Ireneo
I. Su vida
Vivió entre 130-200 d.C.
De joven recibió la enseñanza de Policarpo, quien había sido discípulo del apóstol Juan.
Fue obispo de la iglesia en Lion, Francia, luego del martirio del obispo anterior.
Defendió la verdadera fe cristiana frente a las herejías de los gnósticos, basándose en la doctrina de los apóstoles.
Su obra magna en contra del gnosticismo es Contra todas las herejías; también dejó la Demostración de la predicación apostólica.
II. Su contribución
Peleó contra el gnosticismo, movimiento que consistía en varias ramas pero que, en general, enfatizaba el conocimiento secreto espiritual (gnosis) y despreciaba la vida física.
Ireneo declaró la unidad del plan de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, la realidad de la encarnación de Cristo y la salvación y resurrección del cuerpo.
Ireneo insistió en que las Escrituras del Nuevo Testamento eran el depósito fidedigno de las enseñanzas apostólicas; también defendió un concepto de la sucesión apostólica, aunque su énfasis estaba en la enseñanza apostólica y no la autoridad.
Aunque vivió menos de cien años después de terminado el Nuevo Testamento, sus escritos reflejan un canon establecido y no fluido. Su uso del Antiguo Testamento es cristocéntrico.
III. Sus palabras
La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta lo último de la tierra, ha recibido de los apóstoles y sus discípulos esta fe: ... un Dios, el Padre Omnipotente, hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todas las cosas que en ellos hay; y un Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para nuestra salvación; y el Espíritu Santo, quien proclamó por medio de los profetas las dispensaciones de Dios y los advenimientos y el nacimiento de una virgen, y la pasión, y la resurrección de entre los muertos, y la ascensión al cielo, en la carne, del amadísimo Jesucristo, nuestro Señor, y Su manifestación desde el cielo en la gloria del Padre, a fin de ‘reunir en uno todas las cosas’, y para resucitar renovada toda carne de la entera raza humana, para que ante Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre invisible, se doble toda rodilla, de las cosas en los cielos, y las cosas en la tierra, y las cosas debajo de la tierra, y que toda lengua le confiese, y que El ejecute un justo juicio sobre todos... Contra todas las herejías, I, 10:1
De nadie más hemos conocido el plan de nuestra salvación, que de aquellos a través de los cuales el evangelio ha llegado hasta nosotros, los cuales en su tiempo predicaron en público, y en tiempos más recientes, por la voluntad de Dios, nos han dejado las Escrituras, para que sean la raíz y el pilar de nuestra fe. Contra todas las herejías, 3, 1:1
I. Su vida
Vivió entre 130-200 d.C.
De joven recibió la enseñanza de Policarpo, quien había sido discípulo del apóstol Juan.
Fue obispo de la iglesia en Lion, Francia, luego del martirio del obispo anterior.
Defendió la verdadera fe cristiana frente a las herejías de los gnósticos, basándose en la doctrina de los apóstoles.
Su obra magna en contra del gnosticismo es Contra todas las herejías; también dejó la Demostración de la predicación apostólica.
II. Su contribución
Peleó contra el gnosticismo, movimiento que consistía en varias ramas pero que, en general, enfatizaba el conocimiento secreto espiritual (gnosis) y despreciaba la vida física.
Ireneo declaró la unidad del plan de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, la realidad de la encarnación de Cristo y la salvación y resurrección del cuerpo.
Ireneo insistió en que las Escrituras del Nuevo Testamento eran el depósito fidedigno de las enseñanzas apostólicas; también defendió un concepto de la sucesión apostólica, aunque su énfasis estaba en la enseñanza apostólica y no la autoridad.
Aunque vivió menos de cien años después de terminado el Nuevo Testamento, sus escritos reflejan un canon establecido y no fluido. Su uso del Antiguo Testamento es cristocéntrico.
III. Sus palabras
La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta lo último de la tierra, ha recibido de los apóstoles y sus discípulos esta fe: ... un Dios, el Padre Omnipotente, hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todas las cosas que en ellos hay; y un Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para nuestra salvación; y el Espíritu Santo, quien proclamó por medio de los profetas las dispensaciones de Dios y los advenimientos y el nacimiento de una virgen, y la pasión, y la resurrección de entre los muertos, y la ascensión al cielo, en la carne, del amadísimo Jesucristo, nuestro Señor, y Su manifestación desde el cielo en la gloria del Padre, a fin de ‘reunir en uno todas las cosas’, y para resucitar renovada toda carne de la entera raza humana, para que ante Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre invisible, se doble toda rodilla, de las cosas en los cielos, y las cosas en la tierra, y las cosas debajo de la tierra, y que toda lengua le confiese, y que El ejecute un justo juicio sobre todos... Contra todas las herejías, I, 10:1
De nadie más hemos conocido el plan de nuestra salvación, que de aquellos a través de los cuales el evangelio ha llegado hasta nosotros, los cuales en su tiempo predicaron en público, y en tiempos más recientes, por la voluntad de Dios, nos han dejado las Escrituras, para que sean la raíz y el pilar de nuestra fe. Contra todas las herejías, 3, 1:1