· Imaginemos, por un momento, a la pareja de novios jóvenes que se encuentra en la heladería para conversar un rato. Se sientan a la mesa con sus helados y comienzan a mirarse tiernamente a los ojos, pero de repente suena un tilín. Espera, mi amor, déjame ver quién me está mandando mensaje. La muchacha saca su celular para ver qué noticias de importancia le acaban de llegar.
· Mientras ella se ocupa en eso, su novio decide revisar rápidamente el progreso del partido que acaba de comenzar. Apenas está comenzando a ver los resultados cuando su novia termina de contestar el mensaje que le ha llegado. Viendo que su novio está ocupado, decide revisar rápidamente el Twitter de su estrella favorita. ¡Manda unos tweets tan chistosos! · Cuando el joven termina de revisar el puntaje del partido, se da cuenta de que su novia está haciendo algo. ¡Parece importante! Él decide revisar rápidamente el estatus de una camiseta de su equipo que encargó ayer. ¡Ojalá llegue para el partido del sábado! Y así continúan, hasta que ya se les ha derretido el helado y ha llegado la hora de irse. · ¡Qué bonito es estar contigo, mi amor! – dice la muchacha, al despedirse de su novio. ¿Qué te parece? Creo que todos hemos vivido una situación parecida, pero obviamente, algo falta. Quizás los dos hayan ocupado lugares juntos en el espacio, pero es difícil concluir que han estado juntos. · Si queremos realmente pasar tiempo con alguien – sea un amigo, un familiar o nuestra pareja – hay ciertas cosas que tenemos que dejar para poder dedicarle nuestra atención. En el mundo actual, eso muchas veces significa silenciar el celular y apagar el televisor. Si quieres realmente conectarte con alguien, tienes que tomar la decisión de desconectarte por un rato de todo lo demás. · Esta verdad también se aplica a nuestra relación con Dios. Si queremos realmente conectarnos con Dios, habrá momentos en los que tendremos que desconectarnos de otras cosas. Esta es una costumbre bastante antigua, pero algo olvidada en nuestros días. Sin embargo, Jesús nos la enseñó. · Esta costumbre se llama el ayuno. En este mensaje, mi propósito es convencerte a comenzar a ayunar contestando tres preguntas. Primeramente, ¿por qué ayunar? En segundo lugar, ¿cómo ayunar? En tercer lugar, ¿para qué ayunar? · Comencemos con la primera pregunta. ¿Por qué debo ayunar? Veamos lo que Jesús dice al respecto en Mateo 6:16-18. Siempre es peligroso estudiar un pasaje bíblico sin considerar su contexto, así que, echemos un vistazo a lo que sucede alrededor de este pasaje. En esta sección del Sermón del Monte, Jesús nos habla sobre tres prácticas que hacemos como reflejo de nuestra fe. Se trata de la ofrenda, la oración y el ayuno. Nos enseña cómo quiere Dios que las hagamos. · Veamos, entonces, lo que nos dice el Señor en estos versículos. Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. (NVI) · ¿Por qué ayunar? Simplemente porque Jesús nos dice que lo hagamos. Él no dice si es que ayunan, sino cuando ayunen. En otras palabras, toma por hecho que sus seguidores ayunarán. Además de esto, él pone el ayuno al mismo nivel que la ofrenda y la oración. Todos sabemos que debemos hacer las otras dos cosas, pero muchas veces ignoramos el ayuno. · Si le creemos a Jesús, entonces, tomaremos en cuenta la importancia del ayuno. Cuando era niño, había veces que mis padres me decían que hiciera algo. Como niño curioso, solía preguntarles: Pero, ¿por qué? Aunque muchas veces me explicaban la razón, había veces que simplemente me decían: Porque yo te lo digo. Como padres, tenían la autoridad para decirme qué hacer sin que les cuestionara. · De igual modo, Jesús tiene autoridad para decirnos qué hacer, y debemos obedecer sin titubear. Más adelante, veremos que sus instrucciones tienen buena razón. Veremos para qué sirve ayunar. Al pensar en el por qué, entendamos que es simplemente porque Jesús nos dice que lo hagamos. · La segunda pregunta es, ¿cómo ayunar? En los versículos que acabamos de leer, Jesús nos enseña a ayunar para Dios, no para ser vistos por la gente. Los fariseos, la gente religiosa del día de Jesús, solían ayunar dos veces a la semana. Esto no era ningún mandamiento de Dios; de hecho, en el Antiguo Testamento, sólo era obligatorio ayunar un día, el día de Expiación. · Cuando ayunaban los fariseos, salían a la calle con el cabello despeinado y la cara triste para que todos se dieran cuenta de que estaban ayunando. Era un espectáculo para la gente, no un acto de obediencia y amor hacia Dios. Por lo tanto, cuando ayunamos, debemos hacerlo de manera secreta. · Algunas personas se preguntan cuánto tiempo tenemos que ayunar. En la Biblia, encontramos ayunos que duran sólo la parte de un día, un día entero y varios días. En otras palabras, no hay ninguna