¿Hay una diferencia entre el Dios del Antiguo Testamento y Jesús?
Nos ha llegado la siguiente pregunta: Por un lado, Dios Padre pregona la compensación vengativa del ‘ojo por ojo’, mientras que por otro, Dios Hijo afirma lo contrario, es decir, no sólo NO tomarse venganza sino que derechamente amar al enemigo. Esta contradicción entre ambos mensajes se complica aún más cuando Jesús se hace testigo de su propia divinidad y afirma ser ‘uno’ con Dios. ¿Hay una contradicción?
Respuesta:
La pregunta que usted plantea es una que muchos se han hecho, pero no es difícil de resolver. Para empezar, citamos Levítico 24:19-20: Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él. Esta es la llamada "lex talionis", o ley de la retribución. Ahora bien, notemos que este pasaje habla en términos judiciales. Esto es evidente al leer el contexto, donde Moisés, como líder del pueblo, enseña acerca del aspecto gubernamental de la vida del pueblo de Dios (esto se nota, por ejemplo, en el verso 22, donde dice "el mismo estatuto tendréis para el extranjero"; la palabra "estatuto" indica que se habla de leyes). De ninguna manera, entonces, se puede usar este pasaje para enseñar que cada persona debe vengarse de quienes le hacen daño. Todo lo contrario; indica la clase de castigo que el gobierno debe aplicar cuando hay desobediencia, y efectivamente limita el poder del gobierno. El pasaje pone un principio sumamente importante, que es que el castigo corresponda al crimen. En países que no observan este principio, puede haber castigos que son mucho más grandes que el crimen; por ejemplo, que se le corte la mano al ladrón. Aquí, en cambio, claramente se dice - por ejemplo - que no se puede matar a la persona que roba o mata ganado. Es decir, el pasaje está limitando el poder gubernamental; de ninguna manera impone un principio de venganza personal.
Jesús llegó, entonces, para aclarar ciertos malentendidos que habían surgido acerca de la ley. Cuando él enseñó la ley del amor, no estaba enseñando algo nuevo; esto ya se encontraba en la ley. Levítico 19:18 dice, No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Dentro de la sociedad había un principio de justicia arriba expuesto, aplicado por el gobierno; pero en el trato personal, la ley y el perdón tenían que regir. Sin embargo, la gente trastornó este mandato. Por esto, Jesús vino para corregir - NO el mandamiento, sino las malas interpretaciones. Por ejemplo, leemos en Mateo 5:43-44: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Leamos con cuidado lo que dice Jesús. En primer lugar, él dice: "Oísteis que fue dicho". No corrige lo escrito, sino lo que la gente ha oído - es decir, las interpretaciones equivocadas. En segundo lugar, la ley NUNCA dice "aborrecerás a tu enemigo". Esta frase indica que la gente había malinterpretado la ley acerca de amar al prójimo. Habián pensado que sólo tenían que amar a los de su clase, pero que podían odiar a los demás. Es por esto que Jesús cuenta la parábola del buen samaritano, para contestar la pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Él simplemente aclara la intención original del mandamiento "Amarás a tu prójimo": tu prójimo es la persona necesitada que tienes en frente.
Podemos comprender ahora, entonces, lo que Jesús dice en Mateo 5:38-42 - Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Estos comentarios acerca de la lex talionis no se deben entender como una corrección de la ley, sino de la mala interpretación de la ley; la gente había tomado una ley que tenía que ver con la forma de gobierno en Israel y la había aplicado a la vida privada, una aplicación incorrecta.
De hecho, cuando leemos el sermón del monte (Mateo 5-7), notamos que Jesús se presenta como alguien con autoridad única para interpretar y aclarar la intención original de la ley. ¿Quién puede aclarar la intención original de una escrito? Sólo el autor lo puede hacer.
Cuando leemos con cuidado tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, descubrimos a un Dios de justicia y de misericordia, y ambas cualidades se reflejan en ambos testamentos. Jesús, el que predicó el amor, también es el que dijo: Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (Lucas 13:3) Jesús habló más acerca del infierno que del cielo. Al mismo tiempo, el Dios del Antiguo Testamento no es sólo un Dios de juicio, sino de amor y de misericordia; por ejemplo, perdonó a Nínive cuando esta ciudad se arrepintió (Jonás 3:10). Si leemos con cuidado, descubrimos que no hay ningún conflicto entre el Antiguo Testamento, sino que Dios es el mismo - y Jesús lo refleja perfectamente.
