PASTOR TONY HANCOCK
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A esto le falta algo

6/16/2019

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  • En una iglesia había muchos cazadores.  El primer domingo de la caza de venado, siempre faltaban muchos a la iglesia.  Un año, el domingo después de la apertura de la temporada de caza, el pastor se levantó delante de su congregación y les dijo: Sé que muchos de ustedes faltaron la semana pasada.  Toda la congregación se unió en orar por los venados.
  • Cuando algo falta, se nota su ausencia.  Cuando le falta sal a un plato de comida, se nota.  Cuando le falta cal al repello, también se nota.  Cuando le falta gasolina al carro, se nota muy pronto.  ¿Le faltará algo a nuestra fe?  Hay un elemento que es muy fácil de omitir.  Si nos falta este elemento, sin embargo, nuestra fe no funciona.    
  • Quiero que imagines, por un momento, que entrara a este lugar un hombre vestido de una túnica cosida de bolsas, con un cinturón de cuerda.  Desde hace mucho tiempo no ha visto el interior de una peluquería, pues su melena está totalmente descontrolada.  Su barba no es un accesorio de moda, sino simplemente una demostración de la falta de preocupación por su apariencia personal.
  • De repente, pasa al frente del santuario y se detiene junto a la mesa de la cena del Señor.  Con voz de trompeta, comienza a decir: ¡Ustedes toman de esta mesa el pan que representa el cuerpo de Cristo, pero han dividido a Cristo con sus pleitos y chismes!  ¡Beben de esta mesa el vino que representa su sangre, y luego pisotean esa sangre con sus pecados y rebeliones!
  • Después de decir algunas palabras más, el hombre toma la mesa de la cena del Señor y la vuelca, rompiéndola en varios pedazos con un sonido estrepitoso.  Frente a esta escena, ¿qué creen que haríamos?  Seguramente muchos se sentirían ofendidos.  Quizás lo echaríamos de la iglesia.  ¿Cuántos se preguntarían si decía la verdad?
  • Este es el efecto preciso que produjo en su sociedad la llegada de Juan el Bautista.  Él se levantó en medio de la nada con un mensaje tajante y devastador.  Juan mostró lo que faltaba en la fe de muchos de su día, y Dios nos sigue hablando a través de su mensaje.  Leámoslo en Mateo 3:1-12.
En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. 2 Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca». 3 Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías:
«Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparen el camino para el Señor,
    háganle sendas derechas”».
4 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 5 Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. 6 Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.
7 Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? 8 Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. 9 No piensen que podrán alegar: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 »Yo los bautizo a ustedes con agua para que se arrepientan. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 Tiene el aventador en la mano y limpiará su era, recogiendo el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará». (NVI)
  • Una palabra resume el mensaje de Juan: Arrepiéntanse.  El reino de Dios se acerca.  La única manera de estar preparados para entrar en ella es por medio del arrepentimiento.  ¿Qué significa arrepentirse?  El arrepentimiento es un cambio total en la dirección de nuestra vida.  Arrepentirse significa lamentar las maneras en las que le hemos fallado a Dios, y decidirnos a vivir por él y para él.
  • Si has llorado por tu pecado, pero tu vida no ha cambiado, no te has arrepentido.  Si quieres que Dios te bendiga, pero no te quieres someter a su voluntad, no te has arrepentido.  Si crees que Jesús murió en la cruz, pero no has hecho ningún compromiso de seguirlo, no te has arrepentido.  El arrepentimiento trae un cambio radical en la dirección de tu vida.
  • Los judíos esperaban un reino que traería paz y prosperidad, pero pocos veían la necesidad de arrepentirse.  Hoy en día hay muchos que buscan una clase de religión que les traerá prosperidad y felicidad, pero no quieren cambiar nada en su propia vida.  Buscan un dios que se ajustará a sus deseos, en lugar de estar dispuestos a ajustar sus vidas a lo que Dios desea.
  • La persona misma de Juan confronta y desafía nuestro anhelo por tener una fe fácil y lujosa.  Su ropa de pelo de camello era la ropa de los pobres, una tela áspera e incómoda.  Su comida de langostas y miel silvestre era totalmente agreste.  No consumía nada cultivado, ni mucho menos preparado.  ¿Qué diría de nuestra fe, que consiste en sentarnos por un rato en bancas acolchadas dentro de un edificio con aire acondicionado, esperando impacientemente a que se termine el sermón?  Ya sé lo que diría: Arrepiéntanse.
  • El reino de Dios se ha acercado a nosotros.  Sólo podemos entrar en él con verdadero arrepentimiento.  Si llego a la frontera de algún país, y no poseo los documentos necesarios, me negarán la entrada.  De igual modo, al reino de Dios no se puede entrar sin arrepentimiento.
