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October 20th, 2024

20/10/2024

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El sí de Dios

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  • ¿Dirá que sí? Un hombre muy rico de unos 65 años se había enamorado de una joven de 25. Quería proponerle matrimonio, pero no estaba seguro si aceptaría. Por fin, le preguntó a su amigo: ¿Crees que me dirá que sí si le digo que tengo 45 años? Su amigo le respondió: De seguro te dice que sí si le dices que tienes 90.
  • La palabra sí es tan corta, pero tan importante. Un hombre le propone matrimonio a una mujer, y luego espera que diga sí. Para él, son las dos letras más importantes del mundo. Otro se postula a un trabajo, y sólo quiere recibir la llamada que le diga Sí, lo aceptamos.
  • El sí más importante es el sí de Dios. ¿Quieres que Dios te diga que sí? Hoy vamos a ver cómo nos dice Dios que sí. La respuesta se encuentra en 2 Corintios 1:18-22.
  • Pero tan cierto como que Dios es fiel, el mensaje que les hemos dirigido no es «sí» y «no». 19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue «sí» y «no»; en él siempre ha sido «sí». 20 Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios. 21 Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. Él nos ungió, 22 nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas.
  • El apóstol Pablo escribió estas palabras a la iglesia de Corinto porque había tenido que cambiar de planes. Inicialmente había pensado visitar la iglesia durante uno de sus viajes, pero tuvo que cambiar de itinerario y no pudo hacerlo. Algunos de los corintios acusaban a Pablo de ser inconstante. Decían que no cumplía con su palabra.
  • Esta es la respuesta de Pablo. Aunque él haya tenido que cambiar de planes, hay algo que nunca cambia. Lo que nunca cambia es el evangelio. Es el mensaje de salvación por medio de Jesucristo. Aunque Pablo les había dicho que sí los visitaría y luego tuvo que decirles que no, el sí que Dios nos da en Cristo nunca se convierte en un no.
  • En otras palabras, Dios es fiel. Él no cambia. No dice una cosa hoy, para luego decir otra cosa mañana. Cuando promete algo, lo cumple. En Corinto se adoraban a muchos dioses paganos. Era muy volubles. Cambiaban de genio a cada rato. La gente vivía en temor de que un día alguno de sus dioses amaneciera de mal humor y les mandara algún desastre.
  • Pero Dios no es así. Dios es fiel. Sus reacciones son siempre justas. No es inestable. Es más, todas las promesas de Dios son “sí” en Jesús. En otras palabras, todas sus promesas se cumplen en Cristo. Regresemos, por un momento, a los años antes de que Jesús viniera.
  • Dios había hecho muchas promesas. Le había prometido a Eva que vendría un descendiente suyo que destruiría el poder de la serpiente. Le había prometido a Abraham que por medio de él habría bendición para todas las naciones, no sólo Israel. Le había prometido a David que levantaría un rey de su descendencia que reinaría para siempre.
  • ¿Se cumplirían estas promesas? ¿Cambiaría Dios de idea? Durante los largos siglos de espera, seguramente algunos creían que no sería posible. Al ver cómo el enemigo destruía tantas vidas, pensaban que jamás sería derrotado. Al ver cómo los reyes sólo se aprovechaban de la gente, pensaban que nunca llegaría un rey justo y perfecto. Parecía que Dios había dicho que no.
  • Pero cuando llegó Jesús, todas las promesas de Dios se convirtieron en sí. Jesús es el gran “sí” de Dios a su promesa de destruir el poder de Satanás. Jesús triunfó sobre él en la cruz y le quitó el poder. Jesús es el “sí” a la promesa de traer bendición a todas las naciones, porque todos somos invitados a recibir la salvación en Jesús.
  • Jesús es el “sí” a la promesa de un rey perfecto, porque él reina en perfecta justicia. Un día, él volverá para establecer su reino sobre la tierra durante el Milenio. Reinará visiblemente. Pero él ya está reinando en la vida de sus seguidores. Todos los que se someten a Jesús encuentran en él un Rey perfecto. En él, todas las promesas se convierten en sí.
  • Dios nos ha hecho muchas otras promesas también. Por ejemplo, él promete: Nunca te dejaré. Jesús es el sí a esa promesa. Por la fe en Jesús, tenemos la presencia de Dios siempre con nosotros. Por lo tanto, si no sientes que Dios esté contigo, mira hacia Jesús con fe. Confía en él, porque él también es Emanuel – Dios con nosotros.