Pastor Tony Hancock
Nos ha llegado la siguiente pregunta: Por un lado, Dios Padre pregona la compensación vengativa del ‘ojo por ojo’, mientras que por otro, Dios Hijo afirma lo contrario, es decir, no sólo NO tomarse venganza sino que derechamente amar al enemigo. Esta contradicción entre ambos mensajes se complica aún más cuando Jesús se hace testigo de su propia divinidad y afirma ser ‘uno’ con Dios. ¿Hay una contradicción?
Respuesta:
La pregunta que usted plantea es una que muchos se han hecho, pero no es difícil de resolver. Para empezar, citamos Levítico 24:19-20: Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él. Esta es la llamada "lex talionis", o ley de la retribución. Ahora bien, notemos que este pasaje habla en términos judiciales. Esto es evidente al leer el contexto, donde Moisés, como líder del pueblo, enseña acerca del aspecto gubernamental de la vida del pueblo de Dios (esto se nota, por ejemplo, en el verso 22, donde dice "el mismo estatuto tendréis para el extranjero"; la palabra "estatuto" indica que se habla de leyes). De ninguna manera, entonces, se puede usar este pasaje para enseñar que cada persona debe vengarse de quienes le hacen daño. Todo lo contrario; indica la clase de castigo que el gobierno debe aplicar cuando hay desobediencia, y efectivamente limita el poder del gobierno. El pasaje pone un principio sumamente importante, que es que el castigo corresponda al crimen. En países que no observan este principio, puede haber castigos que son mucho más grandes que el crimen; por ejemplo, que se le corte la mano al ladrón. Aquí, en cambio, claramente se dice - por ejemplo - que no se puede matar a la persona que roba o mata ganado. Es decir, el pasaje está limitando el poder gubernamental; de ninguna manera impone un principio de venganza personal.
Jesús llegó, entonces, para aclarar ciertos malentendidos que habían surgido acerca de la ley. Cuando él enseñó la ley del amor, no estaba enseñando algo nuevo; esto ya se encontraba en la ley. Levítico 19:18 dice, No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Dentro de la sociedad había un principio de justicia arriba expuesto, aplicado por el gobierno; pero en el trato personal, la ley y el perdón tenían que regir. Sin embargo, la gente trastornó este mandato. Por esto, Jesús vino para corregir - NO el mandamiento, sino las malas interpretaciones. Por ejemplo, leemos en Mateo 5:43-44: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Leamos con cuidado lo que dice Jesús. En primer lugar, él dice: "Oísteis que fue dicho". No corrige lo escrito, sino lo que la gente ha oído - es decir, las interpretaciones equivocadas. En segundo lugar, la ley NUNCA dice "aborrecerás a tu enemigo". Esta frase indica que la gente había malinterpretado la ley acerca de amar al prójimo. Habián pensado que sólo tenían que amar a los de su clase, pero que podían odiar a los demás. Es por esto que Jesús cuenta la parábola del buen samaritano, para contestar la pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Él simplemente aclara la intención original del mandamiento "Amarás a tu prójimo": tu prójimo es la persona necesitada que tienes en frente.
Podemos comprender ahora, entonces, lo que Jesús dice en Mateo 5:38-42 - Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Estos comentarios acerca de la lex talionis no se deben entender como una corrección de la ley, sino de la mala interpretación de la ley; la gente había tomado una ley que tenía que ver con la forma de gobierno en Israel y la había aplicado a la vida privada, una aplicación incorrecta.
De hecho, cuando leemos el sermón del monte (Mateo 5-7), notamos que Jesús se presenta como alguien con autoridad única para interpretar y aclarar la intención original de la ley. ¿Quién puede aclarar la intención original de una escrito? Sólo el autor lo puede hacer.
Cuando leemos con cuidado tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, descubrimos a un Dios de justicia y de misericordia, y ambas cualidades se reflejan en ambos testamentos. Jesús, el que predicó el amor, también es el que dijo: Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (Lucas 13:3) Jesús habló más acerca del infierno que del cielo. Al mismo tiempo, el Dios del Antiguo Testamento no es sólo un Dios de juicio, sino de amor y de misericordia; por ejemplo, perdonó a Nínive cuando esta ciudad se arrepintió (Jonás 3:10). Si leemos con cuidado, descubrimos que no hay ningún conflicto entre el Antiguo Testamento, sino que Dios es el mismo - y Jesús lo refleja perfectamente.
Pastor Tony Hancock