Quiero que imagines, por un momento, un ventilador sin aspa. ¿Qué te parece? ¿Lo usarías? O ¿qué tal un automóvil sin motor? ¡Muy económico para la gasolina! Y ¿cuánto pagarías por un cuchillo sin hoja? ¿Sabes lo que tienen en común todas estas cosas? ¡Serían completamente inútiles! No sirven para nada. No tienen sentido.
En cada uno de estos ejemplos falta la pieza más importante. Sin esa parte esencial, el artículo no funciona. ¿Sabes que la fe cristiana también tiene una parte esencial? De hecho, algunas personas tratan de quitarle esa parte, pero se quedan con algo que no funciona. No representa el verdadero cristianismo. Ese algo esencial del cristianismo es la resurrección. De hecho, el apóstol Pablo declara que, si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es inútil. ¡No nos hemos reunido al amanecer para celebrar una fe inútil! Tampoco se trata de un cuento bonito, como el ratoncito de los dientes o el conejito de Pascua. Nuestra fe se basa en algo real que sucedió en la historia, y que tiene el poder para transformar por completo nuestro destino. Siempre ha habido quienes han negado la resurrección. Desde los primeros días de la Iglesia y hasta la actualidad, se han levantado personas que niegan la realidad de la resurrección de los muertos. Pero quizás aun más triste es el hecho de que muchos dicen creer en la resurrección, pero viven como si no existiera. Vamos a regresar, entonces, a las bases de la fe cristiana. Abramos la Biblia en 1 Corintios 15, y leamos los versos 1 al 8: 15:1 Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. 15:2 Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. 15:3 Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, 15:4 que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, 15:5 y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. 15:6 Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto. 15:7 Luego se apareció a Jacobo, más tarde a todos los apóstoles, 15:8 y, por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí. (NVI) ¿En qué nos vamos a mantener firmes? En el evangelio. Somos salvos si nos aferramos a este mensaje. Somos salvos por medio del evangelio, no nuestras buenas obras ni nuestra religiosidad. Si no guardamos este mensaje en nuestro corazón, cualquier fe que pensamos tener es vana. Es inútil. Es como un jaguar sin colmillos. ¿Qué, entonces, es el evangelio? Es el mensaje de lo que Jesús ha hecho. El murió por nuestros pecados, sin tener pecado alguno. En la cruz, El tomó nuestro lugar y sufrió la condena que nosotros merecíamos. Fue sepultado en una tumba. Al tercer día, resucitó. Este es el evangelio: lo que Jesús ha hecho por nosotros. Nuestra única esperanza está en estas cosas, pero ¿cómo sabemos que todo esto es real? En primer lugar, lo sabemos porque sucedió en cumplimiento de las Escrituras. Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras. Era algo que se había profetizado desde mucho antes. Por ejemplo, Isaías 53:6 declara que "el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros". Ese capítulo profetizó cómo Jesús sería juzgado, y que no abriría la boca en defensa propia. Varios otros pasajes dan muchos más detalles de su muerte. La muerte de Jesús por nuestros pecados no fue algo sorprendente o novedoso. Dios había preparado el camino en su Palabra desde mucho antes. Imagina, por un momento, que una noche apareciera un nuevo cometa en el cielo. Digamos que la NASA anunciara: "Nosotros ya sabíamos que ese cometa iba a llegar." Todos pensaríamos: "Si lo sabían, ¿Por qué no nos dijeron algo?" Ahora imaginemos que la NASA anunciara: "En tal fecha aparecerá un cometa." Así como lo habían anunciado, ¡aparece el cometa! En ese caso, todos se darían cuenta de que sí saben de lo que hablan. Sería una confirmación. De la misma manera, el hecho de que Jesús murió por nuestros pecados según las Escrituras, de acuerdo a lo que se había dicho antes, sirve como una fuerte confirmación de que realmente es el sacrificio suficiente por nuestros pecados. La segunda confirmación que encontramos está en la resurrección. En el pasaje que leímos está una lista de muchas personas que vieron al Jesús resucitado después de su resurrección. ¿Quiénes lo vieron? Cefas, es decir, Pedro; los discípulos juntos; más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales seguían vivos cuando Pablo escribió esto; Jacobo, el hermano de Jesús; y finalmente, Pablo mismo, en el camino a Damasco. La mayoría de estas personas pagaron un precio muy alto por el testimonio que dieron de Jesús. Muchos pagaron con su vida. ¡Nadie estaría dispuesto a morir por algo que habían inventado! Tampoco se trata de alguna histeria colectiva, porque vieron a Jesús en diferentes momentos; algunos en grupos grandes, otros a solas. Mucho menos podría ser sugestión o alucinación. Jacobo, el hermano de Jesús, no creía en El. El no esperaba ver a Jesús; sin embargo, se convirtió en líder de la Iglesia en Jerusalén porque lo vio resucitado. Cuando creemos en la resurrección, estamos creyendo el testimonio de muchas personas que estuvieron dispuestas a dar su vida por lo que habían visto. Puedes negarlo, si quieres. Hay personas que niegan que la tierra sea redonda, simplemente porque no lo han visto con sus propios ojos. Pero hay bastantes razones para creer en la resurrección de Jesús, si estamos dispuestos a mirar las evidencias. Es un hecho histórico que, hace casi dos mil años, Jesús se levantó de la muerte y salió resucitado de la tumba vacía. Si esto es así, ¿qué importa? ¿Qué diferencia hace en nuestra vida diaria? Podríamos ver la resurrección de Jesús como un simple hecho histórico, a la par con el viaje de Cristóbal Colón en 1492 o el grito de Miguel Hidalgo. Son datos interesantes, pero no tienen mucho que ver con nuestra vida diaria. Veamos en 1 Corintios 15:12-20 por qué la resurrección de Jesús es tan importante para nosotros: 15:12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes que no hay resurrección? 