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Aprendamos a alabar

1/17/2021

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  • Hoy quiero hablarte acerca del poder de la alabanza. Un ejemplo: los ejércitos de Napoleón se extendían por Europa, conquistando grandes territorios. Un día domingo, los ciudadanos de una pequeña aldea austriaca vieron soldados en las montañas que rodeaban su pueblo. ¿Qué hacer?
  • No tenían suficientes armas para defenderse. Algunos recomendaron que se alzara la bandera blanca en señal de sumisión. Finalmente, el pastor de la iglesia del pueblo les dijo a todos: Hemos dependido de nuestra propia fuerza, y nos ha fallado. Este día celebramos la resurrección del Señor. Hagamos el culto de costumbre, sonando las campanas en celebración, y dejemos que él decida lo que nos pasa.
  • Así lo hicieron. Sonaron alegremente las campanas de la iglesia y se pusieron a alabar a Dios. Cuando salieron del culto, los soldados habían desaparecido. Al escuchar las campanas, pensaron que había llegado otro ejército para defender el pueblo. Doblaron sus carpas y se fueron. ¡Así es el poder de la alabanza!
  • Cada vez que Dios hace algo maravilloso en su pueblo, comienza con un despertar de la alabanza. No resistas el deseo que Dios pone en tu corazón de alabar. La alabanza tiene poder. Debemos ser un pueblo que alaba en todo momento. De hecho, la segunda parte de nuestro lema como iglesia expresa este deseo.
  • Hoy quiero contestar dos preguntas acerca de la alabanza. La primera pregunta es, ¿Qué es la alabanza? La segunda es, ¿Cómo se expresa la alabanza? Si queremos aprender a alabar, tenemos que saber lo que es la alabanza y entender cómo se hace.
  • Podemos decir que la alabanza es declarar de corazón la grandeza de lo que Dios es y lo que Dios hace. La alabanza se expresa con los labios, pero tiene que nacer del corazón. Ofrecemos alabanza en respuesta a lo que Dios es y lo que él ha hecho.
  • Encontramos un ejemplo maravilloso de esto en el canto de alabanza que Moisés y el pueblo de Israel elevaron al Señor después de cruzar el mar Rojo. La célula familiar de esta semana se trata de este cántico. Ahora sólo vamos a leer los primeros dos versículos. Se encuentran en Éxodo 15:1-2.
  • Entonces Moisés y los israelitas entonaron un cántico en honor del Señor, que la letra decía: Cantaré al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes. El Señor es mi fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré. (NVI)
  • En estos versículos encontramos todos los elementos básicos de la alabanza. Moisés y los israelitas cantaron al Señor, y su canto nació del corazón. ¿Crees que cantaron sin ganas, mirando de un lado al otro, queriendo terminar lo más pronto posible? ¡Claro que no! Estaban entusiasmados por lo que Dios acababa de hacer. Habían cruzado el mar en tierra seca, se habían escapado de sus enemigos y los habían visto ahogados en las aguas. ¡Dios los había liberado!
  • Su canto se enfoca en dos cosas: lo que Dios ha hecho, y lo que Dios es. Declaran el triunfo de Dios al arrojar los carros del faraón al agua. Declaran que el Señor es nuestra salvación, nuestra fuerza, nuestro cántico, nuestro Dios y el Dios de nuestros padres. Alaban a Dios por sus grandes obras, y alaban a Dios por su grandeza.
  • Nosotros también tenemos buena razón para alabar a Dios. En la cruz, Jesús venció a nuestros peores enemigos – a Satanás, al pecado y la muerte. Él está con nosotros para llevarnos en victoria a través de cualquier problema que enfrentemos. Si entendemos lo que Jesús ha hecho por nosotros, también lo alabaremos.
  • De hecho, 1 Pedro 2:9 nos dice que el propósito de nuestra salvación es alabar a Dios.
  • Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9 NVI) Llegamos a pertenecer a Dios cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador. Somos parte de su nación y su sacerdocio. Tenemos una identidad muy especial. ¿Para qué? Para proclamar sus obras maravillosas. En otras palabras, para alabarle.
  • La alabanza sirve como un termómetro de nuestro estado espiritual. Los israelitas alabaron a Dios porque reconocieron lo que él había hecho por ellos. Su entusiasmo reflejaba su corazón. Si tú y yo alabamos a Dios con entusiasmo, es porque hemos llegado a entender lo maravilloso que él es y las maravillas que él hace.
