PASTOR TONY HANCOCK
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Descansa en mí

12/31/2018

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  • En estos días festivos muchos han salido de vacaciones, o por lo menos, han descansado del trabajo.  Sin embargo, en los distintos hogares que he visitado últimamente, he notado una cosa en común.  Todo el mundo parece estar cansado.  Es una gran ironía, ¿no?  Se supone que estamos descansando, pero en realidad, estamos más ocupados que nunca con los preparativos y festejos.
  • Por eso, quiero hablarte esta mañana acerca del descanso.  Piensa por un momento en esa palabra.  Imagina el lugar más relajante que conozcas.  Quizás sea una playa hermosa, o un lugar fresco en las montañas.  Podría ser una hamaca tendida entre dos árboles.  ¡Qué rico es descansar después de trabajar!  La realidad es que no tenemos que ir a uno de esos lugares para encontrar descanso.
  • El descanso comienza con Dios.  La Biblia nos dice, en Génesis 2:2: Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido.  (NVI)  La primera persona en descansar fue Dios.  Después de terminar su obra de creación, él descansó.  Es más, él sigue descansando.  Su obra está terminada.  Dios no está agitado, preocupado o ansioso.  Dios descansa.
  • Alguien comentó una vez que, si Dios fuera un estudiante escolar, no habría creado el mundo en seis días.  Más bien, habría esperado hasta la noche del sexto día y se habría quedado trabajando toda la noche para entregarlo todo el séptimo día.  Claro, ninguno de ustedes jóvenes haría semejante cosa, ¿verdad?  Felizmente, Dios no es así.  No se apura, y terminado su trabajo, él descansa.
  • Dios siempre ha deseado compartir ese descanso con su pueblo.  Un escritor dijo una vez: A mí me encanta el trabajo.  Puedo observar a otros hacerlo por horas.  Muchos son como él; piensan que la felicidad consiste en tener el dinero suficiente para contratar a una muchacha para limpiar la casa, pagarle a un jardinero para limpiar el jardín y descansar mientras otros hacen todo el trabajo.
  • Pero Dios no es así.  Él no nos creó para hacer todo el trabajo mientras él nos observa de lejos, acostado en un diván con una bebida en la mano.  Más bien, él desea compartir con nosotros su reposo, su descanso.  Cuando estableció su acuerdo con el pueblo de Israel por medio de Moisés, el antiguo pacto, incluyó instrucciones para que su pueblo descansara.
  • De los Diez Mandamientos que encabezaban la ley de los judíos, el cuarto dice así:
Acuérdate del sábado, para consagrarlo. 9 Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, 10 pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. 11 Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.  (Éxodo 20:8-11 NVI)
  • Dios hace una conexión entre su descanso después de la obra de creación y el descanso que él demandaba de su pueblo cada séptimo día.  Cada vez que los israelitas descansaban el sábado, hacían una demostración del recreo de Dios al final de su obra de creación.  Descansaban con Dios.
  • La observancia del sábado se ha convertido en motivo de controversia entre algunos creyentes.  Hay quienes piensan que todavía estamos bajo la obligación de guardar el sábado.  El Nuevo Testamento nos dice muy claramente que ya no estamos bajo esa obligación, porque estamos bajo un nuevo pacto.  Por ejemplo, Pablo rescribe:
Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o sábados. 17 Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la verdadera realidad es Cristo.  (Colosenses 2:16-17 DHH)
  • No es pecado trabajar el sábado o el domingo.  Algunos se encuentran obligados a hacerlo; imagina lo que pasaría, por ejemplo, si todos los policías descansaran un día a la semana.  ¡Sería un caos!  Aunque ya no estamos bajo la obligación de descansar, sin embargo, el principio que Dios estableció con esta ley sigue siendo aplicable.
  • El día de descanso ya no es una obligación, sino una invitación.  Es una invitación a confiar en el Señor y separar tiempo para descansar.  Dios es totalmente capaz de suplir todas las necesidades de tu familia si trabajas seis días a la semana en lugar de siete.  No debes sentirte culpable por descansar; al contrario, Dios te invita a descansar con él.  Separa tiempo en tu semana para descansar y estar con tu familia.  No tienes que estar siempre ocupado.
  • La Biblia nos habla de otro descanso.  Moisés, por medio de quien Dios dio la ley del sábado a su pueblo, tuvo un ayudante que se convirtió en líder del pueblo de Dios después de su muerte.  ¿Alguien sabe cómo se llamaba este líder?  Se llamaba Josué.  Dios lo puso al frente del pueblo para llevarlos a la conquista de la tierra que les había prometido.
  • Cuando Josué terminó la conquista, encontramos estas palabras: Y ahora que el Señor su Dios ha cumplido lo que prometió y les ha dado descanso a sus hermanos, regresen ustedes a sus hogares y a sus tierras que Moisés, siervo del Señor, les entregó al lado oriental del río Jordán.  (Josué 22:4 NVI)
  • Aquí Josué les está hablando a las dos tribus que habían recibido territorio al otro lado del río Jordán, pero que habían ayudado a sus hermanos israelitas a terminar la conquista del resto de la tierra.  Observa cómo describe Josué lo que había pasado.  Dice que el Señor les había dado descanso.  Al entrar a la tierra y tomar posesión de ella, ahora podían descansar.
