· Uno de los beneficios de la tecnología es que nos permite ver qué le interesa más a la gente. Por ejemplo, la página web Biblegateway.com recientemente publicó su lista de los versículos bíblicos más buscados por sus millones de usuarios. El versículo más buscado no debe sorprender a nadie. Es el verso más famoso de la Biblia, Juan 3:16.
· Interesantemente, el segundo versículo más buscado procede de un profeta del Antiguo Testamento. El versículo es Jeremías 29:11: Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (NVI) · Vale la pena reflexionar sobre la razón por la que este versículo es tan popular. Su atracción nace, a mi ver, del deseo que todos tenemos de saber que hay un plan para nuestra vida. Queremos saber que nuestra vida tiene propósito, que no estamos aquí por accidente, que todo esto significa algo. Estas palabras del profeta Jeremías nos dan a entender que, aunque las cosas estén mal, no todo está perdido. Dios todavía tiene planes para nosotros. · ¿Te identificas con ese deseo? ¿Quieres conocer el propósito de Dios para tu vida? ¿Quieres alcanzar lo que él tiene planeado para ti? La buenísima noticia que trae la Palabra de Dios es que Dios tiene un propósito para ti, y lo puedes alcanzar. ¿Cómo puede suceder esto? · Algunas personas te dirán que sólo se va a dar si haces un gran esfuerzo, porque todo depende de ti. Te dirán que tú eres el capitán de tu propio destino, y nadie más te va a ayudar. Échale muchas ganas, y a lo mejor podrás lograr algo. Su lema es: Ayúdate, y yo te ayudaré, dice Dios. Sabes que esa frase no se encuentra en la Biblia, ¿verdad? · Otros te dirán que no tienes que hacer nada. Sólo descansa en los brazos de Dios, y deja que él lo haga todo. Su lema es: Que sea lo que Dios quiera. No te esfuerces: ¿para qué? Más bien, sé pasivo. A fin de cuentas, no puedes cambiar las cosas. ¿Por qué te preocupas? Lo que será, será. · Estas dos ideas representan dos extremos opuestos, y ninguno es correcto. Gracias a Dios, no todo depende de nosotros. ¡Dios ya está trabajando a nuestro favor! No estamos solos en esto. Pero también debemos reconocer que nos toca hacer algo. Dios no bendice la flojera. Él nos llama a trabajar, a ponernos las pilas y hacer algo. · William Booth, el fundador del Ejército de la Salvación, dijo: La fe y las obras deben viajar lado a lado, paso a paso, como las piernas de un hombre que camina. Primero fe, y luego obras; luego la fe de nuevo, y otra vez las obras – hasta que casi ni se distinguen el uno del otro. Si tú y yo aprendemos a caminar con ese ritmo, ¡nada nos podrá detener! · La verdad es que la salvación contiene un llamado al esfuerzo, pero Dios nos da tanto el querer como el hacer para realizar su voluntad. Leamos Filipenses 2:12-13 para descubrirlo. Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no solo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo su salvación con temor y temblor, 13 pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. (NVI) · El apóstol Pablo escribió esta carta a la iglesia de Filipos mientras se encontraba en la cárcel. Ellos le habían enviado un apoyo monetario, y él les escribe para darles las gracias. Sin embargo, la mayoría de su carta tiene que ver con la vida espiritual. Él estaba mucho más interesado en el crecimiento en la fe de los filipenses que en sacarles más dinero. Muestra un verdadero corazón pastoral. · Ellos habían oído el evangelio de labios de Pablo, y él felicita a la iglesia por su obediencia a la Palabra que les había predicado. Pero ahora que se encuentra ausente, les anima a seguir caminando en obediencia. En lugar de distraerse porque Pablo ya no estaba con ellos, él les anima a ser aun más fieles en su obediencia al Señor Jesús. La marca de un creyente maduro es que sigue al Señor, no sólo cuando su líder está presente, sino también cuando está ausente. · ¿Qué es lo que les dice que hagan? Lleven a cabo su salvación con temor y temblor. Es muy importante entender lo que significa esta frase. No quiere decir que tenemos que ganarnos la salvación. En otros lugares, Pablo mismo declara rotundamente que la salvación no es un premio que ganamos por nuestro propio esfuerzo. · Cuando nosotros recibimos la salvación, dependemos totalmente de Jesús. No podemos salvarnos a nosotros mismos. Somos como náufragos, que simplemente se agarran del rescatista mientras él los levanta del agua. No podemos nadar a la orilla para librarnos del pecado. Sólo podemos lanzarnos a los brazos fuertes de Jesús, para que él nos rescate. Efesios 2:8 y 9 declara: Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe… no por obras, para que nadie se jacte. · Dios no nos está diciendo, entonces, que tenemos que trabajar para ganarnos la salvación. Más bien, nos