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Educación espiritual

9/20/2020

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  • Un cristiano y un ateo conversaban un día acerca de la crianza de los niños. El ateo comentó: Yo no creo en darles a los niños ninguna formación espiritual. No hay que interferir con su libertad. Cuando sean grandes, podrán decidir si quieren seguir alguna religión o no.
  • El cristiano le preguntó al ateo si le gustaría ver su jardín. El ateo respondió que sí, y los dos salieron para mirar un lote vacío que había junto a la casa del cristiano. ¿Qué te parece mi jardín? – le preguntó al ateo. Éste respondió: ¡Esto no es ningún jardín! Aquí sólo hay maleza. El cristiano le contestó: Es que yo no quise interferir con la libertad de crecimiento de las plantas.
  • ¡Qué buena respuesta! Proverbios 22:15 dice así: La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige. Si dejamos que un jardín crezca sin atención, no será ningún jardín; será un terreno baldío. Si dejamos que un niño crezca sin disciplina, no llegará a desarrollar todo el potencial que tiene. La vara de la disciplina se trata de la dirección, los consejos, los límites y la corrección que todos necesitamos. No se trata del maltrato o abuso físico.
  • Esa clase de disciplina lleva a una vida de éxito y de propósito. Proverbios 22:6 nos enseña: Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. De hecho, Dios también disciplina a sus hijos. Deuteronomio 8:5 dice así: Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti.
  • Proverbios 3:12 nos explica: Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. La disciplina de Dios es una expresión de su amor hacia nosotros. Igualmente, la disciplina paterna es una expresión de amor hacia sus hijos, y se tiene que hacer siempre con amor.
  • Podemos resumir la idea principal de este modo: Dios llama a los padres a imitar su ejemplo en la crianza de sus hijos. Si quieres saber cómo ser un buen padre, inspírate en Dios. Él mostró su amor hacia nosotros enviando a su Hijo unigénito para entregar la vida por nosotros. Él ahora nos enseña, nos corrige y nos guía por su Palabra y su Espíritu.
  • Dios da sus instrucciones a los padres acerca de la educación espiritual de sus hijos en Efesios 6:4. Leamos este versículo juntos. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.
  • Este versículo se divide fácilmente en dos partes. La primera parte nos dice lo que no debemos hacer. La segunda parte nos dice lo que sí debemos hacer. ¿Qué es lo que no debemos hacer? No debemos hacer enojar a nuestros hijos. La educación espiritual no produce enojo.
  • En el capítulo 4, ya hemos leído que el enojo le abre la puerta al diablo. Efesios 4:26-27 dice: No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, ni den cabida al diablo. Si tú haces que tus hijos se enojen, si tú les causas rencor y amargura, abres la puerta a la obra del diablo en sus vidas.
  • Cada padre cuida a sus hijos de los peligros. A nadie se le ocurriría entregar a su hijo al cuidado de cualquier extraño. Ningún padre dejaría a su hijo de tres años jugando a la orilla de la carretera. Sin embargo, si tratamos a nuestros hijos de una manera que produce enojo y amargura en sus corazones, los exponemos a un peligro grandísimo. Los dejamos al cuidado del diablo.
  • ¿Cuáles son algunas de las cosas que inspiran enojo en el corazón del niño? Hay varias cosas que lo pueden hacer, pero lo que todas estas cosas tienen en común es que se imponen sin amor ni comprensión. Dios comprende nuestra condición. Por ejemplo, el Salmo 103:13-14 dice: Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. (NVI)
  • Cuando Dios nos disciplina, lo hace con comprensión. Él nos perdona muchas cosas. Él toma en cuenta nuestra condición, y nos disciplina de acuerdo con nuestras capacidades. Dios no está buscando la oportunidad de aplastarte, sino de perdonarte y ayudarte a portarte de una manera mejor.
  • Imitamos a Dios cuando somos comprensivos y misericordiosos. En cambio, la disciplina excesivamente severa, las demandas irrazonables, el abuso de autoridad, los castigos arbitrarios, la injusticia, la condenación constante, la humillación y la insensibilidad a los sentimientos y las necesidades del niño lo frustran e inspiran el enojo.
  • ¿Felicitas a tu hijo cuando hace alguno bueno? ¿O solamente lo criticas por lo que hace mal? ¿Lo escuchas cuando te cuenta lo que siente? ¿O sólo buscas la oportunidad de corregirlo y decirle que no está bien? Cuando un hijo siente el orgullo de su padre, es una gran motivación. En cambio, cuando lo que hace nunca es suficiente, pronto se desanima.
  • En todo, la regla sencilla que nos dejó Jesús es hacerles a otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros. Esto también se aplica a la disciplina de los hijos. Ponte en el lugar de tu hijo. Cuando tenías su edad, ¿fuiste capaz de hacer lo que tú esperas de él? ¿Cómo te sentirías si escucharas tú mismo las palabras que le dices? No dejes de corregirlo, pero hazlo con amor y comprensión.
