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Cómo obtener la paz de Dios

9/11/2022

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  • Una joven llamó a su tía, quien era madre de dos niñas pequeñas. Sus primas eran muy tremendas, y casi no alcanzaba a oír a su tía por el alboroto que causaban las niñas. Por fin, su tía le pidió que esperara un momento y dejó el teléfono. Cuando volvió para hablar con ella, había un silencio absoluto. Parecía que todo estaba en perfecta paz en su casa.
  • ¿Qué hiciste? – preguntó la sobrina a su tía. ¡Parece que tienes control total sobre esas niñas tan tremendas! Su tía le contestó: Bueno, no es lo que crees. La verdad es que me metí al clóset. ¿Te identificas con esta mujer? Estoy seguro de que muchos de nosotros luchamos por encontrar paz y tranquilidad en la vida.
  • Hay dos clases de paz que podemos encontrar. Una es la paz externa. Esta paz depende de que todo esté bien. Podemos sentir esta paz cuando estamos de vacaciones, dejando atrás todos los problemas para disfrutar de un lugar bonito. Esta clase de paz es agradable, y hay que disfrutarla cuando la encontramos. Pero el problema es que no dura.
  • La otra clase de paz es la paz interna. Esta paz no depende de las circunstancias. Es la paz que podemos tener en nuestro corazón, y que sólo viene de Dios. Cuando encontramos esta paz, nadie nos la puede quitar. Dios quiere que tengas esta paz. Por eso, te enseña en su Palabra cómo encontrarla.
  • Los versículos que nos describen cómo tener la paz de Dios se encuentran en Filipenses 4:4-7. Antes de leerlas, quiero que recuerdes dónde se encontraba el apóstol Pablo cuando los escribió. Él no se encontraba de vacaciones en algún balneario, tomando sol mientras bebía algo frío.
  • Más bien, estaba en la cárcel. No tenía ni siquiera la libertad de salir a caminar por la calle. Bajo esas circunstancias, descubrió de dónde viene la verdadera paz. No viene de las circunstancias, sino de Dios. Veamos cómo obtenerla.
  • Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! 5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. 6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
  • Dios quiere que vivamos con su paz, pase lo que pase en nuestras vidas. Su paz está a nuestra disposición por medio de Cristo Jesús. Si tomamos los tres pasos que nos describen estos versículos, podemos vivir con la paz de Dios en nuestro corazón. ¿Cuáles son estos tres pasos? El primer está en el verso 4. Dice, Alégrense siempre en el Señor.
  • El primer paso hacia la paz de Dios es el regocijo en el Señor. Es tan importante que se repite de nuevo: ¡Alégrense! Pero ¿qué significa alegrarse en el Señor? Significa alegrarnos por lo que Dios ha hecho, alegrarnos por sus promesas, alegrarnos por su presencia – en fin, celebrar todo lo que Dios es.
  • Imagina, por un momento, que estás viendo un partido de fútbol. Tu equipo favorito está jugando, y ya casi se acaba el partido. Los equipos están empatados, cuando al último instante, el jugador estrella de tu equipo mete un gol. ¡Qué emoción! ¡Ya te imaginas la celebración! Todos se ponen a gritar, porque su equipo ha ganado.
  • ¿Qué es lo que te inspira en ese momento? ¿Por qué celebras? Lo haces porque te identificas con ese jugador y con su victoria. En ese momento, es como si tú hubieras metido el gol ganador. Todos tus enemigos quedan derrotados, y sales victorioso. Celebras lo que hizo ese jugador, porque de alguna manera, te sientes parte de él.
  • No digo esto para criticar el fútbol. Si te gusta, disfrútalo. Pero hay que reconocer que esas victorias no son trascendentes. En la temporada siguiente, es posible que tu equipo pierda. Esa celebración sólo dura un momento. Ahora piensa en lo que Cristo ha hecho por nosotros. Él enfrentó nuestro peor enemigo. Entró al cuadrilátero para luchar contra Satanás.
  • Los contrincantes lentamente caminaban alrededor del ring, observándose el uno al otro. Satanás lanzó sus mejores golpes, pero Jesús los esquivó. Por fin, hizo su mejor jugada. Con gran destreza, logró que Jesús quedara tirado sobre la lona, traicionado por uno de sus propios discípulos. Comenzó a celebrar su victoria, pero algo estaba mal. Había ganado el asalto, ¿no?
  • ¡No! Con un despliegue inigualable de poder, Jesús se levantó de la muerte y le dio el golpe fatal. Usando una técnica desconocida por el diablo, Jesús lo derrotó. Su victoria es eterna. No habrá revancha. El diablo, la muerte, el pecado – todo fue derrotado por Jesús. ¡Eso es algo que vale la pena celebrar! Cuando nos regocijamos en el Señor, recordamos que él ha ganado la batalla y celebramos su victoria. Esa victoria no depende de nuestras circunstancias. Siempre es real.
