PASTOR TONY HANCOCK
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Ejemplos buenos y malos

3/17/2019

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  • El pastor de una iglesia pequeña hacía unos trabajos pequeños de carpintería afuera de su casa.  Un niño del pueblo lo estaba observando.  Por fin, el pastor se acercó al muchacho y la preguntó: ¿Quieres aprender a hacer carpintería?  El niño le respondió: No, señor.  Sólo quiero saber lo que dice un pastor cuando se machuca el dedo con un martillo.
  • Alguien observaba a ese pastor.  Alguien te observa a ti también.  Todos buscamos ejemplos a seguir, y nos guiamos por lo que vemos.  El apóstol Pablo se atrevió a escribir: Sigan todos mi ejemplo.  ¿Puedes decir lo que él dijo?  ¿Te atreverías a decirles a otros que sigan también tu ejemplo?  Si no, ¿por qué no?
  • Pablo se atrevió a decir esto porque él seguía un buen ejemplo.  En otra ocasión escribió: Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.  (1 Corintios 11:1 NVI)  ¿Qué ejemplo sigues tú?  ¿Qué ejemplo das?  Acompáñame al libro de Filipenses para ver esto más a fondo.  Leamos desde el capítulo 3, verso 17, hasta el capítulo 4, verso 1.
Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado. 18 Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. 19 Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Solo piensan en lo terrenal. 20 En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. 21 Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
4 Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y extraño mucho, ustedes que son mi alegría y mi corona, manténganse así firmes en el Señor.  (NVI)
  • Es muy fácil seguir un mal ejemplo.  Pablo dice, con lágrimas, que hay muchos que se comportan como enemigos de la cruz de Cristo.  Pueden tener una cruz colgada en el cuello o en la pared de su casa, pero su comportamiento muestra que realmente son enemigos de la cruz y de todo lo que representa.
  • Aunque es la realidad de muchísima gente, tenemos que hablar siempre de ellos como lo hace aquí Pablo.  Tenemos que hablar con lágrimas.  Cuando vemos el mundo que nos rodea, con su desobediencia y rebelión, no podemos mirarlo con aires de superioridad y egoísmo.  Así veía el fariseo al recaudador de impuestos, y no fue justificado ante Dios.
  • Hace muchos años salió una película acerca del infierno.  No recuerdo cuál fue.  Sólo recuerdo que mi padre hizo un comentario sobre esa película.  Dijo que algo le había molestado cuando la vio, pero no sabía qué era – hasta que se dio cuenta de que habían hablado del infierno sin lágrimas.
  • Si podemos pensar en el destino de la gente que no conoce a Dios sin ser movidos a lágrimas, algo está mal en nuestro corazón.  El apóstol Pablo dice con lágrimas que hay muchos que se comportan como enemigos de la cruz.  Es muy fácil seguir su ejemplo, porque es lo que se ve por todas partes.
  • Pero debemos considerar lo que sucede cuando vamos por ese camino.  Hay tres cosas que debemos reconocer acerca de los que viven como enemigos de la cruz: su destino, su motor y su brújula.  Su destino, según el verso 19, es la destrucción.  Aunque pueden pasarla muy bien por un rato, terminarán destruyéndose – quizás aquí en la tierra, y de seguro por la eternidad.
  • A veces esa destrucción es muy aparente.  El mujeriego que sufre de una enfermedad venérea, el criminal que termina sus años en la prisión y el adúltero que muere solo y sin familia son ejemplos muy obvios de personas que se destruyen a sí mismos. 
  • Pero muchos saben esconder, por un rato, los efectos de su pecado.  No sufren consecuencias aparentes de su desobediencia.  ¡Las apariencias engañan!  Cuando lleguen al final del camino, tendrán que pagar por lo que han hecho.  Van manejando a toda velocidad hacia la destrucción.
  • La segunda cosa que vemos acerca de los enemigos de la cruz es el motor que los mueve.  Su motivación en la vida es la satisfacción de sus antojos.  Adoran al dios de sus propios deseos, dice el verso 19.  En una traducción más literal, su dios es su estómago.  Lo hacen todo para satisfacerse a sí mismos.  Cuando toman una decisión, no se preguntan si está bien; se preguntan si se siente bien.
  • Su lema es YOLO, o sólo se vive una vez.  Por eso, se enorgullecen de lo que es su vergüenza.  El marihuano que se pone una cachucha con una hoja de cinco puntos, el mujeriego que siempre habla de sus conquistas y el avaro que luce su fortuna presumen de lo que debería darles vergüenza.
  • La tercera cosa que descubrimos acerca de los enemigos de la cruz es su brújula.  Su mente está en lo terrenal.  Se dejan guiar por las cosas de este mundo.  Se nota en sus conversaciones.  Sólo hablan del trabajo, de la familia, de las posesiones y de los pasatiempos – pero nunca de Dios.  Se nota en sus gastos.  Lo invierten todo en lo que les puede distraer por un momento.
  • Así es la vida de mucha gente que nos rodea, incluyendo a muchos que se llaman cristianos.  Viven para este mundo, se dejan llevar por sus gustos y son enemigos de la cruz.  ¿Seguirás su ejemplo?  ¿Te dejarás llevar por la presión?    
