PASTOR TONY HANCOCK
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Jesús te llama a ser discípulo

4/28/2019

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  • ¿A cuál líder no le gustaría tener un gran número de seguidores?  El presidente actual armó un pequeño escándalo sobre el número de asistentes a su inauguración cuando insistió en que habían sido más de lo que mostraban las fotografías.  Los autores se destacan por el número de libros que han vendido.  Los artistas publican el número de descargas de sus canciones para medir su popularidad.
  • Lo mismo se da en la iglesia.  Muchos buscan una iglesia grande, suponiendo que el tamaño de la iglesia es una medida de la bendición de Dios y de la calidad de su liderazgo.  Hasta cierto punto, esto no está mal.  En el libro de Hechos, Lucas nos relata que tres mil personas se convirtieron el día de Pentecostés.  Los números le importan a Dios, porque los números representan personas.
  • Sin embargo, llegamos a un momento en el ministerio de Jesús en el que grandes multitudes de personas lo seguían.  ¡Qué triunfo para un líder!  Había llegado al apogeo de su influencia y popularidad.  En ese momento, ¿sabes lo que hizo Jesús?  Hizo algo muy sorprendente para un líder.  Trató de desanimar a quienes lo seguían.  ¡Buscó tener menos seguidores!
  • Esta acción sorprendente de Jesús nos llama a nosotros a tomar una decisión.  Abramos la Biblia en Lucas 14:25-35.
Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: 26 «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
28 »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29 Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30 y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir”.
31 »O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32 Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.
34 »La sal es buena, pero, si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35 No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.
»El que tenga oídos para oír, que oiga». (NVI)
  • Quiero que te imagines la escena.  Jesús viaja hacia Jerusalén, hacia la muerte en la cruz que le espera.  Junto a él caminan grandes cantidades de personas.  Sus pies levantan nubes de polvo.  El aire tranquilo lleva lejos las palabras de Jesús.  Los que están más alejados de él luchan por conseguir un mejor lugar para ver qué milagro hará Jesús, o cuál enseñanza novedosa presentará.
  • Muchos de los que están allí lo acompañan físicamente, pero no espiritualmente.  No comparten sus metas ni comprenden su misión.  Si seguir a Cristo se vuelve doloroso o complicado, le darán la espalda.  Por eso, Jesús los llama a dejar de ser seguidores y convertirse en discípulos.
  • Ser discípulo requiere un compromiso total.  Jesús dice que el discípulo debe amarle a él por encima de todo lo demás.  En el griego y en algunas traducciones, dice: Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre…
  • Este odio no es absoluto, sino relativo.  En otras palabras, a comparación con el amor que le tenemos a Jesús, el amor a nuestros familiares – y aun a nosotros mismos – debe parecer odio.  Ser discípulo de Jesús significa darle prioridad a él sobre todas nuestras relaciones.
  • Significa que, si tenemos que escoger entre Jesús y alguien más, escogeremos a Jesús.  ¿Qué tal si esa muchacha tan linda nos dice: Me caso contigo, pero tienes que dejar tu religión?  ¿Con quién nos quedamos?  ¿O qué tal si nuestros padres nos dicen: Nunca dejaré mi herencia a un evangélico?  ¿A quién le damos prioridad?  Es en tales decisiones que se muestra el amor.
  • Mi pregunto si Jesús todavía tiene muchos seguidores y pocos discípulos.  ¿Cuántos se llaman cristianos, pero no le dan prioridad a Cristo en su vida diaria?  ¿Cuántos se han unido a él en bautismo, pero no se han unido a su misión?  ¿Cuántos lo confiesan con sus labios, pero lo niegan con su vida?  Frente a esto, Jesús nos llama a dejar de ser seguidores y a convertirnos en discípulos.
  • Ahora bien, ¿cómo lo podemos hacer?  Pongámonos en el lugar de dos hombres.  El primero es el dueño de una propiedad, y quiere construir en ella una torre.  ¡Qué emoción, tener una torre sobre su propiedad!  Sería la envidia de todos sus vecinos.  Pero si ese hombre se deja llevar por el entusiasmo, y no se sienta primero a calcular el costo de construir la torre, la envidia de sus vecinos se convertirá en risa.  Su torre sin acabar no le servirá de nada, y todos se reirán de él.
  • El segundo hombre es un rey.  Está a punto de salir a pelear contra otro rey.  Sin embargo, sólo tiene diez mil hombres en su ejército, cuando el otro rey tiene veinte mil.  ¿Realmente podrá ganar la batalla con un ejército tan pequeño?  Si se deja llevar por el entusiasmo, y no se pone a calcular el precio, terminará derrotado.  Podría perder a su ejército, su trono – incluso su propia vida.