está diciendo que pongamos a trabajar nuestra salvación. La salvación – es decir, el perdón de los pecados, la nueva vida que tenemos en Cristo y la nueva relación que tenemos con Dios – se recibe como regalo. Ese regalo se recibe por fe. Pero ahora, Dios nos llama a poner ese regalo a trabajar. · La fe verdadera es activa. No es pasiva. Tener fe no significa quedarse con los brazos cruzados y decir: Estoy seguro que todo va a salir bien. Imagina, por un momento, que un amigo te regalara un tractor. Tratas de pagarle por el tractor, pero él sabe que no tienes suficiente dinero ni para empezar a pagárselo. No puedes darle nada a cambio, en realidad. · Por fin, le agradeces su regalo tan generoso. Prendes el tractor, y lo estacionas detrás de tu casa. Lo mantienes bien limpio y bien pulido. Cada vez que viene a visitarte tu amigo, le muestras el tractor y le vuelves a decir: ¡Gracias por regalarme ese tractor! Sólo hay un problema. Nunca lo usas. · Tienes un enorme campo detrás de tu casa, pero nunca se te ocurre usar tu lindo tractor para labrar la tierra y sembrar algo. El tractor sólo lo tienes de lujo. Ahora bien, ¿qué pensará tu amigo del regalo que te ha dado? ¿Le dará gusto que sólo lo tengas allí estacionado, por más limpio y pulido que esté? · Dios nos ha dado este precioso regalo de la salvación. No nos cuesta nada a nosotros, pero a él le costó ver a su único Hijo colgar en la cruz, cargado con nuestros pecados, entregando su vida a nuestro favor. ¿Qué vamos a hacer con este maravilloso regalo que nos dado, el regalo de la salvación? ¿Lo dejaremos guardado, o lo pondremos a trabajar? · Hay muchas cosas maravillosas que Dios quiere lograr en nuestra vida, si ponemos a trabajar la salvación. Él puede hacer cambios en nuestra familia. Puede hacer cambios en nuestra comunidad. Puede cambiar nuestro carácter. Puede usarnos para rescatar a otras personas. Puede incluso hacer cambios en nuestra salud, pero nos toca a nosotros poner la fe en acción. La verdadera fe es activa. Nos lleva a tomar pasos concretos. · La buena noticia en todo esto es que no estamos solos. No depende por completo de nosotros. La verdadera fe también es dependiente. Podemos estar seguros de que Dios está obrando. Volvamos a leer el verso 13 de Filipenses 2, y deja que estas palabras penetren tu corazón: …pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. (NVI) · Cuando nosotros ponemos nuestra fe en acción, ¡podemos estar seguros de que el inmenso poder de Dios está obrando en nosotros! Dios está obrando para darnos ánimo, para darnos las ganas para lograr lo que él nos llama a hacer, y también el poder para lograrlo. ¡No estamos solos en esto! · Esta es una verdad muy poderosa, si la podemos comprender. Muchas veces nos imaginamos a Dios como un maestro regañón. Nos dice qué hacer, y se queda allí para sermonearnos cuando no lo logramos. Con los brazos cruzados, sólo menea la cabeza con decepción ante nuestras fallas. · ¡Dios no es así! En la vida del creyente, él está obrando tanto para motivarnos como para capacitarnos. Su Palabra, su Espíritu, los creyentes que nos rodean, las circunstancias: en todo Dios está obrando para darnos el deseo – el querer hacer su voluntad. Al mismo tiempo, él está obrando para que podamos lograr lo que él nos lleva a proponernos. ¡No estamos solos en esto! · Cierta noche, una casa se incendió, dejando a un niño atrapado en el segundo piso. El padre se paró debajo de la ventana del cuarto donde estaba su hijo. Cuando el niño se asomó a la ventana, entre el humo y la oscuridad, su padre gritó: ¡Salta, hijo! Yo te agarro. Al mirar hacia afuera, sin embargo, el niño no podía ver a nadie. ¡No te veo, papá! – gritaba el niño. Sí, hijo – le respondió su padre. Pero yo te veo, y eso es lo que importa. · Sabes, nosotros tenemos un Padre amoroso que siempre nos ve. Lanzarnos en fe a un nuevo proyecto, a algún cambio en nuestra vida o a compartir el evangelio con alguien puede ser atemorizante. No sabemos qué pasará. No vemos a dónde iremos a caer. Pero nuestro Padre celestial sí lo ve. Si nos dejamos guiar por él, si caminamos en obediencia por la fe en él, sus poderosos brazos siempre nos sostendrán. · ¿Para qué necesitas confiar en Dios? ¿Qué cambios te está llamando a hacer en obediencia a él? No dejes que el temor te robe las bendiciones que Dios quiere derramar sobre tu vida. Deposita en él toda tu confianza, y toma el paso de fe. Ponte a caminar, dejando que un paso de fe te lleve al siguiente paso de obediencia. · No tienes que dudar ni buscar. Puedes saber que Dios tiene planes para tu vida. Son planes de bien. ¿Pondrás a trabajar la salvación que él te ha dado? ¿Tendrás una fe que funciona?
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