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Hombre y mujer en la iglesia de Dios

9/8/2019

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  • Vivimos en un momento social de gran confusión acerca del género.  Algunas décadas atrás, veíamos a los jóvenes que andaban por la calle con el cabello largo y nos preguntábamos: ¿será hombre o mujer?  Ahora, parece que muchos se preguntan a sí mismos: ¿seré hombre o mujer?
  • Para la persona que lucha con dudas acerca de su identidad, el cuestionamiento puede ser un proceso doloroso.  Debemos expresarnos con amor y compasión hacia ellos.  Pero no podemos ceder ante la presión de ciertos elementos que nos llaman a borrar las distinciones entre los hombres y las mujeres.
  • En el principio, Dios creó a Adán y Eva.  Génesis 1:27 declara: Y Dios creó al ser humano a su imagen, lo creó a imagen de Dios.  Hombre y mujer los creó.  (NVI)  Más adelante en el mismo pasaje, Dios miró lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.  El ser hombre o el ser mujer es una parte buena de la creación de Dios.  Si Dios te hizo hombre, eso es algo bueno.  Si Dios te hizo mujer, eso también es algo bueno.
  • Dios nos llama a reflejar nuestra identidad masculina o femenina cuando nos reunimos para adorarle como iglesia.  Como creyentes, hemos sido redimidos por Jesucristo, comprados para ser parte de una nueva humanidad restaurada y perfeccionada.  Por eso, durante la hora más importante de la semana – la hora de la adoración – debemos reflejar nuestra verdadera identidad.
  • En otras palabras, cuando nos reunimos para adorarle, Dios quiere que lo hagamos como hombres y mujeres, no simplemente como seres humanos.  Esto tiene que ver con muchas cosas, incluso con la manera en que nos vestimos.  Sobre todo, sin embargo, es cuestión de la actitud de nuestro corazón.  Veamos lo que nos dice Dios al respecto en 1 Timoteo 2:8-15.
Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas.
9 En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. 10 Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
11 La mujer debe aprender con serenidad, con toda sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime. 13 Porque primero fue formado Adán, y Eva después. 14 Además, no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado. 15 Pero la mujer se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad.
  • Dios nos ha dado, como hombres, el gran privilegio de guiar a nuestras familias y a su iglesia en oración.  Algo está mal cuando un hombre no quiere orar, porque es un gran honor tener el derecho de hablar directamente con nuestro Padre celestial.  Pablo dice, en efecto, Quiero que los hombres oren….  No abandonen su responsabilidad.  Preséntense para orar.
  • ¿Qué diríamos de un hombre que le dijera a su mujer: Vete tú a trabajar para traer dinero al hogar, y cuida a los niños, y limpia la casa, y hazme de comer todos los días; yo me la voy a pasar frente al televisor?  Diríamos que es una vergüenza, ¿no es verdad?  Huye de su responsabilidad.  Sus hijos no lo respetarán.  La sociedad lo criticará.  Su mujer quizás lo deje.
  • El hombre que huye de la responsabilidad de guiar a su familia y a su comunidad en los caminos de Dios también es una vergüenza.  Dios lo ha hecho cabeza del hogar para que guíe a su familia hacia Dios.  Lo ha hecho cabeza del hogar para que sus oraciones se levanten siempre ante Dios.  Cuando no lo hace, su familia sufre.  Cuando no lo hace, sus hijos se extravían.  Y cuando el hombre soltero no lo hace, vive como niño en lugar de tomar su lugar como hombre adulto.
  • La costumbre en el día de Pablo era que los hombres levantaran sus manos, con las palmas hacia adentro, en señal de entrega a Dios.  Se parece a la costumbre que tenemos nosotros de cerrar los ojos e inclinar la cabeza.  La postura de la oración es menos importante que la actitud de la oración. 
  • Pablo nos dice dos cosas acerca de la manera en la que debemos orar: debemos hacerlo con pureza, y debemos hacerlo en unión.  Con pureza de corazón, dice el verso 8.  El Salmo 66:18 dice así: Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado.  Conforme más de cerca caminas con el Señor, más poder encontrarás en la oración.
  • En cambio, si te presentas sin arrepentimiento, si no te estás esforzando por vivir en pureza y te da igual si pecas o no, tus oraciones no tendrán ningún efecto.  ¿Alguna vez has limpiado un tubo tapado de grasa o de sarro?  Cuando está tapado, el agua no pasa.  Por más presión que tenga, no puede traspasar las limitaciones.  Pero cuando queda limpio, el agua corre libremente.
  • Del mismo modo, el pecado que escondemos en nuestra vida, sin confesarlo ni arrepentirnos, se convierte en sarro que tapa nuestra conexión con Dios.  Ya no vemos respuestas.  Ya no tenemos poder.  Pero si nos arrepentimos y se lo confesamos con sinceridad, si nos esforzamos por caminar en pureza, la oración fluye libremente ante Dios y comenzamos a ver respuestas.
