PASTOR TONY HANCOCK
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El poder de la costumbre

1/1/2023

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  • Nuestra vida está hecha de costumbres. Piénsalo: te levantas en la mañana por costumbre, desayunas por costumbre, te lavas los dientes por costumbre, sales a trabajar por costumbre, regresas a casa y te echas frente al televisor por costumbre, cenas por costumbre y te acuestas por costumbre. Al día siguiente, vuelves a hacer lo mismo.
  • En realidad, esto no es tan malo. La vida sería muy agotadora si cada cosa que hicieras la tuvieras que pensar. Pero nuestras costumbres tienen mucho poder. Si nos esforzamos por formar buenas costumbres en nuestra vida, el resultado será bueno. En cambio, si nos dejamos llevar por las malas costumbres, podemos terminar muy mal.
  • Cuando venimos a Cristo, debemos cambiar de costumbre. En la salvación hay ciertas cosas que sólo Dios puede hacer. Sólo Dios puede perdonar nuestros pecados. Él toma la iniciativa en darnos el perdón. Sólo Jesús pudo morir en la cruz para llevar nuestra culpa. Nunca la podríamos pagar con nuestros esfuerzos. La salvación nos llega cuando confiamos en lo que Jesús hizo por nosotros.
  • Pero el llamado a confiar en Jesús también es el llamado a seguir a Jesús. Lo que Jesús hizo por nosotros nos motiva a querer ser como él. Jesús tenía buenas costumbres. Con la ayuda de su Espíritu Santo, nosotros también podemos dejar las malas costumbres y desarrollar buenas costumbres en nuestra vida.
  • En esta fecha en que muchos se hacen propósitos para el año nuevo, vamos a pensar más allá de los simples propósitos y considerar algunas buenas costumbres que podemos esforzarnos por desarrollar en este año nuevo. Pero primero, vamos a hablar sobre dejar las malas costumbres.
  • Una mujer con la costumbre de fumar estaba visitando a su madre. De repente, la señora se dio cuenta de que su hija no había fumado en toda la visita. ¿Estás rompiendo el hábito? – le preguntó. Su hija le contestó: No, estoy resfriada y no fumo cuando estoy enferma. Su madre le respondió: Sabes, tendrías mejor salud si te enfermaras más seguido.
  • Seguramente su hija se quedó rascando la cabeza. Lo que podemos decir sin lugar a confusión es que Dios nos llama a dejar las malas costumbres. Romanos 12:2 nos lo dice. Me gusta como lo expresa la Reina Valera Contemporánea: Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.
  • El mundo de gente que no conoce a Dios tiene ciertas costumbres en su manera de pensar, de hablar y de actuar. En lugar de adoptar esas costumbres, debemos dejarlas. No me refiero a convertirnos en personas que sólo señalan los errores de los demás. Si tus compañeros de trabajo tienen la costumbre de echar maldiciones, no tienes que regañarlos o hacerte el ofendido. Simplemente acostúmbrate a hablar de otra manera. Puede ser que después ellos te imiten.
  • Lo importante es comenzar ahora a cambiar nuestras costumbres. Un día, un maestro se paseaba por el bosque con uno de sus discípulos. De repente, se detuvo en un lugar donde crecían cuatro plantas. Por casualidad, cada una era un poco más grande que la anterior. La primera acababa de brotar, la segunda estaba arraigándose, la tercera ya era un arbusto y la cuarta ya era árbol.
  • El maestro le dijo a su discípulo: Arranca la primera planta. Con dos dedos, el alumno lo sacó de la tierra. Ahora arranca el segundo, le dijo. El discípulo logró hacerlo, pero tuvo que usar las dos manos. Haz lo mismo con la tercera planta, le dijo. Tuvo que usar todas sus fuerzas para arrancarla.
  • Ahora, inténtalo con la cuarta planta. Por más que lo intentara, sin embargo, no pudo. Con los dos brazos alrededor del tronco, muy apenas lograba mover las hojas. Entonces le dijo el maestro: Así es con las malas costumbres. Cuando son pequeñas, es fácil arrancarlas. En cambio, cuando se hacen grandes, es muy difícil sacarlas, por más que nos esforcemos.
  • La buena noticia es que, con Dios, nada es imposible. Pero si Dios te está señalando alguna mala costumbre en tu vida que debes quitar, hazlo ya. No se hará más fácil, sino más difícil con el transcurso del tiempo. Algún día estarás arrepentido de no haberlo hecho antes.
  • Una cosa que te ayudará a dejar las malas costumbres es recordar lo que dice 1 Corintios 15:33. No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres». Cuando nos juntamos con personas que tienen malas costumbres, es muy fácil que sus malas costumbres se nos peguen.
  • Obviamente, no podemos ni debemos alejarnos por completo de las personas que tienen malas costumbres. Para hacer eso, tendríamos que salir del mundo. No es malo convivir con parientes o amistades que no son creyentes. En el trabajo, nos toparemos con toda clase de gente. Pero debemos cultivar relaciones cercanas con personas de buen carácter y de buen corazón.
  • Si te das cuenta de que alguien en tu vida siempre te influye para mal, es bueno alejarte de esa persona. Puedes ser amable y ayudarle cuando lo necesita, pero no pases mucho tiempo con personas que te influyen para mal. Aléjate también de las malas influencias electrónicas. Si tu cuenta de Facebook te hace mal, cancélalo. Si los programas de televisión que ves te alejan de Dios, deja de verlas. Si las páginas web que frecuentas no te ayudan a ser una mejor persona, déjalas – por más divertidas que sean. Son malas compañías que te llevarán a malas costumbres.
