Blas Pascal
I. Su vida
Vivió entre 1623-1662 d.C.
Nació en Clermont-Ferrand, Francia.
A la edad de cuatro años, tras la muerte de su madre, su padre Etienne lo llevó (con sus dos hermanas) a París, donde recibió la educación. De allí la familia se mudó a Rouen en 1639; aquí Pascal persiguió los intereses científicos que lo habían ocupado en París.
A Pascal se le considera un niño prodigio; publicó un tratado sobre las secciones cónicas que maravilló a la comunidad científica cuando tenía solamente dieciséis años.
En Rouen Pascal experimentó lo que se ha llamado su primera conversión, en la que llegó a tomar mucho más en serio su fe católica. Por el testimonio de dos hombres que cuidaron a su padre tras una caída, Pascal llegó a conocer los conceptos de Agustín de Hipona, mediados por el maestro Cornelio Jansen. Esta primera conversión envolvió solamente una conversión a la teología; fue después que Pascal experimentó una conversión de corazón.
En 1654, experimentó su segunda conversión; en una visión, percibió en una luz de fuego al Dios viviente, quien lo limpió de sus pecados y le trajo seguridad, gozo, paz y amor. Desde ese momento en adelante él sabía que tenía que vivir para Dios y para él solamente.
Hacia el final de su vida, Pascal se propuso escribir una defensa de la fe cristiana, partiendo no de los argumentos lógicos y la razón, sino de sus observaciones de la moral y la historia para apelar al corazón y a la experiencia personal. Falleció antes de lograr su propósito, pero los fragmentos preparativos han sido publicados como sus Pensamientos.
II. Su contribución
Pascal hizo grandes contribuciones a las matemáticas y la ciencia. La unidad internacional de presión lleva su nombre. Sus contribuciones científicas incluyen estudios de la teoría de la probabilidad, investigaciones sobre los fluidos, la aclaración de conceptos tales como la presión y el vacío y la construcción de la primera calculadora mecánica.
Pascal creía firmemente en los milagros, habiendo presenciado la sanidad milagrosa de una sobrina. El demuestra que la ciencia y la fe no tienen que ser enemigas, y también demuestra el origen cristiano de gran parte de la ciencia moderna.
Frente al liberalismo moral y teológico asociado en su día con los jesuitas, Pascal defendió una fe más profunda y demandante. Puso mucho énfasis sobre el corazón y su experiencia ante el Dios verdadero, frente al farisaísmo jesuita.
Pascal creó la llamada Apuesta de Pascal, un argumento de probabilidad a favor de la existencia de Dios. El argumento básico es éste: Si apuestas a que Dios existe, y sí existe, te ganas el cielo; si resulta ser que no existe, no pierdes nada. Si apuestas a que Dios no existe, y no existe, no ganas nada; si resulta ser que sí existe, recibes la condenación.
Pascal nunca abandonó la iglesia católica, pero su fe viva y real tuvo mucho en común con la fe de los reformadores. Es una de las figuras más grandes de la historia francesa, y también uno de los grandes pensadores de la historia cristiana.
III. Sus palabras
Toda religión es falsa que, en cuanto a su fe, no adora a un solo Dios como el origen de todas las cosas, y, en cuanto a su moralidad, no adora a un solo Dios como la meta de todas las cosas.
El corazón tiene sus razones que la razón desconoce.
El demonio está sobre la lengua del que murmura.
Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; mas para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad.
Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.
I. Su vida
Vivió entre 1623-1662 d.C.
Nació en Clermont-Ferrand, Francia.
A la edad de cuatro años, tras la muerte de su madre, su padre Etienne lo llevó (con sus dos hermanas) a París, donde recibió la educación. De allí la familia se mudó a Rouen en 1639; aquí Pascal persiguió los intereses científicos que lo habían ocupado en París.
A Pascal se le considera un niño prodigio; publicó un tratado sobre las secciones cónicas que maravilló a la comunidad científica cuando tenía solamente dieciséis años.
En Rouen Pascal experimentó lo que se ha llamado su primera conversión, en la que llegó a tomar mucho más en serio su fe católica. Por el testimonio de dos hombres que cuidaron a su padre tras una caída, Pascal llegó a conocer los conceptos de Agustín de Hipona, mediados por el maestro Cornelio Jansen. Esta primera conversión envolvió solamente una conversión a la teología; fue después que Pascal experimentó una conversión de corazón.
En 1654, experimentó su segunda conversión; en una visión, percibió en una luz de fuego al Dios viviente, quien lo limpió de sus pecados y le trajo seguridad, gozo, paz y amor. Desde ese momento en adelante él sabía que tenía que vivir para Dios y para él solamente.
Hacia el final de su vida, Pascal se propuso escribir una defensa de la fe cristiana, partiendo no de los argumentos lógicos y la razón, sino de sus observaciones de la moral y la historia para apelar al corazón y a la experiencia personal. Falleció antes de lograr su propósito, pero los fragmentos preparativos han sido publicados como sus Pensamientos.
II. Su contribución
Pascal hizo grandes contribuciones a las matemáticas y la ciencia. La unidad internacional de presión lleva su nombre. Sus contribuciones científicas incluyen estudios de la teoría de la probabilidad, investigaciones sobre los fluidos, la aclaración de conceptos tales como la presión y el vacío y la construcción de la primera calculadora mecánica.
Pascal creía firmemente en los milagros, habiendo presenciado la sanidad milagrosa de una sobrina. El demuestra que la ciencia y la fe no tienen que ser enemigas, y también demuestra el origen cristiano de gran parte de la ciencia moderna.
Frente al liberalismo moral y teológico asociado en su día con los jesuitas, Pascal defendió una fe más profunda y demandante. Puso mucho énfasis sobre el corazón y su experiencia ante el Dios verdadero, frente al farisaísmo jesuita.
Pascal creó la llamada Apuesta de Pascal, un argumento de probabilidad a favor de la existencia de Dios. El argumento básico es éste: Si apuestas a que Dios existe, y sí existe, te ganas el cielo; si resulta ser que no existe, no pierdes nada. Si apuestas a que Dios no existe, y no existe, no ganas nada; si resulta ser que sí existe, recibes la condenación.
Pascal nunca abandonó la iglesia católica, pero su fe viva y real tuvo mucho en común con la fe de los reformadores. Es una de las figuras más grandes de la historia francesa, y también uno de los grandes pensadores de la historia cristiana.
III. Sus palabras
Toda religión es falsa que, en cuanto a su fe, no adora a un solo Dios como el origen de todas las cosas, y, en cuanto a su moralidad, no adora a un solo Dios como la meta de todas las cosas.
El corazón tiene sus razones que la razón desconoce.
El demonio está sobre la lengua del que murmura.
Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; mas para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad.
Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.