· Cuando piensas en la Navidad, ¿en qué piensas? Para los niños, la Navidad muchas veces se trata de los regalos. En mi propia niñez sé que así era. Lo que siempre me preguntaba era, ¿qué me darán este año? Ya tenía mi lista hecha. Los padres también se preocupan por comprarles a sus hijos los regalos que ellos desean.
· Para otros, la Navidad se trata de la familia. Es la temporada del año que nos da la oportunidad de ver a nuestros seres queridos. Quizás no los veamos en ninguna otra fecha del año más que en la Navidad. Por supuesto, la Navidad también se trata de la comida que consumimos en familia. · Recientemente tuve que visitar al dentista, y él me preguntó cómo me había ido en estos días festivos pasados. ¿Hiciste como yo? – me preguntó. ¿Subiste de peso? Por algún motivo, la ropa siempre nos queda un poco más apretada cuando se acerca la Navidad. · Para algunos, la Navidad es motivo de tristeza. Quizás les traiga recuerdos de alguien ya fallecido. O quizás se sientan solos en medio de la celebración. No todo es alegría siempre en la Navidad. · Los regalos, la familia, la comida – todas estas cosas son buenas. Sin embargo, ninguna de ellas capta realmente para qué es la Navidad. Al volver a leer la historia navideña este año, una cosa en particular me llamó la atención. Me atrevo a decir que, si ignoramos esta realidad, nos perderemos lo más valioso, lo más alegre y lo más real de la Navidad. · Aunque los regalos, la familia y la comida son bendiciones de Dios, ninguna de ellas representa el propósito de la Navidad. Más bien, la Navidad es para adorar. La adoración es el corazón de la Navidad. ¡Acompáñame a descubrirlo! Comencemos con el anuncio que hicieron los ángeles a los pastores, en Lucas 2:8-20. En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. 9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad». 15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer». 16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. 17 Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, 18 y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. 20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho. (NVI) · ¿Puedes imaginarte la sorpresa de los pastores? En una noche oscura, lejos de las luces del pueblo, con sólo el balido de las ovejas y los sonidos del campo, estaban sentados alrededor de la fogata. Ya se adormecían, cuando ¡de repente! Un ángel se les aparece. Eran hombres sencillos, acostumbrados a los peligros del campo – pero ¡nunca habían visto a un ángel! Con buena razón les dice: No teman. · Después de recibir las noticias del nacimiento del Salvador, ven una multitud de ángeles del cielo que comienzan a cantar alabanzas y dar gloria al Dios del cielo. El autor de la carta a los Hebreos hace referencia a este evento. Hebreos 1:6 dice: Además, al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: «Que lo adoren todos los ángeles de Dios». · Los ángeles establecen la pauta de la Navidad. ¿Cuál es la reacción apropiada a la llegada del Salvador al mundo? ¡Es la adoración! Los ángeles del cielo adoraron a Dios, y adoraron al Bebé recién nacido – porque sabían que era Dios hecho hombre, nacido para rescatarnos. · Después de recibir el anuncio de los ángeles, ¿qué hicieron los pastores? Dijeron: ¡Eso fue interesante! Bueno, a seguir cuidando las ovejas… ¡No! Fueron de prisa para encontrar al bebé. Hallaron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre. Después de verlo, regresaron al campo. · Pero no regresaron distraídos con otras cosas. Regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído. En otras palabras, adoraron. Su respuesta al nacimiento de Jesús fue hacer lo mismo que habían hecho los ángeles: adorar a Dios. Fueron los primeros visitantes que recibió Jesús después de nacer, y su reacción fue adorar. · Los ángeles adoraron, y los pastores adoraron; ahora vamos a hablar de otro grupo de visitas que recibió Jesús. A diferencia de lo que vemos en los nacimientos, llegaron más tarde que los pastores – quizás más de un año después. Se trata de los sabios procedentes del oriente. · ¿Sabes por qué fueron los sabios en busca de Jesús? Mateo 2:2 nos da la respuesta. —¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. (NVI) Los sabios realizaron un largo viaje con el objetivo de adorar al Rey que había nacido. · Para que no nos perdamos el mensaje, se repite la misma palabra cuando por fin llegan los sabios a la casa donde están María, José y Jesús. