· De niño me encantaba la sandía. Un día, pensé: ¡Qué bonito sería tener mi propia planta de sandía! Así podría comer sandía cuando yo quisiera. La próxima vez que había sandía en la casa, tomé una de las semillas y la sembré en el jardín. Comencé a regar mi pequeña semilla de sandía, y después de algunos días, brotó.
· La planta de sandía crecía con entusiasmo. Comenzó a brotar hojas, y se extendía por todo el jardín. Llegó a medir casi veinte metros de largo. Sólo había un problema. Nunca dio sandías. Tenía hojas por montón y muchos vástagos, pero nunca floreó – y nunca dio sandías. · Supe luego que le había faltado abono a mi planta de sandía. La tierra de nuestro jardín no era fértil, y bajo esas condiciones, la planta crecería sin dar fruto. Había tomado en cuenta algunos de los requerimientos de la planta, pero había omitido una cosa muy importante. Ahora sé que una planta de sandía no sólo necesita agua, tierra y sol; también le hace falta abono. · Así como una planta crece cuando recibe el cuidado adecuado, ¿crecerá también la iglesia? El apóstol Pablo escribe, en 1 Corintios 3:9: …nosotros somos colaboradores al servicio de Dios. Dios manda en todo, pero él ha decidido usarnos a nosotros. Ha decidido darnos un papel en su plan de salvación y usarnos para construir su iglesia en el mundo. Esto significa que hay cosas que nosotros podemos hacer para colaborar con Dios en lo que él está haciendo en el mundo. · Después de su conversión, Pablo comenzó de inmediato a servir a Dios en la extensión de su mensaje. Comenzó a cultivar el crecimiento de la iglesia. Vamos a ver cuáles fueron los elementos que Dios usó en la vida de Pablo. Esto no sólo es una historia del pasado; estoy convencido de que Dios quiere que nosotros usemos estos mismos elementos para fomentar el crecimiento de nuestra iglesia también. · En Hechos 9:20-31 encontramos esta historia. Leamos este pasaje para buscar lo que Dios quiere decirnos hoy. …y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que le oían quedaban asombrados, y preguntaban: «¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?» 22 Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías. 23 Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer, 24 pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. 25 Pero sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla. 26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo. 27 Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Saulo les describió en detalle cómo en el camino había visto al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con libertad en el nombre de Jesús. 28 Así que se quedó con ellos, y andaba por todas partes en Jerusalén, hablando abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos de habla griega,[a] pero ellos se proponían eliminarlo. 30 Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso. 31 Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor. E iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo. (NVI) · La primera cosa que hizo Pablo, después de convertirse, fue compartir con otros la verdad acerca de Jesucristo. En otras palabras, él comenzó a testificarles a otros de Jesús. Aquí vemos el primer elemento: la iglesia crece por medio del testimonio. Para Pablo, fue natural ir a las sinagogas de los judíos para compartirles de Jesús. · Él había sido entrenado como rabino, como maestro de la religión judía. La sinagoga era su ambiente. Por eso, lo primero que hizo fue ir a las sinagogas y comenzar a predicar de Jesús. La gente que lo había conocido se quedó maravillada de la transformación. Muchos estaban confundidos, pero algunos comenzaron a seguirle en su fe en Jesús. · Si tú conoces a Jesús, haz como Pablo. Aprovecha los lugares que tú conoces para compartir a Cristo. Años después de esto, Dios llamó a Pablo a salir en un viaje misionero. Pero cuando él comenzó a compartir de Cristo, lo hizo en las sinagogas en Damasco – la ciudad donde él se encontraba y los lugares que le eran cómodos. · Piensa en los lugares a los que vas – las reuniones con tus amigos, las actividades de tus hijos, el trabajo, las tiendas. ¿Cómo podrías aprovechar estas oportunidades para hablar de Cristo? Dentro de algunos meses, pienso ofrecer un curso breve de evangelismo. Te animo a participar, pero no esperes hasta entonces. Pídele al Señor que te guíe, y busca oportunidades para testificar. · Otra cosa