· El pastor de una pequeña iglesia estaba predicando sobre la preocupación. Con voz fuerte, declaró: ¡La gran mayoría de las cosas que nos preocupan ni siquiera llegan a suceder! Desde atrás, una voz le respondió: ¡Entonces sí funciona!
· ¿Alguna vez has pensado así? ¡Confieso que a veces me ha cruzado por la mente ese pensamiento! Si me preocupo por las cosas, entonces no sucederán. Pero la verdad es que la preocupación es un terrible ladrón que nos roba tiempo, fuerza y atención. Jesús nos llama a pasar de la preocupación al propósito. · Es fácil decir: ¡No te preocupes! No siempre es fácil hacerlo. Pero Jesús nos da varias razones muy buenas que, si las entendemos y las tomamos a pecho, nos pueden ayudar a dejar la preocupación y vivir la vida con el propósito que Dios tiene para nosotros. Leamos sus palabras en Mateo 6:25-34. · Seguimos con nuestro estudio del Sermón del Monte, donde Jesús nos muestra cómo es la vida en el reino de Dios. Algunas personas tratan de leer estos capítulos como si fueran simplemente buenos consejos, ideas para vivir bien y llevarse bien con la gente. Pero Jesús nos está llamando a algo mucho más radical y extremo que eso. · En el versículo anterior, él nos dijo: No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. Jesús nos está llamando a una vida nueva y diferente, una vida donde reconocemos a Dios como el dueño de nuestra vida y nos comprometemos en vivir para él, bajo sus normas. Esto sólo es posible cuando le entregamos nuestra vida a Jesucristo y somos llenos de su Espíritu Santo. · Si no reconocemos a Jesucristo como el Jefe de nuestra vida, si no lo conocemos como nuestro Salvador, estas enseñanzas nos frustrarán. No somos capaces de vivirlas por nuestra propia cuenta. Es sólo como ciudadanos del reino de Dios, al que entramos cuando nos sometemos y entregamos a Jesucristo, que podremos vivir en este nivel. · Esto nos ayuda a entender la primera frase en este pasaje: Por eso les digo… ¿Por qué nos lo dice? Porque no podemos servir a dos amos. Por lo tanto, si queremos servir a Dios, ¡tenemos que dejar la preocupación! Jesús nos da tres fuertes razones para hacerlo. · Primeramente, nos dice: no te preocupes, porque hay cosas más importantes. Nos preocupamos por la comida, pero la vida vale mucho más que la comida. Nos preocupamos por la ropa, pero el cuerpo vale mucho más que la ropa. Tenemos una vida que Dios nos ha llamado a vivir para él. ¿Por qué, entonces, gastaremos esa vida en preocupación por algo insignificante? · Tenemos un cuerpo que Dios nos llama a ofrecerle a él en sacrificio vivo. Pablo dice, en Romanos 12:1: Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. (NVI) ¡Este cuerpo puede ser un instrumento de servicio, un sacrificio al Dios del universo! ¿Por qué, entonces, perder el tiempo en preocupación sobre cómo lo vamos a vestir? · Una vez vi un carro que se parece a muchos de nosotros. Se veía espectacular. Lucía rines cromados que brillaban con el sol, tenía una pintura especial que centelleaba con diferentes colores y llamaba la atención. Sin embargo, el motor estaba dando los últimos suspiros. Grandes nubes de humo negro salían del escape, y el sonido de la máquina fue alarmante. · Parecía que el dueño había gastado todo su dinero en hacer que el carro luciera bien, pero hizo caso omiso del cuidado del motor. ¡Quién sabe cuándo le había cambiado el aceite! Se había preocupado demasiado por apariencia, y había ignorado lo más importante. · Igualmente, dice Jesús, hay cosas mucho más importantes que la comida y la ropa. ¡Tienes una vida para vivir amando a Dios, sirviendo a los demás, compartiendo su Palabra, jugando con tus hijos, disfrutando tus amistades, apreciando la naturaleza…! ¿Para qué perder el tiempo en preocupación por cosas que no valen la pena? · Tienes un cuerpo que puedes usar para hablar la verdad, para trabajar honradamente, para amar a tu esposo o esposa, para jugar, para levantar tus manos en alabanza y danzar en adoración. ¿Para qué perder el tiempo en preocupación por la ropa que te vas a poner? Eso es lo de menos. No te preocupes, porque hay cosas mucho más importantes. · En segundo lugar, Jesús te dice que no te preocupes, porque tienes un Padre que te ama. Nuestro Padre celestial se preocupa por las criaturas más pequeñas. ¿Cómo no se preocupará por nosotros? Si nos preocupamos por los alimentos, debemos fijarnos en las aves. ¡Dios les da de comer! ¿Acaso valemos menos para él que las aves? ¡Claro que no! · Por