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. (NVI) Habían logrado su objetivo. Adoraron al niño que había nacido para reinar. · Entre los adornos de la Navidad vemos ángeles, pastores y sabios o “reyes magos”. ¿Sabes lo que nos están llamando a hacer? Nos están llamando a adorar. Pero ¿qué es la adoración? Andrés Birch dijo lo siguiente: Esta es mi definición de la adoración: responder a todo lo que es Dios con todo lo que somos nosotros, responder a todo su ser con todo nuestro ser. · Por un momento, deja de fijarte en los adornos y los regalos, la tradición y la comida, toda la envoltura de la Navidad – y fíjate en lo que Dios está haciendo. En la Navidad, Dios mismo tomó nuestra carne humana. Él nació de la misma manera en que nacemos todos nosotros. Dejó la gloria del cielo para compartir nuestra vida con sus sufrimientos y alegrías. Nos vino a visitar. · No sólo esto, sino que él vino para morir en nuestro lugar. Vino para ofrecerse en sacrificio por nosotros, tomando nuestro lugar y pagando nuestra condena. Vino para ofrecernos vida eterna, en lugar de condenación eterna. Vino a traer luz a la oscuridad de este mundo y de nuestros corazones. · ¿Cómo vas a responder a eso? Lo puedes ignorar, o puedes adorar. En realidad, son las únicas dos reacciones posibles. Birch también dijo: La verdadera adoración consiste en postrarse ante Dios (no necesariamente físicamente, pero sí en el corazón). Y la adoración falsa consiste en postrarse ante cualquier ser o cosa que no sea Dios. En esta Navidad, puedes postrarte ante Dios en adoración, o puedes postrarte ante otra cosa. Son tus dos opciones. · Si quieres unirte a los ángeles, los pastores y los sabios en adoración, tienes tres maneras de hacerlo. En primer lugar, adora con tus labios. Hebreos 13:15 nos exhorta: Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. (NVI) · Muchas de las canciones tradicionales de la Navidad son cantos de adoración a Dios. En lugar de cantarlos por nostalgia o tradición, piensa en sus palabras. Escucha, por ejemplo, la letra de Santa la noche: Santa la noche, hermosas las estrellas la noche cuando nació el Señor El mundo envuelto estuvo en sus querellas hasta que Dios nos mandó al Salvador Una esperanza todo el mundo siente, la luz de un nuevo día sin igual Con gratitud, postrados adoradle, oíd de lo alto la voz angelical. (Grupo Rojo) · En esta Navidad, adora a Jesús con tus labios. La segunda manera de adorar es con tu testimonio. Es fascinante notar que ninguno de los personajes que hemos mencionado adoró para sí mismo. Los ángeles adoraron y compartieron el mensaje con los pastores. Los pastores adoraron y compartieron el mensaje con todos los que se encontraron. · Los sabios adoraron y compartieron el mensaje con los de Jerusalén. Cuando de veras adoras a Jesús, no te puedes quedar callado. Tienes que compartir con otros tu emoción por lo que la Navidad significa. En esta temporada del año, hay muchísimas oportunidades para hablar con otros acerca del verdadero significado de la Navidad. · Cuando celebres en familia, cuando andes de compras y en cualquier otra conversación cotidiana, aprovecha los regalos para hablar del Regalo de Dios. Aprovecha las luces para hablar de la Luz del mundo. Aprovecha los nacimientos para hablar de lo que significa el nacimiento de Jesús. · La tercera manera de adorar es con nuestra ofrenda. Los sabios se arrodillaron para adorar a Jesús, y luego le ofrecieron regalos de sus tesoros. Sin saberlo, estaban siguiendo las leyes del Señor. Él dijo varias veces en el Antiguo Testamento: Nadie se presentará ante el Señor con las manos vacías. (Deuteronomio 16:16) · La adoración se expresa con lo que le damos a Dios. Lo primero que Dios quiere es, simplemente, todo. Él desea que nos entreguemos a él. Una manera de mostrar esa entrega es por medio de nuestras ofrendas. En esta temporada recogemos una ofrenda para las misiones. Dar para que otros puedan oír el evangelio es un acto de adoración. · En la entrada a mi pueblo, hay un letrero que anuncia el nombre del lugar. Esta adornado con plantas y flores. Sin embargo, a veces las plantas y flores que adornan el letrero crecen tanto que ocultan las letras. Se ve bonito, pero se pierde el sentido del anuncio. · No dejemos que los adornos que le ponemos a la Navidad obstruyan su verdadero significado. No dejemos que los regalos, la comida, la familia y el festejo cubran la realidad del nacimiento de Jesús. Más bien, recordemos para qué sirve la Navidad – para adorar. Esta Navidad, adora a Dios con tus labios por la venida de Jesús. Comparte con otros la noticia de su venida. Ofrécele en adoración de tu tesoro. El corazón de la Navidad es la adoración.
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