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El éxito en tus finanzas

4/18/2021

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  • En 1978, los bomberos de la ciudad de Londres se pusieron en huelga. El ejército británico valientemente tomó su lugar. Entre las muchas llamadas de emergencia que recibieron fue la de una ancianita. Su gato se había subido a un árbol, y no bajaba. Los soldados del ejército llegaron a rescatar al gatito y rápidamente lo bajaron del árbol.
  • La señora estaba tan agradecida que invitó a los soldados a tomar una taza de té. Después de tomarse el té, se despidieron de la señora y se subieron al camión de bomberos. Cuando el camión comenzó a rodar, pronto se oyó un triste maullido. Habían atropellado al gato que acababan de rescatar. Su éxito se convirtió en fracaso.
  • Estoy convencido de que Dios quiere que tengas éxito. Sin embargo, si no buscamos el éxito como Dios lo define, nuestro éxito se puede convertir en fracaso. Hoy vamos a hablar del éxito en las finanzas. ¿Cómo es el éxito en las finanzas, según Dios? Él nos lo dice en su Palabra.
  • Ahora bien, si queremos entender bien la Biblia, tenemos que reconocer que Dios se revela en ella de manera progresiva. Hay verdades preliminares en el Antiguo Testamento y verdades perfectas que se revelan por medio de Jesús.
  • Es algo así como la matemática. Antes de aprender a multiplicar, aprendemos a sumar. La multiplicación no tiene mucho sentido para la persona que no sabe sumar. Las sumas nos preparan para entender la multiplicación. De igual modo, hay verdades en la Biblia que nos preparan para la verdad perfecta de Jesús.
  • Comencemos con la verdad preliminar o preparatoria. Para vivir bien, todos necesitamos cierto nivel de prosperidad. Si vivimos al borde de la miseria, no tendremos tiempo ni energía para servir a Dios y a los demás. Efesios 4:28 nos da una razón para querer prosperar: para tener qué compartir con los necesitados. El mundo busca la prosperidad para disfrutarla egoístamente, pero Dios nos llama a una prosperidad que se expresa en generosidad.
  • El rey Salomón, uno de los hombres más ricos del mundo, nos da algunos consejos para prosperar en Eclesiastés 11:1-6.
  • Lanza tu pan sobre el agua; después de algún tiempo volverás a encontrarlo. Comparte lo que tienes entre siete y aun entre ocho, pues no sabes qué calamidad pueda venir sobre la tierra. Cuando las nubes están cargadas, derraman su lluvia sobre la tierra. Si el árbol cae hacia el sur, o cae hacia el norte, donde cae allí se queda. Quien vigila al viento no siembra; quien contempla las nubes no cosecha. Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas. Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si esta o aquella, o si ambas serán igual de buenas. (NVI)
  • Aquí encontramos cuatro principios que los asesores financieros todavía recomiendan. El primero es el principio de la inversión. ¿Qué significa esto de lanzar el pan sobre el agua? A nosotros quizás nos lleve a pensar en dar de comer a los patos en algún parque. Pero no se refiere a esto. Más bien, es una referencia a los mercaderes que, en los días de Salomón, enviaban sus barcos llenos de cereales a tierras lejanas. Después de mucho tiempo, regresaban con ganancias.
  • De igual modo, una de las claves para la prosperidad es tener una mentalidad de inversión en lugar de derroche. En vez de gastar cada centavo que te llega a las manos, busca la manera de invertir una parte para el futuro. Invierte en la educación de tus hijos. Invierte en algún negocio, en acciones de alguna compañía o en alguna propiedad. Invirtiendo poco a poco se hace una buena fortuna.
  • El segundo principio es el principio de la diversificación. Comparte entre siete y aun ocho. En otras palabras, no pongas todos los huevos en una sola canasta. Si esa canasta se llegara a caer, lo perderías todo. No sabes lo que puede suceder. Los planes de Dios son misteriosos. En lugar de poner toda tu inversión en una sola cosa, pon algo en ahorros, invierte en tu negocio, paga la casa y así. Quizás pierdas en algo, pero ganarás en otra cosa.
