· No puedes dejarte pisotear. Tienes que luchar por tus propios derechos, y no dejar que nadie te menosprecie. Seguramente se nos ha dicho esto en algún momento de la vida. El otro día me encontraba en el supermercado, comprando unas cuantas cositas. No usé carretilla, porque iba a comprar muy poco.
· Cuando me acerqué a la cajera, tomé una carretilla de otra caja para que me colocara allí las compras, pensando embolsarlas y luego devolver la carretilla a su lugar. Cuando había terminado de cancelar, la cajera me dijo: Me devuelves la carretilla cuando termines, por favor. · En este supermercado, es necesario depositar una moneda para poder usar la carretilla. Cuando uno devuelve la carretilla, se le devuelve la moneda. Supongo que la señorita pensó que yo iba a llevarme la carretilla para quedarme con la moneda. Ciertamente hay gente así en el mundo. · No le dije nada, pero por dentro me enojé. ¿Cómo podría ella pensar que me iba a llevar la carretilla? ¡Por supuesto que no haría tal cosa! ¡Qué falta de respeto! Luego comencé a analizar mi propia reacción. ¿Por qué me había enojado por algo que realmente no tenía sentido? Porque todos tenemos en nuestro corazón el impulso a defendernos. · Dentro de cada ser humano existe ese instinto que nos lleva a resistir cualquier insulto, por más pequeño o imaginario que sea. A veces lo tapamos con frases bonitas, diciendo que tenemos que valorarnos o darnos a respetar. Pero a fondo, suele ser un instinto egoísta. · Jesús nos enseña cómo quiere Dios que reaccionemos. Él nos muestra la forma de pensar que debemos tener como sus seguidores. La gente del mundo tiene una perspectiva, pero los seguidores de Jesús somos llamados a pensar de una manera diferente. Vamos a ver cómo nos llama Jesús a reaccionar, leyendo Mateo 5:38-42. Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. 39 Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Si alguien te pone pleito para quitarte la camisa, déjale también la capa. 41 Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda. (NVI) · En la ley del Antiguo Testamento se encuentra la frase: Ojo por ojo y diente por diente. Mucha gente, hasta el día de hoy, toma esta frase como un pretexto para la venganza. Piensan que significa que, si tú me hiciste daño, tengo que hacerte el mismo daño para que todo quede parejo. · Pero esto no es lo que Dios quiere. Por eso, Jesús dice: Ustedes han oído que se dijo. La gente se basa en lo que han escuchado o lo que se les ha dicho, en lugar de ver lo que Dios realmente ha dejado escrito en su Palabra. Dentro de la ley, esta frase servía una función muy importante. Servía para limitar el castigo que podían imponer los jueces. · De ninguna manera era un permiso libre para que todos se vengaran. Más bien, servía como instrucciones a los encargados de aplicar justicia, diciéndoles que no podían aplicar una penalidad más severa que el crimen. Sigue siendo un principio legal hasta el día de hoy. El castigo debe ajustarse al crimen. · En algunos países, se han aplicado castigos tan severos como, por ejemplo, cortarle la mano al ladrón. Esta clase de abuso es lo que Dios prohíbe en su ley con “ojo por ojo”. Es una limitación a los castigos abusivos, no un permiso libre para cobrar venganza. Sin embargo, el egoísmo nos lleva a aplicarlo a situaciones indebidas. · Jesús nos llama a dejar las interpretaciones convenencieras y equivocadas para vivir en amor. Nos llama a dejar la venganza y los esfuerzos por reafirmarnos. Nos enseña que el camino a la victoria muchas veces nos lleva a dejar de insistir en nuestros derechos y estar dispuestos a servir a otros. · Para mostrarnos esto, nos deja cuatro ejemplos. Si vamos a entender lo que Jesús nos está diciendo, tenemos que considerar estos ejemplos a fondo. De otro modo, podemos sacar conclusiones equivocadas. La primera situación se trata de una bofetada. Dice Jesús: Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. · Aquí se refiere a una bofetada o un cachetazo, no un puñetazo. Son palabras diferentes. No se trata de una situación de violencia, sino de vergüenza. La noche que Jesús fue traicionado, él les dijo a sus discípulos que llevaran espadas para poder defenderse. Él no nos está diciendo que nos debemos exponer a la violencia. · Más bien, se trata de esas situaciones en las que alguien te pone en vergüenza o te ridiculiza. Sería como el patrón de la finca que le avienta el sombrero a su trabajador. Frente a esta clase de situación, dice Jesús, ¡no te preocupes por defender tu propia dignidad! Más bien, amablemente ofrécele la otra mejilla también al que te quiere cachetear. · Sólo podemos responder de esta manera si tenemos un corazón confiado y seguro en Dios. Cuando tú sabes que eres hijo de Dios, que él te ama y que todo está bien, puedes enfrentar las pequeñas indignidades del mundo sin necesidad de explotar. Cuando tu mayor interés es conocer y agradar a Dios, ya no te importará tanto lo que alguna persona tonta diga de ti. Lo repeles, como el pato repele el agua que le