PASTOR TONY HANCOCK
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Los primeros en oír el evangelio

12/27/2020

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  • ¿Quién va primero? Cuando jugamos de niños, siempre lo tenemos que decidir. Quizás lo hagamos con roca, papel y tijeras. Cuando somos mayores, los métodos cambian. Por ejemplo, en algunos parques de diversión, se puede pagar para tener el privilegio de brincar la fila. Quienes han comprado su pase especial van primero, mientras la gente común y corriente tiene que esperar.
  • En estas semanas hemos visto las fotos de los primeros en recibir la vacuna contra el coronavirus. ¿Quiénes son? Generalmente los políticos y los famosos. Están al frente de la fila. ¿A quiénes puso Dios al frente de la fila para recibir las buenas noticias del nacimiento de su Hijo?
  • ¡Aquí las cosas cambian! Jesús vino para salvar a toda clase de gente, tanto pobres como ricos. Pero cuando Dios escogió a los que recibirían primero la noticia, puso al revés el orden normal. En el mundo, los ricos van primero y los pobres después. Cuando nació Jesús, en cambio, los pobres recibieron la noticia primero. Sólo después llegaron los ricos, los sabios del oriente.
  • Vamos a leer la historia en Lucas 2, comenzando con los versículos 8 y 9. En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.
  • En la cultura de aquel tiempo, los pastores eran vistos como sucios e incultos, hasta deshonestos. Si veías pastores cuidando sus ovejas cerca de tu casa, corrías a guardar todo lo de valor bajo candado. Los pastores trabajaban, pero no tenían educación ni posición social. Sin embargo, fue precisamente a estos pastores que Dios se manifestó para darles la noticia del nacimiento de Jesús.
  • Mientras cuidaban sus ovejas en la noche oscura y tranquila, oyendo solamente a los grillos y los suaves balidos de las ovejas, de repente vieron a un ángel. Los rodeó una fuerte luz. La luz que vieron no fue simplemente un spot, un foco fuerte para capturar la atención. Fue la gloria de Dios.
  • La gloria de Dios es la manifestación de su presencia. Sabemos que Dios está presente en todas partes, pero cuando él decide manifestarse, lo hace con su gloria. Casi seiscientos años antes, la gloria de Dios se había alejado del templo en Jerusalén debido a la constante desobediencia del pueblo. No se había vuelto a manifestar hasta este momento.
  • ¿A quiénes se manifiesta? ¿A los ricos? ¿A los líderes de la religión? ¿Al rey? No, más bien se manifiesta a unos humildes pastores. Ellos fueron los primeros en recibir la noticia de que Jesús había nacido. Esto significa dos cosas para nosotros. En primer lugar, significa que Dios te recibe sin importar la manera en que el mundo te cataloga.
  • Puede ser que te sientas menos que otros a causa de tu raza, tu estatus legal, tu nivel de educación o tu origen familiar. Dios mira más allá de todas esas cosas y ve en ti a un hijo, una hija amada. Te habla con palabras de amor para que te acerques a él y dejes que él te levante. ¿Sabes a quiénes desprecia Dios? A los orgullosos y fanfarrones. En cambio, él está cerca de los humildes.
  • La segunda cosa que significa para nosotros es que tenemos que imitar la actitud de Dios. El apóstol Pablo nos dice en Romanos 12:16, No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben. Jesús también nos puso una comparación. Imagina que te invitan a un banquete. No busques el mejor asiento junto al invitado de honor, dice Jesús.
  • Puede llegar alguien más importante que tú, y tendrás que pasar la vergüenza de que te cambien de asiento. Mejor ocupa el último lugar, y entonces vendrán a pasarte a un mejor lugar. Dios da preferencia a los humildes. Si somos sus hijos, aprenderemos a hacer lo mismo.
  • Los pastores fueron los primeros oyentes de esta gran noticia. Pero ¿cuál fue la noticia que recibieron? Sigamos leyendo Lucas 2, en los versículos 10-14.
  • Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
  • Como siempre sucede en la Biblia, las primeras palabras del ángel son No tengan miedo. Los ángeles son seres poderosos e imponentes, pero están al servicio de Dios. Si nosotros le servimos a él también, no tenemos porque tenerles miedo. Estamos en el mismo bando.
  • Después de tranquilizar a los pastores, el ángel les dice algo que literalmente traducido sería, Yo los evangelizo. ¿Qué es evangelizar? Es llevar buenas noticias. Nuestra traducción al español no está mal, pero esconde el hecho de que estos humildes pastores fueron los primeros en escuchar el evangelio. Este ángel vino del cielo para evangelizar a los pastores.
  • El evangelio, la buena noticia, que les compartió tenía que ver con el nacimiento de un bebé en la ciudad de David, es decir, Belén. Este bebé se identifica con tres títulos. Primeramente, es el Salvador. Parece incongruente llamar Salvador a un bebé, porque el bebé necesita cuidado. ¡Es incapaz de salvar a nadie!
