PASTOR TONY HANCOCK
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El Señor es bueno

2/4/2023

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  • Este es un día especial. Hoy recordamos el momento en la vida del Señor Jesús cuando entró a Jerusalén montado sobre un burro. Jesús ya había ido muchas veces a Jerusalén. La primera vez fue cuando tenía pocas semanas de nacido y sus padres lo llevaron al templo para presentarlo al Señor.
  • A los doce años, Jesús se había quedado varios días en el templo. Jesús probablemente visitó la ciudad de Jerusalén no menos de cien veces durante su vida. Como varón judío, tenía que presentarse tres veces al año para las grandes fiestas de su fe. Como murió a los 33 años, podemos calcular alrededor de cien visitas al templo en Jerusalén durante esos años.
  • Pero esta visita sería diferente. Durante todo su ministerio público, Jesús había guardado su verdadera identidad en secreto. Cuando sus discípulos se percataron de que él era el Mesías, el Rey prometido que todos esperaban, Jesús les mandó que lo mantuvieran en secreto. Todavía no era hora de que todos supieran quién era él.
  • Por fin, llegó el momento. Jesús mandó a dos de sus discípulos a traerle un burrito. Se montó al burrito, sentado sobre los mantos de sus seguidores, y entró de esa manera a Jerusalén. La gente cortó ramas de los árboles para echarlos en el camino como una especie de alfombra roja, y gritaban alabanzas a Dios.
  • Cuando Jesús entró a Jerusalén de esta manera, se estaba presentando como el Rey esperado. Siglos antes, el profeta Zacarías había dejado esta profecía: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna. (Zacarías 9:9)
  • Cada judío sabía que, cuando llegara el Salvador que todos esperaban, se presentaría de esta manera. Al subirse a ese burrito, fue como si Jesús trajera un rótulo en las manos que decía: Yo soy el Rey que esperan. No podría haber sido más claro. Con esa acción, echó a andar el proceso que culminaría con su crucifixión. ¡Para eso había venido! Vino para dar su vida en rescate por nosotros.
  • Además de la profecía de Zacarías, hay otro pasaje del Antiguo Testamento que se cumplió ese día. Los seguidores de Jesús que lo acompañaron en su entrada gritaban esta frase: —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! Ellos no lo inventaron en ese momento. Más bien, es una cita del Salmo 118. Esa misma semana, en un diálogo con los líderes religiosos, Jesús citó otro versículo del mismo salmo. Escuchemos hoy las palabras de este salmo, comenzando con los primeros 4 versos.
  • Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.
  • 2 Que proclame el pueblo de Israel: «Su gran amor perdura para siempre».
  • 3 Que proclamen los descendientes de Aarón: «Su gran amor perdura para siempre».
  • 4 Que proclamen los que temen al Señor: «Su gran amor perdura para siempre».
  • Jesús y la multitud que lo acompañaba iban a Jerusalén para celebrar la Pascua judía. Recordaban el momento en que Dios los había liberado de su esclavitud en Egipto. Jesús es nuestra Pascua. Él nos libera de la esclavitud al pecado y a la muerte. Como parte de la celebración de la Pascua, el pueblo repetía el salmo que estamos leyendo.
  • Reunidos en el templo, declaraban la bondad del gran Dios que los había rescatado de la servidumbre y que diariamente los bendecía. Desde los sacerdotes que descendían de Aarón e incluyendo a todos los que temen al Señor, se llama a todo el pueblo a alabar al buen Señor.
  • ¿Y nosotros? ¿Alabamos a Dios? Él no deja de ser bueno. Aunque pasen cosas malas, Dios es bueno. Aunque le hayamos fallado, Dios es bueno. Aunque el tiempo sea malo, Dios es bueno. Por eso, Dios merece que lo alabemos en todo momento. Levanta hoy la cabeza y alábalo: ¡Dios es bueno!
  • Los siguientes versículos del salmo demuestran la bondad de Dios en la vida del creyente. Mientras leemos estos versos, quiero que prestes atención a todas las formas en las que podemos sentirnos atacados. ¿Has sentido alguna vez lo que describen estos versículos? Leamos con atención.
  • Desde mi angustia clamé al Señor, y él respondió dándome libertad.
  • 6 El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?
  • 7 El Señor está conmigo, él es mi ayuda; ¡ya veré por los suelos a los que me odian!
  • 8 Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre.
  • 9 Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos.
  • 10 Todas las naciones me rodearon, pero en el nombre del Señor las aniquilé.
  • 11 Me rodearon por completo, pero en el nombre del Señor las aniquilé.
  • 12 Me rodearon como avispas, pero se consumieron como zarzas en el fuego.
  • ¡En el nombre del Señor las aniquilé!
  • 13 Me empujaron con violencia para que cayera, pero el Señor me ayudó.
  • 14 El Señor es mi fuerza y mi canto; ¡él es mi salvación!
  • 15 Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos:
  • «¡La diestra del Señor realiza proezas! ¡La diestra del Señor es exaltada!¡La diestra del Señor realiza proezas!»
  • 17 No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del Señor.
  • 18 El Señor me ha castigado con dureza, pero no me ha entregado a la muerte.
  • 19 Ábranme las puertas de la justicia para que entre yo a dar gracias al Señor.
  • 20 Son las puertas del Señor, por las que entran los justos.
  • 21 ¡Te daré gracias porque me respondiste, porque eres mi salvación!
