· Una señora decidió tomar una clase de gimnasia para ponerse en forma y bajar de peso. Cuando se presentó para inscribirse en la clase, se le dijo: Por favor, póngase ropa suelta para la clase. La señora respondió: Si tuviera ropa que me quedara suelta, ¡no tendría que tomar la clase!
· Hay muchas razones para hacer ejercicio. Seguramente, como esta mujer, muchas personas simplemente quieren que la ropa les quede mejor. Otros desean evitar los problemas de salud, o quieren lucir bien. ¿Qué nos dice la Biblia acerca del ejercicio? ¿Nos habla del tema? · Hay un pasaje que habla muy directamente acerca del ejercicio físico. ¿Te sorprenderías si te dijera que Dios está a favor del ejercicio? Él nos llama a entender su valor verdadero, y ponerlo en su lugar correcto. Nos enseña cómo aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece el ejercicio. · Los versículos que leeremos hoy se encuentran en una carta que el apóstol Pablo le escribió a Timoteo. El apóstol había dejado a Timoteo a cargo de la iglesia en Éfeso mientras él iba a otro lugar. Había ciertas personas en la iglesia de Éfeso que enseñaban doctrinas falsas y confundían a muchos. · Una de las cosas que enseñaban era que el cuerpo físico es malo, y que hay que maltratarlo para poder liberar el espíritu. Es en su respuesta a estas ideas que el apóstol Pablo menciona directamente el ejercicio físico. Vamos a ver lo que dice al respecto, en 1 Timoteo 4:1-10. · El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. 2 Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida. 3 Prohíben el matrimonio y no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes, conocedores de la verdad, los coman con acción de gracias. 4 Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable si se recibe con acción de gracias, 5 porque la palabra de Dios y la oración lo santifican. 6 Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús, nutrido con las verdades de la fe y de la buena enseñanza que paso a paso has seguido. 7 Rechaza las leyendas profanas y otros mitos semejantes. Más bien, ejercítate en la piedad, 8 pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no solo para la vida presente, sino también para la venidera. 9 Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos. 10 En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos, especialmente de los que creen. (NVI) · Fíjate en las palabras fuertes y directas que utiliza el apóstol para confrontar la falsa doctrina. Habla sin pelos en lengua cuando se trata de una mentira que puede destruir la fe y deshonrar a Dios. ¿Te importa la verdad tanto como le importó a Pablo? Vale la pena luchar por defender la verdad. · ¿Cómo podemos luchar contra la mentira? No lo vamos a hacer con pistolas o fusiles; la mejor defensa contra la mentira es la presentación clara y convincente de la verdad. Los falsos maestros enseñaban que el cuerpo era malo, así que uno tenía que evitar muchos alimentos y evitar el matrimonio para poder salvar su espíritu. · Frente a esto, encontramos en los primeros versos una gran verdad. Esa verdad es simplemente que Dios ha creado nuestros cuerpos y los alimentos que los sostienen, así que debemos disfrutar con gratitud la vida que llevamos en este cuerpo. Es interesante leer estos versículos y compararlos con el mundo actual. · En aquellos tiempos, los falsos maestros promovían la idea de negar al cuerpo ciertas cosas que realmente no son malas – ciertos alimentos, por ejemplo, y la vida íntima dentro del matrimonio. Hoy en día, parece que hemos ido al otro extremo: nadie se niega nada, y muchas personas esquivan el matrimonio por la razón opuesta – no quieren limitarse en sus opciones. · Sin embargo, me atrevo a decir que la misma mentira está detrás de ambos errores. Es la mentira de decir que tu cuerpo no fue hecho por Dios, y no tiene ningún propósito bueno en sus planes. Los falsos maestros en Éfeso decían: Tu cuerpo no vale nada; tienes que maltratarlo para liberar tu espíritu. Hoy en día, el mundo dice: Tu cuerpo no vale nada; haz con él lo que tú quieras. · El mensaje que nos da el mundo acerca de nuestro cuerpo es que no debemos limitarnos en cuestión de placer. Para el mundo, es normal que las personas no casadas tengan relaciones sexuales. Es normal que una persona traicione a su pareja porque su corazón se lo manda. Es normal que la sexualidad se exprese de muchas formas aberrantes. · En realidad, esto también representa una desvalorización del cuerpo. Tengo una pala que uso para escarbar en el jardín. Se llena de tierra cuando la uso, y sinceramente no la trato con mucho cuidado. La dejo tirada en el suelo y la guardo sucia. No la valoro mucho. ¡Es una pala! · Pero también tengo unas cucharas que uso en la cocina. ¿Ustedes creen que las trato como a la pala? ¡Claro que no! Después de usarlas, las lavo y las seco bien. Las guardo en la gaveta, para que no se ensucien. Cada una tiene su lugar. ¡Jamás se me ocurriría tirarlas al suelo, o guardarlas sucias! Las valoro y las cuido, porque las uso para preparar mi comida. · La sociedad de