PASTOR TONY HANCOCK
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Hijos de luz

8/30/2020

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  • Una joven de buena familia se había convertido hacía algunos meses. Su vida había cambiado por completo. Un día, su tía le dijo, Tú nueva religión te ha arruinado, María. Nunca vas a brillar en la alta sociedad. La joven le contestó: Busco la gracia para brillar como luz para el Señor en medio de un mundo oscuro y malvado, tía querida, y pronto entraré a la sociedad más alta– la sociedad de los santos y ángeles – en la casa de mi Padre.
  • Esta joven entendía algo que muchos cristianos han olvidado. Ella entendía bien que Cristo la había sacado de la oscuridad a la luz. Por lo tanto, estaba decidida a vivir en la luz. ¿Y tú? ¿Estás caminando en la luz? Oigamos lo que Dios nos dice al respecto en Efesios 5:8-14.
  • Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible, porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo».
  • Es muy probable que la última frase que acabamos de leer se haya dicho a los que se bautizaban. Cuando la persona se hundía en el agua que representa la muerte, el pastor o la congregación le decía: Despiértate, tú que duermes, levántate de ente los muertos, y te alumbrará Cristo.
  • Cuando el apóstol Pablo cita estas palabras, entonces, nos está recordando el momento de nuestro bautismo. Nos recuerda esa decisión que tomamos de entregarnos a Cristo y la vida nueva que él nos dio en ese momento. Como creyentes, necesitamos estos recordatorios.
  • Puede ser que lo que oyes esta mañana te parezca conocido. Cuando escuchamos una enseñanza que ya conocemos, es fácil decir: Eso ya lo conozco. Pero no es sólo cuestión de conocer. Es cuestión de hacer. Nos hacen falta estos recordatorios para analizar nuestra vida y hacer las correcciones que Dios nos llama a hacer.
  • De vez en cuando, tengo que cambiar los filtros de aire en mi carro. Lo he hecho muchas veces, pero no lo hago con mucha frecuencia. Por eso, siempre tengo que revisar las instrucciones para recordar cómo hacerlo. Si no lo hago, me quedo frustrado. Del mismo modo, como creyentes, tenemos que revisar las instrucciones básicas para la vida cristiana. Tenemos que recordar lo que ya sabemos.
  • ¿Recuerdas el día en que aceptaste a Cristo? ¿Recuerdas cómo te sentías el día en que te bautizaste? ¿Estás viviendo hoy con el mismo entusiasmo y la misma entrega? Ahora somos hijos de luz, si hemos aceptado a Cristo. Por lo tanto, caminemos como hijos de luz.
  • El Salmo 27:1 dice: El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? Esa misma confianza en el Señor nos hace hijos de luz. Aunque antes vivíamos tan sumidos en la oscuridad que se puede decir que éramos oscuridad, ahora somos hijos de luz. Por favor, no te consideres pecador. No te consideres un vil menospreciable, porque ya no eres eso.
  • Puede ser que peques de vez en cuando. Puede ser que le falles a Dios. Pero esa ya no es tu identidad, si te has entregado a Cristo. Ahora eres luz, porque eres hijo o hija del Señor que es luz. Y la luz da fruto. El fruto de la luz, dice Dios, consiste en bondad, justicia y verdad.
  • En el jardín de la casa tengo una vid. Es una planta antiquísima. Hace algunos años sólo se había quedado un tronco, pero con una enramada se ha desarrollado y ahora da fruto. Por su ubicación en el jardín, la mitad de la vid está en la sombra, y la mitad está en el sol. Se nota la diferencia entre las dos mitades. Una mitad da muchas uvas, mientras la otra casi no da ninguna. ¿Adivina cuál es cuál?
  • Del mismo modo, si nosotros caminamos en la luz de Dios, nuestra vida dará fruto. Se notará el fruto de bondad, de justicia y de verdad. Seremos generosos en nuestro trato con los demás. Seremos justos en nuestros negocios. Seremos personas de sinceridad, honestidad y verdad.
  • Cuando vivimos así, comprobamos lo que le agrada al Señor. En otras palabras, aprendemos por experiencia qué es lo que le agrada a Dios, y nos gozamos en hacerlo. El Espíritu Santo que mora en nosotros nos da la capacidad de descubrir en cada momento lo que le agrada al Señor. Formados en la Palabra, guiados en la oración, sentimos en nuestra conciencia la voz del Espíritu Santo.
  • Esto nos lleva a una gran libertad. En lugar de vivir bajo la presión del legalismo, con su juicio y condenación, simplemente nos dejamos guiar por el Señor. Así es caminar en la luz. ¿Qué razón tendríamos para no vivir así? Es una vida de gozo y productividad.
