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Una iglesia que ora

8/25/2019

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  • ¿Te has dado cuenta alguna vez de la influencia que tienes?  Muchas veces pensamos que nuestras palabras y acciones no tienen ningún efecto sobre los demás.  Sin embargo, Dios a veces nos permite ver cuánto influimos sobre otros.
  • Esto me sucedió algunos años atrás en algo pequeño.  Había restaurante chino al que, sin pensarlo mucho, solía llamar el chino grasoso.  Al rato, me di cuenta de que varias otras personas lo llamaban por el mismo nombre.  Finalmente, me dijo un día alguien: ¿Te das cuenta de la influencia que tienes?  Fulano me preguntó si quería ir a comer al chino grasoso, como si así se llamara.
  • Es algo muy pequeño, pero sirve para ilustrar los cambios que podemos hacer en la vida de otros sin darnos cuenta.  Ahora bien, ¿qué dirías si te contara que puedes tener influencia sobre el destino de naciones?  ¿Piensas que puedes influir en la vida de los poderosos de este mundo?  Seguramente crees que no tienes esa clase de palanca, ¿verdad?
  • Sin embargo, la noticia sorprendente que encontramos en la Biblia es que Dios nos permite tener influencia sobre el curso de naciones.  Podemos tener una influencia que va mucho más allá de nuestro círculo de parientes y amistades.  Podemos influir en el destino de pueblos enteros.
  • ¿Cómo sucede esto?  Sucede mediante la oración.  De hecho, como veremos en un momento, la oración es la primera tarea de la iglesia.  Dios nos llama a hacer muchas cosas, pero primero nos llama a orar.  Alguien comentó una vez que podemos hacer muchas cosas después de orar, pero no podemos hacer nada antes de orar.
  • ¿Por qué, entonces, pasamos tan poco tiempo en oración?  La vida es muy ocupada, hay muchas cosas que compiten por nuestra atención y la oración parece un lujo.  Pero quizás al fondo de nuestro corazón está la idea de que la oración realmente no logra nada.  Si creemos que la oración es poderosa, encontraremos tiempo personal y como iglesia para pasar en oración.
  • Estamos leyendo la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo, el joven pastor que había dejado a cargo de la iglesia en Éfeso.  Hemos visto que la iglesia se fundamenta sobre la verdad de Dios, que la iglesia es una comunidad de gracia, que Dios da líderes a la iglesia y que le da disciplina.
  • Ahora comenzamos a ver más detalles sobre la vida de la iglesia.  ¿A qué debe dedicarse la iglesia?  Vamos a leer 1 Timoteo 2:1-4 para ver la primera cosa que debe estar haciendo la iglesia.
Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, 2 especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. 3 Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, 4 pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. (NVI)
  • En el capítulo 2, los versos 1 al 8 forman una sección.  Para poder dar a estos versículos la atención que se merecen, vamos a dividir la sección en dos.  Trataremos los versos 1 al 4 esta semana, y los versos 5 al 8 la próxima semana, Dios mediante.
  • Ahora bien, ¿qué nos está llamando Dios a hacer?  Él nos dice que la oración es la primera tarea de la iglesia.  Ante todo, dice el verso 1, debemos hacer oraciones.  Primero tenemos que orar.  Es nuestra máxima prioridad.  Debemos hacer plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias.
  • No sólo debemos orar como prioridad, sino que debemos orar con frecuencia.  No es que hagamos una plegaria, y ya.  No oramos una vez, y ya cumplimos.  No es una plegaria, sino muchas plegarias; no es una oración, sino que son muchas oraciones.  La oración tiene que marcar el ritmo de la vida.
  • ¿Por quiénes debemos orar?  Primero nos dice Dios que debemos orar por todos, y luego nos da un ejemplo concreto del poder de la oración.  ¿Qué significa orar por todos?  ¿Significa decir: Dios, bendice a todo el mundo, y ya?  Más bien, se refiere a orar por toda clase de personas.
  • En otras palabras, debemos orar por la gente que conocemos y por los que no conocemos; por los que son poderosos, y los que no lo son; por los que conocen a Cristo, y los que aún no lo conocen.  No hay límites sobre el alcance de la oración.  Para muestra, nos dice Pablo, oremos por los poderosos – los gobernantes, los reyes, los que están en autoridad.
  • De una manera misteriosa, por medio de la oración, Dios nos permite tener influencia sobre el curso de las naciones.  Si él nos llama a orar por los gobernantes, es porque nuestras oraciones tienen un efecto sobre ellos.  ¿Cómo funciona esto?  No lo sé.  Sólo podemos decir que Dios, el soberano de todo, comparte con sus hijos el privilegio de dirigir el destino de las naciones.