  • El tercer principio es la prevención de riesgos. Esto lo describe el verso 3. Hay ciertos peligros que se pueden anticipar. Así como las nubes grises presagian lluvia, también hay ciertos peligros que se ven de antemano. Debemos hacer preparación para esas cosas. Por ejemplo, debemos tener un seguro para nuestro auto. Debemos tener algo ahorrado para el futuro.
  • Pero nadie sabe cuando se va a caer un árbol. Debemos también dejar cierto margen en nuestras finanzas para lo inesperado. No entendemos la obra de Dios, ni debemos pretender controlarlo. Por eso, la preparación para lo que no se espera es parte de la vida prudente del cristiano.
  • El cuarto principio es el principio del esfuerzo. Dios ha creado un mundo en que la prosperidad requiere esfuerzo. A esto se refiere el verso 6. No sueñes con riqueza inesperada; no juegues la lotería, pensando que así te librarás de trabajar. Más bien, esfuérzate en el tiempo debido, y tarde o temprano cosecharás.
  • Si ponemos estos cuatro principios en práctica, pondremos también el fundamento para una vida próspera. Hay que recordar siempre lo que dice Proverbios 13:11. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La prosperidad que viene de Dios generalmente no llega de la noche a la mañana; es un proceso largo, de esfuerzo y de confianza en él.
  • Cuando pensamos en la inversión, sin embargo, hay una verdad perfecta que jamás podemos olvidar. Jesús nos habla de esto en Lucas 9:23-25. Dirigiéndose a todos, declaró: —Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. 25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? (NVI)
  • Podríamos poner en práctica los principios sabios de la inversión que nos enseña Salomón y llegar a tener cierta prosperidad en este mundo. Muchos lo han hecho. Pero ¿de qué nos serviría si llegáramos a poseer hasta todo el mundo, pero perdiéramos el alma? ¿Qué valor tendrá, si nos perdemos a nosotros mismos? Sería como dar una fortuna por una joya de imitación, o trabajar con un patrón que nos paga con billetes falsificados.
  • Esta palabra de Jesús es para todos. No es sólo para un grupo selecto. Si queremos evitar el desastre de poseer los bienes del mundo y perdernos a nosotros mismos, sólo hay una solución. Tenemos que convertirnos en discípulos de Jesús. Para ser discípulo de Jesús, tres cosas son necesarias.
  • En primer lugar, hay que rechazar el deseo de vivir para nosotros mismos. Esto es negarse a sí mismo. En lugar de preguntarnos qué queremos hacer, nos preguntamos qué quiere Jesús que hagamos. Esto implica un cambio radical de perspectiva. Muchas personas buscan a Dios porque quieren que Dios bendiga sus planes. Pero Jesús nos enseña a abandonar nuestros planes y buscar los planes que Dios tiene para nosotros.
  • En segundo lugar, hay que comprometerse cada día con Cristo. Queda claro que no se trata de la decisión de un día, sino de una decisión de todos los días. Algunos piensan que están bien con Dios porque algún día decidieron seguirle. Pero Jesús nos dice que esa decisión que hicimos una vez se tiene que seguir repitiendo. Cada día tenemos que decir, Señor, hoy muero a mí mismo para seguirte a ti.
  • En tercer lugar, hay que seguir constantemente a Cristo. El verbo está en tiempo presente. Nuestra carne siempre quiere seguir su propio camino. Cada momento, tenemos que recordar, como dice la canción, He decidido seguir a Cristo. Esto es cuestión de identidad. Dondequiera que te encuentras, recuerda que eres discípulo de Jesús y pórtate como tal.
  • La verdadera ganancia en la vida está en conocer a Cristo. Cuando lo conocemos, pondremos todo lo que tenemos a su disposición y viviremos para él. No lo veremos a él como la clave para conseguir lo que nosotros queremos, ni trataremos de ganar el cielo. Descansaremos confiados en lo que él ha hecho por nosotros, y le seguiremos todos los días.
  • George McDonald dijo, En todo lo que el hombre hace sin Dios, tendrá que fracasar miserablemente o triunfar más miserablemente. Espero que todos podamos prosperar económicamente, pero espero aun más que todos conozcamos de verdad a Cristo. Sin él, la prosperidad económica se vuelve una miseria. Si tienes a Cristo, lo tienes todo. Si no tienes a Cristo, no tienes nada. ¿Qué clase de éxito persigues tú?
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