PASTOR TONY HANCOCK
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Jesús te llama al discipulado familiar

5/19/2019

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  • La niña se fue corriendo para encontrar a su madre y le dijo: Mami, ¡mi hermanito rompió mi muñeca!  Su madre le respondió: Lo siento, mi amor.  ¿Cómo pasó?  La niña inocentemente contestó: Es que golpeé a mi hermanito en la cabeza con mi muñeca, y se rompió.  ¿Suena familiar?
  • Cualquier cosa puede pasar en las familias, desde lo más lindo hasta lo más extraño.  Aunque la paz familiar a veces parezca un sueño imposible, Dios tiene planes grandes para tu familia.  De hecho, él creó a las familias con un propósito especial.  La familia es la mejor escuela de discípulos que existe en el mundo.
  • Estoy convencido de que el deseo más grande del corazón de Dios para tu hogar es que se convierta en una fábrica de discípulos.  Si esto va a suceder, todos tenemos que poner de nuestra parte.  Los padres y los hijos, los solteros y los ancianos, todos aportamos a este proceso de formar discípulos de la siguiente generación.
  • Muchas veces, sin embargo, pensamos de manera equivocada acerca de los niños.  En México, por ejemplo, muchos les dicen “escuincles” a los niños.  Éste es un escuincle.  ¿Qué actitud demuestra este nombre?  ¿Por qué comparar a un niño con un perro pelado?   Bueno, los niños tampoco tienen vello en el cuerpo, a veces se te ponen en el camino y hacen mucho ruido cuando quieres descansar.  Son un estorbo.
  • En cierta ocasión, los discípulos de Jesús demostraron que ellos así también veían a los niños.  Los consideraban un estorbo.  Sus padres querían llevárselos a Jesús para que él los bendijera, pero los discípulos pensaban que no valía la pena molestar al maestro con unos mocosos.  ¡Jesús tenía cosas mucho más importantes que hacer!  Veamos cómo respondió el Señor.
Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. 14 Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él». 16 Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.  Marcos 10:13-16 NVI
  • Los discípulos pensaban como piensan muchos.  Su reacción no fue inusual.  Todavía hay muchos que piensan así: los niños son un estorbo, una inconveniencia.  Hay que soportarlos hasta que sean grandes y puedan trabajar.  Pero Jesús se indignó cuando lo vio.  Se puso furioso.  Dejen que los niños vengan a mí, dijo.  No se lo impidan.
  • Jesús ama a tus hijos.  Él los conoce.  Él te los ha encomendado para que los críes con un propósito.  Te pregunto: ¿Cuál es tu propósito para tus hijos?  ¿Qué es lo que más anhelas para ellos?  Quizás digas: Quiero que mis hijos tengan una buena profesión.  Quiero que sean personas respetadas en la comunidad.  Quiero que me cuiden en mi vejez.
  • Ahora te pregunto: ¿Cuál es el propósito de Dios para tus hijos?  Si Jesús estuviera físicamente presente en esta mañana, y le pudieras preguntar lo que él quiere para cada uno de tus hijos, ¿qué respuesta crees que te daría?  Él ya nos ha dado su respuesta.  Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan.  Su propósito para tus hijos es que vengan a él.  Él quiere que tus hijos lo conozcan.
  • En realidad, esta es la cosa más importante en la vida.  ¿De qué le sirve a tu hijo tener una buena carrera, una buena vida, y luego morir e ir al infierno?  ¿De qué le sirve ganar todo el mundo y perder el alma?  Hoy tienes que decidir.  ¿Serás como los padres de la historia, que llevaban a sus hijos a Jesús?  ¿O serás como los discípulos, que les estorbaban el camino a Jesús?
  • Si los llevas a Jesús, él tendrá una bendición para ellos.  Cuando los padres le llevaron a sus hijos, Jesús les impuso las manos y los bendijo.  ¿Cómo habrá sido para esos niños que Jesús mismo les pusiera la mano en la cabeza o el hombro y les diera su bendición?  ¡Sería una experiencia inolvidable, algo que cambiaría el trayecto de su vida!
  • Jesús quiere bendecir a tus hijos de la misma manera.  Aunque no sea con sus manos físicas, él pone su bendición sobre la vida de cada niño que viene a él con fe.  Ahora es cuando.  Este es el momento de llevar a tus hijos a Jesús.  Si los amas, si quieres lo mejor para ellos, la mejor cosa que les puedes dar es el conocimiento del Señor.
  • Ahora bien, ¿cómo lo hacemos?  ¿Cómo llevamos a nuestros hijos al Señor?  Dios nos lo ha explicado en su Palabra.  Llevar a un niño a Jesús no es algo que se hace en un solo momento.  No es cuestión de dedicar al niño, por ejemplo, y pensar que con eso ya lo hemos llevado al Señor.  Ni siquiera es cuestión de traerlo cada domingo a la iglesia, aunque ése es un buen comienzo.
  • Veamos cómo nos enseña Dios a hacer discípulos de nuestros hijos.  Para ver esto, vamos a regresar al Antiguo Testamento para leer Deuteronomio 6:4-7.
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. 5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. 7 Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.  (NVI)
