PASTOR TONY HANCOCK
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El regalo de la salvación

3/8/2020

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  • Seiscientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el fabulista Esopo relató un cuento sobre un granjero que llevaba su carreta al mercado por un camino enlodado.  De repente, la carreta se atascó en el lodo.  El granjero se bajó y comenzó a orar a Hércules, un dios conocido por su fuerza.
  • De repente, Hércules se le apareció y le dijo: Caramba, hombre, no te quedes allí tirado.  Levántate y ponte a empujar la carreta.  La moraleja de Esopo fue ésta: Ayúdate, que yo te ayudaré, dicen los dioses.  Quizás reconozcas esa frase.  Siglos después de la muerte de Esopo, la misma frase fue cristianizada.  Ahora reza el dicho, Dios dice: Ayúdate, que yo te ayudaré.
  • Esa frase jamás aparece en la Biblia.  Sin embargo, en una encuesta que se hizo hace algunos años, recibió el dudoso honor de ser nombrado el versículo bíblico más conocido.  Repito, no aparece en la Biblia; pero mucha gente cree que sí.  Es más, el 75% de los jóvenes dijeron que ése es el mensaje principal de la Biblia.
  • En muchos aspectos de la vida, ese concepto no está mal.  Si te hace falta un trabajo, no te quedes con los brazos cruzados esperando que Dios te lo traiga a la casa.  Si estás enfermo, ve al doctor.  Si tienes el cabello muy largo, para eso está el peluquero.  No conviertas la oración en un pretexto para la flojera en tu vida diaria.
  • Pero cuando se trata de la salvación, si pensamos así, estamos perdido.  El mensaje central de la Biblia no es, Ayúdate, que yo te ayudaré.  El mensaje central de la Biblia es éste: Tú no puedes, y por eso, yo lo he hecho por ti.  La Biblia no es un libro de autosuperación.  Es un libro de gracia.  La autosuperación se trata de lo que tú haces con la ayuda de Dios.  La gracia se trata de lo que Dios hace porque tú no puedes.
  • Me atrevo a decir que el problema más grande que enfrentamos es que vemos la salvación como un proyecto que hacemos nosotros con la ayuda de Dios, en lugar de entender que es un regalo que él nos da.  Ese malentendido nos roba la paz, la seguridad y hasta nos puede robar la salvación misma.
  • Por eso, la primera cosa que Dios quiere que entendamos en esta mañana es que la salvación es un regalo que se recibe con arrepentimiento y fe.  La salvación es un regalo.  Un regalo no se paga ni se merece; sólo se agradece.  La única condición es estar dispuesto a recibir ese regalo; tener una actitud de sincero arrepentimiento y confianza en el Señor Jesucristo.
  • Pero no me creas a mí.  Cree lo que dice la Biblia.  Cree lo que dijo Jesús.  Cuando comenzó a predicar, este fue su mensaje.  Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!  Marcos 1:14-15
  • ¿Qué tenemos que hacer?  Arrepentirnos y creer.  Más adelante, en Juan 10:27-30, Jesús nos dice lo siguiente: Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno.
  • ¿Qué dijo Jesús?  ¿Mis ovejas se ganan la vida eterna?  ¡No!  Yo les doy vida eterna.  Es un regalo.  No es algo que se merece, ni que se puede ganar.  Los apóstoles que Jesús envió llevaron el mismo mensaje.  Juan escribió esto: Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.  (Juan 1:11-12)
  • ¿Qué tenemos que hacer para tener el derecho de ser hijos de Dios?  ¿Grandes obras?  ¿Mucho esfuerzo?  ¡No!  Sólo creer en el nombre de Jesús.  El apóstol Pablo repite la misma idea.  En Romanos 1:16-17 él escribe, A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. 17 De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe».
  • ¿Cómo llegamos a ser justos delante de Dios?  El evangelio nos declara que es por fe, de principio a fin.  Muchas personas creen que empezamos con la fe, pero tenemos que terminar haciendo muchas obras.  Es el concepto que generalmente se enseña en las iglesias católicas.
  • Mi motivo en decir esto no es para criticar, sino para aclarar las diferencias.  Los que han crecido en la iglesia católica pueden confirmar si lo que digo es cierto o no.  El concepto católico es que la fe es necesaria, pero no es suficiente.  Necesitamos la fe, pero también tenemos que asistir a la misa, ser bautizados en la iglesia católica, ir a confesión, hacer penitencias – cumplir con todos los sacramentos.  Con hacer todo esto, alcanzaremos la salvación.
