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Una iglesia digna del evangelio

6/26/2022

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  • Algunos años atrás, tuve la oportunidad de pasar un mes en el país de España. Entre otros lugares, visité la antigua ciudad de Segovia. Uno de los atractivos del lugar es el acueducto romano, construido en el año 109 d.C. Es una maravilla. Sin embargo, se está deteriorando.
  • Por supuesto, cualquier estructura de mil novecientos años de antigüedad sufrirá algún deterioro. Pero lo interesante del caso del acueducto es que sólo se comenzó a deteriorar cuando se dejó de usar. Algunas décadas atrás, las autoridades decidieron dejar de usar el acueducto para transportar agua y permitir que simplemente se admirara su belleza.
  • Pero al dejar de transportar agua, el acueducto comenzó a desmoronarse. La mezcla que unía sus ladrillos y piedras se secó. Los lados comenzaron a pandearse. El trabajo de dos milenios no logró destruir el acueducto, pero cien años de ocio casi lo hicieron.
  • Así es la vida cristiana. Si queremos disfrutar de las bendiciones de Dios sin querer servirle, nuestra vida espiritual se desintegrará. Como un lago sin desembocadura, nos iremos estancando hasta que las aguas de vida que hemos ingerido se conviertan en aguas podridas.
  • Dios da a todo creyente la oportunidad de luchar por su reino. Algunos sirven de maestros mientras otros limpian el santuario y otros traen visitas, pero todos somos llamados a servir para que se extienda el reino de Dios.
  • ¿Cómo podemos servir exitosamente al Señor? Esta mañana, vamos a encontrar en las instrucciones que dio el apóstol Pablo a los filipenses la respuesta a esta pregunta. Leamos Filipenses 1:27-30.
  • Pase lo que pase, compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, solo tenga noticias de ustedes, sabré que siguen firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio 28 y sin temor alguno a sus adversarios, lo cual es para ellos señal de destrucción. Para ustedes, en cambio, es señal de salvación, y esto proviene de Dios. 29 Porque a ustedes se les ha concedido no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él, 30 pues sostienen la misma lucha que antes me vieron sostener, y que ahora saben que sigo sosteniendo.
  • En este pasaje podemos encontrar tres claves para vivir de una manera digna del evangelio. Así podremos vivir con gozo, con propósito y con efecto. En primer lugar, vivimos de una manera digna del evangelio cuando nos enfocamos en Cristo, no en las personas.
  • Observa lo que dice el verso 27. El verbo que aquí se traduce compórtense se usa generalmente de la responsabilidad cívica de un ciudadano. Pablo, entonces, nos está hablando como ciudadanos del Reino del Cielo, y nos está llamando a vivir de una manera que dé una buena representación de nuestra ciudadanía celestial.
  • Si tú eres creyente, tienes dos ciudadanías: una terrenal, y otra celestial. Como ciudadano de algún país en la tierra – México, Guatemala, Perú – tienes la responsabilidad de votar, de pagar tus impuestos y de cumplir con cualquier otro deber civil. Sin embargo, tu lealtad mayor es al reino celestial. Tienes la responsabilidad prioritaria de dar una buena representación de lo que es ser cristiano.
  • No sé si esto te sucede a ti. Me ha pasado en conversaciones con otras personas que se menciona a algún compatriota mío. Alguien comenta que conoció por allí a un peruano. Aunque para mí sea desconocido, siempre espero que me digan que fue una persona buena y amable.
  • En otras palabras, espero que haya dado una buena representación de nuestro país. Por otra parte, siento pena ajena por los errores de mis compatriotas, aunque no los conozca. Del mismo modo, nosotros representamos en este mundo a nuestra patria celestial. Nuestra ciudadanía está en el cielo. Si no tenemos cuidado, podemos dejar una impresión muy negativa sobre quienes nos observan. Compórtense, dice Pablo, de una manera digna del evangelio de Cristo.
  • ¿Cómo vamos a hacer esto? Sólo lo podemos hacer si tenemos la mirada puesta en Cristo y no en los que nos rodean. Si nos ponemos a mirar a los demás hermanos, nunca superaremos el nivel de la mediocridad. Seguiremos justificando nuestros errores señalando los de los demás, mientras ellos justifican sus propios errores señalando los nuestros.
  • Si quieres servir a Cristo, entonces, enfócate en Cristo. Haz de él tu ejemplo, tu modelo, tu guía, y busca representar ante el mundo su vida. Deja que el Espíritu Santo te guíe cada día más y más cerca de la meta.
  • Sólo podremos dar un buen ejemplo al mundo si vivimos en unión con nuestros hermanos. No podemos dejarnos llevar por los malos ejemplos que vemos, pero sí tenemos que llevarnos bien con los que nos acompañan en seguir a Cristo. Si queremos vivir de una manera digna del evangelio, tenemos que vivir en unión con nuestros hermanos.
  • Pablo dice: De este modo, ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, sólo tenga noticias de ustedes, sabré que siguen firmes en un mismo propósito, luchando unánimes.
