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March 31st, 2024

31/3/2024

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Esto lo cambia todo

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  • Estamos aquí en esta mañana para celebrar un día muy especial. Nos suelen decir, cuando sale algún nuevo invento: ¡Esto lo cambia todo! Algunos inventos traen grandes cambios. La imprenta, la Internet y las vacunas han traído grandes cambios al mundo. A veces son cambios buenos, y a veces no tanto.
  • Pero en la Pascua celebramos el día que realmente lo cambió todo. Si Jesús no hubiera muerto y resucitado, las cosas serían totalmente diferentes. La muerte y resurrección del Hijo de Dios que se hizo hombre, sin exageración, lo cambia todo. Vamos a regresar al momento en que Jesús se encontró con todos sus discípulos después de resucitar para entenderlo mejor.
  • Juan 20:19-23 nos cuenta la historia. Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y poniéndose en medio de ellos, dijo:
  • —¡La paz sea con ustedes!
  • 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.
  • 21 —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
  • 22 Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
  • —Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.
  • El cuerpo resucitado de Jesús ya no se encontraba limitado por las puertas cerradas. Sin embargo, los discípulos sí estaban limitados. Su temor los tenía prisioneros. Temían a los líderes judíos que habían crucificado a Jesús. Estaban encerrados en una cárcel de miedo.
  • Pero Jesús entró adonde estaban y les dijo: ¡La paz sea con ustedes! Este saludo común llega a tener un significado muy profundo gracias a la resurrección de Jesús. Gracias a la resurrección de Jesús, tenemos paz. Cuando hablamos de paz, no sólo estamos hablando de la ausencia del conflicto. La paz bíblica es el bienestar. Es la seguridad de que todo estará bien.
  • Con su resurrección, Jesús derrotó a todos nuestros enemigos. Derrotó al diablo. Derrotó a la muerte. Derrotó el pecado. Si no tenemos enemigos, podemos estar en paz. La única cosa que nos puede quitar la paz es lo mismo que les quitó la paz a los discípulos. Es el temor.
  • Si tú vives hoy como prisionero del temor, pon tu confianza en Jesús. Su resurrección es una realidad histórica que fue atestiguada por muchas personas. Pero también es una realidad que puede cambiar tu vida hoy. Cuando entiendes que Jesús ha vencido la tumba, puedes confiar en que tú vencerás con él también, pase lo que pase. Puedes vivir en paz.
  • Estos versículos también nos demuestran que podemos tener alegría gracias a la resurrección de Jesús. Cuando Jesús les mostró a sus discípulos las cicatrices que tenía en las manos y en el costado donde lo habían crucificado y le habían partido el torso, se alegraron.
  • Alguien preguntó una vez cómo reconoceremos a Adán cuando lleguemos al cielo. La respuesta, por supuesto, es que Adán será el único que no tendrá ombligo. ¿Cómo reconoceremos a Jesús? Lo reconoceremos por las cicatrices en sus manos, pies y costado.
  • Esas cicatrices comprueban que el hombre que vieron los discípulos es el mismo Jesús que había muerto y que había dicho que resucitaría. Jesús les dijo antes que su tristeza se convertiría en alegría (Juan 16:20). Lo que él les había anunciado antes ahora se volvía realidad.
  • Me fascinan esas cicatrices de Jesús. ¿Tienes cicatrices? Quizás tengas alguna cicatriz quirúrgica, o la cicatriz de alguna lesión que sufriste en la niñez. Puede ser que tengas cicatrices en el corazón. Son menos visibles, pero no menos reales. Las heridas que nos dejan los traumas y el maltrato también dejan huella.
  • Estoy seguro de que Jesús podría haber optado por borrar sus cicatrices. Su cuerpo resucitado podría haber sido perfecto, con piel impecable. Pero él decidió retener las cicatrices. Eligió llevar para siempre en su cuerpo las marcas del sacrificio que hizo por nosotros. Esas heridas fueron sanadas. Jesús no sigue sangrando. Pero las huellas quedan.
  • Esas cicatrices testifican del sacrificio que Jesús hizo, una vez por todas, para que pudiéramos ser sanados. Testifican que la culpa del pecado ha sido quitada para todos los que nos hemos arrepentido y hemos puesto nuestra confianza en Jesús. En esas cicatrices está nuestra alegría, porque testifican del amor que Jesús nos tiene.
  • Dios a veces nos deja cicatrices a nosotros. Si él te está sanando el corazón, no te sorprendas de que te queden cicatrices. Esas cicatrices son el testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida. También pueden servir para animar a otros que pasan por lo mismo.
  • Por la resurrección de Jesús, tenemos paz. Por la resurrección de Jesús, tenemos alegría. Por la resurrección de Jesús, también tenemos una misión. Al final de este encuentro, Jesús sopló sobre sus discípulos en señal de que pronto recibirían al Espíritu Santo. Podemos ver aquí una acción simbólica que se cumplió algunas semanas después en el día de Pentecostés.
  • Si te has entregado a Jesús, ya has recibido al Espíritu Santo. Él ha soplado en ti su misma presencia. Entre las muchas cosas que hace el Espíritu Santo, una de ellas es que nos capacita y fortalece para la misión que Jesús nos ha encomendado. Junto con su Padre, Jesús nos ha enviado el Espíritu Santo para realizar una obra en nosotros y a través de nosotros.
  • ¿Cuál es esa misión? Es la misión de llevar el perdón de Dios a todos. Jesús lo expresó con palabras algo misteriosas. El verso 23 dice, A quienes perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.
  • Algunas personas creen que ese versículo sólo era para los apóstoles, dándoles un poder especial para perdonar pecados. Pero Jesús dijo esto justo después de decirles que iban a recibir al Espíritu Santo. Él no dio al Espíritu Santo solamente a sus apóstoles. El Espíritu Santo es para todos.
  • Eso significa que las palabras acerca de perdonar los pecados también son para todos. El poder para perdonar que Jesús da a todos sus seguidores es el poder de predicar el evangelio. Por medio del evangelio, las personas tienen acceso al perdón de Dios. Cuando anunciamos lo que Jesús ha hecho por nosotros, les damos la oportunidad de recibir el perdón. En cambio, si nos quedamos callados, les quitamos la oportunidad de recibir el perdón.
  • Jesús ya hizo todo lo necesario para conseguir el perdón de los pecados de todos. Ahora nos ha encomendado a nosotros la tarea de llevar esa noticia a todos. Por supuesto, no todos la recibirán. Pero todos deben escucharla.
  • ¿Con quién puedes compartir hoy la noticia de que Jesús ha resucitado, con perdón y vida para todos los que creen en él? Esto realmente lo cambia todo. Todos lo deben de saber.
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