  • Así como la oración requiere pureza, así también requiere unión.  Cuando nos acercamos a Dios con pleitos y peleas, no le agradamos.  Si quieres que Dios escuche tu oración, arregla cualquier problema que tengas con tu hermano primero.  Efesios 4:26 dice, No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados.  No pienses que Dios te va a escuchar mientras guardas rencor o te rehúsas a reconciliarte con tu hermano.
  • Hombres, tomemos en serio el gran privilegio de ser líderes en oración.  Nuestro Señor Jesús nos ha dejado el ejemplo.  Él pasó noches enteras en oración, y oró antes de cualquier decisión importante.  Seamos líderes como él.
  • Ahora bien, si así desea Dios ver a los hombres cuando se presentan para adorarle, ¿cómo quiere ver a las mujeres?  Dios llama a las mujeres a tomar su lugar como sus hijas en la iglesia.  Sin embargo, desea que lo hagan con la actitud correcta.  Aquí también encontramos dos ideas claves.  El primero tiene que ver con el valor de la mujer. 
  • Dios llama a la mujer a encontrar su verdadera belleza.  En lugar de creer que su apariencia y atractivo son lo único que le dan valor, ella debe entender que su verdadero valor nace de ser hija de Dios.  Este valor lo demuestra haciendo las buenas obras que a Dios le agradan.
  • Un filósofo griego llamado Epicteto nos demuestra la manera de pensar que existía cuando Pablo escribió estas palabras.  Escuchen lo que escribió Epicteto para ver si también describe la manera de pensar de muchas personas hoy en día.  Esto es lo que dice:
  • Inmediatamente después de cumplir los 14 años, las mujeres son llamadas “damas” por los hombres.  Viendo que no les espera nada más que simplemente ser compañeras de cama de los hombres, comienzan a embellecerse, y en eso ponen toda su confianza.
  • ¡Qué triste comentario sobre la actitud de su tiempo!  Me temo que todavía hay muchos que piensan así.  Hay hombres que juzgan a las mujeres sólo por su apariencia, y hay mujeres que se prestan a ese juego.  Pero la seducción no es la meta de la mujer cristiana.  Ella no mide su valor según el número de miradas lujuriosas que recibe.  Más bien, se arregla con modestia y recato.
  • Por supuesto, no es malo que una mujer se vista con ropa bonita y que use maquillaje.  Pero si una mujer invierte más tiempo, esfuerzo y dinero en guardar su apariencia externa, demuestra que no ha llegado a entender de dónde viene su valor verdadero.  Dios la llama a cambiar su modo de pensar, que se reflejará en su manera de vestir.
  • La segunda idea que encontramos aquí tiene que ver con el lugar de la mujer dentro del orden que Dios ha establecido.  En lugar de buscar un puesto que ella no debe tener, dice Pablo, la mujer debe aprender con serenidad y sumisión.  En muchas escuelas religiosas de aquel entonces, no se enseñaba a las mujeres.  El hecho de que Dios las invite a aprender acerca de él demuestra el valor que les da.
  • No obstante, Dios reserva un puesto sólo para los hombres en la iglesia.  Así como el hombre es cabeza del hogar, también un hombre debe estar a la cabeza de la iglesia.  El puesto de enseñanza y autoridad, que corresponde a los pastores o ancianos, está reservado para los hombres.  El verso 12 lo indica claramente.
  • Esto refleja el orden de la creación.  Adán fue creado primero, y a él se le dio la responsabilidad de guiar a su esposa Eva en obedecer a Dios.  Cuando Satanás tentó a Eva, puso de cabeza el orden establecido por Dios.  Sin embargo, la mujer tiene un papel muy especial en la salvación.  Fue una mujer que dio a luz al Salvador.  Con esto, trajo honor a todas las mujeres.
  • Ahora, toda mujer que permanece con sensatez en la fe, el amor y la santidad será salva.  Las mujeres no son menos que los hombres.  ¡Para nada!  Pero respetamos el orden de Dios cuando ponemos al frente de la iglesia a un hombre.  Esto no significa que las mujeres sean incapaces de hacer el trabajo; significa que no deben, porque así se mantiene el orden establecido por Dios.
  • Este es un mensaje que va en contra de mucho de los valores de nuestra cultura.  Frente a la confusión en la que vivimos, sin embargo, debemos esforzarnos más por vivir según lo que Dios nos enseña.  Cuando adoramos a Dios, debemos hacerlo cada uno con la dignidad y el valor que él nos da.
  • Hermano, ¿adoras a Dios con la dignidad que él te da como hombre?  ¿Tomas en serio el privilegio que él te ha dado?  Hermana, ¿vienes ante Dios entendiendo el valor que él te da como su hija?  ¿Te adornas con buenas obras, en lugar de enfocarte en lo externo?  Si tomamos el lugar que Dios nos da, podremos dar un ejemplo que invita a todos a encontrar su verdadera identidad en Jesús.
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