  • Por lo tanto, le conviene sentarse primero a calcular sus posibilidades de ganar con tan pocos soldados.  Si no tiene la ventaja, es mejor mandar representantes al otro rey para pedir un acuerdo de paz.  Aunque tenga que darle algún regalo, es preferible a perderlo todo por una decisión malpensada.
  • Ser discípulo de Jesús no es una simple idea bonita.  No es una inspiración o un lema de autosuperación.  Es algo práctico que te costará.  Es algo que se vive.  Por lo tanto, debemos considerar el costo de seguir a Jesús.  Debemos calcular lo que nos puede costar.
  • Puede costarnos el respeto y el amor de algunas personas.  Muchos creyentes a lo largo de los siglos han sido rechazados por sus familiares a causa de su fe en Jesús.  Otros han perdido oportunidades de trabajo o de avance social.  En China, algunos puestos elevados están reservados para los miembros del partido comunista.  Por no negar su fe, algunos creyentes han sacrificado el avance profesional.
  • Para que no te quedes corto, piensa en el costo de seguir a Jesús.  ¿Estás dispuesto a pagar el precio?  Para algunos, el precio más difícil de pagar es el sacrificio de sus bienes.  Jesús dice: Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.  Si tus posesiones te poseen a ti, no podrás ser un buen discípulo.  Si sigues a Jesús sólo porque piensas que él te hará rico, terminarás decepcionado.
  • Quizá no tengamos que dejar nuestra casa, nuestra cuenta bancaria u otros bienes para seguir a Jesús, como muchos de sus discípulos lo tuvieron que hacer.  Pero es imposible aferrarnos a estas cosas, si queremos ser sus discípulos.  ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús si te llegara a costar tu casa?  ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús si te llegara a costar tu carro?
  • Digamos que algún día el gobierno declarara que los cristianos ya no pueden poseer inmuebles.  A cuál renunciarías: ¿a tu fe, o a tu casa?  Esperemos que eso nunca suceda.  Sin embargo, Jesús nos llama a contar el costo ahora, a pensar en lo que puede suceder.  Tenemos que renunciar a nuestros bienes y reconocer que son de Dios.
  • ¿Valdrá la pena hacer todo esto?  ¿Qué recibimos a cambio?  No debemos pensar que le estamos pagando algo a Dios a cambio de su amor, o de nuestra salvación.  Más bien, ser discípulo es la condición de estar cerca de Jesús.  Donde está Jesús hay vida, hay amor, hay perdón, hay esperanza, hay seguridad y salvación.  Lejos de Jesús sólo hay muerte y destrucción.  ¿Quieres estar cerca de Jesús?  Tienes que ser discípulo.
  • Hay otra razón para ser discípulo, otro por qué.  Jesús nos dice que la falta de compromiso nos vuelve inútiles.  La calidad de la sal que la hace útil es que es salina.  Si la sal deja de ser salina, si se vuelva insípida, ¿para qué sirve?  Sólo sirve para tirarse.  Del mismo modo, la cualidad del discípulo que lo hace útil es el discipulado.  Si deja de ser obediente, se vuelve inútil.
  • Aunque esté en el salero, si la sal no está salada, se tira.  Si nos llamamos cristianos, pero no tenemos compromiso, somos inútiles.  Jesús indica aquí que el que se llama seguidor suyo, pero no es un verdadero discípulo, será desechado.
  • Martín Lutero comentó que una religión que no da nada, que no cuesta nada y que no sufre nada, no vale nada.  ¿Qué precio estás dispuesto a pagar por conocer a Jesús?  Te costará todo, pero te dará mucho más.
  • Quizás hoy te encuentres aquí habiéndote ya comprometido con Cristo.  Lo has reconocido como tu Señor y Salvador, y te has bautizado para declarar tu fe.  ¿Has contado el costo?  ¿Estás dispuesto a pagar el precio que sea necesario para seguir a Jesús?  ¿Te has entregado por completo a él?  No comiences algo que no podrás acabar.  Considera cuánto te costará, y decídete ya a pagar el precio.
  • Puede ser que estés aquí, y nunca te hayas comprometido con el Señor.  No quiero engañarte.  Ser cristiano no es cosa fácil.  Hay un precio que se tiene que pagar.  Pero Jesús ya hizo lo más difícil.  Él murió en la cruz por ti para que pudieras ser perdonado.  Él resucitó y regresó al cielo, de donde vendrá un día para llevar a sus discípulos a estar para siempre con él.
  • Si has estado considerando el precio de seguir a Cristo, has hecho bien.  Pero no te quedes pensando.  Toma la decisión de comprometerte con Jesús.  Reconócelo como tu Señor y Salvador.  Recibirás su perdón, y él estará contigo en todo momento.  Ven hoy a él.
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