  • El segundo paso hacia la paz de Dios consiste en ser amables con todos. En otras palabras, mostremos siempre la gentileza. La amabilidad significa respetar la integridad de otros. Esta actitud refleja el carácter de Cristo. Él siempre reconocía el valor de las personas y las trataba como portadoras de la imagen de Dios.
  • Alguien observó que todas las monedas de un dólar valen lo mismo, porque llevan la misma imagen. Del mismo modo, todos los seres humanos valen lo mismo, porque llevan la imagen de Dios. Jesús trató con dignidad a los niños, a los leprosos, a una mujer que sangraba constantemente, a los endemoniados, a los pordioseros – en fin, a toda la gente que la sociedad menosprecia.
  • Ese mismo Jesús está cerca de nosotros. Él nos observa para ver si tratamos a los demás como él nos ha tratado a nosotros. Él también está a nuestro lado para ayudarnos a ser amables, si le pedimos ayuda. No siempre es fácil ser amables, sobre todo con la gente que no nos ofrece nada a cambio. Pero es lo que Jesús nos llama a hacer, si somos sus seguidores.
  • ¿En qué sentido nos ayuda la gentileza a alcanzar la paz de Dios? La conexión no parece obvia. Pero la realidad es que la paz de Dios sólo puede llegar al corazón humilde. Cuando nuestro corazón está lleno de orgullo y soberbia, la paz de Dios no puede entrar. Podemos sentir otra clase de paz, pero esa paz es falsa y traicionera. Es la paz de sentirnos superiores a los demás, pero esa paz es como un globo inflado. Es muy fácil de reventar.
  • Ser humilde no es cuestión de creerte peor que todos los demás. A fin de cuentas, si Dios te creó, tienes mucho valor. La humildad, más bien, consiste en elevar a todos los demás y darte cuenta de que tienen el mismo valor que tú. Cuando aprendes a reconocer el valor de la persona más humilde, serás humilde también y tendrás lugar en tu corazón para la paz de Dios.
  • El tercer paso hacia la paz de Dios consiste en presentar nuestras peticiones a Dios. El verso 6 dice: No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Esto significa que, con una actitud de adoración, expresamos al Señor lo que necesitamos.
  • ¿Por qué es importante orar con una actitud de adoración? Porque la adoración alimenta la fe que agrada a Dios. Cuando oramos sin adorar, podemos pedir sin confiar. Cuando Jesús nos enseñó a orar, así comenzó su oración: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
  • Expresó la grandeza de la santidad de Dios, y al mismo tiempo, se dirigió a él como Padre. Cuando adoramos a Dios en oración, entendemos con quién estamos hablando. Sólo así podemos expresar nuestras peticiones con la actitud correcta. Confiadamente le diremos lo que necesitamos, y le daremos gracias por lo que nos da y lo que nos dará.
  • Si seguimos estos tres pasos, podremos experimentar la paz de Dios en nuestros corazones. ¿Cuáles son los pasos? Son regocijarnos en el Señor, ser amables con todos y llevar nuestras peticiones al Señor. Si hacemos esto, el resultado será maravilloso. Dice el verso 7: Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
  • La paz que podemos sentir es una paz divina. Viene de Dios, no de nuestras circunstancias. Es la paz que Pablo tuvo aun estando en la cárcel, y es la paz que podemos tener nosotros pase lo que pase en nuestras vidas. También es una paz trascendental. Sobrepasa todo entendimiento.
  • En otras palabras, es una paz que no tiene explicación. Nadie podrá decir: Tiene paz porque le va bien. Es una paz sobrenatural. También es una paz protectora. Cuidará nuestros corazones como un guardia apostado a la entrada de un edificio. Cuando la ansiedad trata de entrar a nuestro corazón, la paz de Dios le prohibirá el ingreso.
  • ¿Sabías que Jesús te dejó algo en su testamento? Cuando Jesús murió en la cruz, él dejó una disposición. Le dejó su cuerpo a José de Arimatea, quien lo enterró. Le dejó su madre a Juan, quien la cuidó. Le entregó su espíritu a su Padre. Pero lo que él les dejó a sus discípulos se encuentra en Juan 14:27.
  • La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. Lo que Jesús nos dejó fue su paz. Esa paz que siempre tuvo mientras anduvo en el mundo, esa paz que nadie le pudo quitar, ahora nos pertenece a nosotros. Podemos tenerla. Jesús nos la heredó.
  • Lo único que tenemos que hacer para disfrutar de su paz es cumplir con los requisitos que él dejó. ¿Quieres vivir con la paz sobrenatural de Dios en tu corazón? Ya sabes lo que tienes que hacer. Por la fe en Jesús, regocíjate en su victoria, muestra amabilidad a los demás y entrégale tus peticiones en oración. Así tendrás siempre su paz como guardia en tu corazón.
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