciba. Nuestras oraciones son como el viento en la vela del barco del evangelio. Cuando oramos, el evangelio es impulsado. Cuando no oramos, su extensión se detiene. Se queda varado.
• Tus oraciones pueden cambiar el mundo lejano y el mundo cercano. Para comenzar, haz una lista de personas por quienes vas a orar. Pueden ser amigos o parientes que no conocen a Cristo. Ora para que sus corazones se ablanden. Como dice el verso 1, ora para que reciban el evangelio con honor, así como se merece. Para mí es un gusto ver aquí a muchas personas por quienes yo he orado. Tú puedes tener la misma dicha.
• Tus oraciones también pueden llegar lejos. Escoge un lugar del mundo, un país o una región, y comienza a aprender acerca de ese lugar. Ora para que el evangelio penetre ese pueblo. Ora por las necesidades que existen allí. Si puedes, averigua los nombres de misioneros que sirven allí. Cuando te pones a orar, comenzarás a ver cómo Dios contesta tus oraciones.
• Me temo que muchas veces no oramos, porque no creemos que la oración realmente tiene poder. Si tan sólo pudiéramos ver las cosas con ojos espirituales, nos daríamos cuenta de que no se logra nada sin oración. Si el Señor Jesús pasó noches enteras en oración y si el apóstol Pablo pidió oración, es porque la oración es mucho más poderosa de lo que pensamos. Frente a todo lo que viene, pongámonos a orar.
• La segunda cosa que Dios nos llama a hacer es confiar. ¿Qué dice el verso 3? Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno. Vivimos en un mundo peligroso. Hay personas que se oponen a la fe. Hay personas perversas y malvadas. Pero en medio de todo eso, tenemos un Dios que es fiel a su pueblo. Él nos dará las fuerzas para continuar, y nos protegerá del enemigo.
• Podemos ver la fortaleza que Dios nos da en la vida del profeta Elías. Ganó una gran victoria contra los profetas del falso dios Baal en el concurso que realizó en el monte Carmelo. Ese día, el poder de Dios se manifestó enviando fuego del cielo y dejando en claro que sólo hay un Dios verdadero, y no es Baal.
• Sin embargo, inmediatamente después, la reina Jezabel amenazó con matar a Elías. Se espantó frente a la amenaza de una mujer y huyó al desierto. Encontrándose en el desierto, se sentó a la sombra de un arbusto y comenzó a quejarse con Dios. Tenía ganas de morirse. Le dijo a Dios que mejor le quitara la vida. Por fin, se quedó dormido.
• Quiero que te imagines lo que Dios hizo después. Seguramente lo regañó por ser tan poco hombre, ¿verdad? Le dijo: Elías, acabas de ver mi poder en el monte Carmelo. ¿Cómo puedes dudar de mí? Me decepcionas. Sabes, eso no es lo que Dios hizo. Más bien, mandó un ángel quien le trajo a Elías pan caliente y un jarro de agua fresca. Cuando Dios le habló, lo hizo en un suave susurro.
• Puede ser que te hayan hablado de un Dios perfeccionista y legalista que sólo regaña a sus hijos. Dios sabe disciplinarnos cuando somos rebeldes, pero también sabe comprendernos y animarnos cuando somos débiles. Por eso, confía en la fuerza que Dios te dará. Confía en que él te cuidará del maligno y no te dejará.
• Hermanos, oremos, confiemos y actuemos. Es la tercera cosa que Dios nos llama a hacer. Pablo escribe: Confiamos en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo lo que les hemos enseñado. Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró.
• Mientras esperamos la venida del Señor, dediquémonos a hacer su voluntad. Sus enseñanzas nos han llegado en la Palabra, y hemos tenido personas que nos han enseñado a obedecer sus mandamientos. ¿Los guardamos? ¿Los seguimos? Pablo expresó su confianza de que los tesalonicenses lo hacían. Espero que lo mismo se pueda decir de nosotros.
• Jesús nos contó una historia acerca de su venida. Lo voy a modernizar un poco. Digamos que el dueño de una gran empresa sale de viaje. Tiene unos negocios importantes que realizar en otro país, y no sabe cuánto tiempo durará. No obstante, les dice a sus trabajadores que sigan trabajando hasta que él regrese. Si lo hacen, recibirán un bono.
• Al principio, todos trabajan bien. La producción de la fábrica se mantiene en un buen nivel. Sin embargo, pasa el tiempo, y algunos se comienzan a desanimar. Deciden que el dueño no va a regresar, y buscan trabajo en otras fábricas. Poco a poco, la producción disminuye.
• Por fin, el dueño regresa. Se decepciona con los que abandonaron el trabajo, pero se alegra con los trabajadores que se han mantenido fieles. Les da el bono prometido, y más. Jesús es como el dueño de esa fábrica. Nosotros somos sus empleados. ¿Seguimos fieles y constantes en hacer lo que él nos manda? ¿O nos hemos aburrido, estamos cansados y queremos buscar algo diferente?
• Dios no nos pide grandes hazañas. Nos pide que nos mantengamos fieles y constantes en lo que él nos ha puesto a hacer. Si hemos recibido su amor, debemos amar a otros como él nos amó a nosotros. Si hemos recibido la salvación de Jesús, debemos perseverar como Jesús perseveró frente a las pruebas y los problemas.
• Orar, confiar y actuar: esto es lo que Dios nos llama a hacer mientras esperamos el regreso de Jesús. Has recibido esta información. De ti depende si resultará en transformación. ¿Pondrás en práctica la Palabra de Dios? ¿Dedicarás más tiempo a la oración por la extensión del evangelio? ¿Confiarás en la protección de Dios? ¿Actuarás en obediencia a sus mandamientos? Que el Señor nos encuentre a todos ocupados en su labor cuando él regrese.