  • Hemos hablado de dejar las malas costumbres. Pero es muy difícil dejar una cosa sin poner otra en su lugar. Por eso, vamos a hablar ahora de las buenas costumbres. La primera costumbre que voy a mencionar quizás te parezca un poco extraña. Dirás: ¿cómo es que debo hacer costumbre de eso? ¡Lo hago cuando tengo ganas de hacerlo, no por costumbre!
  • Veamos lo que nos dice 1 Crónicas 6:31-32 acerca de esta costumbre. A partir de que el arca se quedó en un lugar fijo, David nombró cantores para el templo del Señor. Éstos son los cantores que nombró, los cuales cantaban ante la tienda del tabernáculo de reunión hasta que Salomón construyó el templo del Señor en Jerusalén. Después siguieron cumpliendo con su ministerio, como de costumbre.
  • Los cantores comenzaron a alabar al Señor, y lo siguieron haciendo por costumbre. La Biblia no lo dice como si fuera algo malo. Al contrario; era su deber. Para los cantores, alabar fue una buena costumbre. En la iglesia no hay levitas. Todos tenemos la responsabilidad de alabar al Señor, y debemos hacer que sea costumbre.
  • Una manera de hacer que la alabanza se convierta en costumbre es escuchar música de alabanza como parte de nuestra rutina diaria. Cuando hacemos esto, se hace natural y normal que una canción nos llame la atención y nos eleve de repente a la presencia de Dios. También podemos hacer la costumbre de darle gracias a Dios por todo. Así la alabanza se convierte en costumbre.
  • La segunda costumbre la vemos en Marcos 10:1. Jesús salió de allí y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. El pueblo volvió a reunirse en torno suyo, y él volvió a enseñarles, como era su costumbre. Si Jesús tenía la costumbre de enseñar, nosotros debemos tener la costumbre de aprender.
  • ¿Tienes la costumbre de aprender más acerca de Dios? ¿O te conformas con lo que ya sabes? Jesús enseñó por costumbre a las multitudes, y él nos sigue enseñando por medio de su Palabra en el poder de su Espíritu. Jesús constantemente nos está enseñando, pero tenemos que acostumbrarnos a aprender de él. Una de las costumbres que nos permite aprender de Jesús es la costumbre de leer diariamente la Biblia. ¿Por qué no te propones leer la Biblia cada día este año?
  • La tercera buena costumbre que voy a mencionar es una costumbre que tenían en común Jesús y el apóstol Pablo. Si los dos acostumbraban a hacerlo, ¿no te parece que sería bueno acostumbrarnos a hacer lo mismo? Según Lucas 4:16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se levantó a leer las Escrituras.
  • Jesús tenía la costumbre de congregarse cada semana. Para él, ir a la sinagoga – que era como la iglesia local de su tiempo – no era algo eventual o esporádico. Era la costumbre de cada semana. A veces, cuando he invitado a alguien a la iglesia, me dicen esto: A ver cuándo me nace ir. No quiero ir por obligación.
  • Se comprende esto cuando se trata de un incrédulo. En cambio, si somos creyentes, debemos imitar la costumbre de Jesús y hacernos el propósito de reunirnos con nuestros hermanos cada semana. Esto lo entendía el apóstol Pablo, como lo relata Hechos 17:2. Pablo fue entonces a la sinagoga, como era su costumbre, y durante tres días de reposo debatió con ellos. Con base en las Escrituras.
  • Cuando tienes la costumbre de asistir a la iglesia, esto no significa que cada domingo será de milagros y revelación. Pero cuando lo haces, te estás poniendo en el lugar donde Dios te puede tocar, te puede hablar, te puede animar y te puede corregir. No todos los domingos serán de maravilla, pero algunos sí – y el domingo que te pierdes puede ser el domingo que Dios te quiere tocar.
  • Por eso, Hebreos 10:25 nos dice esto. No dejemos de congregarnos, como es la costumbre de algunos, sino animémonos unos a otros; y con más razón ahora que vemos que aquel día se acerca. En lugar de perder la costumbre de congregarnos, como algunos lo hacen, demos prioridad a la casa de Dios y la reunión con los hermanos.
  • Durante la Segunda Guerra Mundial los soldados nazis recorrieron el territorio francés llevándose a toda la población judía para exterminarla. Un pueblo en particular, la aldea de Le Chambón, escondió a su población judía de los nazis en lugar de entregarlos. Años después, cuando el filósofo Felipe Hallie realizó un estudio de este pueblo, trató de identificar el factor que lo separó de los pueblos que entregaron su población judía a los invasores.
  • Entrevistó a la población, y quedó admirado de lo comunes y corrientes que eran. No eran héroes ni tenían alguna inteligencia anormal. Por fin, sacó la conclusión de que el factor que los transformó fue el hecho de que, cada domingo, asistían a su pequeña iglesia. Allí escuchaban los sermones de su pastor, y poco a poco se convirtieron por costumbre en personas que hacían el bien.
  • En un momento crítico en la historia del mundo, sus buenas costumbres marcaron la diferencia. ¿Qué costumbres estás haciendo en tu vida? ¿Cuáles costumbres debes dejar? ¿Cuáles costumbres vas a tomar? Con fe en el Señor, puedes dejar las malas costumbres y formar buenas costumbres en tu vida. Esto es lo que dirigirá tu vida por buenos caminos.
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