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El gozo de la Navidad

12/12/2021

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  • La Navidad es un tiempo de gozo y alegría. Ese gozo se refleja en las luces y en los adornos que vemos por todas partes. Se refleja en la felicidad de reunirnos con amigos y familiares. Se refleja en la sonrisa del niño que abre un regalo, y en la cara feliz de quien se lo dio.
  • Una de mis primeras memorias tiene que ver con la Navidad. Quizás tendría unos tres o cuatro años. Bajé la escalera de la casa la mañana del 25 de diciembre, y allí, junto al arbolito decorado, había una patineta azul. ¡Mi primera patineta! Me alegré tanto que todavía recuerdo ese momento, tantos años después.
  • Es bueno celebrar y disfrutar de la Navidad. Es una bendición tener los medios para compartir alimentos sabrosos, intercambiar regalos y decorar la casa. Demos gracias a Dios por estas cosas. Sin embargo, en medio de tanta celebración, a veces sentimos que algo falta. Viene un poco de tristeza, hasta de melancolía, como una sombra entre las luces brillantes.
  • Ese sentimiento nos muestra que carecemos de algo. Nuestro gozo no está completo. ¿Dónde lo podemos encontrar? Cuando volvemos a los relatos de la primera Navidad, descubrimos que hubo mucho gozo. Cuando Jesús nació, había mucha alegría – a pesar de que no había luces ni adornos ni villancicos, y el mundo estaba en muy malas condiciones.
  • Vamos a regresar a esa primera Navidad para ver si nosotros también podemos recuperar el gozo. Comencemos con el anuncio del nacimiento del precursor de Jesús, Juan el Bautista. Un ángel le apareció a su padre Zacarías mientras realizaba su oficio de sacerdote judío en el templo. Le dijo que él y su esposa, ambos ancianos y sin hijos, tendrían un bebé.
  • Esto es lo que el ángel le dijo a Zacarías acerca de la llegada de su hijo. No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento. (Lucas 1:13-14 NVI)
  • Después de años, quizás décadas, de orar, Zacarías y Elisabet tendrían un hijo. ¡Qué emoción! A Zacarías le pareció increíble, a tal grado que le pidió al ángel una señal de que realmente iba a suceder. Cuando por fin llegó el niño, trajo gran alegría. No sólo fue para Zacarías y Elisabet, sino para muchos otros también. Aun antes de que Jesús llegara, él ya traía gozo al mundo por medio del nacimiento de su precursor.
  • El gozo que sintieron Zacarías, Elisabet y todos los que se enteraron del nacimiento de Juan fue el gozo de una respuesta anhelada. Ellos llevaban años orando, y parecía que su petición jamás se podría conceder. Ya estaban resignados a una vejez sin hijos. Sin embargo, Dios actuó. Dios obra según su calendario, no el nuestro. Dios les concedió lo que le habían pedido.
  • En esta Navidad, Dios también te invita a conocer ese gozo. Es el gozo de saber que Dios está trabajando, que él oye las oraciones de su pueblo y obra a nuestro favor. Aunque tarde su respuesta, puedes confiar en que él responderá. Puedes compartir el gozo de Zacarías y Elisabet.
  • El segundo destello de gozo que encontramos en el relato de la primera Navidad vino cuando los ángeles aparecieron a los pastores inmediatamente después de que Jesús había nacido. Los pastores eran hombres sencillos, rudos y sin mucha educación. El trabajo de pastor no era muy respetado. Pero Dios envió a sus ángeles para darles a los pastores el primer mensaje de que Jesús había nacido.
  • Cuando nace un bebé en una familia famosa, las revistas pagan enormes sumas de dinero para publicar fotos exclusivas del niño. El acceso a la vida familiar de las celebridades es muy costoso y muy limitado. ¡Imagina lo que Dios habría podido cobrar por el acceso a su único Hijo! La entrevista exclusiva con los padres y las fotos de la cuna saldrían en primera plana. Pero él prefirió mandar la noticia a unos humildes pastores.
