· ¿Cuánto cuesta la conveniencia? Una cocinera decidió investigarlo. Fue al supermercado y comparó los precios de las frutas y verduras pre-cortadas con las mismas frutas y verduras enteras. Descubrió que el precio de la conveniencia es muy alto.
· Por ejemplo, la cebolla picada costaba más de siete veces más por gramo que la cebolla entera. ¿Cuánto tiempo toma uno en picar una cebolla? Las zanahorias en rebanadas costaban tres veces más que las zanahorias enteras, y las manzanas cortadas costaban casi cinco veces más. El apio costaba casi seis veces más por gramo cortado que entero. · Creo que uno podría cortar un manojo de apio en trozos en menos de un minuto, y por la simple conveniencia de ahorrarse ese poco tiempo, ¡termina pagando seis veces más! Seguramente para algunas personas vale la pena ahorrar un poco de tiempo, pero hay que reconocer que la conveniencia tiene su precio. · Hay otra situación en la que la conveniencia tiene un precio mucho más alto. Me refiero a interpretar la Palabra de Dios a nuestra conveniencia. Dios nos ha hablado en su Palabra. Él nos ha dicho lo que quiere que hagamos y cómo quiere que vivamos. Sin embargo, a nosotros nos encanta tomar su Palabra y entenderla a nuestra conveniencia. · El precio de hacer esto es muy alto. Podemos terminar alejados de Dios, llenos de vergüenza, cubiertos en pecado y condenados al sufrimiento. Por eso, nos conviene someternos a la Palabra de Dios y ponerla en práctica, en lugar de interpretarla a nuestra conveniencia. Jesús nos da un gran ejemplo de esto en la sección del Sermón del Monte que veremos hoy. Leamos Mateo 5:31-32. Se ha dicho: “El que repudia a su esposa debe darle un certificado de divorcio”. 32 Pero yo les digo que, excepto en caso de inmoralidad sexual, todo el que se divorcia de su esposa la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la divorciada comete adulterio también. (NVI) · Los hombres del día de Jesús habían tomado la Palabra de Dios y la habían interpretado a su conveniencia. En la ley de Moisés, Dios les había mandado a los hombres darles a sus esposas una carta de divorcio si se divorciaban de ellas. El hombre no podía simplemente echar a su esposa de la casa porque ya no le gustaba. Tenía que hacer un escrito legal y oficial, para que ella pudiera rehacer su vida. · Pero los hombres habían tomado esta instrucción a su conveniencia. Incluso muchos de los predicadores del día de Jesús enseñaban lo mismo: que Dios les daba a los hombres permiso para divorciarse de sus esposas por cualquier razón, siempre y cuando les dieran una carta de divorcio. · Según la manera de pensamiento más liberal, el hombre podía despedir a su esposa si le quemaba la comida. Pero Jesús nos aclara que ésta nunca fue la voluntad de Dios. Vamos a leer el pasaje citado para poder sacar nuestras propias conclusiones. Se encuentra en Deuteronomio 24:1-4. »Si un hombre se casa con una mujer, pero luego deja de quererla por haber encontrado en ella algo indecoroso, solo podrá despedirla si le entrega un certificado de divorcio. 2 Una vez que ella salga de la casa, podrá casarse con otro hombre. 3 »Si ocurre que el segundo esposo le toma aversión, y también le extiende un certificado de divorcio y la despide de su casa, o si el segundo esposo muere, 4 el primer esposo no podrá casarse con ella de nuevo, pues habrá quedado impura. Eso sería abominable a los ojos del Señor. »No perviertas la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia. (NVI) · La primera cosa importante para comprender este pasaje es el significado de algo indecoroso. Probablemente se refiera a alguna clase de inmoralidad, de adulterio u otra cosa parecida. Pero ¡los hombres lo habían convertido en un permiso para divorciar a sus esposas por cualquier pretexto! · La segunda cosa que observamos es que, en realidad, este pasaje se enfoca en la protección de la mujer. Se ha reportado que, en algunos lugares, todavía se practica una especie de prostitución bajo pretexto del matrimonio. Según este sistema, un hombre se casa con una mujer por un tiempo muy breve – una tarde, quizás. Luego, se divorcia de ella, y la mujer se casa con otro por otro día. · Los hombres usan a la mujer sexualmente, pero no le dan ninguna seguridad. Mientras satisfaga sexualmente a un hombre, tiene dónde vivir y qué comer, pero tan pronto él se cansa de ella, se va a la calle. Ni hablar de la situación de sus hijos; se convierten en huérfanos virtuales. · Para evitar este abuso, Dios declara que los hombres no pueden despedir fácilmente a sus esposas, y sólo por algo indecoroso. Es más, una vez que las despidan, no pueden volverse a casar con la misma mujer. Esto evitaría precisamente la situación que acabamos de describir. Serviría para proteger a la mujer dentro del matrimonio. · Los hombres habían convertido una ley que Dios había dado para proteger a las mujeres en un pretexto para abusar de ellas. ¡Qué ironía! ¿Seremos