PASTOR TONY HANCOCK
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Cinco pilares

11/1/2020

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  • Cada 31 de octubre muchas personas festejan la noche de brujas. Es un día de disfraces, dulces y diversión. El 31 de octubre representa algo más importante, sin embargo. Es el aniversario de un evento que ha transformado el mundo, en muchos sentidos. Es el día de la Reforma.
  • El 31 de octubre de 1517, hace 503 años, un monje llamado Martín Lutero escribió 95 observaciones acerca de la iglesia de su día y se las mandó a su obispo. Según la tradición, también clavó lo que se conoce como sus 95 tesis en la puerta de la iglesia en el pueblo de Wittenberg. Con esta acción se lanzó lo que luego se conocería como la Reforma protestante.
  • Lutero y los demás reformadores querían corregir ciertas cosas que veían en la iglesia de su día. Identificaron creencias y prácticas que, a la luz de las Escrituras, no tenían fundamento. Por ejemplo, se enseñaba que había un tesoro de méritos, una acumulación de todas las buenas obras de los santos. La gente podía comprar de este tesoro, con un pago monetario, la liberación de algún ser querido de los tormentos del purgatorio.
  • Lutero se enfureció ante estos abusos. Además de esto, él mismo luchaba con su propia sensación de culpabilidad acerca del pecado. ¿Cómo podría estar seguro de que Dios lo había perdonado? ¿Cómo saber que no iba a ir al infierno? Descubrió la respuesta cuando estudió el libro de Gálatas y entendió que el perdón de Dios es un regalo de su gracia que se recibe por fe.
  • ¿Por qué nos debe importar algo que sucedió hace más de quinientos años? Seguramente todo esto de la Reforma sólo es un dato aburrido de la historia, ¿no? Al contrario, los errores que corrigieron los reformadores son los mismos errores que se siguen cometiendo hoy en día.
  • Hay cinco pilares de la Reforma, cinco ideas principales que los reformadores redescubrieron en la Biblia y que siempre debemos tener presente. Se conocen como las cinco solas, porque cada una de ellas describe algo único, algo que debe mantenerse solo y sin añadidura. La primera de ellas es la base de nuestra fe, el principio de sola scriptura, o sólo las Escrituras.
  • La iglesia en los días de los reformadores había agregado muchas tradiciones a las Escrituras. Se reconocía que la Biblia es la Palabra de Dios, pero se decía que sólo la iglesia la podía interpretar. Se enseñaba que una persona común y corriente jamás podría entender la Biblia. Más bien, debía simplemente escuchar lo que se le enseñaba.
  • Los reformadores regresaron a la Biblia misma y encontraron algo interesante. Descubrieron que en los días de Jesús también había quienes exaltaban sus tradiciones. A los líderes religiosos, Jesús les dijo: Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas. Y añadió: ¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones! (Marcos 7:8-9 NVI)
  • Si esto había sucedido en tiempos de Jesús, ¿podría suceder también ahora? Los reformadores se dieron cuenta de que sí sucedía. Regresaron a la Biblia para analizar las enseñanzas que habían recibido y ver si la Biblia las apoyaba o no. Prestaron atención a lo que la iglesia siempre había enseñado, pero hicieron de la Biblia su autoridad final. Desecharon cualquier tradición que no tuviera un claro apoyo bíblico.
  • Lo que Lutero y otros hicieron hace quinientos años es algo que tenemos que seguir haciendo. La tradición se parece a un animalito marino que se llama el balano. Los balanos son pequeños crustáceos que crecen en los cascos de los barcos. Aunque son pequeños, en cantidad los balanos entorpecen el progreso del barco y lo hacen quemar mucho más combustible debido a la resistencia que causan.
  • De igual modo, las tradiciones suelen incrustarse en la Palabra de Dios y entorpecer su progreso. Por eso, tenemos que regresar constantemente a la Palabra de Dios y someternos a su verdad, examinando lo que se nos ha enseñado para ver si es cierto o no. La Escritura tiene que ser siempre nuestra autoridad final. La pregunta determinante siempre es, ¿Qué dice la Biblia?
  • El segundo pilar de la Reforma, la segunda idea crucial que impulsó esta transformación, es sola fide, o sólo la fe. Martín Lutero creció pensando que su salvación era algo que él tenía que lograr en colaboración con Dios. Aunque por supuesto era necesario creer en Jesucristo, también tenía que hacer muchas obras de mérito y cumplir pesadas penitencias para asegurar su salvación.
  • Lutero se preguntaba cuánto sería suficiente. Nunca podía estar seguro. Cansó a su confesor con sus larguísimas confesiones porque se preocupaba por haber olvidado algún pecadillo que lo dejaría condenando.
  • Al estudiar la Biblia, encontró pasajes como Efesios 2:8-9. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, 9 no por obras, para que nadie se jacte. (NVI) Fue una revelación para Lutero comprender que la salvación no es algo que se recibe por hacer una gran cantidad de obras. Sintió que se le había caído una enorme carga cuando lo entendió.