  • Sin embargo, siempre buscamos algún atajo.  En el día de Juan, era lo mismo.  Muchos de los judíos creían que estaban bien con Dios, simplemente porque eran descendientes de Abraham.  Dios había hecho un pacto con Abraham, y como ellos eran sus descendientes, creían que tenían la entrada al reino garantizada.
  • Al ver que los líderes se acercaban a donde él estaba bautizando, Juan les dijo que esto no era suficiente.  Los saduceos y fariseos eran los dos partidos religiosos principales entre el pueblo judío.  Llegaron a Juan para ver lo que estaba haciendo.  Quizás vinieron para observar, o quizás incluso llegaron a bautizarse con el fin de mostrar su santidad.
  • Nadie está más preparado para la venida del reino de Dios que nosotros, decían.  Juan, bautízanos para que todos vean nuestra devoción.  Juan veía detrás de su fachada de religiosidad ostentosa.  Sabía que no tenían ningún arrepentimiento en su corazón.  Por esto, los llama camada de víboras.
  • Se creía que las víboras, al nacer, devoraban a sus propias madres.  Por lo tanto, llamar a un grupo de personas camada de víboras era un insulto devastador.  Pero Juan no estaba personalmente enojado con ellos.  Quería poner al descubierto su hipocresía, para que no engañaran a los demás ni siguieran engañándose a sí mismos.
  • Creían que estaban bien porque eran buenos descendientes de Abraham, pero Juan les dice que Dios es capaz de sacar hijos hasta de las piedras.  Sin arrepentimiento, no eran hijos verdaderos.  Nosotros tampoco podemos confiar en la religiosidad.  Algunos piensan que están bien con Dios porque se han bautizado.  Otros creen que el hecho de crecer en un país cristiano los hace hijos automáticos de Dios.
  • Pero la realidad es que, sin arrepentimiento, no somos hijos de Dios.  El día del juicio se acerca, y en ese día, será terrible para los que no producen frutos que demuestran su arrepentimiento.  Serán como árboles frutales que ya no dan; cortados como leña para el fuego.  No nos preparamos para el día del juicio con religiosidad.  Tampoco nos bastará con decir: Dios es amor, como si con eso pudiéramos escaparnos del juicio.  Sólo el verdadero arrepentimiento nos servirá de preparación.
  • El reino de Dios está cerca – y se ha presentado en Jesús.  Por eso, Juan habló del que venía detrás de él.  Juan era el telonero, pero la estrella es Jesús.  El arrepentimiento es la preparación, pero lo que Jesús trae es algo aun mejor.  A todos los que lo reciben con un corazón arrepentido, Jesús les concede la presencia de su Espíritu.
  • Ante la llegada de Jesús hay sólo dos opciones.  Podemos arrepentirnos y someternos a él.  En ese caso, somos el trigo que él recogerá para llevarla a estar con él.  Si no queremos arrepentirnos, sin embargo, seremos simplemente paja.  ¿Qué le sucede a la paja?  Se quema con fuego que nunca se apagará.
  • Hoy en día no está muy de moda hablar acerca del infierno.  Preferimos hablar de lo positivo, del amor de Dios y el cielo y la bendición.  Pero no podemos ignorar la realidad.  Juan nos habla del destino de los que rechazan a Jesús en términos muy claros.  Jesús también habló, en varias ocasiones, sobre el destino de quienes lo rechazan.
  • ¿Realmente vivimos conscientes de la realidad del infierno?  Algunos han crecido en iglesias donde se habló tanto del infierno que la gente vivía en un temor constante, y esto no es lo que Dios quiere para nosotros.  Pero tampoco podemos ignorar la realidad.  El infierno es un lugar real.  Es el destino de todos los que rechazan a Jesús.
  • Dios no quiere que nadie se pierda.  Fue por eso que Jesús vino al mundo.  Pero si no nos queremos arrepentir, si preferimos al mundo y el pecado, no hay otra opción de salvación.  Sólo Jesús nos puede salvar del infierno.  Es más, sólo Jesús puede salvar a nuestros amigos y familiares.  ¿Les hablamos de Cristo?  ¿Les mostramos el camino a la salvación?
  • Patricio Morley escribió que el problema de la iglesia es que hemos tratado de agregar a nuestra vida a Cristo, sin quitarle el pecado.  Sería como tomar agua de la alcantarilla y querer convertirla en una deliciosa horchata, sin purificarla primero.  Podemos echar la mezcla de la horchata al agua, pero no será bebible si no hemos quitado primero las impurezas.
  • Así hacemos nosotros cuando queremos tener a Jesús en nuestra vida, sin quitar el pecado.  No funcionará.  Tenemos que escuchar la voz de Juan llamándonos al arrepentimiento, porque sólo así podremos oír la voz de Jesús que nos dice: Vengan a mí, todos los que están cansados y agobiados, y yo los haré descansar.
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