  • Ahora bien, ¿qué debemos pedir por los gobernantes?  Debemos orar por ellos para que gobiernen de tal modo que podamos vivir una vida piadosa y digna.  El propósito de nuestra oración es que la situación social contribuya a la extensión del evangelio, y que podamos vivir de manera ejemplar.
  • No es orar para que nuestro partido gane.  Es orar para que el gobierno nos permita vivir de una manera que le agrada a Dios.  Pensemos ahora en un ejemplo concreto.  En este país enfrentamos una crisis inmigratoria.  Debemos estar orando sobre esto, pero ¿cómo serán nuestras oraciones? 
  • Algunos quizás oren en contra de las personas que creen culpables de la situación actual.  Otros oran para que su situación en particular se resuelva.  Sospecho que hay muchos que oran por esta situación, simplemente porque quieren tener la libertad de vivir el sueño americano.  Oran para que se arregle la crisis inmigratoria para que puedan ganar más dinero y tener más posesiones.
  • Si Dios contestara sus oraciones, ¿se acercarían más a él?  ¿Aprovecharían la oportunidad para asistir más fielmente a la iglesia, para servir a Dios en más ministerios y para visitar a más gente?  ¿O más bien saldrían con más frecuencia de vacaciones, disfrutando su nueva libertad?
  • Yo me uno en la oración para que se arregle la situación inmigratoria.  Pero tenemos que ver para qué estamos orando.  ¿Oramos para poder servir mejor a Dios?  ¿O estamos orando simplemente por nuestra propia comodidad?  Dios nos enseña a orar por los gobernantes, con el fin de que su reino se extienda.
  • Puedo testificar que esto funciona, porque lo he visto en la vida de mi país.  Durante los años 80 y 90 el Perú sufrió una crisis debido al terrorismo.  Miles de personas perdieron la vida, y el avance económico se detuvo.  En 1989 se lanzó un movimiento nacional de oración.  Las iglesias y los creyentes de muchas denominaciones se unieron en oración por su país.
  • Como resultado, en los años siguientes, el movimiento terrorista perdió auge.  El gobierno cambió.  Los creyentes aprovecharon la situación para predicar el evangelio y alcanzar nuevas áreas del país.  Como resultado, el movimiento evangélico se ha multiplicado enormemente.  Por supuesto, el país sigue enfrentando luchas.  Las cosas no serán perfectas hasta que Jesús regrese.
  • Pero hubo un cambio en el país, producto de la oración; y esto llevó a un avivamiento y crecimiento espiritual.  Así es que debemos orar nosotros.  ¿Oraremos sólo por lo que nos conviene?  ¿U oraremos para que los gobernantes rijan la sociedad de tal modo que podamos vivir vidas ejemplares y compartir libremente el evangelio?  Oremos por los gobernantes para que podamos cumplir nuestra misión como creyentes.
  • Además de orar por los gobernantes, Dios también nos llama a orar para que los perdidos sean salvos.  A Dios le agrada que oremos, porque él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.  Esto no significa que todos serán salvos; muchos rechazan la salvación.  Pero el deseo de Dios es que todos alcancen la salvación.
  • ¿Compartes el deseo de Dios?  ¿Quieres que todos sean salvos?  Si amamos a Dios y lo conocemos, debemos compartir su corazón de amor hacia el mundo.  Debemos unirnos a él en su misión de salvación – y eso comienza con la oración.
  • La salvación consiste en conocer la verdad.  La verdad, por supuesto, es Jesús.  Él mismo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida.  Nadie viene al Padre sino por mí.  (Juan 14:6)  Recibir la salvación significa conocer a Jesús.  Significa entrar por fe en una relación con él, una relación de confianza y de obediencia.  De este modo, llegamos a ser salvos del juicio y de las consecuencias de nuestro pecado.
  • Si hemos recibido esa salvación, nuestro anhelo debe ser que otros también la conozcan.  Ese es el anhelo del corazón de Dios.  Él desea que todos lo conozcan.  Si compartimos ese anhelo, comenzaremos a orar.  Tengo que decir que una de las alegrías más grandes es ver a alguien por quien has orado venir a los pies de Cristo.  He tenido esa experiencia varias veces, y nunca deja de traer alegría al corazón.
  • ¿Por quién te está llamando Dios a orar?  ¿Quién es esa persona que él ha puesto en tu corazón y que necesita a Cristo?  ¿Por quién te toca orar a ti?  Nuestras oraciones pueden tener gran poder, pero sólo si buscamos la voluntad de Dios y no la nuestra.
  • Dios nos está llamando a orar por toda clase de personas.  Podemos comenzar con estos dos: los que están en autoridad, y los que necesitan a Cristo.  Sólo queda la pregunta: ¿lo haremos?  ¿Nos uniremos a la misión de Dios?  Él nos llama a ser una iglesia que ora.  Sólo así veremos que su mano se mueve.
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