  • Tenemos que trabajar unidos si queremos avanzar el evangelio. A veces me pongo a pensar en lo que podríamos lograr si tan simplemente pusiéramos a un lado nuestro egoísmo y nuestros rencores para trabajar unidos como creyentes. El mundo no nos podría resistir.
  • Si quieres ser útil como siervo de Dios, prepárate para poner a un lado las diferencias y luchar en unión con tus hermanos. Las sogas fuertes no se hacen de un hilo; al entretejer muchos hilos se logra la fuerza. Si un capitán no puede contar con el apoyo de todos sus soldados en la batalla, será mejor que se rinda de una vez.
  • Pero, ¿cuál es esa batalla que estamos librando? La batalla es la defensa del evangelio. Dice Pablo, luchando unánimes por la fe del evangelio. Tenemos que defender el evangelio con nuestras acciones y con nuestras palabras. Cuando nuestras vidas demuestran la verdad del evangelio, las personas estarán dispuestas a escuchar nuestra proclamación del evangelio.
  • Se cuenta la historia de un muchacho que fue a buscar trabajo en la ciudad. Entre los anuncios había una posición de fábrica que ofrecía un pequeño salario con pensión completa. Al joven el salario le pareció bien, pero quería saber de qué calidad era la pensión. ¿Comería bien? ¿Se quedaría con hambre?
  • Cuando llegó a la entrevista de trabajo, le preguntó al dueño de la fábrica, un hombre corpulento, qué tan buena era la pensión. El hombre de buen humor le dijo: Es la misma pensión que como yo. Con eso, el joven aceptó la posición. La condición bien alimentada de su futuro patrón lo dejó convencido de que le iría bien con esa pensión.
  • ¿Qué pensará la gente de nuestra fe cuando nos observan? ¿Ven en nosotros el amor, la comprensión y la unión que buscan? ¿Nos ven como personas honestas, sinceras y trabajadoras? ¿O damos un mal testimonio de nuestra fe? Tú dirás: Pero nadie es perfecto. Claro, sólo Jesús lo fue. Pero si lo seguimos, su carácter se mostrará cada vez más en nosotros.
  • Por eso, uno de los mejores testimonios del evangelio es nuestra unión con otros creyentes. Jesús dijo: De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. (Juan 13:35) Vivimos dignos del evangelio cuando mantenemos la unión con nuestros hermanos.
  • Si queremos vivir de una manera digna del evangelio, hay una cosa más que debemos hacer. Debemos enfrentar la oposición con calma.
  • Luego de instarnos a luchar unánimes por la fe del evangelio, Pablo nos dice que lo hagamos sin temor alguno a los adversarios. Aquí se refiere a las personas de afuera de la iglesia, que se oponen al evangelio porque no desean arrepentirse y creer las Buenas Nuevas.
  • Donde se predica el evangelio con poder, siempre habrá oposición. El Señor Jesucristo experimentó la oposición. El apóstol Pablo, Pedro, Silas, Bernabé, Juan, Esteban y los demás líderes de la iglesia joven también enfrentaron la persecución.
  • ¿Cómo pensaremos, entonces, que nosotros seremos inmunes a la oposición? Si nadie se opone a lo que estamos predicando, entonces lo más probable es que no estemos viviendo y predicando claramente el evangelio.
  • Del Señor Jesús, quien es el enfoque del evangelio, la Biblia dice que escandaliza. Esto significa que siempre habrá alguna reacción emocional a él. Algunos lo amarán y lo aceptarán como la respuesta a su necesidad. Otros pondrán pretextos, se refugiarán detrás de su religión o su filosofía, o nos atacarán para no tener que enfrentarse con la realidad de que ellos mismos necesitan la salvación.
  • Cuando enfrentamos con ecuanimidad los ataques de los incrédulos, esto sirve como señal de su condenación. Nuestra falta de temor muestra nuestra confianza en Dios, quien nos ha de salvar de sus ataques y darles su merecido, a menos que se arrepientan.
  • Cuando compartes el evangelio con alguien que lo rechaza, recuerda que no te está rechazando a ti; está rechazando a Dios, quien envió a Cristo para salvarles, y él sabrá cómo tratarlos. Tú simplemente confía en él, con la confianza plena de que él está contigo y te salvará.
  • En cierta ocasión, un ateo retó a un ministro a debatir el evangelio. El ministro le dijo que estaba perfectamente bien, con tal de que pudiera llevar a cien personas cuyas vidas habían sido transformadas por Jesucristo. Contarían sus testimonios, y luego podrían ser interrogados sobre su fe. El ministro le pidió al ateo que también trajera a cien personas que habían sido ayudadas por su falta de fe.
  • Bueno, el ateo nunca se apareció, y el debate se transformó en una reunión de testimonios en la que varios se convirtieron al Señor. Es que el mejor argumento a favor del evangelio de Cristo es la vida transformada de un seguidor suyo.
  • Deja que tu vida brille para Cristo. Busca seguirle a él, y no a los demás; trabaja en unión con tus hermanos; y no te preocupes por la oposición. Haciendo estas cosas, viviremos una vida digna del evangelio y traeremos a otros a los pies de Cristo.
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