PASTOR TONY HANCOCK
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Historias de fe: Isaac

2/27/2022

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  • ¿Te han dicho algo que te costó creer? ¿Te han sucedido cosas que jamás hubieras esperado? Puedo decir que Dios a mí me ha sorprendido muchas veces. Me ha llevado a lugares que jamás pensé conocer, lugares que jamás soñé con visitar. Ha contestado mis oraciones de maneras que yo jamás esperaba. Me ha permitido ver cambios en las personas que parecían ser imposibles.
  • Muchas veces nos cuesta creer que Dios va a obrar, pero él es el Dios de lo imposible. La semana pasada hablamos de Abraham, el primer patriarca de nuestra fe. Hoy vamos a hablar del segundo patriarca, su hijo Isaac. El nacimiento de Isaac parecía ser imposible. De hecho, cuando Dios le dijo a su madre que él iba a nacer, le pareció risible. Ella literalmente se rio cuando lo oyó.
  • Así fue como sucedió. Dios visitó a Abraham tomando la forma de un hombre, acompañado de dos ángeles. Abraham estaba sentado a la entrada de su carpa cuando ellos llegaron. Rápidamente le pidió a Sara que les hiciera algo de comer, y mandó a un sirviente que les preparara carne. Cuando todo estaba listo, Abraham se quedó de pie mientras comían bajo la sombra de un enorme encino.
  • Sara estaba adentro de la carpa mientras los hombres comían afuera. De repente, Dios le dijo a Abraham que, dentro de un año, su esposa Sara tendría un hijo. Escondida entre las sombras a la entrada de la carpa, Sara lo escuchó. Cuando oyó esto, no podía hacer más que reírse. Una mujer anciana como ella, de casi 90 años de edad, ¿cuándo iba a tener un hijo?
  • Dios sabía cómo había reaccionado Sara. Le dijo a Abraham: —¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que podrá tener un hijo en su vejez? 14 ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo.
  • 15 Sara, por su parte, tuvo miedo y mintió al decirle: —Yo no me estaba riendo. Pero el Señor le replicó: —Sí te reíste. (Génesis 18:13-15 NVI) A veces, la fe nos da risa. Lo que Dios nos promete parece ser imposible. Nos da pena reconocerlo, así como le dio pena a Sara reconocer que se había reído. Pero es una realidad. Frente a las circunstancias de la vida, la fe en Dios puede parecer risible.
  • ¿Se podrá salvar esa persona por quien llevo años orando? ¡Parece imposible! ¿Puede Dios sanar a mi familia? ¡Me cuesta creerlo! ¿Puede Dios librarme de esta situación que estoy atravesando? ¡Ya pasó mucho tiempo! Cansados de esperar, una risa sarcástica parece ser la mejor reacción.
  • La fe esa una decisión. Es la decisión de confiar, aunque nos riamos de lo que Dios promete. Es la decisión de confiar, aunque parezca imposible que se cumpla lo que Dios nos ha prometido. ¿En qué debemos confiar? En lo que Dios nos ha dicho.
  • No es muy probable que Dios llegue a tu casa en la forma de un hombre, como lo hizo con Abraham. Si leemos su Palabra, nos damos cuenta de que esto no sucedió con mucha frecuencia. Fue algo apropiado para ese momento de la historia, cuando Dios hablaba de maneras diferentes.
  • Nosotros ahora tenemos la Biblia, algo que Abraham no tenía. Dios nos habla a través de su Palabra. Algunas de las cosas que Dios nos dice en su Palabra parecen tan difíciles de creer como lo fue su mensaje a Abraham. Podemos leerlas y decir, ¿de veras va Dios a hacer eso? ¡Parece increíble!
  • Pero Dios es fiel a su Palabra. Dios también nos puede hablar en sueños, como lo ha hecho con muchas personas. Y Dios nos habla cuando estamos en silencio ante él, en la intimidad de la oración. Debemos tener cuidado, por supuesto, de no confundir nuestros propios deseos o nuestra propia voz interna con la voz de Dios. Pero hay momentos en los que Dios nos habla, y podemos confiar.
  • Recuerdo un momento en el que me encontraba preocupado acerca de las finanzas. Mientras revisaba mis cuentas y oraba al Señor, sentí que él me decía una frase: El dinero estará allí cuando tú lo necesites. Esto sucedió hace tiempo, pero aún recuerdo esas palabras. Hasta ahora, el dinero no me ha fallado. Dios ha sido fiel.
  • Podemos reírnos ante las promesas de Dios, pero si somos sabios, tomaremos la decisión de confiar en lo que él dice. Algo interesante sucedió con la risa de Sara. Leamos la historia en Génesis 21:1-7.
  • Tal como el Señor lo había dicho, se ocupó de Sara y cumplió con la promesa que le había hecho. 2 Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios. 3 Al hijo que Sara le dio, Abraham le puso por nombre Isaac. 4 Cuando su hijo Isaac cumplió ocho días de nacido, Abraham lo circuncidó, tal como Dios se lo había ordenado. 5 Abraham tenía ya cien años cuando nació su hijo Isaac. 6 Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán conmigo. 7 ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Sin embargo, le he dado un hijo en su vejez». (NVI)
