June 11th, 2023

El camino de la fe

• Cuando era pequeño, me encantaba acompañar a mi padre cuando salía a hacer alguna diligencia. Cuando íbamos al centro de Lima, a veces pasábamos a comer un churro o almorzábamos en algún restaurante que me gustaba. Sólo había un detalle. Mi padre caminaba con prisa, y yo con mis piernas cortas de niño, batallaba por no quedarme atrás.
• Como resultado, me acostumbré a caminar muy rápido. Años después, alguien me preguntó por qué caminaba tan rápido. Me di cuenta de la razón. Había aprendido a caminar al lado de mi padre. El refrán dice, Dime con quién andas y te diré quién eres. Llegamos a parecernos a las personas con quienes andamos.
• Y tú, ¿con quién andas? Hoy vamos a conocer a una persona que escogió el mejor compañero de todos. Él andaba con Dios. ¡Qué maravilloso sería que se pudiera decir lo mismo de nosotros! Es posible, por medio de la fe. En estas semanas estamos hablando de la fe y del poder que tiene.
• Primeramente, vimos que la fe es necesaria para relacionarnos con Dios. Entramos en relación con Dios cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Luego vimos que la fe nos relaciona correctamente con el mundo que nos rodea porque nos permite entender de dónde vino y a quién pertenece. La semana pasada aprendimos que la fe es lo que hace que nuestras ofrendas sean aceptables a Dios.
• Hoy veremos que la fe nos lleva a caminar con Dios. Lo vemos en la vida de Enoc, el séptimo descendiente de Adán. Enoc vivió antes del diluvio, cuando la gente vivía muchos años. De hecho, el hijo de Enoc, un hombre llamado Matusalén, murió a los 969 años. Pero Enoc no murió. Génesis 5:24 nos dice lo que pasó con él.
• Enoc anduvo siempre con Dios, y un día desapareció porque Dios se lo llevó. Fíjate en esa frase tan significativa: Enoc anduvo siempre con Dios. Caminó con él. ¿Cómo fue posible que Enoc caminara con Dios? ¿Qué significa esto? Encontramos la respuesta en Hebreos 11:5-6.
• Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.
• Tomando en cuenta la vida de Enoc, vamos a hacernos tres preguntas en esta mañana. Primeramente, ¿qué hizo Enoc? En segundo lugar, ¿por qué lo hizo? Tercero, ¿cuál fue el resultado? Comencemos con la primera pregunta. ¿Qué hizo Enoc? Ya sabemos que anduvo con Dios, pero ¿qué significa esto? ¿Qué significa caminar con Dios?
• Antes de pecar, Adán también anduvo con Dios. Después de Enoc, Noé hizo lo mismo. Jesús lo hizo como nadie más, pasando noches enteras en oración y viviendo siempre en comunión con su Padre. En otras palabras, Enoc hizo lo que Dios nos creó para hacer – pero que muy pocos hacen. Él vivió en comunión con Dios y en obediencia a Dios. De hecho, el nombre de Enoc significa “dedicación”, y le hizo honor a su nombre. Vivió dedicado a Dios.
• Enoc no vivió en días fáciles. La humanidad ya iba de mal en peor. Había violencia y desorden por todas partes. Enoc caminó con Dios a pesar de la sociedad que lo rodeaba. Su relación con Dios le pareció más importante que cualquier otra cosa. ¿Podemos nosotros también tener esta clase de relación con Dios? Creo que Dios está dispuesto a caminar con cualquiera que lo quiera hacer.
• Si queremos caminar con Dios como Enoc, tenemos que dar prioridad a la comunión con Dios. Tenemos comunión con Dios por medio de la oración, por medio de su Palabra y en la adoración. ¿Le damos importancia a estas cosas? ¿O pasan a estar en segundo o tercer lugar? ¿Buscas estar en la presencia de Dios y agradarle todos los días?
• Esto nos lleva a la segunda pregunta. ¿Por qué anduvo Enoc con Dios? Lo hizo por fe, porque creía que valía la pena caminar con Dios. Hebreos 11:6 dice: En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Enoc creía que caminar con Dios valía la pena. Creía que le convenía hacerlo, porque Dios existe y recompensa a todos los que lo buscan.
• Generalmente, nosotros hacemos lo que nos conviene. Digamos que fueras a solicitar un trabajo. Al final de la entrevista, haces la pregunta: ¿Cuánto me van a pagar? Tu entrevistador responde: Es un privilegio trabajar en esta empresa. Usted nos tendrá que pagar por el privilegio de trabajar aquí.
• ¿Aceptarías el trabajo? ¡Claro que no! No te conviene. Encontramos el tiempo en nuestro día para hacer lo que nos conviene. Vamos al trabajo porque nos pagan. Comemos porque nos quita el hambre. También le daremos tiempo a Dios si creemos que nos conviene. Si creemos que Dios existe y que él nos recompensa cuando lo buscamos, entonces le buscaremos. Hablaremos con él en oración. Lo conoceremos mejor en su Palabra. A lo largo del día, estaremos conscientes de su presencia.
• La recompensa de buscar a Dios es grande. Observa lo que le sucedió a Enoc. Él no murió, sino que un día Dios se lo llevó. En el Antiguo Testamento sólo hay una persona más que no tuvo que morir. Fue el profeta Elías, quien Dios llevó al cielo en una cuadriga de fuego. Enoc tuvo una experiencia que tendrán todos los creyentes que estén vivos cuando Jesús regrese, la experiencia de no tener que atravesar la muerte.
• En medio de la mortandad que lo rodeaba, Enoc caminó con Dios y pasó directamente de esta vida a la eternidad. Si tú caminas con Dios, no te prometo que te pasará lo mismo. Tampoco te puedo prometer que jamás tendrás problemas o que siempre te sentirás bien. Lo que la Biblia sí promete es que no te quedarás sin recompensa. En esta vida y en la eternidad, Dios recompensa a quienes lo buscan con sinceridad y caminan con él.
• La forma de caminar con Dios para nosotros es la misma que fue para Enoc. Es el camino de la fe. Es creer que Dios existe y que recompensa a quienes lo buscan. Comienza con entregarle nuestra vida a Jesús por fe, recibiendo su perdón y reconociendo su autoridad. Continúa cuando caminamos con él cada día, buscando su presencia en oración y en su Palabra. Un día, culminará cuando estaremos para siempre en su presencia gloriosa. Caminemos con Dios, porque vale la pena.