PASTOR TONY HANCOCK
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El año que Jesús podría regresar

12/29/2019

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  • En el año 1988 se publicó un libro titulado 88 razones por las que el raptó sucederá en 1988.  Se vendieron más de tres millones de copias de este libro.  Según los cálculos del autor, Jesús regresaría a la tierra entre el 11 y el 13 de septiembre de 1988.  Como resultado, algunas personas dejaron su trabajo para prepararse para la venida de Cristo.  Una red televisiva presentó anuncios diciendo qué hacer en caso del rapto.  La asistencia a las iglesias subió, al menos por un rato. 
  • Si no te has dado cuenta, Jesús no regresó a la tierra en 1988.  Desgraciadamente, el autor de ese libro no ha sido el único en tratar de poner fechas al regreso de Cristo.  Muchos más lo han intentado, y cada uno ha fallado.  Nada de esto nos debe sorprender.  Mateo 25:13 nos dice, Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora.
  • He puesto como título a este mensaje El año que Jesús podría regresar.  No pretendo decirles que Jesús regresará en 2020.  No sabemos cuándo regresará.  Pero el bien podría regresar este año, o cualquier otro.  Por lo tanto, aunque no sabemos cuándo regresará, debemos vivir como si éste fuera el año de su regreso.
  • El transcurso de nuestra vida es marcado por nuestras expectativas.  Decimos: Si tan sólo llegara ese día…  Durante la adolescencia, deseamos cumplir la edad para manejar un auto, o para poder salir solos.  Luego queremos salir de la casa y ser independientes.  Nos enamoramos, y sólo esperamos el día de nuestra boda.  Llegan los hijos, y sólo esperamos el día que lleguen a ser grandes.  Vivimos a la expectativa.
  • No es malo tener expectativas, pero como creyentes, vivimos a la luz de una gran expectativa que supera a todas las demás.  Es la expectativa del regreso de Cristo.  Es bueno querer crecer y casarse y criar hijos y tener una carrera y todo lo demás.  Sin embargo, un día, todo eso se acabará.  Cuando Cristo regresa, él nos llevará a estar con él para siempre en un lugar maravilloso.
  • ¿Cómo vivimos a la luz de esa expectativa?  La respuesta no está en dejar nuestro trabajo o nuestros estudios, como lo hicieron algunos de los que leyeron el libro de 1988.  Tampoco está en abandonar nuestras responsabilidades familiares.  Busquemos la respuesta en Santiago 5:7-9.
Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia. 8 Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca. 9 No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta!  (NVI)
  • Santiago, el medio hermano de Jesucristo, nos dice que tengamos paciencia hasta la venida del Señor.  Su venida nos da esperanza que llena nuestra oscuridad de luz.  Con la esperanza de su venida, podemos tener paciencia en los problemas y encontrar sentido en nuestra vida ahora.
  • ¿Vives a la expectativa de la venida de Cristo?  Tengo que confesar que yo no siempre vivo así.  A veces me distraigo tanto con las cosas de este mundo, los afanes de la vida y las distracciones, que pierdo esa perspectiva celestial.  Descubro entonces que algo extraño sucede.  Conforme más sentido busco en las cosas de este mundo, menos sentido encuentro. 
  • Es sólo cuando me acuerdo de que Jesús viene por mí que la vida ahora, en este momento y en este lugar, cobra sentido.  La promesa de su venida me permite vivir ahora con paciencia, con esperanza, con gozo y paz.  Me permite disfrutar de la vida ahora sin desesperación.  Dios nos invita a todos a vivir con esa misma esperanza.
  • Hay tres cosas que suceden cuando vivimos a la expectativa del regreso de Cristo.  La primera de ellas es que vivimos para la cosecha.  La Palabra nos dice que observemos cómo el agricultor espera pacientemente para cosechar el fruto de la tierra, dejando que pasen las lluvias primeras y postreras.
  • El agricultor es Dios.  Él es el dueño de la tierra.  El fruto consiste en las personas que son salvas.  Son corazones que se entregan a Jesucristo y se deciden a seguirlo.  Tiene que pasar tiempo para que caiga la lluvia del Espíritu.  Cuando llegue el momento indicado que sólo Dios sabe, él enviará a sus ángeles para recoger a sus escogidos de los cuatro rincones de la tierra.
  • Por lo tanto, si vivimos en sintonía con el tiempo de Dios, viviremos para la cosecha.  Vivir a la expectativa del regreso de Cristo implica entender por qué no ha regresado todavía.  Dios tiene un número de personas separadas para la salvación, y Jesús volverá cuando todos sean salvos.
  • Para nosotros, entonces, esperar la venida de Cristo no es como esperar la venida del autobús.  No estamos parados en la esquina, mirando el reloj, diciendo: ¿por qué no llega?  Más bien, al entender por qué se tarda, nos ponemos a trabajar para que la cosecha esté lista.  ¿Cómo lo hacemos?  Oramos y compartimos.
  • ¿Cuánto tiempo pasas en oración por la salvación de los que no conocen a Cristo?  ¿Estás orando al menos por la salvación de una persona?  Es fácil orar solamente por nuestras propias necesidades y preocupaciones, dejando a un lado lo que Dios está haciendo.  Podemos apresurar el regreso de Cristo si oramos por los perdidos.