hoy nos llama a tratar nuestro cuerpo como una pala. Nos llama a tirarnos por aquí y por allá con cualquiera, en lugar de guardarnos para el matrimonio. Esto también representa una desvalorización del cuerpo. ¿Te das cuenta? ¡Es el mismo error! Frente a esto, tenemos que decir: tu cuerpo es un buen regalo de Dios. Él te lo dio para algo bueno. · Si comprendemos que nuestro cuerpo es un buen regalo de Dios, lo disfrutaremos con buenos alimentos y con una vida íntima de gozo en el matrimonio. También nos cuidaremos de contaminarla con el pecado y la maldad. Ahora bien, ¿qué tiene todo esto que ver con el ejercicio? · Esto lo encontramos en la segunda mitad del pasaje. Dios nos llama a ejercitarnos para lo que es realmente importante. Hay dos ideas sobresalientes en este pasaje acerca del ejercicio. La primera idea es que el ejercicio físico tiene cierto valor. Observa la primera frase del verso 8: el ejercicio físico trae algún provecho. · La ciencia está comprobando lo que Dios nos dijo en su Palabra hace casi dos mil años. Hay mucho provecho en el ejercicio para nuestra salud mental, para evitar la enfermedad y para vivir una vida más larga y sana. Todos debemos encontrar alguna actividad física que nos guste, para mantener la salud y la fuerza de nuestro cuerpo. · A mí me gusta mucho salir a caminar. Lo hago casi todos los días. Cuando puedo, me gusta ir a algún parque o reserva natural para disfrutar de la creación de Dios mientras camino. La mayoría del tiempo, simplemente camino por mi vecindad y muchas veces oro por los residentes de las casas que voy pasando. Esa es la forma de ejercicio que a mí me agrada. · Puede ser que haya otra forma de ejercicio que te agrade a ti. Si caminar te parece muy aburrido, quizás disfrutes de una clase de aeróbics. Podrías ser fanático del baile folclórico. Quizás te guste algún deporte – fútbol, tenis, natación. El punto principal es que hay muchas maneras de ejercitar tu cuerpo. Lo importante es encontrar la manera que tú disfrutas, y separar tiempo para hacerlo varias veces por semana. El ejercicio físico trae provecho. Es parte de disfrutar del buen regalo de nuestro cuerpo. · Pero hay otra clase de ejercicio que es aun más importante. La última mitad del verso 7 dice: Ejercítate en la piedad. ¿Por qué? Porque la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no sólo para la vida presente sino también para la venidera. ¿Te das cuenta? El ejercicio físico te ayudará a vivir mejor durante tu tiempo en este mundo, y es importante. · El ejercicio espiritual te ayudará a vivir mejor, no sólo durante tu tiempo en este mundo, sino también durante toda la eternidad. ¡Es aun más importante! Un fisicoculturista invierte horas en el gimnasio y dinero en comprar suplementos nutritivos para ganar concursos. Puede lucir sus músculos durante algunos años, pero mucho antes de envejecer, comenzará a perder la musculatura. · Pero las horas que invertimos en la oración, en el estudio de la Palabra, en la adoración y en el servicio al Señor nos llevarán a una buena forma espiritual que jamás perderemos. Como dice Pablo en otro lugar, Aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. (2 Corintios 4:16) ¡La inversión en el ejercicio espiritual jamás se pierde! · Si quieres tener la energía suficiente para jugar con tus nietos, tienes que estar en buena forma física. Si quieres tener la oportunidad de vivir una vida larga y sana, tienes que mantenerte en forma. El ejercicio físico trae ciertos buenos resultados. · Si quieres tener la fuerza para resistir la tentación, si quieres tener la capacidad de alcanzar a los perdidos, si quieres servir a Dios con poder y alegría, tienes que mantener tu forma espiritual. Ejercítate en la piedad. Disciplínate para pasar tiempo cada día en oración y en la lectura de la Palabra. Dale prioridad a estar en la iglesia para adorar a Dios y aprender más de él. · ¿Por qué? Porque has puesto tu esperanza en el Dios viviente. Él es tan bueno que ofrece salvación a todos, aunque sólo la reciben los que creen. Si hemos puesto nuestra esperanza en un Dios tan bueno, ¿cómo no vamos a sentirnos seguros y motivados a invertir el tiempo y el esfuerzo en lo que realmente importa? · Una mujer encontró a un hombre viejito y arrugado meciéndose en una silla en el porche de su casa. Acercándose, le dijo: Dígame, señor, ¿cuál es su secreto para una vida tan larga? El hombre le contestó: Fumo tres cajas de cigarrillos al día. Me tomo una caja de whisky a la semana, todo lo que como está lleno de grasa y jamás hago ejercicio. · ¡Eso es increíble! – exclamó la mujer. Y dígame, ¿cuántos años tiene usted? Veintiséis, le contestó el hombre. ¡Vaya secreto para una vida larga! ¿Te das cuenta? Si quieres mantenerte joven físicamente, ejercita tu cuerpo. Si quieres que tu espíritu se rejuvenezca, ejercítate espiritualmente. Camina con el Señor. Dobla tus rodillas en oración. Baja tu Biblia de la repisa, y anda en los mandamientos de Dios. Así tendrás salud para tu cuerpo y para tu espíritu.
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