  • Este pasaje es tan importante que los judíos piadosos lo recitaban todos los días.  Declara que el Señor es el único Dios.  Por eso, tenemos que amarlo con todo nuestro ser y grabar sus palabras en nuestro corazón.  Después de hablar de nuestra responsabilidad individual con Dios, Moisés habla de la responsabilidad familiar.
  • En otras palabras, después de cuidar mi propia relación con el Señor, lo que sigue es mi responsabilidad de enseñarles a mis hijos a conocerlo.  El verso 7 nos habla de cuatro momentos importantes, cuatro oportunidades diarias para discipular a nuestros hijos.
  • Estas cuatro oportunidades no son solamente para los padres de familia.  Si eres abuelo, si cuidas niños, si tienes sobrinos o primos – en fin, cualquier contacto que tengas con los niños puede convertirse en una oportunidad de discipulado.  Aunque no seas padre de familia, puedes ayudar a discipular a los niños.
  • El primer momento es cuando estés en tu casa, como dice el verso 7.  Por supuesto, esto no significa que en la casa no se habla más que de Dios.  Pero me parece que, en la mayoría de las familias, en la casa se habla de todo menos Dios.  Por supuesto que tendremos otras conversaciones en la casa, pero debemos dar prioridad a las conversaciones acerca de Dios.
  • La célula familiar es una de las herramientas que te damos para ayudarte a tener conversaciones espirituales en tu casa.  Por medio de la célula familiar, tendrás una buena conversación acerca de Dios por lo menos una vez a la semana.  En las clases de escuela dominical los niños reciben hojas con sugerencias para los padres de conversaciones sobre lo que han aprendido en la clase.
  • Si no sabes cómo entablar una conversación sobre cosas espirituales con tus hijos, comienza con esto.  Diles que te traigan la hoja de su clase, y conversa con ellos sobre lo que allí viene.  O simplemente pregúntales qué aprendieron en su clase de escuela dominical, y cuéntales sobre tu clase.
  • El segundo momento de discipulado es cuando vayas por el camino.  ¿Qué haces cuando estás en el carro?  ¿Pones un video para distraer a los niños, mientras revisas tu cuenta de Facebook?  ¿O aprovechas la oportunidad para conversar con ellos?  Un video puede servir de distracción en un viaje largo, pero ¿por qué no aprovechar los viajes cortos para conversar?
  • Comparte con ellos lo que te dijo Dios ese día en tu hora devocional.  Conversa sobre el sermón del domingo, o canta con ellos alguna alabanza.  Claro, no todas las conversaciones en el carro tienen que ser de Dios, pero algunas de ellas deberían tratarse de él.  De otro modo, presentamos el mensaje de que Dios sólo es para el domingo, y que no tiene nada que ver con la vida cotidiana.
  • El tercer momento importante es cuando te acuestes.  Este es el momento perfecto para encomendarse en manos de Dios.  Una de mis memorias favoritas de la niñez era el momento, al final del día, cuando me acostaba uno de mis padres y me leía una historia bíblica.  Teníamos un enorme libro de historias bíblicas con dibujos.  Hace casi cuarenta años que no veo ese libro, pero todavía lo recuerdo.  De ese modo se comenzó a formar en mi corazón el conocimiento bíblico que me ha guiado por la vida.
  • Tus hijos le darán a la Biblia la prioridad que tú le das.  Si ellos ven que la novela es más importante para ti que leerles la Palabra de Dios, ese mensaje se quedará grabado en su corazón.  En cambio, si desde que son pequeños tomas el tiempo para leerles la Palabra, esa semilla se quedará sembrada en su corazón para luego dar su fruto.
  • El cuarto momento es cuando te levantes.  ¿Cómo comienzas el día?  ¿Con oración familiar?  ¿Con un devocional y una bendición para tus hijos?  ¿O lo comienzas con desorden, con prisa y con gritos?  Así como lo comienzas, así seguirá el día.  Esfuérzate por comenzar el día hablando como familia de Dios.  Encomienda a tus hijos en manos de Dios cuando salgan de la casa.
  • Mi oración y mi deseo para cada uno de los niños y jóvenes de esta iglesia es que conozcan a Cristo.  Por medio de él, encontrarán la dirección para vivir con propósito en este mundo.  Por medio de él, estarán preparados para la eternidad.  ¿Sabes?  Ese también es el deseo de Jesús para tus hijos.  Él desea que los lleves a él.
  • Te invito a escoger por lo menos una de las cosas que menciona este mensaje para comenzar a implementarlo en tu familia.  Piensa en esos cuatro momentos importantes para el discipulado, y escoge uno de ellos para esta semana.  La palabra discípulo y la palabra disciplina vienen de la misma raíz.  La manera de convertir a la familia en una fábrica de discípulos es mediante las disciplinas de la oración, el estudio bíblico y las conversaciones diarias.
  • No estorbes el camino a Jesús.  Más bien, lleva a tus hijos a él.  Es la mejor cosa que les puedes dar en la vida.

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