PASTOR TONY HANCOCK
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La promesa y la esperanza

11/28/2021

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  • Cuando observo el mundo que me rodea, hay una palabra que me viene a la mente. Es la palabra desesperanza. El mundo ha sufrido tantas decepciones que la mejor opción parece ser simplemente resignarse. Nos encontramos en medio de una pandemia que no da señas de acabarse, con nuevas cepas que traen nuevos temores.
  • El gobierno promete soluciones, pero no hay acuerdo. El desfile de líderes fracasados, de escándalos y traiciones – aun dentro de la iglesia – nos desanima. Es difícil encontrar esperanza en este mundo. Con razón hay tantos que se refugian en el alcohol, las drogas y otras distracciones para olvidar.
  • ¿Has sentido esa desesperanza? Yo la he sentido. Con sólo ver los titulares en el celular la comienzo a sentir. Pero hay algo que debemos entender. Si el mundo nos causa desesperanza, no debemos buscar la esperanza allí. Sería como buscar agua pura en la alcantarilla. La esperanza tiene que venir de afuera de este sistema desesperante.
  • Dios anunció la llegada de la esperanza a través del profeta Isaías. Él también vivió durante un tiempo de mucha desesperanza. Eran días de gran oscuridad. Se estaba levantando una nueva potencia a nivel mundial, el imperio asirio. Los asirios eran famosos por su gran crueldad.
  • Cuando Dios habló por medio de Isaías, Asiria estaba conquistando la parte norte del pueblo de Israel. Como una enorme rata, ruñía poco a poco el territorio israelita. Algunos años después, terminarían de conquistar toda la tierra y sólo quedaría Judá como remanente del pueblo de Dios.
  • Sobre Judá reinaba un hombre egoísta que no quería a Dios. Se llamaba Acaz. Quizás sepas de su esposa. Ella se llamaba Jezabel. Formaban una pareja perversa. La mayoría del pueblo de Dios seguía el mal ejemplo de sus líderes. Había idolatría, injusticia, pecado y perversión por todas partes.
  • En otras palabras, el mundo que rodeaba al pueblo de Dios iba de mal en peor, con peligro y destrucción por todas partes. Mientras tanto, el pueblo de Dios estaba desmoralizado, con mal liderazgo y en peligro. Se parece a lo que estamos viviendo ahora, ¿no es cierto? Por eso, este mensaje es para nosotros también.
  • En medio de esa oscuridad, Dios anuncia que la luz vendrá a los que viven en tinieblas. Brilla en las tinieblas de este mundo, porque viene desde afuera. Viene de Dios. Mira lo que dice Isaías 9:1-2:
A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea, tierra de paganos, en el camino del mar, al otro lado del Jordán.
2 El pueblo que andaba en la oscuridad
    ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en densas tinieblas
    la luz ha resplandecido.
  • Poco antes de que Isaías pronunciara estas palabras, la tierra de Zabulón y de Neftalí había sido capturada por los asirios y se había convertido en un territorio dentro de su imperio. En ese momento, experimentaban la humillación de ser pisoteados por los paganos. Dios permitió que fueran humillados, así como también permite que nosotros suframos humillación, porque sólo así podemos llegar al arrepentimiento.
  • Pero en ese mismo lugar de tanta oscuridad, ¡la luz brillaría! En esos mismos territorios que estaban siendo pisoteados y destruidos por el enemigo, saldría la luz con toda su fuerza. Esa profecía no se cumplió de inmediato, pero sí se cumplió al pie de la letra. Cuando Jesús comenzó su ministerio público, fue en ese territorio preciso. Mateo lo describe en su evangelio.
  • Esto nos demuestra que las promesas de Dios se cumplen concretamente. No son simples ideas inspiradoras. No son como las suertes que leemos en las galletas chinas, tiras de papel que expresan sentimientos bonitos, pero que no tienen ninguna relación directa con lo que va a suceder.
  • Lo que Dios ha prometido se va a cumplir en esta tierra. Eso nos da esperanza. Si las palabras de Isaías se cumplieron cabalmente en el ministerio de Jesús, todo lo que Dios nos ha prometido también se cumplirá. Él cuidará de nosotros – no sólo en algún futuro nublado y borroso, sino aquí y ahora. Él rescatará a su pueblo – no sólo como una inspiración, sino en realidad.
  • Ahora bien, ¿cómo llegaría a brillar esa luz? ¿Cómo ha llegado a brillar? La sombra que oscurecía la tierra era la sombra de la opresión. Los asirios, con sus ataques, oprimían al pueblo. Acab, con sus intrigas y mal gobierno, también traía opresión. La gente vivía oprimida por el mal gobierno y por todas las expresiones sociales del pecado. Pero Isaías declaró: Dios derrotará al opresor.
  • Lo vemos en los versos 3 al 5:
Tú has hecho que la nación crezca;
    has aumentado su alegría.
Y se alegran ellos en tu presencia
    como cuando recogen la cosecha,
    como cuando reparten el botín.