  • La risa dudosa de Sara ante la promesa del Señor se convirtió en la risa de celebración cuando nació su hijo. Por eso, le puso como nombre Isaac, que significa, él se ríe. Sara había sido una anciana que se reía sarcásticamente a la entrada de su carpa. Sólo una cosa la transformó en una madre que se reía de alegría ante el nacimiento de su bebé. Fue la fidelidad de Dios. Aunque te rías, Dios es fiel. Aunque dudes, Dios es fiel. Aunque todo parezca imposible, Dios es fiel.
  • Pero observa algo: todo esto sucedió en el tiempo determinado por Dios. No sucedió de acuerdo con la agenda de Abraham y Sara, sino en el tiempo de Dios. Él también cumple sus propósitos en nuestras vidas a su tiempo. A veces nos toca esperar hasta que llegue el tiempo de Dios.
  • ¿Cómo respondemos a la fidelidad de Dios? Su fidelidad nos tiene que llevar a la obediencia. Así fue con Abraham. Cuando vio que Dios fielmente le había cumplido la promesa de darle un hijo, él también fue fiel en circuncidar a Isaac como requería el pacto. Nosotros ya no estamos bajo el mismo pacto, y la circuncisión no es una obligación para el creyente.
  • Pero la obediencia sigue siendo la manera correcta de mostrarle nuestra gratitud a Dios por su fidelidad. Cuando ves que Dios te sostiene en las pruebas, busca la manera de mostrarle tu gratitud con obediencia. Cuando ves que Dios es fiel en proveer para tus necesidades, hónrale con tus diezmos y ofrendas. Si Dios te ha bendecido con hijos, enséñales acerca de él. Léeles la Palabra.
  • Cuando Dios nos hace reír de felicidad, la manera de mostrarle nuestra gratitud es con obediencia. La vida de Isaac, el niño que se ríe, nos enseña esto. Pero también nos enseña algo más. Como sucede con tantas otras cosas en el Antiguo Testamento, la vida de Isaac sirve para señalar hacia la vida de Jesucristo.
  • Isaac nació en el momento indicado. No nació en el momento humanamente esperado, cuando Abraham y Sara eran jóvenes y fuertes. Tampoco nació en el momento que Sara lo pensó posible. Nació en el tiempo de Dios, en el momento preparado por él.
  • Lo mismo sucedió con Jesús. Observa lo que nos dice Gálatas 4:4-5: Pero, cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos. Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos. (TLA)
  • Durante siglos, el mundo esperó la venida de un Salvador. Dios ya había dado su ley al mundo. Todos sabían lo que debían hacer, pero nadie era capaz de cumplir esa ley. Pero Dios ya había prometido que un Niño nacería para traer libertad. Lo había prometido desde el momento en que Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén.
  • Parecía que ese día nunca iba a llegar. Pero finalmente, en el momento preciso que Dios escogió, Jesús nació. Nació de una mujer, porque Dios había prometido que el Salvador que aplastaría la cabeza de la serpiente nacería de la simiente de la mujer.
  • Él hizo lo que nosotros éramos incapaces de hacer. Obedeció perfectamente esa ley perfecta de Dios. Luego, como sacrificio perfecto e inocente, se ofreció a sí mismo para tomar nuestro lugar. Ahora, por la fe en él, somos adoptados por Dios como sus hijos. Isaac fue el hijo de la promesa para Abraham, pero Jesús es el hijo de la promesa para el mundo.
  • Él es la mayor muestra de la fidelidad de Dios a sus promesas, y vino en el momento perfecto. Éste es el momento perfecto para que tú pongas toda tu confianza en él. Parece imposible de creer, pero la Biblia nos lo asegura. Si nos entregamos a Jesús por fe, él nos perdona. Nos recibe. Nos acompaña siempre, y nos ayuda. Nos da un propósito y un lugar en su reino.
  • ¡Parece risible! ¿Por qué nos daría tales cosas Dios a nosotros? En las palabras del comentarista Matthew Henry, Los favores de Dios para su pueblo del pacto son tales que superan sus propios pensamientos y expectativas como también los ajenos: ¿quién podía imaginar que Él hiciera tanto por aquellos que merecen tan poco, más aun, para aquellos que merecen recibir el mal? ¿Quién hubiera dicho que Dios enviaría a su Hijo a morir por nosotros, su Espíritu para hacernos santos, sus ángeles para servirnos? ¿Quién hubiera dicho que pecados tan grandes serían perdonados, que servicios tan mezquinos serían aceptados y que gusanos tan indignos serían integrados en el pacto?
  • Pero cuando lo creemos, cuando por fe reconocemos que es verdad, llega la risa de la alegría que sólo Dios nos puede dar. Dios es fiel. Aunque fallemos, él sigue siendo fiel. Encomiéndate a él. Confía en lo que Jesús hizo por ti en la cruz, y vive con la alegría que sólo Dios te puede dar.
 
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