cae en la espalda. · El segundo ejemplo que da Jesús es de una demanda. Bajo la ley del Antiguo Testamento, no se le podía quitar la capa a alguien por más de un día. Pero Jesús nos llama a ir más allá de lo requerido para satisfacer nuestra responsabilidad legal. Pienso que él aquí se refiere a una demanda legítima. · Si alguien nos quiere llevar a corte o exigirnos algo por vías legales, ¿cuál es nuestra reacción normal? ¡Buscamos cualquier pretexto para escaparnos de nuestra responsabilidad! Si hay algún tecnicismo legal que nos pueda librar, lo aprovechamos – sin tomar en cuenta lo justo. · En otro estado de este país se dio el caso de un hombre discapacitado, en silla de ruedas, que fue herido mientras viajaba en un autobús. La empresa dueña del autobús recibió los reportes de la policía y de su propio empleado sobre el incidente. No obstante, cuando el hombre lesionado trató de lanzar una demanda contra la compañía para recuperar sus pérdidas, la empresa se amparó en una ley estatal que exigía que se presentara una notificación oficial dentro de sesenta días. · Ya que el hombre no lanzó la demanda dentro de sesenta días, su caso fue despedido. Obviamente, la empresa sabía del accidente. Se les había notificado. Pero ellos buscaron cualquier tecnicismo que les permitiera salir de su responsabilidad. Cuando vemos un caso así, nos enojamos. · Pero ¿qué pasaría si nuestro vecino nos reclamara un daño que nuestro hijo o nuestra mascota le hiciera a su propiedad? ¡Sería algo muy diferente! En ese caso, haríamos lo necesario para escapar de nuestra responsabilidad. Buscaríamos cualquier pretexto, aun sabiendo que somos responsables. · Frente a esto, Jesús nos dice: ¡No pelees! Si te exigen algo, ¡dales más! En lugar de pasarnos de listos, vayamos más allá de lo necesario para cumplir con nuestras responsabilidades. · El tercer ejemplo que nos da Jesús se refiere a una situación particular de su día. Los judíos vivían bajo la ocupación militar de los romanos. Bajo las leyes romanas, los soldados podían obligar a cualquier judío a llevar una carga por cierta distancia. Esto es lo que le hicieron a Simón de Cirene, cuando lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. · Obviamente, para cualquier judío, era una vergüenza y un fastidio tener que cargarle algo a un soldado romano – a los invasores. Pero Jesús nos da a entender que tenemos asuntos mucho más importantes que los detalles de este mundo. Para un ciudadano del cielo, ayudar a un soldado romano no es gran cosa. ¿Por qué no llevar su carga durante dos kilómetros en lugar de uno? ¡Quizás tengas la oportunidad de compartirle el evangelio! · Por último, Jesús nos dice que seamos generosos con los que necesitan de nuestra ayuda. En lugar de buscar pretextos para no ayudar a los necesitados, debemos buscar siempre la manera de poder ayudarles. Jesús nos habla de nuestra actitud. Obviamente, hay situaciones en las que no debemos ayudar a alguien. Por ejemplo, el libro de Proverbios nos repite varias veces que no nos hagamos responsables de las deudas de otros. · Quizás haya otras situaciones en las que no ayudemos a las personas, pero nuestro corazón humano siempre busca el pretexto para no ayudar. Si somos hijos de un Dios generoso, tan generoso que dio a su único Hijo para morir por nosotros en la cruz, también tenemos que ser generosos y buscar cómo ayudar, en lugar de buscar cómo no ayudar. · A mediados de la década de los cincuenta, cinco misioneros estadounidenses se propusieron evangelizar a una tribu no alcanzada en la selva de Ecuador. Después de ver a los indígenas de lejos en dos o tres ocasiones, decidieron aterrizar en una ribera de río y esperar la llegada de estas personas a quienes querían alcanzar con el evangelio. · Llevaron consigo un arma de fuego, pero acordaron no usarlo contra los indígenas y sólo dispararlo al aire si llegaran a sentirse amenazados. Tristemente, los indígenas malinterpretaron sus intenciones, y mataron a los misioneros. Tenían un arma de fuego, pero no lo usaron. Podrían haberse defendido, pero más bien dieron sus vidas por aquellos a quienes deseaban alcanzar. · En los años siguientes, cientos de nuevos misioneros se lanzaron al campo, inspirados por el ejemplo de estos cinco hombres. La esposa de uno de ellos entró a la tribu para evangelizarlos, y un gran número llegó a aceptar a Cristo. Los misioneros dieron sus vidas, pero en realidad, no las perdieron. Desde el cielo se regocijan con los miles que han llegado a conocer a Cristo. Estos cinco hombres no se interesaron por defender sus derechos. Estaban dispuestos a sufrir ofensas, si fuera necesario, porque veían las cosas desde una perspectiva eterna. Un día, Jesús va a regresar. Estamos caminando hacia la eternidad. Cuando nos damos cuenta de eso, las pequeñas ofensas que pasamos en este mundo pierden por completo su importancia. Nos damos cuenta de que lo más importante es vivir para Cristo y su reino, porque sólo él es eterno.
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