  • Pero este descanso no duró.  Josué apenas había fallecido cuando el pueblo se alejó de Dios, comenzó a adorar a los ídolos y perdió el descanso.  En castigo por su desobediencia, Dios permitió que otros pueblos los conquistaran y dominaran.  Comenzó el periodo de los jueces, un tiempo de caos y descontrol.
  • Hay momentos de paz y descanso en nuestras vidas que son como la bendición que Dios le dio a su pueblo por medio de Josué.  Habrá momentos cuando todo está bien, cuando hemos logrado algo bueno y nos sentimos en paz.  Debemos entender que estos momentos nunca durarán, al menos en esta vida.  Debemos disfrutarlos, pero no vamos a vivir para siempre en esos momentos.
  • Sin embargo, hay un descanso que sí es duradero.  Jesús nos vino a dar este descanso.  Él se levantó en una de las fiestas de los judíos y proclamó esto:
Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. 29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.  (Mateo 11:28-29 NVI)
  • Jesús viene para darnos verdadero descanso – descanso para el alma.  El descanso que tuvo el pueblo de Israel bajo Josué fue bueno, pero nunca pudo durar.  Fue un descanso que su propio pecado pronto les quitaría.  Pero el descanso que Jesús nos ofrece es diferente.  Es un descanso verdadero y duradero, porque es un descanso del alma.
  • Jesús nos ofrece el descanso del perdón.  En lugar de tener que vivir ansiosos por nuestros pecados, podemos recibir la libertad del perdón.  Él nos retira esa pesada carga de culpabilidad y vergüenza.  Nos deja libres.  Si nos arrepentimos y nos acercamos a él por fe, encontraremos ese descanso.
  • Él también nos ofrece el descanso de la despreocupación.  Él promete cuidarte.  Te dice que, si lo buscas, todo lo que necesitas te será provisto.  Él está siempre a tu lado.  Te dice que puede suplir todas tus necesidades de sus riquezas en gloria.  Te promete que nunca te dejará y jamás te abandonará.
  • Déjame decirte algo insólito acerca del descanso de Dios: Dios trabaja y descansa al mismo tiempo.  ¡Qué extraño!  Ya hemos leído que Dios descansó de toda su obra de creación, pero Jesús también comentó en cierta ocasión: —Mi Padre aún hoy está trabajando, y yo también trabajo.  (Juan 5:17 NVI)
  • ¿Cómo puede uno estar descansando y trabajando al mismo tiempo?  ¡Dios lo hace!  Y él también nos ofrece a nosotros la oportunidad de hacerlo.  Tú y yo podemos estar descansados a la vez que estamos trabajando.  ¿Cómo es posible esto?  Es posible, porque el descanso que Jesús nos ofrece es descanso del alma.
  • Nosotros creemos que seremos felices si podemos descansar el cuerpo.  Si pudiéramos simplemente dejar de trabajar y acostarnos en una hamaca debajo de algunas palmeras en una playa soleada, seríamos felices – al menos, así nos dicen los anuncios.  Es bueno e importante descansar el cuerpo, pero si el alma no descansa, será en vano.
  • Cuando te encuentras ocupado en el trabajo, Jesús está contigo.  Cuando corres detrás de tus hijos malcriados, Jesús está contigo.  En todo el afán del día, él está contigo.  No sólo está a tu lado; él está en ti, si te has entregado a él.  Sólo tienes que darte cuenta de su presencia.
  • El hermano Lorenzo escribió esto: No me imagino cómo las personas religiosas pudieran vivir satisfechas sin la práctica de la presencia de Dios.  Por mi parte, me mantengo retirado con él en lo profundo del centro de mi alma lo más posible; y mientras esté así con él no temo nada, pero renegar de él en lo más mínimo se vuelve insoportable.
  • Puedes vivir siempre en descanso si aprendes a practicar la presencia de Dios, si aprendes a reconocer siempre la presencia de Jesús en ti.  Así podrás platicar con él a lo largo del día.  Así podrás entregarle constantemente toda preocupación.  Así podrás gozarte siempre al recordar todo lo que él ha hecho por ti, y lo que él hará.
  • Se cuenta la historia de un hombre que caminaba por la orilla de la carretera con un costal de papas en los hombros.  De repente, el chofer de una camioneta se detuvo y le invitó a subirse.  Con gratitud, el hombre se subió a la cama.  Siguieron por el camino, pero después de algunos minutos, el chofer miró al retrovisor y vio que su pasajero todavía llevaba el costal de papas sobre los hombros.
  • Abriendo la ventanilla, le gritó: ¡Ponga el costal sobre la cama y descanse!  El pasajero le respondió: ¡Basta con que me lleve usted a mí!  ¡No puedo pedirle que lleve el costal también!  Hermano, hermana, Jesús te recoge.  Deja que él lleve tu costal también.  Descansa en él, en medio del trabajo, el esfuerzo y el ajetreo.  Él te dice: Descansa en mí.
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