  • Es imposible hacer suficientes obras para merecer la salvación. Más bien, la salvación se recibe simplemente por la fe. ¿Significa esto que la persona salvada no hace obras? Claro que no. Lo que significa es que las obras son el fruto de la salvación, no su causa. No dependemos de las obras que hacemos para merecer la salvación. Simplemente confiamos en la obra terminada de Cristo en la cruz como el pago único y suficiente por nuestros pecados.
  • De la mano con sola fide va el tercer pilar de la Reforma, sola gratia, o solamente por gracia. Esto significa que la salvación es un regalo de la gracia de Dios, no algo que nosotros podemos merecer. Los versículos que acabamos de leer demuestran la relación entre la gracia y la fe. La salvación se da por gracia, y se recibe por fe.
  • En otras palabras, Dios ha tomado la decisión de regalarnos la salvación como un simple acto de su generosidad. Él pagó el precio completo de nuestra salvación cuando Cristo murió en la cruz. Nosotros no tenemos que agregar nada a lo que Jesús hizo. Sólo tenemos que recibirlo al confiar plenamente en él.
  • Cuando comprendemos esta verdad, trae gran alivio y tranquilidad a nuestro corazón. Pero ¡cómo nos cuesta entenderlo! El mensaje de sola gratia es tan necesario hoy como lo fue en el día de Martín Lutero. Siempre pensamos que tenemos que hacer algo para merecer el favor de Dios. No podemos creer que él nos ama tanto que simplemente nos quiere regalar su perdón y su salvación.
  • Nos parecemos al hombre de la historia que caminaba por la carretera con un costal de papas en la espalda. De repente, se detuvo una camioneta, y el chofer le ofreció un aventón. Como no había lugar en la cabina, el hombre se subió a la caja de la camioneta y se acomodó allí.
  • Después de algunos minutos de viaje por la carretera, el chofer observó por el retrovisor que el hombre aún traía el costal de papas en el hombro, aunque estaba sentado en la caja de la camioneta. Abriendo la ventanilla, le dijo: ¡Ponga el costal de papas en el suelo de la caja para que ande más cómodo!
  • El hombre le respondió: ¡Bastante favor me hace usted al llevarme a mí! ¡No puedo pedirle que lleve también el costal de papas! Parece ridículo, pero es lo que le hacemos a Dios. Él ofrece llevarnos completamente por su gracia. Nosotros insistimos, sin embargo, en aportar algo a nuestra salvación. En lugar de descansar en su gracia, queremos hacer algo para merecer su perdón.
  • Ese regalo de la salvación que se recibe por la gracia de Dios nos lleva al cuarto pilar de la Reforma. Sólo viene por medio de una persona. Primera de Timoteo 2:5 nos dice quién es: Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (NVI)
  • En los tiempos de Lutero, había muchos mediadores. Él mismo se hizo monje porque le había prometido a Santa Ana que lo haría si ella lo salvaba de una tormenta. Llegó a darse cuenta, sin embargo, de que Dios nos ha dado sólo una manera de acercarnos a él. Es por medio de Jesucristo y nadie más.
  • Esto significa que cada creyente, cada persona que se ha entregado a Jesucristo, tiene el mismo derecho de acceso al Padre que cualquier otro. Sin embargo, seguimos buscando otros mediadores. Algunas personas buscan a algún pastor, profeta o apóstol milagroso para conseguir de Dios lo que buscan. Otros usan mediadores más tradicionales.
  • Es importante, por supuesto, recibir instrucción espiritual y ser parte de una congregación. Debemos respetar a nuestros líderes, pero ningún ser humano aparte de Jesús nos puede representar delante de Dios. No desechemos este gran privilegio que tenemos de vivir en la presencia de Dios gracias a la sangre derramada de Jesús.
  • Si Dios nos habla por la Escritura, si él nos salva sólo por su gracia y recibimos su salvación sólo para la fe, si Jesús es nuestro único intermediario, entonces sólo Dios puede recibir la gloria por todo lo que ha hecho. Este es el quinto pilar de la Reforma: Soli deo gloria, sólo a Dios sea la gloria.
  • La gloria no es para nosotros. No es para ningún ser humano, ninguna institución humana, ningún proyecto humano. La gloria es para Dios. Romanos 11:36 declara: Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
  • El propósito de toda la creación, con su belleza y variedad; el propósito de la redención por la sangre de Cristo y el propósito de tu vida y la mía es la gloria de Dios. Todo lo que existe glorifica a Dios. No es para nosotros. Aún el juicio final le traerá gloria a Dios. Proverbios 16:4 dice así: Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! (NVI)
  • Cuando Dios juzga al malvado que no se ha querido arrepentir, esto también le traerá gloria. Su justicia será exaltada. Pero su deseo para ti y para mí no es condenarnos; es que lo glorifiquemos confiando en él, creyendo su Palabra, caminando con su Hijo y contentos por su gracia.
  • Estos cinco pilares de la Reforma también representan pilares fuertes para sostener la vida de cada uno de nosotros. Recordemos lo que Dios nos ha enseñado en el pasado para caminar hoy a la luz de su verdad y entrar seguros al futuro que está en sus manos.
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