  • Esto es tan simple que un niño lo puede entender, pero muchos adultos tienen dificultad en hacerlo. En Cristo, hemos llegado a ser hijos de luz. Por lo tanto, caminemos como hijos de luz. Andemos en la luz de Dios. Para hacer eso, tenemos que dejar la oscuridad. No podemos andar en la oscuridad y la luz al mismo tiempo. Es imposible.
  • Si andamos en la oscuridad, podemos estar muy activos. Podemos hacer muchas cosas, pero al final, no valdrán nada. Nuestro pasaje dice que las obras de la oscuridad son infructuosas. En otras palabras, el que camina en la oscuridad puede hacer muchas cosas, pero no darán buen fruto. Puede ser famoso y rico, pero sus actividades no tendrán importancia en la eternidad.
  • En un campamento de iglesia en el que yo estaba, uno de los líderes entró de noche al baño para alistarse para dormir. En la oscuridad, tomó en mano el cepillo de dientes y un tubo que parecía ser el tubo de pasta dental. Sin embargo, no contenía pasta dental. Contenía crema para las hemorroides. En la oscuridad, este hombre se cepilló los dientes con crema para las hemorroides.
  • ¿Hizo algo? Claro que sí. ¿Estuvo activo? Sí lo estuvo. Pero sus acciones no tuvieron el efecto deseado, porque se hicieron en la oscuridad. Del mismo modo, cuando andamos en la oscuridad del pecado, podemos hacer muchas cosas. Podemos andar muy activos. Al final, sin embargo, toda esa actividad no servirá de nada. No significará nada para la eternidad.
  • En lugar de caminar en la oscuridad, debemos vivir en la luz para que nuestras vidas dejen al descubierto las obras de los que viven en la oscuridad. Nuestro pasaje dice: No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto.
  • Considera esta frase por un momento. ¿Qué exactamente es lo que Dios quiere de nosotros? Nos dice que denunciemos las obras de la oscuridad, pero luego nos dice que da vergüenza mencionarlas. ¿Cómo es esto? ¿Cómo podemos denunciar lo que da vergüenza mencionar?
  • La respuesta está en que nuestra denuncia no es con los labios, sino con las acciones. En otras palabras, cuando vivimos de acuerdo con lo que Dios quiere, nuestras vidas de santidad y pureza dejan al descubierto las acciones vergonzosas de los demás.
  • No es necesario que caminemos por la calle gritando: ¡Fulano es un adúltero! ¡Zutano es un chismoso! ¡Mengano es un mentiroso! Por supuesto, hay momentos en los que tenemos que confrontar al que hace mal. A veces tendremos que denunciar algún crimen ante las autoridades.
  • Pero nuestra manera principal de denunciar las obras de la maldad no es con pancartas y cartelones, sino con el ejemplo de nuestra vida. Cuando nuestras vidas brillan con la luz de Dios, arrojan su luz también sobre los que están a nuestro alrededor y ponen al descubierto lo que está mal.
  • Nuestra vida como hijos de luz debe ser como un faro. En tiempos antiguos, cuando los barcos navegaban sin la ayuda de los sistemas satelitales de dirección, los faros eran muy importantes. La luz del faro brillaba en la costa y avisaba a los barcos que podían quedarse varados o naufragar si se acercaban mucho. Si un faro se apagaba, muchos barcos quedaban en peligro.
  • ¿Qué pasará si se apaga tu luz? ¿Qué sucederá si tus familiares y amigos no ven en tu vida el cambio que Cristo trae? ¿Qué pasará si te dejas llevar por la carne, en lugar de ser guiado por el Espíritu Santo? Otros podrán naufragar, porque no ven la luz que debe estar en ti. No escucharán esa voz que dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo».
  • Por lo tanto, si hay algo en tu vida que no está bien, sácalo a la luz de Dios. Si le has fallado a alguien, dentro o fuera de la iglesia, confiésaselo y pídele perdón. Si te encuentras dominado por algún vicio o mala costumbre, busca a un creyente maduro para que ore por ti. Muchas veces nos quedamos en la oscuridad porque nos da pena. Cuando sacamos las cosas a la luz, pierden su poder sobre nosotros.
  • Alguien ha dicho que el mundo es un teatro. Si pensamos así, entonces el foco, el “spot”, es Cristo. Por la fe y el bautismo, hemos entrado a su luz. Ahora vivimos bajo la luz de Cristo en el escenario de la vida. Hay muchas personas en la audiencia que están en la oscuridad. Cuando ven lo que hacemos en la luz, sin embargo, pueden ser atraídos a la luz. Podrán decidir que también quieren vivir así. Pueden venir a Cristo.
  • Hermano, hermana, si conoces a Jesucristo, eres hijo o hija de luz. No vuelvas a la oscuridad. Más bien, caminemos juntos en la luz para que muchos más puedan salir de la luz y unirnos a nosotros. Así todo el mundo se irá llenando de la luz que ya venció la oscuridad, la luz de Jesucristo. 
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