El corazón del hogar• ¿Alguna vez tuviste que desenredar un nudo muy grande? Lo más difícil es encontrar por dónde comenzar. Si jalas la cuerda por el lado equivocado, el nudo se aprieta más. En cambio, cuando encuentras el punto débil del nudo y lo empiezas a aflojar, el nudo casi se deshace solo.
• Lo mismo se puede decir de muchas cosas en la vida. La clave para completar la tarea es saber por dónde comenzar. Hoy quiero hablar de una cuestión en particular. Se trata de la restauración. En particular, nos vamos a enfocar en la restauración del hogar, aunque también se aplica a los solteros. • Durante estas tres semanas, Dios mediante, hablaremos de la familia. Siempre hay un peligro en hacerlo. Los que ya no viven en familia se pueden sentir excluidos. Sin embargo, las verdades que conoceremos acerca de la familia también tendrán su relación con la vida de los solteros o viudos. • Hoy comenzamos con el corazón del hogar. La palabra hogar se refería originalmente al lugar frente a la chimenea. En las casas antiguas, allí se cocinaba, allí se reunía la familia para calentarse y allí llegaban los amigos de visita. Una casa podría estar vacía, pero un hogar tenía calor y vida. • ¿Quieres que tu casa sea simplemente un lugar donde vives? ¿O quieres que sea un hogar? No es necesario prender un fuego en la chimenea para que tu casa se convierta en un verdadero hogar. Hay otro fuego que es mucho más necesario. Para descubrirlo, vamos a volver a un momento de restauración en la vida del pueblo de Dios. • Si queremos que nuestros hogares sean restaurados, tenemos que aprender de este ejemplo. Si queremos que nuestras vidas sean restauradas, también tenemos que seguirlo. Por lo tanto, volvamos a los días después del exilio babilónico para ver cómo comienza la restauración. • Durante setenta años, el pueblo de Dios había tenido que vivir lejos de la tierra que él les había dado. Habían desobedecido tanto a Dios que él les quitó todas sus bendiciones. Bajo el pacto que hizo con ellos en el Antiguo Testamento, les dio una tierra, un rey y un templo para adorarle. Pero todo eso lo perdieron. Fueron arrancados de su tierra, su templo fue destruido y su rey depuesto. • Sin embargo, al final de los setenta años, Dios les mostró su gracia. Permitió que un pequeño grupo regresara a la tierra para comenzar de nuevo. En ese tiempo de renovación, ¿qué crees que hicieron? Vamos a leer la historia en Esdras 3:1-3. • En el mes séptimo, cuando ya todos los israelitas se habían establecido en sus ciudades, se reunió el pueblo en Jerusalén con un mismo propósito. Entonces Jesúa, hijo de Josadac, con sus parientes, que eran sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Salatiel, con sus parientes empezaron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer holocaustos, según lo estipulado en la Ley de Moisés, hombre de Dios. A pesar del miedo que tenían de los pueblos vecinos, colocaron el altar en su mismo sitio. Y todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecían holocaustos al Señor. (NVI) • En este momento, el templo seguía en ruinas. La ciudad no tenía muro. Muchas familias vivían en carpas. Sin embargo, antes de preocuparse por todas esas cosas, construyeron un altar para ofrecer sacrificios a Dios. Entendieron algo muy importante. La restauración del pueblo de Dios siempre comienza con la adoración. • No tenían templo, pero edificaron un altar para adorar a Dios. Tu casa también puede convertirse en un lugar de adoración. Todo estaba mal y tenían miedo de la gente que los rodeaba. No obstante, se pusieron a adorar antes de hacer cualquier otra cosa. Cuando no hay adoración, puede haber mucha actividad, pero no hay vida ni calor. La adoración es lo que más necesitamos – en la vida y en la casa. • Si queremos que nuestros hogares sean restaurados, tenemos que levantar un altar familiar. No me refiero, por supuesto, a juntar un montón de piedras del campo y amontonarlos en la sala para quemar animales encima. Esos sacrificios ya no son necesarios desde que Jesús se sacrificó por nosotros. Más bien, me refiero a poner la adoración de Dios al centro de la vida familiar. • El fuego del Espíritu Santo es lo que transforma una casa en un verdadero hogar cristiano. Si quieres invitar a Dios a restaurar a tu familia, él tiene que ser el invitado de honor en tu casa. Cuando él está presente, cambia el ambiente de tu hogar. Te ayuda a resolver los problemas en lugar de buscar culpables. Te da sabiduría para tomar buenas decisiones. • ¿Cómo, entonces, podemos levantar un altar familiar? Ya no tenemos que amontonar piedras para ofrecer sacrificios de animales. El altar familiar no es un objeto, sino una experiencia. Comienza con la decisión de darle a Dios el lugar de honor en tu casa. Debes creer que él merece estar al centro de todo y buscar su presencia. • Cuando tú decides darle a Dios el lugar de honor en tu hogar, te preparas para que él se manifieste. Jacob hizo un altar en Betel, porque fue el lugar en que Dios se manifestó a él. El altar representa un encuentro con Dios. ¿Quieres tener eso en tu casa? El primer paso es decidir que lo harás. • En el altar familiar, sacrificas alabanza. Hebreos 13:15 dice, Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. Esa alabanza puede ser una oración de agradecimiento. Puede ser una canción de adoración. Puedes usar música grabada. Lo importante es separar tiempo para adorar. • En el altar familiar, también haces intercesión. Es decir, oras a Dios. Ora por los asuntos de tu familia. Ora por las necesidades de tu pueblo. Ora por el país. Ora por la iglesia. Un altar es un lugar de adoración y de oración. • En tercer lugar, en el altar familiar, escuchas de Dios. Cuando Abraham llevó a su hijo Isaac a la montaña para sacrificarlo, fue sólo después de construir el altar que oyó la voz del cielo diciéndole que no lo sacrificara. Esa voz le mostró la provisión que Dios había hecho. • ¿Cómo oímos la voz de Dios ahora? La voz de Dios la oímos principalmente en su Palabra. Por lo tanto, el altar familiar es un momento de adoración, de oración y de leer la Biblia. Así es que Dios se comunica con nosotros. Nos enseña su verdad, nos da su consuelo y nos muestra su camino. • El altar familiar debe ser una reunión regular. Con más frecuencia viene más bendición. Si lo puedes hacer cada día, verás buenos resultados. Pero no lo conviertas en una simple rutina. Busca siempre la presencia de Dios. Ponlo al centro de la vida de tu familia. Él convertirá tu casa en un hogar. • Después de comprar la casa donde ahora vivo, me enteré de que uno de los dueños anteriores se había quitado la vida adentro de la casa. Muchos la habrían considerado una casa embrujada. Reuní a mis vecinos creyentes e hicimos oración en la sala, dedicando la casa a Dios. Jamás he sentido nada extraño en la casa. Ha sido un refugio de paz para mí, porque la presencia de Dios transforma el ambiente. • ¿Quieres que la presencia de Dios transforme el ambiente de tu casa? Levántale un altar – no un altar de piedras o de imágenes, sino un altar de adoración. Si vives solo, separa tiempo para estar con Dios todos los días. Si vives en familia, invita a tu familia a unirse contigo en alabar, orar y leer la Biblia. Las cosas comienzan a cambiar cuando pones a Dios en el corazón de tu hogar.
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