  • Dios te promete, Busca primero mi reino, y lo demás será añadido. Si tienes alguna necesidad, esa promesa también se cumple en Jesús. Confía en Jesús y entrégate a sus propósitos para tu vida. Entonces podrás pedirle a Dios confiadamente que te ayude. Esa promesa también se convierte en un sí por medio de Jesús.
  • Todas las promesas de Dios son sí en Jesús. Es también por Jesús que nosotros le damos el sí a Dios. Dice la Biblia: Así por medio de Cristo respondemos “amén” para la gloria de Dios. La palabra “amén” es igual en casi todos los idiomas. Es quizás la palabra más universal que existe. Cuando decimos “amén”, afirmamos la verdad de lo que acabamos decir.
  • Cuando decimos “amén” al final de una oración, declaramos que nuestra petición es fiel y verdadera. No oramos con engaño o falsedad, y esperamos que Dios nos conceda lo que le pedimos. Cuando damos el “amén” a Dios por medio de Jesús, estamos declarando que lo que Dios dice es verdad. Es una declaración de fe.
  • Para todos los que confían en Jesucristo, las promesas de Dios son sí. Pero si lo rechazamos, enfrentaremos el “no” de Dios. Si le decimos que no a Dios, él también nos dirá que no a nosotros. Si rechazamos a Jesús, ya no hay ningún sí que Dios nos pueda decir.
  • Pero cuando le decimos que sí, recibimos mucha seguridad. Somos ungidos con el Espíritu Santo y sellados con su presencia. La presencia del Espíritu Santo nos guiará por la vida y nos llevará al otro lado de la muerte hasta la eternidad. El Espíritu Santo en nosotros es la garantía de que todas las promesas de Dios se cumplirán en nosotros. Gálatas 3:2 nos enseña que recibimos al Espíritu Santo cuando aceptamos el evangelio.
  • Cuando compré la casa en la que vivo, tuve que llevar un cheque a la agencia de bienes raíces para garantizar la compra. Con ese cheque en las manos, ya no podían venderle la casa a otra persona. Garantizaba que yo la iba a tener, aunque todavía no estaba en mi posesión.
  • La presencia del Espíritu Santo es como ese cheque. Todavía no hemos recibido todo lo que Dios nos promete. Todavía no estamos en el paraíso con cuerpos glorificados y eternos. Sin embargo, podemos estar seguros de que esto sucederá porque tenemos al Espíritu Santo viviendo en nosotros. Tenemos esa unción que nos lo garantiza todo.
  • Hay una cosa más que debemos aprender. Si Dios es fiel, si él cumple su Palabra, nosotros también debemos aprender a ser fieles. Jesús dijo: Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno. (Mateo 5:37)
  • Debemos imitar a Dios en su sinceridad y honestidad. En lugar de andar con rodeos o tratar de sacar ventaja con medias verdades, seamos íntegros en lo que decimos. No prometamos lo que no vamos a cumplir. No engañemos a los demás. Todo engaño y toda mentira es del diablo. Cuando mentimos y engañamos a los demás, nos convertimos en cómplices de Satanás. Él no es un buen compañero.
  • En el pasaje que leímos al principio, el apóstol Pablo defendía su cambio de planes. Había tenido que cambiar su itinerario porque cambiaron sus circunstancias. En este caso, fue inevitable. No tuvo la intención de engañar o de manipular. Simplemente se le hizo imposible cumplir con lo que había dicho anteriormente.
  • Esto a veces nos pasa, porque somos humanos y desconocemos el futuro. Esto no representa una falta de honestidad o de sinceridad. La buena noticia para nosotros es que Dios sí conoce el futuro. Aunque a veces fallamos porque sinceramente no sabíamos lo que iba a pasar, esto nunca pasa con Dios. Todas sus promesas son “sí” y “amén” en Jesús.
  • Quiero terminar haciéndote dos preguntas. En primer lugar, ¿vives seguro en el sí de Dios? Él no quiere que vivas dudando. No quiere que vivas con la inseguridad. Más bien, te invita a poner toda tu confianza en Jesús. Si Jesús es tu Salvador y tu Señor, vivirás en el sí de Dios.
  • En segundo lugar, ¿eres tan sincero como lo es Dios? Cuando dices que sí, ¿es sí? Cuando dices que no, ¿es no? Si no es así, pídele hoy al Espíritu Santo que te ayude a desarrollar la costumbre de decir siempre la verdad. Así imitarás a Dios y dejarás de ayudar al diablo.
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