supuesto, las aves tienen que salir a buscar su alimento. Dios no deposita la comida en la boca de las aves; la tienen que recoger. De igual modo, tendremos que trabajar si queremos comer. Jesús no nos enseña a ser flojos; pero sí nos enseña a estar tranquilos. · Igualmente, si te preocupas por la ropa, ¡fíjate en las flores del campo! Muchas de ellas sólo duran un día, pero su belleza rebasa la ropa más fina. Si Dios se preocupó por vestir de esplendor a las flores pasajeras, ¿cómo no se interesará por sus hijos? ¿Nos dejará desnudos? ¡Claro que no! · Es la gente que no conoce a Dios la que vive en la ansiedad y la preocupación. Jesús dice, en el verso 32, que son los paganos que andan tras todas estas cosas. Nosotros, en cambio, conocemos a un Padre celestial que ya sabe lo que necesitamos. Por eso, podemos abandonar la preocupación y vivir para lo que realmente importa. · Una familia decidió poner esto en práctica. Tomando una bolsa de papel, escribieron encima la palabra “Dios” y la colgaron sobre la puerta de la cocina. Cuando se ponían a orar sobre alguna necesidad o situación en particular, debían apuntar su petición en una hoja de papel y depositarla en la bolsa. · La regla era que, si algún miembro de la familia comenzaba a preocuparse por algo que ya estaba escrito en una de esas hojas de papel, tenía que buscar en la bolsa el papel correspondiente. Cuando el padre relataba esta historia, decía: ¡Me da pena reconocer cuánto tiempo pasé buscando entre esos pedacitos de papel! · Creo que sería una buena disciplina para muchos de nosotros. Tenemos un Padre que nos dice, cuando nos preocupamos: A mí me toca encargarme de eso. Podemos escribir nuestras necesidades, dárselas en oración, y seguir con la vida que él nos está dando. · Hay una tercera razón que nos da Jesús. Nos dice: No te preocupes, porque de nada sirve. En el verso 27 dice: ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? También es posible traducir la última frase puede añadir medio metro a su estatura, pero el sentido es el mismo. ¡La preocupación no logra nada! Lejos de alargar nuestra vida, la acorta. · ¿Por qué, entonces, pasamos tanto tiempo en una actividad que no da ningún resultado? Sospecho que lo hacemos porque nos gusta pensar que tenemos el control. Nos gusta la idea de ser capitanes de nuestro propio destino, y nos cuesta dejar nuestra vida en manos de Dios. Pero el precio de tomar el control sobre tu propia vida es muy alto. Significa que tú te haces responsable de todo. Tomas sobre tus hombros un peso que sólo Dios puede llevar. · Un ejecutivo inglés decidió limitar su preocupación a un solo día de la semana. ¿Qué te parece? Decidió que se iba a preocupar sólo los miércoles. Cuando algo le causaba ansiedad en cualquier otro día, lo apuntaba y lo dejaba en el archivo de las preocupaciones para el miércoles. Lo interesante es que, cuando llegaba el miércoles y abría su caja de preocupaciones, solía descubrir que casi todas las cosas que lo habían preocupado ya se habían resuelto. ¡La preocupación habría sido inútil! · Por eso, Jesús nos llama a hacer lo siguiente: Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Cuando dice todas estas cosas, se refiere a las cosas necesarias para vivir – la comida, la ropa – los esenciales de la vida. Jesús nos llama a poner nuestra atención en hacer lo que a Dios le agrada, en compartir sus buenas noticias con otros, en ser los padres y esposos que él quiere que seamos, en servir a los necesitados – en fin, en vivir la vida justa y recta que Dios desea de sus hijos. Cuando hacemos esto, podemos confiar en la provisión de nuestro Padre celestial. · He visto la fidelidad y la provisión de Dios muchas veces en mi propia vida. Hace muchos años, cuando comenzó este ministerio, llegó el día en que sólo había diez centavos en la cuenta bancaria. La tesorera me dijo: Lo siento mucho, pero no tengo dinero para darte esta semana. Nos pusimos a orar, y a los pocos días, habían llegado más donativos. Nos pusimos al día. · Nunca me he quedado sin comida, nunca me he quedado sin gasolina para llenar el tanque del carro – porque Dios ha sido fiel. Y mi caso no es especial. Conozco a muchas personas que te podrían testificar de la fidelidad de Dios en sus vidas también. Ese mismo Dios quiere suplir tus necesidades. ¿Tomarás hoy la decisión de dejar la preocupación para vivir en el propósito que tu Padre celestial tiene para ti?
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