  • ¿Alguna vez te has metido en un enjambre de avispas? ¡Espero que nunca te haya sucedido! Cuando las avispas se enojan, forman una nube y atacan por todos lados, zumbando y picando sin misericordia. Si uno trata de correr, lo persiguen. ¡Parece que nunca se va a escapar!
  • Podemos sentir que los problemas así también nos atacan. El enemigo nos tiene rodeados. Nos ataca con enfermedades, con los recuerdos de nuestro pecado, con dudas y rechazo y traición. Parece que nunca vamos a escapar. Es como si todo el mundo – todas las naciones – nos atacara.
  • Pero es mejor refugiarse en Dios que en los hombres. Si el Señor está conmigo, ¡no temeré! ¡Decláralo en esta mañana! ¡El Señor es mi fuerza! ¡No moriré, sino viviré para proclamar las maravillas del Señor! En la cruz, Jesús derrotó a nuestros peores enemigos – el diablo, el pecado y la muerte. Por eso, podemos declarar: ¡Él es mi salvación! Dios es bueno, y él nos libera.
  • Si el Señor te ha liberado, dale las gracias. Y se te encuentras bajo ataque y rodeado de problemas, confía en él. Dios es bueno, pase lo que pase. Puedes confiar en él por su bondad en cualquier circunstancia.
  • Ahora llegamos a los versículos del salmo que se proclamaron en la entrada triunfal de Jesús y que él mismo citó pocos días después. Son los versos 22-29.
  • La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.
  • 23 Esto ha sido obra del Señor, y nos deja maravillados.
  • 24 Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él.
  • 25 Señor, ¡danos la salvación! Señor, ¡concédenos la victoria!
  • 26 Bendito el que viene en el nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos.
  • 27 El Señor es Dios y nos ilumina.
  • Únanse a la procesión portando ramas en la mano hasta los cuernos del altar.
  • 28 Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto.
  • 29 Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.
  • Dios muestra su bondad exaltando lo que el mundo rechaza. El mejor ejemplo de esto es Jesús. Los constructores – los líderes, los que se creían mucho – no lo recibieron. De hecho, lo crucificaron. Pero Dios lo convirtió en la piedra angular de su pueblo. De ser rechazado y crucificado, ha sido exaltado al más alto lugar.
  • En ese día, el día en que se sacrificó en la cruz, Dios obró. Ese día en que el cielo se oscureció, toda la ira de Dios se derramó sobre Jesús. Ese día en que el velo se partió, Jesús nos abrió camino a la presencia misma del Padre. Este es el día en que el Señor actuó; por eso, podemos alegrarnos en él.
  • Ahora comprendemos por qué el pueblo aclamó a Jesús con las palabras del verso 26: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Ellos hicieron lo que manda el verso 27. Se unieron a la procesión portando ramas en la mano. Es que ellos reconocían que su salvación había llegado. Dios había venido para traer salvación.
  • La bondad de Dios no se refleja simplemente en la alabanza. Tampoco se expresa solamente en su ayuda cuando enfrentamos los problemas de la vida. Dios es bueno, y por eso, rescata a su pueblo. Rescató a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Rescata a todos los que se entregan a él de su esclavitud al pecado, del infierno y de la muerte.
  • Nuestro peor problema no es que nos falta dinero, o que tenemos mala salud, o que nuestros hijos son desobedientes. Tampoco es el gobierno. Ese fue el error que cometieron muchos en el día de Jesús. Creían que él había venido para cambiar el gobierno, porque era muy corrupto y malvado.
  • Nuestro peor problema es el pecado. Es nuestra culpa ante Dios, que nos condena al infierno y a la muerte. El pecado nos arruina la vida de una y mil maneras. Dios, por ser tan bueno, nos quiere rescatar del pecado y darnos una vida nueva. El camino de la fe en Jesús no es un camino fácil, pero es el mejor camino que existe en la vida.
  • Sin embargo, muchas veces no nos queremos entregar de lleno a Jesús porque estamos muy encariñados con las cosas de este mundo. No queremos dejar las fiestas mundanas o el vicio o el chisme o la pornografía o alguna otra costumbre, y por eso, le rehuimos a Dios. Pensamos que él es malo por querer quitarnos las cosas que nos gustan, cuando en realidad, él es bueno y sabe lo que no nos conviene.
  • Nuestra situación se parece a un caso que salió en las noticias hace algunos años. La policía en California andaba buscando a un hombre que se había robado un Volkswagen. Sin embargo, no lo buscaban por la razón que uno se imagina. Sucedió que el dueño del carro había dejado en el asiento delantero una caja de galletas. Esas galletas contenían veneno para ratas. El dueño las iba a usar para matar unas ratas que tenía en la casa.
  • El temor de la policía fue que el ladrón del auto se comiera algunas de esas galletas. Ellos lo buscaban para salvarle la vida. Sin embargo, el ladrón los esquivaba porque no entendía la realidad de la situación. Del mismo modo, muchas veces queremos esquivarle a Dios porque creemos que nos va a quitar todo lo bueno. Se nos olvida que él es bueno, y todo lo bueno viene de él. El mejor lugar es al lado de Dios, no lejos de él.
  • Dios es bueno. Él envió a su Hijo para rescatarnos. Por eso, entrégate hoy a él. Ya no huyas de su amor. Entrégale tu vida a Jesús. Reconoce tu pecado, y déjalo en la cruz. Así podrás conocer en tu propia vida lo que declara este salmo: El Señor es bueno, y su gran amor perdura para siempre. 
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