15:13 Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. 15:14 Y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes. 15:15 Aún más, resultaríamos falsos testigos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido si en verdad los muertos no resucitan. 15:16 Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. 15:17 Y, si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. 15:18 En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo. 15:19 Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales. 15:20 Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron. (NVI) Si ignoramos la resurrección de Jesús, perdemos muchas cosas. Gracias a la resurrección de Jesús, tenemos la esperanza del perdón. El verso 17 dice: "si Cristo no ha resucitado,... todavía están en sus pecados." La resurrección de Cristo es la garantía de que Dios aceptó su sacrificio en la cruz y nuestros pecados han sido perdonados. El perdón en una de las alegrías más grandes de la vida. ¿Alguna vez le has fallado a alguien a quien tú querías? Recuerda esa sensación de vergüenza, de dolor, de separación y ansiedad. Ahora recuerda ese momento en que te dijo: "Yo te perdono." ¡Qué alegría! ¡Qué alivio! El perdón nos trae una gran libertad. La peor separación que hemos sufrido es la separación de Dios. Nuestros pecados nos han alejado de El. El pecado nos aleja del Padre que nos ama perfectamente. Nos aleja del Amigo que quiere estar siempre a nuestro lado. Gracias a la resurrección de Cristo, ¡podemos conocer la alegría de ser perdonados! El resucitó, y por la fe en El, disfrutamos de la dicha del perdón. Gracias a la resurrección de Jesús, también tenemos la esperanza de la vida. Si Jesús no hubiera resucitado, dice el verso 18, "también están perdidos los que murieron en Cristo". Pero ¡El resucitó! Los que mueren en Cristo no están perdidos. Su resurrección es la garantía de que nosotros también resucitaremos. Se cuenta la historia de una niña que vivía junto a un cementerio. Cada tarde, cuando salía de la escuela, tenía que atravesar el panteón para llegar al hogar. Alguien le preguntó: "¿No te da miedo pasar por el cementerio?" Ella contestó: "No, porque sé que mi casa está al otro lado." A menos que Jesús regrese primero, todos vamos a pasar por el cementerio. Como dicen muchos, "todos vamos al mismo hoyo". Para el creyente en Jesucristo, ese hoyo no es su destino final. Gracias a la resurrección de Jesús, sabemos que nuestro hogar está al otro lado del cementerio. La tumba no tiene la última palabra. ¡Jesús la venció! Por su resurrección, tenemos la esperanza de la vida. Gracias a la resurrección de Jesús, también tenemos esperanza en nuestras pruebas. El verso 19 declara: "Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales". El apóstol Pablo sufrió muchas cosas por predicar el evangelio. Quedó náufrago, fue apedreado, fue encarcelado, fue azotado - en fin, su vida no fue una serie de lujos y diversiones. ¿Qué le dio la esperanza para enfrentar todo eso? ¿Qué convirtió sus pruebas en gozo? El sabía que servía a un Señor resucitado. Si Jesús pudo vencer la muerte, ¿cómo sería incapaz de sostener a Pablo en medio de las pruebas y dificultades que enfrentaba? Si Jesús pudo vencer la muerte, ¿cómo será incapaz de sostenernos a nosotros en las pruebas y dificultades que enfrentamos? Vivir para Cristo no siempre significa una vida de lujo y prosperidad. Si nuestra fe en Cristo es sólo para esta vida, podemos cuestionar si vale la pena. Si tú sigues a Jesús porque crees que te va a dar una vida fácil y sin problemas, déjame decirte ahora que te estás engañando. La resurrección de Cristo nos da la fuerza para superar los problemas y las dificultades, porque sabemos que El ya venció. También sabemos que, con El, nosotros venceremos. ¿Tienes la esperanza de la resurrección? Una maestra de escuela dominical había llevado unos huevos de plástico a su clase para hacer una actividad. Les dijo a los niños que encontraran algo para poner dentro del huevo para representar la Pascua. Todos se pusieron a buscar, adentro y afuera de la clase. Algunos de los niños cortaron hojas, para representar la nueva vida que representa la resurrección. Otros pusieron flores, para representar la belleza de Cristo. Otros pusieron piedritas, como la piedra que se colocó frente a la tumba. Por fin pasó un niño con un huevito vacío. Todos los demás niños empezaron a hacerle burla, diciendo: "Este niño no hizo el trabajo". El les contestó: "¡Sí lo hice! La tumba está vacía, porque Jesús resucitó. Por eso este huevito está vacío." Quizás él comprendió mejor que cualquiera de los demás niños el verdadero significado de la resurrección. En la tumba vacía está nuestra esperanza. Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, y por eso, podemos tener esperanza. ¿Caminas en esa esperanza hoy?
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