  • Esto es lo que no debemos hacer. Ahora hablemos del lado positivo. La educación espiritual, cuando se hace bien, produce crecimiento y conocimiento. La segunda mitad del versículo dice así: críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. Aquí hay dos cosas: la corrección o la disciplina y la instrucción en el camino del Señor.
  • La Biblia nos relata la historia de un hombre que no supo corregir a sus hijos. Se llamaba Elí, y fue el sumo sacerdote de Israel. Cuando vivió Elí, el lugar de adoración al Señor se llamaba tabernáculo. Era la carpa que Moisés había mandado fabricar en el desierto, siguiendo las instrucciones que Dios le había dado.
  • Era un lugar de sacrificio y de adoración. A este lugar llevaba la gente los sacrificios que le hacían al Señor por el perdón de sus pecados. También había cantos y enseñanza en ese lugar. Tenía que ser un lugar sagrado, un lugar donde la presencia de Dios se honraba. Sólo así podría la gente tener un encuentro con Dios.
  • Elí servía de buen corazón al Señor, pero sus hijos no. Como él ya era de edad avanzada, ellos se encargaban del manejo diario de los asuntos del tabernáculo. Cuando llegaba alguien con su sacrificio, ellos se quedaban con la mejor parte de la carne. No lo sacrificaban todo. Además de esto, obligaban a las mujeres que también servían allí a acostarse con ellos.
  • En otras palabras, eran funcionarios corruptos que aprovechaban su posición para enriquecerse y para abusar de las mujeres. Elí los regañó. Les dijo que no debían hacer lo que estaban haciendo. Sin embargo, no hizo nada. Como dicen por allí, del dicho al hecho hay mucho trecho. Él dijo, pero no hizo. Los regañó, pero no hizo nada para detenerlos.
  • Por eso, Dios le mando un vocero a Elí. Le dijo esto: ¿Por qué honras a tus hijos más que a mí, y los engordas con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?... Te doy esta señal: tus dos hijos, Ofni y Finés, morirán el mismo día. (1 Samuel 2:29, 34) La palabra de Dios se cumplió. Poco después, los dos hijos de Elí murieron. Cuando él recibió la noticia, se cayó del susto y también murió.
  • Cuando sólo les hablas a tus hijos pero no los disciplinas, cometes el mismo error que cometió Elí. Enseñas a tus hijos a ser desobedientes. El dramaturgo griego Menandro dijo esto: El padre que siempre amenaza no recibe mucha reverencia.
  • Otra persona comentó que el niño que no aprende antes de los cuatro años el significado de la palabra “no” ha pasado cuatro años en el estudio académico del crimen. Enséñales a tus hijos que “no” significa “no”. Si persisten en desobedecer, con amor y comprensión, hay que imponerles también consecuencias por la desobediencia.
  • La corrección por su propia cuenta, sin embargo, no es suficiente. También es necesario entrenar a los hijos en el camino del Señor. Observa, hermano, a quién le da Dios la responsabilidad de criar a sus hijos en la fe. ¿Es la responsabilidad de la maestra de escuela dominical, del líder de jóvenes o del pastor?
  • No, la responsabilidad de criar a los niños en la fe es responsabilidad del padre. Ojo: no dije de la madre. Hay muchos padres irresponsables que dejan en manos de su esposa la educación cristiana de sus hijos, como si la pobre mujer no tuviera suficiente trabajo. La madre debe apoyar al padre en este trabajo, pero la responsabilidad es del padre.
  • La iglesia tiene programas para apoyarles. Tenemos escuela dominical, tenemos grupo de jóvenes, hacemos escuelas bíblicas y otras cosas. Pero a final de cuentas, la responsabilidad es de los padres. Si tú nunca les hablas de tus hijos acerca de tu relación con Dios, si nunca oras con ellos, si nunca lees la Biblia con ellos – en fin, si parece que Dios estuviera ausente de tu hogar de lunes a sábado – no pienses que dos o tres horas el domingo los transformarán.
  • La gran mayoría de los grandes siervos del Señor – los grandes predicadores, misioneros y evangelistas – han crecido en hogares cristianos. Le próxima generación de grandes siervos del Señor puede salir de nuestras familias, si tomamos en serio el gran privilegio que Dios nos da de criar a sus hijos. ¿Crees que esto sea posible? ¿Lo crees de verdad?
  • En realidad, los niños de esta creación no nos pertenecen. En cierto modo, no son nuestros hijos. Son de Dios. Él nos los ha encomendado para amarlos, para criarlos y enseñarles la verdad de su Palabra. ¿Dejaremos que la vida de nuestros hijos sea un terreno baldío desaprovechado? ¿O los convertiremos en un jardín? Oremos hoy, pidiéndole a Dios que él nos ayude a cumplir esta tarea tan importante. 
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