  • En cambio, si a nuestra alabanza le falta entusiasmo, puede ser que hemos perdido de vista lo que Dios ha hecho por nosotros. Si te das cuenta de que te cuesta alabar al Señor, si le cantas con poco entusiasmo y de mala gana, examina tu corazón. Su majestad te inspirará a la alabanza, sin importar el estilo o la música. Si no te sientes inspirado a cantar, puede ser que hayas perdido de vista su grandeza.
  • La alabanza también sirve como termostato. Cambia el ambiente espiritual. Los hijos de Coré, cantantes del templo, nos enseñan esta lección en el Salmo 42. El salmo comienza con una situación de desánimo. El autor dice, Mis lágrimas son mi pan de día y de noche (Salmo 42:3 NVI). No se siente contento. No está en paz.
  • Pero luego dice, ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. (Salmo 42:5 NVI) En medio de su depresión y tristeza, el salmista recuerda a Dios y decide alabarlo a pesar de todo. Él sabe que la alabanza es la mejor reacción a la tristeza y la decepción.
  • La verdad es que nos hace más falta alabar cuando menos ganas tenemos de hacerlo. En ese momento en que te sientes fastidiado y no quieres ni hablar de Dios es cuando más necesitas alabarlo. Esa mañana de domingo cuando te despiertas y no tienes ganas de cantarle al Señor porque te sientes mal es cuando más necesidad tienes de levantarte y venir a alabarlo.
  • Esto es la alabanza. Es expresar en palabras, de corazón, la grandeza de Dios y las grandes cosas que él hace. La alabanza refleja el estado de tu corazón, pero también transforma tu ambiente. ¿Cómo, entonces, se expresa la alabanza?
  • Consideremos con cuidado lo que nos dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 14:15. ¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento. (NVI) El apóstol está dando instrucciones acerca de hablar en lenguas en la congregación. Algunas personas en la iglesia de Corinto pensaban que la mejor manera de alabar a Dios era en lenguas. El problema era que nadie los entendía y se hacía un escándalo.
  • Ahora bien, yo creo en las lenguas. Tengo amistades que hablan en lenguas. Mi propósito al citar este versículo no es criticar a los que hablan en lenguas. Lo que nos dice Pablo tiene una aplicación amplia. Él nos dice que nuestra alabanza, como nuestra oración, debe ser cuestión tanto del corazón como de la mente.
  • Nuestro espíritu responde al Espíritu Santo cuando alabamos de verdad, pero esto no es algo solamente emocional. Tiene que ser con entendimiento. Los mejores momentos de adoración vienen cuando las verdades acerca de Dios que vemos en la letra de las canciones nos mueven a una respuesta de gratitud, de gozo y de confianza.
  • Hay muchos que buscan solamente una experiencia emocional. Juzgan la calidad de la alabanza según sus sentimientos. Lo importante para ellos son sus gustos, su satisfacción, su reacción. En realidad, su alabanza es egoísta. Se trata solamente de lo que ellos quieren recibir.
  • La verdadera alabanza, en cambio, se enfoca en Dios con la mente y con el corazón. Es más, cuando hemos alabado a Dios de verdad, con la mente y con el corazón, seremos motivados a alabarle también con nuestras vidas. Si sólo nuestra mente se activa en alabanza, todo se queda en el nivel de la teoría. Si sólo se activa el corazón, se abre la puerta a la credulidad y el engaño.
  • Cuando nuestra mente y nuestro corazón son controlados por el Espíritu Santo, en cambio, hay edificación. Entonces nuestra fe en el Señor Jesús produce el fruto de una vida de justicia, lo cual lleva a la alabanza. Así lo declara Filipenses 1:11: llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
  • Cuando alabamos así, desatamos un ciclo maravilloso en nuestra vida. La alabanza nos lleva a una vida de entrega y obediencia, que produce más alabanza tanto en nosotros como en otros. La alabanza es lo que Dios se merece, pero también es una realidad poderosa que trae gran bendición.
  • ¿Estás dispuesto a aprender a alabar? Usa los Salmos como modelo de las muchas formas variadas que hay de alabar a Dios. Mira a Jesús y lo que él ha hecho por ti. Cada día te cuida, cada día provee, y, sobre todo, dio su vida en la cruz para que tu pudieras vivir con él para siempre si te entregas a él.
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