4 Ciertamente tú has quebrado,
    como en la derrota de Madián,
el yugo que los oprimía,
    la barra que pesaba sobre sus hombros,
    el bastón de mando que los subyugaba.
5 Todas las botas guerreras
    que resonaron en la batalla,
y toda la ropa teñida en sangre
    serán arrojadas al fuego,
    serán consumidas por las llamas.
  • Podría parecer que el pueblo de Dios estaba en peligro de desaparecer. En cualquier momento, Asiria podría llegar y destruirlos por completo. Si eso no sucedía, podrían quebrar bajo el peso de su propio mal liderazgo. La opresión amenazaba con destruirlos. Pero Isaías declara que no será así. Más bien, el pueblo de Dios crecería. Aumentaría en lugar de menguar. Su futuro sería de alegría.
  • Dios promete derrotar al opresor, como lo hizo con Madián. Sus armamentos terminarían destruidos en el fuego. ¿Qué había sucedido con Madián? Los madianitas habían oprimido al pueblo de Israel durante los días del juez Gedeón. Dios llamó a Gedeón a derrotarlos. Al principio, no se creía capaz. Dios tuvo que convencerlo mojando y luego secando un vellón que Gedeón dejó afuera.
  • Por fin, Gedeón reunió un ejército de 32.000 hombres para luchar contra el gran ejército madianita. Pero ¡Dios le dijo que eran demasiados! Le dijo que despidiera a los que tenían miedo. Veintidós mil se fueron, y quedaron diez mil. Pero Dios le volvió a decir que eran demasiados. Les hizo tomar agua. La mayoría se arrodilló para beber, y Dios los despidió. Sólo trescientos lamieron el agua.
  • Con esos trescientos hombres, Gedeón ahuyentó al enorme ejército madianita. Siguiendo las órdenes de Dios, atacaron con trompetas, antorchas y cántaros. Pusieron las antorchas en los cántaros, y en el momento indicado, sonaron las trompetas y rompieron los cántaros. Los madianitas se quedaron tan confundidos que salieron corriendo. Trescientos hombres derrotaron a decenas de miles.
  • De la misma manera, dice Dios, él derrotará a todo opresor. No lo hace con armas e ingenio humano, sino con su propia sabiduría y poder. La cruz es el mejor ejemplo de esto. Con una demostración de debilidad y amor, Dios destruyó el poder de nuestros peores opresores – el diablo, el pecado y la muerte.
  • La esperanza del mundo no está en las lanzas, las armas, las artimañas o las alianzas militares, sino en un Hijo que reinará con justicia sobre el reino de David. Veamos lo que nos dicen los versos 6 y 7.
Porque nos ha nacido un niño,
    se nos ha concedido un hijo;
la soberanía reposará sobre sus hombros,
    y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios fuerte,
    Padre eterno, Príncipe de paz.
7 Se extenderán su soberanía y su paz,
    y no tendrán fin.
Gobernará sobre el trono de David
    y sobre su reino,
para establecerlo y sostenerlo
    con justicia y rectitud
    desde ahora y para siempre.
Esto lo llevará a cabo
    el celo del Señor Todopoderoso.
  • En el mundo, los libertadores luego se convierten en nuevos opresores. Pero Dios libera sin convertirse en opresor – porque su liberación viene por medio de un niño. El Mesías, el libertador, será Hijo, será Dios poderoso, pero reinará del trono de David – y su luz se levantará en Galilea, como vimos antes. Todas estas profecías se cumplen solamente en Jesucristo.
  • En el mundo antiguo, el nacimiento de un niño real se anunciaba con una especie de tarjeta de natalicio que enumeraba los títulos reales del nuevo príncipe. Esta es la tarjeta de natalicio de Jesús – dada más de setecientos años antes de su nacimiento. Nos dice que él es Consejero admirable, porque Dios demostraría su sabiduría con maravillas y milagros. Así fue en la vida de Jesús.
  • Es Dios fuerte y poderoso, un título de Dios que nos muestra que este niño es Dios hecho hombre. Es Padre eterno. Es como un padre en relación con su pueblo, en lugar de ser un tirano cruel. Es Príncipe de paz. No viene para destruir, sino para reparar y traer bienestar.
  • Aquí está la verdadera esperanza. Este niño, Jesús, ha venido para establecer su reino. Nosotros podemos vivir ahora bajo sus valores, en honestidad, humildad y confianza. Pero sólo podemos experimentar todo lo que promete este pasaje si hemos dejado que el Niño-Rey tome el control de nuestras vidas.
  • Podemos seguir viviendo en la oscuridad, o podemos acercarnos a la luz de la esperanza que viene con la promesa de Jesús. Al prepararnos para recordar la Navidad, reconozcamos lo que es. Es la llegada al mundo de nuestra única esperanza. Si tú no te has entregado a Jesús, nuestra esperanza, o si te has alejado de él, ven hoy para recibirlo. 
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