Lectura: Lucas 4:1-11 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. 2 Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. 3 —Si eres el Hijo de Dios —le propuso el diablo—, dile a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús le respondió: —Escrito está: “No solo de pan vive el hombre”. 5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. 6 —Sobre estos reinos y todo su esplendor —le dijo—, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada, y puedo dársela a quien yo quiera. 7 Así que, si me adoras, todo será tuyo. Jesús le contestó: 8 —Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”. 9 El diablo lo llevó luego a Jerusalén e hizo que se pusiera de pie en la parte más alta del templo, y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate de aquí! 10 Pues escrito está: »“Ordenará que sus ángeles te cuiden. Te sostendrán en sus manos 11 para que no tropieces con piedra alguna”». 12 —También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —le replicó Jesús. 13 Así que el diablo, habiendo agotado todo recurso de tentación, lo dejó hasta otra oportunidad.
I. Cuando el diablo te tienta a servir los deseos de tu carne, Cristo te llama a recordar que la vida verdadera es espiritual.
II. Cuando el diablo te tienta con posesiones y poder, Cristo te llama a adorar a Dios solamente
III. Cuando el diablo te tienta con el orgullo, Cristo te llama a humillarte ante Dios
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