  • Pero precisamente para esto había nacido, para dar su vida en la cruz para rescatarnos. Estas palabras del ángel nos llevan desde el pesebre hasta la cruz. Jesús es el Salvador que todos necesitamos, porque somos pecadores viviendo sin sentido y condenados a la muerte eterna. Él vino para rescatarnos de esa condenación a la muerte y darnos vida abundante. Él llega a ser el Salvador de todos los que se entregan a él.
  • El segundo título del bebé es Cristo. Las palabras Cristo y Mesías significan exactamente lo mismo. Su significado es ungido, y viene de la práctica del Antiguo Testamento de ungir a ciertas personas para servir al Señor. El ungimiento se hacía derramando aceite sobre la cabeza de la persona. Esto representaba la venida del Espíritu Santo para capacitarlo.
  • Había tres clases de personas que se ungían en el Antiguo Testamento. Se ungía a los reyes, a los sacerdotes, y en algunos casos, a los profetas. Lo que representaba la unción de manera anticipatoria en el Antiguo Testamento ahora se ha cumplido en Jesús. Él es nuestro Rey, nuestro Sacerdote, y nuestro Profeta perfecto. Él nos declara las palabras perfectas de Dios.
  • Sobre Jesús como hombre está la plena unción de Dios para reinar sobre su pueblo, representarnos delante de Dios y relatarnos las palabras mismas de Dios. Nadie más lo puede hacer como él lo hizo. En él se cumplen todas las expectativas del Antiguo Testamento.
  • El tercer título del bebé es Señor. Los judíos usaban la palabra Señor para representar el nombre de Dios, Jehová. Por respeto, no lo pronunciaban. En su lugar decían kurios, Señor. El ángel anuncia que el bebé que ha nacido no es solamente un gran líder humano, sino que también es Dios el Señor.
  • En estos tres títulos tenemos el resumen del evangelio. Dios, el Señor, ha venido para salvar a su pueblo. Él es el Rey perfecto que necesitamos, el Sacerdote sin igual que se sacrificó a sí mismo en nuestro lugar y el Profeta que pronuncia perfectamente la voluntad de Dios. Si tal personaje ha venido al mundo, ¿no merece él toda nuestra lealtad? ¿No merece nuestra obediencia? Es la única reacción lógica.
  • Vamos a ver cómo respondieron los pastores cuando recibieron la noticia. Leamos los versos 15 al 20 de Lucas 2.
  • Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer». 16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. 17 Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, 18 y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. 20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.
  • Los pastores no perdieron tiempo. Fueron de prisa a ver a Jesús. Encontraron a María, a José y al niño, que estaba acostado en el pesebre, tal como el ángel les había dicho. Entonces se pusieron a contar todo lo que habían experimentado. Hablaron de los ángeles, del anuncio del nacimiento de Jesús y cómo todo se había cumplido.
  • Lucas nos dice que todos los que lo oyeron se asombraron. Como vimos la semana pasada, Jesús probablemente nació en la casa de uno de sus parientes. Como había varias familias hospedadas allí, había mucha gente que escucharía su historia. Los oyentes del anuncio de los ángeles ahora se habían convertido en anunciadores.
  • ¿Qué había cambiado? Tuvieron un encuentro con Jesús. Se encontraron cara a cara con el Salvador, el Cristo, el Señor. Esto los entusiasmó tanto que tuvieron que contar a todos los que había lo que les había sucedido. La pregunta para nosotros es ésta: ¿Somos como ellos?
  • Su alegría por haber conocido visto la obra de Dios en Jesús fue desbordante. Ellos no contaron la historia por obligación. No dijeron: Bueno, supongo que deberíamos contarles acerca de los ángeles y lo que nos dijeron. Estaban tan entusiasmados que no podían callar.
  • Si nosotros no les contamos a otros acerca de nuestro Salvador, ¿por qué no? ¿Será que no está obrando en nuestras vidas? ¿Será que no nos ha dado esperanza y gozo? ¿O será que hemos perdido estas cosas de vista, porque nos estamos enfocando en otras cosas? Cuando nos apasionamos por lo que Jesús ha hecho, se hace natural contarles a otros de él.
  • Al final de la historia, los pastores regresan a sus ovejas. Vuelven a donde habían empezado. Son las mismas ovejas, el mismo pastizal, la misma noche – pero algo es diferente. Ellos son diferentes, porque han visto a Jesús. Del mismo modo, si escuchamos el mensaje que Dios nos da a todos, si lo recibimos en nuestro corazón, no podremos ser iguales. Aunque nuestra vida sea la misma, nosotros seremos diferentes. Compartiremos también esa noticia con otros.
  • En esta Navidad, ¿conoces a Jesús? ¿Conoces al que es Salvador, Cristo y Señor? ¿Compartes su mensaje con los que te rodean? Los pastores fueron los primeros en oír el evangelio y en compartirlo. Que no se diga que fueron los últimos también. 
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