regla formal. La duración del ayuno dependerá de nuestra situación particular. · Cuando pensamos en el ayuno, generalmente pensamos en dejar de comer. Pero el ayuno no tiene que ser sólo de comida. Podemos ayunar de otras cosas también. En esta era moderna, creo que nos hace mucho bien ayunar de los dispositivos electrónicos. Pasar un día entero sin usar el celular, la computadora o la consola de videojuegos puede parecer imposible, pero precisamente por esto lo debemos hacer de vez en cuando. · El punto central es que lo hagamos para Dios, no para que la gente nos vea. Imagina que llegáramos al trabajo y comenzáramos a decir: ¡Ay! Cómo me gustaría ver lo que está pasando en Facebook, pero no puedo. ¡Estoy ayunando del celular! Obviamente no estaríamos ayunando para Dios, sino para que otros nos vean. Así no recibiremos de Dios nada a cambio. · ¿Cómo ayunar? En privado, para empezar. Que tu ayuno sea entre tú y Dios. En lugar de ayunar de la comida, podrías ayunar de la tecnología, o de las redes sociales, o de la televisión y la música. Ayunar es simplemente dejar de hacer algo por un tiempo, por motivos espirituales. · Esto nos lleva a la tercera pregunta: ¿para qué ayunar? La razón principal del ayuno es acercarnos a Dios al quitar de en medio las distracciones. Cuando ayunamos, declaramos que los deseos de nuestro cuerpo son menos importantes que nuestra relación con Dios. Sin una relación con Dios, el ayuno no tiene sentido – o quizás sólo sirva para adelgazar. · La Biblia nos menciona varias situaciones que se prestan al ayuno. Podemos ayunar para buscar liberación o protección. Un gran ejemplo se encuentra en la vida de Ester. Esta joven judía había llegado a ser reina del imperio persa. Su pueblo estaba bajo amenaza de muerte gracias a los planes de un tal Amán. Ester podía pedirle al rey su ayuda, pero si ella entraba a la presencia del rey sin haber sido convocada, enfrentaba la pena de muerte. · Por fin, decidió presentarse ante el rey. Pero antes de hacerlo, Ester 4:16 nos dice qué hizo. Ester le habla a Mardoqueo, su primo, y le dice: «Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y, si perezco, que perezca!» (NVI) · Frente al peligro, Ester ayuna antes de tomar acción. Cuando nos encontramos en situaciones de peligro o necesitamos una protección especial, el ayuno nos puede ayudar a orar con más convicción. La segunda razón para ayunar se encuentra en Hechos 14:23. Pablo y Bernabé habían sembrado varias iglesias en su primer viaje misionero, y esas iglesias necesitaban líderes. · Esto es lo que hicieron: En cada iglesia nombraron ancianos y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor, en quien habían creído. Antes de tomar la decisión, Pablo y Bernabé ayunaron y oraron. En estos momentos críticos, el ayuno nos hace más receptivos a la dirección de Dios en la oración. Si tienes que tomar una decisión importante, ayuna y ora para buscar la dirección de Dios. · La tercera ocasión del ayuno se ve en el ejemplo de Jonás. Dios envió a este profeta a los odiados ninivitas, pero Jonás decidió ir en la dirección opuesta. Cuando se levantó una tormenta, él sabía lo que tenía que hacer. Les dijo a los marineros que lo echaran a la mar, donde Dios había preparado un enorme pez que lo tragó. · Cuando por fin llegó a Nínive, de muy mala gana comenzó a proclamar que Dios estaba a punto de destruir la ciudad por su maldad. La respuesta fue inmediata. Jonás 3:5-8 nos dice qué pasó: Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. (NVI) · El ayuno es una manera apropiada de expresar arrepentimiento. Cuando le hemos fallado a Dios, podemos indicarle nuestra tristeza por medio del ayuno. La cuarta razón para ayunar es para superar la tentación. · Antes de ser tentado por Satanás en el desierto, la Biblia nos dice que Jesús ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches. No te recomiendo que trates de ayunar tanto tiempo, porque ése fue un ayuno sobrenatural. Pero el ayuno nos prepara para enfrentar la tentación, porque cuando ayunamos, le mostramos a nuestro yo quién manda. No son nuestros deseos, sino Dios. · El ayuno es una de las prácticas cristianas más ignoradas en nuestros días. No debemos regresar al error de los fariseos y ayunar sólo para ser vistos. Pero estoy convencido de que perdemos mucho poder por no ayunar. · Puedes comenzar con el ayuno de una comida. Por ejemplo, en lugar de comer al mediodía en el trabajo, decídete un día a llevar tu Biblia y pasar ese tiempo con un alimento espiritual y en oración. O comienza con un ayuno tecnológico, dejando por un día el celular y los entretenimientos electrónicos. Te aseguro que no será fácil, pero también te aseguro que te acercará a Dios.
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