  • Leamos lo que les dijeron los ángeles, en Lucas 2:10. No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. El nacimiento del Salvador y Rey Jesús trae alegría, porque él vino para todos. La alegría es para todo el pueblo, para toda la gente.
  • El mundo limita su gozo a los que tiene dinero, influencia o buena apariencia. Aun para ellos, el gozo es pasajero e inseguro. Pero Dios ofrece el gozo de su salvación a todos. La única limitación es la disposición a recibirlo. No importa quien eres. Dios te ofrece el gozo de su salvación. Eso sí: tienes que recibirlo con humildad. En el reino de Dios no entran el orgullo ni la prepotencia.
  • Si humildemente te entregas a Cristo, recibirás el gozo de saber que eres incluido. Dios te recibe. Tú le importas. Eres su hijo, si conoces a Jesús. Ahora pasamos al tercer momento de gozo en la primera Navidad, que encontramos en Mateo 2:10-11 en el relato de la visita de los sabios.
  • Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. Los sabios habían hecho un largo viaje desde su hogar en el oriente. Siguiendo una misteriosa estrella en la que ellos vieron el cumplimiento de una profecía, llegaron a Jerusalén.
  • Era lógico que allí naciera el rey anunciado por la estrella, pues era la capital de su nación. Pero allí nadie sabía nada de Jesús. Después de recibir una pista de que el niño podría haber nacido en la pequeña aldea de Belén, se dirigieron hacia ese lugar. Al salir de Jerusalén, vieron la estrella que los había guiado y se llenaron de alegría.
  • Se dieron cuenta de que Dios los estaba llevando a conocer al Niño. Su gozo fue la alegría del destino encontrado. Llevaban mucho tiempo en busca, pero por fin se acercaban a su destino. La luz de la estrella los llenó de alegría, porque significaba que iban a encontrar lo que habían buscado.
  • Cuando encontramos a Jesús, descubrimos el gozo de encontrar el destino que siempre hemos buscado. Agustín de Hipona dijo, Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Encontramos el gozo cuando encontramos a Jesús – no como una imagen, una idea o una figura de la historia, sino como nuestro Salvador que nos ama y nos recibe.
  • Cuando encontramos a Jesús, encontramos nuestro destino. Hallamos el gozo de conocer al Dios verdadero y caminar con él. Cientos de años antes del nacimiento de Jesús, un autor desconocido escribió estas palabras:
  • Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos, y que siempre mantiene la verdad. El Señor hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos. El Señor da vista a los ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos. El Señor protege al extranjero y sostiene al huérfano y a la viuda, pero frustra los planes de los impíos. (Salmo 146:5-9 NVI)
  • El gozo viene cuando nuestra esperanza está puesta en Dios, el mismo Dios que nos amó tanto que envió a su Hijo para rescatarnos. Algunas personas ponen su esperanza en imágenes, otros en el dinero, otros en su propia astucia o en algún gobernante. Dios nos llama a esperar solamente en él. Cuando nuestra esperanza está en Dios, podemos tener verdadero gozo.
  • Cuando Jesús vino, él cumplió las profecías de estos versículos y las sigue cumpliendo. Él dio de comer a los hambrientos cuando multiplicó los panes y los pescados. Liberó a muchos que eran cautivos de espíritus malignos. Dio vista a los invidentes y aliento a los desalentados. Resucitó al hijo huérfano de una viuda. Jesús mostró en carne propia lo que significa tener a Dios como ayuda.
  • En esta Navidad, podemos gozar de las celebraciones, los adornos y los regalos. Pero encontremos nuestro verdadero gozo en Jesús, el bebé que nació para traer gozo a todos los que lo reciben. En él tenemos el gozo de saber que Dios escucha nuestra oración. En él tenemos el gozo de saber que somos incluidos. En él tenemos el gozo de encontrar nuestro verdadero destino, y en él tenemos el gozo de la esperanza.
  • Te invito en este momento a pedirle a Jesús que llene tu corazón con su gozo, no solamente en la Navidad, sino siempre. Si no conoces a Jesús, puedes entregarle ahora el control de tu vida. Si has perdido de vista a Jesús, él está tan cerca como una oración. No te pierdas el verdadero gozo de la Navidad.
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