que vemos en el ejemplo de Pablo es que dirigió la atención de la gente hacia Jesucristo. Él había tenido una experiencia maravillosa. En el camino a la misma ciudad de Damasco, Jesús se le había aparecido. Había quedado ciego. Luego, fue sanado milagrosamente cuando un hombre llamado Ananías oró por él. · Si yo hubiera tenido esa experiencia, creo que me pasaría el tiempo contándoles a otros lo que me había sucedido, ¿no? Pero Pablo no se enfocó en su propia experiencia. Él se enfocó, según el verso 22, en demostrar que Jesús es el Mesías. La enseñanza para nosotros es ésta. Si Dios ha hecho algo maravilloso en tu vida, cuéntaselo a otros. Pero no te quedes allí. Háblales de Cristo y lo que él ha hecho por nosotros. · Si Jesús te ha ayudado a dejar de tomar, por ejemplo, no te conformes con animarle a la gente a dejar de tomar. Dale la honra y la gloria a Jesucristo por lo que él ha hecho en ti. Cuéntales cómo el sana nuestro corazón, cómo nos libera de la culpa del pasado y de la vergüenza de lo que hemos hecho. Llévalos a Cristo. · El segundo elemento que descubrimos en el ejemplo de Pablo es que la iglesia crece cuando se une. La predicación de Pablo en Damasco produjo controversia, hasta el grado en que algunos decidieron desaparecerlo. Pero él se enteró del plan, y sus discípulos lo sacaron secretamente de la ciudad bajándolo por una hendidura en el muro. ¡Tuvo que bajar en un gran cesto! · De allí se fue a Jerusalén, pero los creyentes en Jerusalén no confiaban en él. Quedaba fresca en su memoria el daño que Pablo les había tratado de hacer, y pensaban que él quizás era un lobo disfrazado de oveja. Entonces Bernabé, un líder y hombre de confianza dentro de la iglesia, lo tomó bajo el ala y se lo presentó a los apóstoles. Abogó por él, y como resultado, Pablo fue aceptado por los creyentes de Jerusalén. · ¿Cómo habría sido diferente la historia del cristianismo si esto no hubiera sucedido? Piensa en todo lo que hizo Pablo: en las iglesias que sembró, en los libros del Nuevo Testamento que él escribió y que nos siguen ministrando a nosotros. Si lo hubieran marginado, nada de eso habría sucedido. La iglesia cristiana sería muy diferente. · Me pregunto cuántas oportunidades nos perdemos por la falta de unión. Cuando nos alejamos de otros creyentes – por malentendidos, o por errores del pasado – nos mochamos los pies. No podemos avanzar, porque nos necesitamos los unos a los otros. · Los hermanos de Jerusalén tenían bastantes razones para dudar de Pablo, pero Bernabé reconoció que Dios quería que se unieran para colaborar. ¿Qué te está llamando Dios a hacer para fomentar la unión de la iglesia? La iglesia sólo crece cuando está unida. Una iglesia dividida se estancará siempre. Nos hacen falta más “Bernabés”. · El tercer elemento de crecimiento que vemos en el ejemplo de Pablo se encuentra en el último versículo. La iglesia crece cuando vive en el temor del Señor, fortalecida por el Espíritu Santo. Nosotros no hablamos mucho hoy del temor del Señor. Preferimos pensar en el Señor como nuestro compinche, nuestro amigazo. · Pero un temor reverente del Señor es muy sano. Cuando tememos al Señor, huimos del pecado. Cuando tememos al Señor, obedecemos su Palabra. Cuando tememos al Señor, vivimos en humildad. Todas estas cosas producen gozo en nosotros, y nos llevan a ser fructíferos. No te resistas a temer al Señor. · Cuando tememos al Señor, él obra. Esta es la mejor noticia de todas. En las cosas que hemos mencionado – en testificar, en unirnos, en temer al Señor – el Espíritu Santo está obrando. ¡No estamos solos en esto! Cuando tú le hablas a un compañero del Señor, el Espíritu Santo ya está obrando para acercarlo a él. · De igual modo, cuando tienes que hablar con un hermano para resolver alguna diferencia, el Espíritu Santo está presente para guiar la conversación y llevarlos a un acuerdo. ¡No te asustes! Confía en el poder del Espíritu. Pídele que guíe tus palabras, y confía en que él también obrará en el corazón de tu hermano. · ¿Cuántos de ustedes quieren ver a la iglesia crecer? Si queremos que crezca, tenemos que aplicar los elementos necesarios. La iglesia crece por el testimonio, crece cuando se une y crece por la obra del Señor. Si vivimos testificando, en unión y confiados en el Señor, confió en que el crecimiento vendrá. ¿Te comprometes hoy conmigo en vivir así?
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