January 21st, 2024

El aire de tu casa

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• En 1904, se desató un gran avivamiento espiritual en el país de Gales. Cien mil personas se convirtieron a Cristo. Las iglesias se llenaron. El número de arrestados por embriaguez pública cayó a la mitad. En ese tiempo, muchos de los que se convirtieron como resultado del avivamiento trabajaban en las minas de carbón. Usaban burros para jalar sus carretillas.
• Se cuenta que, después del avivamiento, los burros ya no entendían a sus amos. Estaban acostumbrados a que les gritaran maldiciones y groserías. Los mineros convertidos ya no usaban esas palabrotas. Los animales tuvieron que aprender el nuevo lenguaje sano que ahora usaban.
• Cuando tú le entregas tu vida a Cristo, tu forma de hablar comienza a cambiar. Jesús dijo: De lo que abunda en el corazón habla la boca. (Lucas 6:45) Cuando tu corazón es transformado por la fe en Jesús, se refleja en lo que sale de tu boca.
• Quiero que entiendas esto. Dios no te está llamando a cambiar tu forma de hablar para que él te acepte. Es al revés. Cuando tú recibes la gracia de Dios, la evidencia de la transformación se refleja en el habla. En otras palabras, reconoce primero la profundidad de tu pecado y comprende la grandeza del amor de Dios. Confía en él para recibir su perdón, y su amor te motivará a cambiar.
• Dios quiere transformar tu forma de hablar. Esto traerá beneficios para toda tu vida. El lugar donde comienza el cambio es en el hogar. Irónicamente, muchas veces hablamos con cortesía y respeto a personas que apenas conocemos y quizás jamás volveremos a ver, y somos groseros y duros con los seres a quienes más queremos.
• Si dejamos que Dios nos enseñe a hablar con amor, respeto y verdad a los que están más cerca de nosotros, sabremos expresarnos bien con todos. ¿Cómo quiere Dios que hablemos? Vamos a encontrar tres pautas en 1 Pedro 3:8-12.
• En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición. En efecto,
• «el que quiera amar la vida y gozar de días felices,
• que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;
• que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.
• Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones;
• pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal».
• La primera cosa que descubrimos en este pasaje es que la buena comunicación es compasiva y no vengativa. ¿Cómo podemos vivir en armonía los unos con los otros? Sólo lo podremos hacer si aprendemos a perdonar, a compartir, a ser compasivos y humildes. Cuando queremos pagar con la misma moneda y agrandar el asunto, sólo empeoramos las cosas.
• El carácter de Cristo es muy diferente. Cuando lo atacaron y maldijeron, él no dijo nada. La Biblia dice que fue como un cordero llevado al matadero. En lugar de responder a los insultos con amenazas, él calló. Cuando aprendemos a ser como Cristo, no sentimos la necesidad de ganar cada argumento. Estamos seguros en Dios, y no tenemos que defendernos siempre.
• Hubo ocasiones en su vida en que Jesús alzó la voz. Cuando saco a los vendedores del templo, por ejemplo, fue tajante. Pero esas ocasiones fueron pocas. Él nos enseña la manera correcta de usar las palabras. Cuando lo maldecían, él bendecía. Cuando lo atacaban, él no respondía. Cuando aprendes a bendecir en lugar de maldecir, algo maravilloso sucede. Tú recibes una bendición.
• Así lo dice el verso 9: para esto fueron llamados, para heredar una bendición. Cuando maldecimos, perdemos la bendición. En cambio, cuando bendecimos, somos bendecidos. Considera tu forma de hablar. ¿Te alteras fácilmente? Cuando otros te ofenden, ¿ofendes también? Busquemos la bendición de responder con compasión.
• La segunda cosa que nos enseña Dios en este pasaje es que la buena comunicación requiere rechazar lo malo y buscar lo bueno. Si todo lo que decimos nace de nuestro corazón, un corazón que busca el bien se comunicará mejor que un corazón que busca el mal. Cuando buscamos el bien, refrenamos nuestra lengua del mal. Esto trae felicidad a nuestra vida.
• A veces confundimos la buena comunicación con las palabras bonitas. El diablo sabe hablar bonito. Él es capaz de hacer que cualquier mentira parezca verdad. Pero sus lisonjas sólo traen sufrimiento y tristeza. Es mucho más importante buscar lo bueno cuando hablamos que saber hablar bonito. La sinceridad, el buen corazón y la buena intención son mucho mejor que las palabras floridas.
• Calvin Coolidge, el trigésimo presidente de los Estados Unidos, tenía fama de medir sus palabras. No decía mucho, pero lo que decía tenía peso. Un día, se encontró sentado en una cena al lado de una señora muy frívola. La señora soltó risitas y le dijo: Señor presidente, tengo una apuesta con mis amigas. Aposté a que podré lograr que usted me diga más de dos palabras.
• El presidente Coolidge la miró y le dijo: Usted pierde. No le dijo nada más, sólo esas dos palabras. Reza el dicho: El que mucho habla, mucho yerra. Si buscamos el bien, no tendremos que ocultar nuestras intenciones con muchas palabras. Esto nos ayudará en toda la vida, y no menos en la vida familiar. En lugar de ocultar la verdad con rodeos, seamos amables y directos.
• La tercera cosa que nos enseña Dios en este pasaje es que la buena comunicación trae gran bendición. La Biblia nos dice que Dios mira a los justos y escucha sus oraciones. Cuando nuestro corazón está bien con Dios y nuestras palabras pronuncian bendición, Dios oye y responde a nuestras oraciones.
• Pedro aplica este principio directamente al matrimonio cuando les dice a los esposos que deben ser comprensivos con sus esposas y tratarlas con respeto, y luego declara: Así nada estorbará las oraciones de ustedes. (1 Pedro 3:7 NVI) Cuando hay gritos, maltrato y manipulación en el hogar, las oraciones no son contestadas.
• Dios ve todo lo que sucede en un hogar. Si tú le gritas a tu esposa o a tu esposo y maltratas a tus hijos, y luego quieres hacer una oración muy bonita para que Dios te bendiga, no pienses que él te vaya a responder. Dios comenzará a contestar tus oraciones con poder de maneras que te dejarán asombrado cuando tú comiences a hablar con respeto y amor en tu hogar.
• Las palabras que usamos son muy importantes. Dios usa palabras para comunicarse con nosotros. En la Biblia encontramos las palabras mismas de Dios. Jesús es su Palabra final. Cuando oímos esa Palabra y dejamos que gobierne nuestras vidas, nuestras palabras también cambiarán. Aprenderemos a hablar con compasión, con verdad y de un buen corazón. Esto trae bendición.
• Cuando era niño, mis padres tenían una cobija eléctrica. Esta cobija tenía dos controles, uno para cada lado. Cierta noche, los controles se cambiaron. Mi padre se moría de calor y trataba de bajar la temperatura, mientras mi madre se moría de frío y la subía constantemente. Por supuesto, no iban a quedar bien hasta que se pusieron a conversar y descubrieron la causa del problema.
• Así también, Dios nos llama a usar las palabras para bien, buscando soluciones y mostrando respeto. La buena comunicación transformará el aire de tu casa.