nosotros culpables de tales cosas? ¿Interpretaremos la Biblia a nuestra conveniencia? ¡Seguro que no! Pero qué tal si decimos: La Biblia dice que tengo que pagar mis impuestos, pero seguramente Dios no quiere que apoye un gobierno tan corrupto como el que tenemos, así que mejor no los voy a pagar. · O quizás digamos: Yo sé que Dios no quiere que nos divorciemos, así que mejor voy a vivir en unión libre, y de ese modo, si no funcionan las cosas, ¡no nos tendremos que divorciar! Una interpretación muy conveniente – pero la conveniencia tiene su precio. · Jesús nos muestra ese precio cuando dice, en el verso 32, todo el que se divorcia de su esposa, la induce a cometer adulterio. Cuando nosotros interpretamos la Palabra de Dios a nuestra conveniencia, terminamos lastimando a otros y cubriéndonos de vergüenza. Jesús dice que el hombre que se divorcia de su esposa, al menos que ella le haya sido infiel, la está obligando a cometer adulterio. · ¿Qué significa esto? En el día de Jesús, una mujer divorciada realmente no tenía más opción que volverse a casar. Sobre todo, en la cultura rural de Palestina, no había trabajos disponibles para las mujeres. Ella no podía irse a trabajar en una fábrica, un restaurante o una tienda para sostenerse. Su única opción sería volverse a casar. · Sin embargo, Jesús dice que, en ese caso, la mujer estaría cometiendo adulterio – bajo obligación de su esposo. Ante los ojos de Dios, su primer matrimonio no había sido cancelado. No había razones suficientes para deshacerlo, así que seguía en vigor. Por lo tanto, al volverse a casar, ella estaría traicionando a su primer esposo – quien la estaría obligando a hacerlo. · El hombre tan respetado en la comunidad, entonces, el hombre de buena posición que simplemente ha dejado a su esposa ya arrugada por una más joven, en realidad es un vil proxeneta o padrote. Prostituye a su esposa. La ha lastimado, y él mismo se ha cubierto de vergüenza. · Vivimos en una sociedad en la que el matrimonio se honra cada vez menos. El divorcio fácil es una de las maneras en las que se deshonra el matrimonio. Pero Dios quiere algo mucho mejor para nosotros. Más tarde en su ministerio, Jesús tuvo una conversación con algunos fariseos sobre este mismo pasaje. No lo vamos a leer ahora, pero te animo a leerlo después. Se encuentra en Mateo 19:1-9. · Estos fariseos le preguntaron a Jesús si era permitido que un hombre se divorciara de su esposa por cualquier motivo. Jesús les contestó que Dios, en el principio, hizo al hombre y la mujer. Luego Dios declaró: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Entonces dijo Jesús: Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. · Dios desea que formemos hogares seguros, basados en un compromiso mutuo, fortalecidos por la fe en Jesucristo y llenos de su amor. Él quiere que nuestros hijos crezcan seguros y se desarrollen en ese ambiente de apoyo y armonía. Nos enseña a amarnos y a sacrificarnos por el bien de nuestra familia. · ¿Habrá situaciones en las que el divorcio se permite? Sí, Jesús menciona aquí la infidelidad. Si una mujer traiciona a su esposo, o si un esposo traiciona a su esposa, con ese acto de traición abandona sus votos matrimoniales y le da permiso a su pareja de divorciarse, si lo desea. El abuso también puede convertirse en un abandono tan total de los votos matrimoniales que se convierte en razón para el divorcio. · Pero nuestra primera pregunta no debe ser: ¿Por cuáles razones permite Dios que me divorcie? Más bien, primero debemos preguntarnos cada uno: ¿Qué debo hacer para que mi matrimonio dure? ¿Cómo puedo mantener ese compromiso que hice ante Dios? ¿Cómo puedo alimentar el amor con mi pareja para que ni siquiera pensemos en el divorcio? · En cierta ocasión, Jesús caminaba por un pueblo en Samaria cuando llegó a un pozo. Era la hora más calurosa del día. Cuando se acercó una mujer para sacar agua, Jesús le pidió que le diera algo de beber. La mujer se sorprendió. Ella era samaritana, y Jesús era judío; estos dos grupos no se llevaban entre sí. · Después de conversar un rato, Jesús le pidió que llamara a su esposo. No tengo esposo, contestó la mujer. Tienes razón en decir que no tienes esposo, le contestó Jesús, pues has tenido cinco, y el hombre que ahora tienes no es tu esposo. Si buscáramos el mejor ejemplo de desobediencia a las normas divinas sobre el matrimonio, ¡sería esta mujer! · Sin embargo, a ella Jesús le prometió que surgiría agua viva del interior de su ser, si creía en él. Aunque había fracasado numerosas veces en el matrimonio, podía ser restaurada. Hoy, si tú le pides de corazón a Jesús que te restaure, puedes encontrar el perdón de todo pecado. Puedes comenzar de nuevo con él. La conveniencia cuesta, pero el arrepentimiento trae restauración. La gracia de Dios es suficiente para cubrir todo el pecado del corazón arrepentido y humillado.
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