  • En otras palabras, la idea es que la salvación viene por la fe sumada a las obras que hacemos.  Ahora observa lo que escribe Pablo en otro lugar: Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.  (Efesios 2:8-9)
  • Según lo que dice la Biblia, las obras no tienen nada que ver con la salvación.  Si así fuera, entonces podríamos sentirnos orgullosos de habernos salvado.  Podríamos decir, ¡Qué buena persona soy yo!  Pero no, la salvación es un regalo que recibimos por la gracia de Dios.  No tiene nada que ver con las obras que hacemos.
  • El concepto bíblico, entonces, no es fe más obras.  Es sólo fe.  Si tú de verdad has llegado a tener fe en Cristo – si te has arrepentido del pecado y le has entregado tu vida – puedes saber con seguridad que eres salvo.  Puedes estar seguro de tener la vida eterna.  No es sólo una posibilidad que depende de las obras que haces.  Es una realidad.
  • Esta es la segunda gran idea que Dios quiere enseñarnos: que la salvación es un regalo del que puedes estar seguro.  Primera de Juan 5:13 dice así: Les escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna. 
  • Observa con cuidado las palabras de Juan.  Nos dice que podemos saber que tenemos vida eterna.  Algunas personas te dirán que no puedes saberlo hasta que te mueras, porque siempre existe la posibilidad de perder la salvación.  Pero la Biblia dice que sí lo puedes saber.  Puedes estar seguro.
  • Alguien dirá: Bueno, ¿y qué de los que han hecho una oración para aceptar a Cristo, y luego se han alejado?  Es una buena pregunta.  El apóstol Juan también nos dice que hay ciertas marcas que acompañan la fe verdadera.  Puedes sentirte seguro de tu salvación en la medida en que se reflejan en tu vida las siguientes tres cosas.
  • En primer lugar, debes creer en Jesús como la Biblia te lo enseña.  En 1 Juan 5:5 y 10 leemos esto: ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?... El que cree en el Hijo de Dios acepta este testimonio. El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, por no haber creído el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
  • No basta con simplemente tener una fe general en Dios.  Debes entender quién es Jesús, el Hijo de Dios que se hizo hombre y murió para nuestra salvación.  Tampoco basta con creer en un Jesús diferente al Jesús de la Biblia.  En algunas religiones se habla de Jesús, pero es sólo un profeta, o es un ángel, o es alguien diferente.  Sólo la fe en el Jesús de verdad te puede salvar.
  • La segunda cosa que demuestra la fe verdadera es el cambio de vida.  En 1 Juan 1:5-6 leemos esto: Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.  Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad.
  • Hay un corito antiguo que dice así: Hubo un cambio cuando a Cristo conocí, hubo un cambio cuando a Cristo conocí, y las cosas que yo hacía ya no las hago más.  Si tú puedes decir eso – si tu vida ha cambiado desde que conociste a Cristo – eso demuestra que tu fe es real.  ¿Significa que eres perfecto?  Claro que no.  Todavía tropezamos.
  • Pero es imposible tener fe verdadera en Jesús y seguir caminando cómodamente en la oscuridad.  El cambio de vida, la transformación en nuestro comportamiento es la segunda evidencia de que nuestra fe es real.
  • La tercera evidencia de la realidad de nuestra fe se encuentra en 1 Juan 4:7-8, que dice así: Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.  Es la evidencia del amor.
  • Si tú, desde conocer a Cristo, tienes un nuevo amor hacia tus hermanos de la iglesia, esto demuestra que tu fe es real.  El amor que Dios pone en tu corazón hacia los demás es la evidencia de que tú lo conoces a él, porque de él viene el verdadero amor.  El amor nace del corazón que conoce a Dios.
  • Si el mensaje que escuchas en este momento es que debes esforzarte más por creer en Jesús, debes cambiar tu vida y amar más a otros para ganar la salvación, no has entendido el mensaje.  Estas cosas no las producimos nosotros; Dios las produce en nosotros.  Son el fruto de la fe. 
  • Sentí la necesidad de predicar estas verdades porque me parece que algunos están inseguros de su salvación.  Espero que algún día llegue al cielo, dicen.  Ojalá que lo pueda alcanzar.  Pero la salvación no es solamente una posibilidad para el verdadero creyente; es una realidad.
  • Por lo tanto, si tú has identificado en tu vida las tres marcas de la fe verdadera, regocíjate en la seguridad.  No vivas en temor.  Vive confiado.  Vive seguro de que Dios ya te ha perdonado todos tus pecados – todos tus pecados. 
  • Si tú no tienes esa seguridad, no esperes más.  Entrégate hoy a Cristo.  Confía plenamente en él.  Deja tus propios esfuerzos inútiles por salvarte, y recibe la salvación que él te compró con su muerte en la cruz.  No te pierdas el gran regalo de la salvación.
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