  • Vivir para la cosecha también significa compartir.  Significa compartir el testimonio de lo que Dios ha hecho en nuestra vida.  Significa compartir el mensaje de lo que Jesús vino a hacer por nosotros.  Significa compartir nuestros bienes para que otros también puedan saber de Cristo.  Vivir a la expectativa de la venida de Cristo es vivir para la cosecha.
  • La segunda cosa que sucede cuando vivimos a la expectativa del regreso de Cristo es que vivimos con corazones fortalecidos.  Manténganse firmes, dice el verso 8.  Una traducción literal sería, Fortalezcan sus corazones.  Nuestro corazón fácilmente se debilita.  ¿Cuáles son las cosas que debilitan nuestro corazón?
  • Las pruebas y los problemas de la vida hacen que nuestro corazón se desanime, se entristezca y quiera tirar la toalla.  En su carta, el apóstol Santiago habla mucho acerca de las pruebas.  Al comenzar la carta, él escribe: Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas.  (Santiago 1:2)  Nos explica que las pruebas, es decir, los problemas de la vida, desarrollan nuestro carácter.
  • Todo el mundo tiene problemas.  ¿Hay alguien aquí que no los tenga?  ¡Todos los tenemos!  El creyente tiene problemas, y el incrédulo tiene problemas.  Pero en la vida del creyente, esos problemas se convierten en pruebas.  Podemos enfrentar las pruebas con un corazón fuerte, porque sabemos que Dios los está usando para que crezcamos como personas.
  • Puedo mirar hacia atrás y ver que Dios ha usado las pruebas para que yo crezca.  Sería una persona muy diferente si no hubiera atravesado los problemas.  Recordemos esto cuando vienen los problemas: Dios tiene un propósito en ellos.  No hay que buscar problemas; pero cuando vienen, Dios los permite con un propósito.
  • De igual modo, podemos fortalecer nuestro corazón frente a los problemas porque sabemos que se acabarán.  Si sabemos que Jesús va a regresar por nosotros, sabemos también que los problemas no durarán por siempre.  Un día, todo será diferente.  Podemos enfrentar la vida con paciencia ahora, en las buenas y en las malas, porque sabemos que viene algo mucho mejor.
  • La tercera cosa que sucede cuando vivimos a la expectativa del regreso de Cristo es que vivimos en unión.  El verso 9 dice, No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados.  ¡El juez ya está a la puerta!  Jesús está a la puerta, escuchando todo lo que decimos los unos de los otros.  Él está a la puerta, a punto de regresar para llamarnos la atención.
  • Cada vez que criticas a un hermano o a una hermana, Jesús te está escuchando.  De hecho, él dice que tú serás juzgado de la manera en que juzgas a los demás.  Si criticas a tus hermanos sin tomar en cuenta sus circunstancias, si los juzgas según las apariencias y sin misericordia, así serás juzgado tú también.  Serás medido con la medida que usas con los demás.
  • Mientras esperamos el regreso de nuestro Señor, tenemos que mantenernos unidos.  Necesitamos el apoyo de nuestros hermanos.  No podemos vivir la vida cristiana solos.  Pero el enemigo siempre nos trata de dividir.  Una de sus mejores estrategias es sembrar división entre hermanos.  Cuando nos quejamos de otros hermanos, perdemos la confianza.  Nos sentimos superiores.  Nos separamos de ellos.
  • En cada conversación, recuerda que Jesús también está escuchando lo que dices.  Cuando hablas por teléfono, imagina que Jesús te escucha por la extensión – porque él te oye.  Cuando conversas con otra persona, haz de cuenta que Jesús está sentado allí con ustedes.  ¿Qué piensa él de lo que dices?  ¿Le agradan tus palabras, o te darán vergüenza cuando él regrese? 
  • Un padre y su hija de diez años salieron a nadar un día en el mar.  De repente, se dieron cuenta de que la corriente los había llevado muy lejos de la playa.  El padre sabía nadar bien, pero no podría llegar a tierra llevando a su hija.  Si trataba de hacerlo, ambos se ahogarían.  Después de pensar un rato, le dijo: Hija, flota de espaldas.  Te puedes quedar así todo el día.  Yo volveré a tierra a buscar ayuda, y regresaré por ti.
  • El padre regresó nadando a la playa, y una flotilla de barcos pronto salió a buscar a la niña.  Cuatro horas después la hallaron, tranquilamente flotando de espaldas y sin temor alguno.  La niña les dijo a sus rescatistas: Mi papá me dijo que podía flotar todo el día, pero que él regresaría por mí.  Así que me quedé flotando, porque sabía que él volvería a buscarme.
  • En medio de este mundo agitado, podemos flotar tranquilamente porque sabemos que nuestro Señor volverá por nosotros.  Podemos descansar y enfrentar cualquier problema, porque él nos vendrá a buscar.  Pero quizás en este momento te has dado cuenta de que no tienes esa seguridad.  No sabes que Jesús volverá por ti.
  • Hoy puedes tener esa seguridad.  El mismo Jesús que volverá un día es el que vino a este mundo para dar su vida en la cruz por tu salvación.  Si te arrepientes de corazón y pones tu confianza en él, puedes saber que le perteneces.  Puedes vivir confiado, porque él volverá por ti.  No vivas otro día sin esa seguridad.  Jesús podría regresar en cualquier momento.  ¿Estás preparado para su venida?
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