  • Se cuenta la historia de un hombre anciano que iba por el camino con su nieto y su burro.  Pasando por el primer pueblito, el hombre caminaba delante del burro con su nieto atrás.  Los pueblerinos observaron que el anciano era un necio por no subirse al burro, así que, para complacerlos, se montó al burro.
  • Cuando llegaron al pueblo siguiente, la gente se puso a criticar al viejito por ser tan cruel con su nieto, obligándolo a caminar mientras él montaba.  Para complacerlos, el hombre se bajó del burro y puso al niño encima.  En el tercer pueblo, la gente acusó al niño de ser flojo por obligar al hombre a caminar, así que los dos se subieron al burro.
  • Cuando llegaron al cuarto pueblo, todos se indignaron por su crueldad al burro, obligándolo a llevar a dos personas.  Por fin, el hombre y su nieto salieron del pueblo cargando al burro entre los dos.  ¡Qué ridícula historia!  ¿No es verdad?  Así de ridículos quedamos cuando queremos complacer a todo el mundo.  En lugar de fijarnos en lo que hacen los demás o tratar de complacer a todos, debemos preguntarnos qué es lo que realmente nos conviene.
  • Esto lo descubrimos en los versos 20 y 21.  Esta es la vida de los que viven bajo la cruz.  Son los que le han entregado su vida al Jesús que murió en esa cruz por ellos, y que viven por la fe en él.  En lugar de fijar la mente sólo en lo terrenal, tenemos una ciudadanía celestial.  Sólo estamos de visita en este planeta.
  • Muchos de nosotros sabemos lo que es vivir en un país que no es el nuestro.  Si somos sabios, buscamos el bienestar y la prosperidad del lugar donde nos encontramos.  Sin embargo, nuestro corazón sigue estando en nuestra patria.  Buscamos noticias del hogar.  Queremos saber cómo están las cosas allá.  No perdemos nuestro idioma, nuestra comida, nuestra cultura ni nuestras costumbres.  Aunque vivamos acá, somos de allá.
  • Si somos cristianos de verdad, tenemos una nueva patria.  Aunque sigamos amando a nuestra patria y al país de nuestra residencia, ahora pertenecemos al reino de Dios.  Pensamos en las cosas del reino.  Vivimos con las costumbres del reino.  Hablamos de los asuntos del reino, y vivimos en ellos.  Como extranjeros, buscamos el bienestar del lugar donde vivimos, pero no seguimos sus malas costumbres.
  • Además de tener una ciudadanía celestial, hay algo diferente que mueve nuestra vida.  En lugar de vivir solamente para satisfacer los deseos del momento, vivimos a la expectativa del regreso de nuestro Salvador.  Nuestro dios no es nuestro estómago; nuestro Dios es el Salvador que vino del cielo para morir por nosotros, y que volverá un día para llevarnos a estar con él.
  • Vivir con esa esperanza transforma nuestra manera de pensar y de actuar.  Como dice el apóstol Juan, Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. 3 Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.  (1 Juan 3:2-3 NVI)
  • Anhelamos el regreso de nuestro Señor Jesús, porque él transformará nuestros cuerpos miserables en cuerpos gloriosos, como el cuerpo resucitado que él ahora tiene.  Eso significa que lo que hacemos con nuestro cuerpo es importante, porque este cuerpo será resucitado y transformado.  Esto nos motiva a dejar las malas costumbres y ofrecer nuestro cuerpo en servicio a Cristo.
  • En cierta ocasión, la directiva de una escuela pública en un barrio necesitado invitó a un millonario a hablarle a una clase de niños de sexto grado.  ¿Qué les diría?  El hombre no sabía con qué palabras animarlos.  Por fin, se paró delante de la clase y les dijo: Sigan estudiando.  Yo les prometo que, si se gradúan de la preparatoria, les ayudaré a pagar sus estudios universitarios.
  • En los siguientes seis años, casi el 90% de esa clase se graduó – en una escuela donde una minoría de los alumnos solía graduarse.  ¿Por qué?  Porque ahora tenían esperanza.  Tenían futuro.  Tú y yo tenemos esperanza también.  Tenemos un futuro.  Por eso, vale la pena vivir ahora como Dios desea que vivamos.
  • Por eso, te pregunto: ¿quién es tu ejemplo?  ¿A quién estás siguiendo?  Si no sigues a un buen ejemplo, tampoco podrás dar un buen ejemplo.  Hoy en día es fácil quejarnos de la maldad que vemos a nuestro alrededor.  Es fácil quejarnos del racismo y la corrupción y la inmoralidad que nos rodean.
  • ¿Cómo crees que sería el mundo si cada seguidor de Jesucristo realmente siguiera su ejemplo?  Jesús ya nos lo ha dado todo – una ciudadanía celestial, una esperanza y un futuro.  ¿Qué tal si todos simplemente hiciéramos lo que él nos llama a hacer?  Sería muy diferente el mundo, ¿verdad?
  • No podemos tomar decisiones por los demás, pero sí podemos decir: Yo, por mi parte, seguiré un buen ejemplo.  Que los demás hagan lo que quieran; yo seré fiel al Señor.  Si otros me siguen, les daré el mejor ejemplo que pueda.  Sólo así comenzará el mundo a cambiar – por el poder del ejemplo.
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