July 16th, 2023

La hermosura de la santidad

​

• Hay ciertas palabras que sólo usamos en la iglesia. Por ejemplo, la palabra bautizar significa sumergir, y hace mucho tiempo se usaba para hablar de sumergir una prenda de ropa en agua. Sin embargo, jamás he oído a alguien decir, Tengo que bautizar esta ropa. ¡Sería una locura!
• Otra palabra que casi no se usa afuera de la iglesia es la palabra santo. Todos tienen su propia idea de lo que significa. Para muchos, es alguien que está muy cerca de Dios y que nos puede conceder favores. Otros creen que un santo es una persona aburrida y amargada, un santurrón.
• En realidad, si lo entendemos bien, la santidad es algo emocionante. La santidad tiene que ver con la separación y la pureza. Dios es santo porque él está completamente separado de todo lo malo y sucio. No hay ninguna contaminación en él. Es como una luz pura, sin ninguna sombra.
• Qué es más hermoso: ¿un río lleno de agua pura y cristalina, o un desagüe lleno de agua sucia y contaminada? La respuesta es obvia. Lo puro es mucho más hermoso y deseable que lo impuro. Así es la hermosura de la santidad. La verdadera santidad es atractiva. Es deseable. Dios llama a su iglesia a la santidad.
• Gracias a la obra de Jesús, la santidad es nuestra realidad. Jesús murió por la iglesia para hacerla santa. Así nos lo dice Efesios 5:25-27. Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.
• Casi siempre, cuando predico acerca de este pasaje, me enfoco en lo que les dice a los esposos. Pero hoy quiero que nos fijemos en lo que nos dice acerca de Jesús y su iglesia. Cada creyente forma parte de la iglesia, porque la iglesia no es un edificio, sino una congregación. Jesús nos amó como iglesia, a pesar de nuestras grandes imperfecciones, y nos escogió para ser de él.
• En el mundo judío, existía la costumbre de que la novia se bañara antes de vestirse de gala para casarse con su esposo. De la misma manera, Jesús lavó a su iglesia con agua. Eso es lo que representa el bautismo. Representa la purificación que recibimos por la fe en Jesús.
• Esa purificación se recibe por la palabra, es decir, el mensaje del evangelio. Cuando una persona oye el evangelio y cree de corazón en Jesús, se compromete con él dando una palabra de compromiso. Cuando una pareja se compromete para casarse, también lo hacen con palabras. El hombre le pregunta a la mujer: ¿Quieres casarte conmigo? Y ella responde, Sí quiero.
• Así también, en el evangelio, Jesús nos pregunta: ¿Quieres ser parte de mi pueblo? Y nosotros, al aceptarlo, decimos: Sí quiero. Después de tomar esa decisión, sellamos nuestro compromiso con el bautismo. Así, purificados por el agua y la palabra, Jesús nos hace santos. Por la fe, somos santos.
• Si tú me escuchas y sabes que necesitas ser limpiado, Jesús te ofrece la santidad. Él dio su vida en la cruz para que tú pudieras ser purificado de todo lo que te contamina y estar limpio delante de Dios. Cuando reconoces tu pecado, te arrepientes de corazón y te entregas a Jesús, llegas a ser santo. Si nunca has sido purificado por la fe, puedes serlo hoy. Acércate después del culto para saber más.
• Muchos de nosotros ya hemos sido santificados por la fe. En otras palabras, nuestro estado ante Dios ha cambiado. Tenemos una nueva identidad. Ya no nos llama pecadores, sino santos. Es como si un niño de la calle fuera adoptado por una buena familia. En el momento de ser adoptado, empieza a llevar su apellido. Tiene una nueva identidad. Pero también tiene que aprender a vivir de una forma digna de su nueva identidad.
• Del mismo modo, Jesús ha santificado a su iglesia. Si somos parte de su iglesia, somos santos. Pero ahora tenemos que aprender a vivir en esa santidad. Hay dos cosas diferentes que nos pueden motivar a la santidad. La primera es el temor. Por ejemplo, un joven podría evitar el sexo antes del matrimonio simplemente porque tiene miedo de contagiar alguna enfermedad. Es mejor ser santo por temor que entregarse al pecado, pero no hay mucho gozo en la santidad que nace del temor.
• La otra cosa que nos puede motivar a la santidad es el amor. Este es el caso, por ejemplo, del hombre que es fiel a su esposa porque la ama. Aunque sabe que podría perder muchas cosas si le es infiel, realmente no se siente tentado a traicionar a su esposa. El amor lo motiva a la pureza. En esto hay mucho gozo. La santidad por amor no es una carga, sino una alegría.
• Jesús nos invita a ser santos por amor. Él cautiva a su iglesia con su perdón, con su cuidado, con su carácter. Conforme más conocemos a Jesús, con su gran poder y perfección, más queremos ser como él en su santidad. Dios nos dice: Sean santos, porque yo soy santo. (1 Pedro 1:16)
• Cuando no vivimos en santidad, siempre hay algo que nos separa de Dios. No experimentamos el poder pleno de su Espíritu, porque es Santo. Nuestras oraciones pueden encontrar estorbo. Nuestra vida no tiene el impacto que podría tener, porque nos falta la santidad. Si eres parte de la familia santa de Dios, decídete hoy a vivir en la santidad que Jesús te ha dado.
• Si quieres vivir en santidad, deja las viejas costumbres. 1 Pedro 1:14-15 dice esto: Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó.
• Es interesante que Pedro haya tenido que escribir esto a los creyentes de su día. Significa que la iglesia siempre ha luchado con esto. No debemos desanimarnos si todavía no hemos alcanzado la santidad. Puede ser que todavía arrastres alguna mala costumbre del pasado. Vale la pena dejarlo. Dios te fortalecerá, si se lo pides. No te canses de luchar. Cada día puede ser una victoria nueva.
• Si quieres vivir en santidad, también debes dejar las malas compañías. 1 Corintios 15:33 dice esto: No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres». Cuando te estás esforzando por vivir en santidad, hay personas con quienes no te debes juntar. Tú sabes quiénes son. Tú sabes cuáles son esas personas que te jalan hacia el mal. Puede ser amable con todos, pero no te dejes corromper por las malas compañías.
• Si tienes amigos que quieren emborracharte, simplemente evítalos. Si tienes amigas que no dejan de contarte chismes, mejor acorta tus conversaciones con ellas. Las personas con quienes nos juntamos pueden ayudarnos a vivir en santidad, o nos pueden alejar de la santidad. Nosotros decidimos.
• Si quieres vivir en santidad, debes dedicarte a la pureza de tu cuerpo y tu espíritu. 2 Corintios 7:1 dice esto: Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.
• Dios nos hace promesas muy grandes. Nos promete su presencia ahora y le eternidad después. Si vamos a vivir para siempre con nuestro Dios santo, comencemos ahora a vivir en santidad. Dejemos de ver cosas que nos contaminan la mente. Dejemos de consumir substancias que nos contaminan el cuerpo. Dejemos de hacer lo impuro.
• C. S. Lewis dijo: ¡Qué poco sabe la gente que piensa que la santidad es aburrida! Cuando uno encuentra la verdadera santidad, es irresistible. Jesús nos ha santificado. Vivamos en esa santidad.